No hay duda de que uno de los activos fundamentales de la campaña socialista de las generales del 23-J fue José Luis Rodríguez Zapatero. Es más, Pedro Sánchez hizo campaña prácticamente solo con él. El expresidente se echó el partido a la espalda, animó a los suyos —traumatizados por la debacle de las autonómicas y municipales del 28 de mayo— desde aquella primera entrevista en la Cope, en la que defendió su gestión para derrotar a ETA y las alianzas parlamentarias del Gobierno, también con Bildu, y desde entonces se empleó a fondo en mítines y decenas de entrevistas. Pero desde las elecciones, y en consonancia con la línea oficial marcada por Ferraz, guardó silencio. No respondió a la vieja guardia cuando salió en tromba contra la futura ley de amnistía. Pero este lunes sí decidió volver a salir al rescate de su jefe de filas, y para desplegar un arsenal argumental a favor de la amnistía. Como hasta ahora no han hecho ni el Gobierno ni el PSOE. Porque no pueden hacerlo todavía, esgrimen, ya que el pacto no está hecho y toca ser prudentes.

Zapatero defendió la medida de gracia, el perdón absoluto al procés, en tierra hostil. En Más de uno, en Onda Cero, en una tensa entrevista con Carlos Alsina. Una conversación que ambos, según dijeron en directo, tenían pendiente desde la campaña de las generales. Por eso en Ferraz apuntaban este lunes que la avanzadilla que de facto suponían las palabras de Zapatero no preludian una estrategia intensiva de pedagogía de la amnistía. Porque esta forma parte de un paquete, y este no está acordado aún, y hasta que no esté acordado, todo puede pasar.

Zapatero se muestra "a favor de la amnistía" y no la cree contraria a la Constitución. Cree que puede servir al "reencuentro" de Cataluña con el conjunto de España tras el 'procés'

Todo, incluso que el pacto con Junts —el interlocutor más difícil de todos— no cuaje, y en ese caso la puerta de las elecciones sigue ahí, aunque en el PSOE de momento en la dirección y en los territorios quieran cruzarla. La cúpula y el propio Sánchez necesitan una vía de escape por si la negociación se torciera. Las conversaciones "avanzan", pero "dentro de la complejidad", reconoció el propio líder socialista el sábado en un mitin en Mérida.

Zapatero no se escondió y se posicionó inequívocamente "a favor de la amnistía" —mentó la palabra—, y de aplicarla a los políticos implicados en el procés, incluido el expresident Carles Puigdemont, para solucionar el "conflicto político" en Cataluña, porque no es una medida "inconstitucional". A su juicio, podría servir para intentar el "reencuentro" de Cataluña con el conjunto del Estado tras la crisis de 2017.

Es una medida "excepcional", eso sí, que ha de estar "motivada, justificada y amparada adecuadamente", sostuvo. A diferencia de lo que opinan otros notables socialistas, como el expresidente Felipe González, cree que sí cabe en nuestro ordenamiento jurídico, y España no debe "renunciar" a utilizar ese instrumento ante una "eventualidad" y una situación "excepcional" como la que vivió Cataluña con la ruptura de la legalidad hace seis años.

El ejemplo de Azaña en 1936

"No hay ningún país occidental, democrático, europeo, que haya renunciado a la amnistía. Unas figuran en la Constitución, otras no", alegó. Zapatero recordó que ya era una figura que existía en la antigua Grecia, que ha habido "decenas de amnistías" desde la Segunda Guerra Mundial y que también aplicó uno de los políticos españoles más relevantes de España del siglo XX, Manuel Azaña, del que José María Aznar, recordó, es un "gran defensor". Él, subrayó Zapatero, "amnistió", el 21 de febrero de 1936, como presidente del Consejo de Ministros —tres meses antes, por tanto, de convertirse en presidente de la II República—, a los que en 1934 proclamaron la independencia de Cataluña. Acababa de ganar las elecciones generales el Frente Popular.

Cuando se está en el Gobierno, si hay que cambiar de opinión, se cambia, por el interés general", defiende el expresidente

Pero Sánchez sostenía hasta las elecciones del 23 de julio que no cabía una amnistía en la Constitución, le contradijo Alsina. El expresidente insistió en que el líder del PSOE se refería más bien al tipo de amnistía que proponían los independentistas. Y, en todo caso, argumentó, cabe que un gobernante vire por el bien de su país: "Cuando se está en el Gobierno, si hay que cambiar de opinión, se cambia, por el interés general". Era su contraataque a los que dicen que Sánchez quiere ser presidente "a toda costa".

Para Zapatero, este debate trasciende una pura investidura, porque hay que abordar "temas latentes como el conflicto de Cataluña" que se arrastran desde 2010, cuando el Tribunal Constitucional anuló 14 artículos y sometió a interpretación otros 27. Aquel fallo provocó un "choque de legitimidades" cuyos efectos políticos hay que encarar, de los que no tienen culpa el TC, sino el legislador. "El hecho de un Estatut votado en referéndum y que luego es anulado en una pequeña parte, con más o menos calado, es un elemento central de todo lo que ha pasado, es la raíz del problema", mantuvo.

Por eso el expresidente aplaude a su sucesor sin ambages: "Tengo un apoyo decidido al compromiso y la valentía del presidente del Gobierno, que está dispuesto a afrontar esta investidura para que, si sale bien, sirva también para encontrar nueva mirada y un nuevo camino de reencuentro en Cataluña".

Zapatero se alinea con el argumento de Sánchez de que son cinco los partidos que piden o apoyan la amnistía

Y frente a las críticas a Sánchez porque no incluía la amnistía en su programa electoral, sostuvo que, cuando no se tiene mayoría absoluta y hay que pactar, el candidato debe defender en el Congreso, para conseguir su confianza, un "programa de programas", sumando peticiones y propuestas de otras fuerzas que sean "compatibles" con su proyecto político. Y ahora, esgrimió, haciendo suyo un argumento que el pasado jueves verbalizaba el propio Sánchez, hay "cinco partidos políticos [ERC, Junts, Sumar, Bildu y PNV] que piden o apoyan la amnistía" y entonces el PSOE, "tiene que evaluar si es compatible con su visión de lo que hay que hacer en España".

Una "deliberación pública importante"

Las negociaciones se hallan ahora mismo algo atascadas por las "garantías" que exigen los socialistas a Junts: les piden que de alguna manera muestren su compromiso inequívoco con el diálogo —es decir, que vuelvan a la política institucional, al pacto— y den estabilidad al nuevo Gobierno durante toda la legislatura. En esa línea se movió Zapatero: "Por supuesto", dijo, que tiene que haber "un nuevo contexto, un nuevo clima y una nueva actitud", preservando "cada día, con cada palabra, con cada gesto", la búsqueda del reencuentro a través del "respeto a la legalidad" y de un "acuerdo político que dé cierta estabilidad". Ese, a su juicio, debe ser el precio que ponga el PSOE, la forma en que los independentistas asuman su responsabilidad. "Hagámoslo con una deliberación pública importante, teniendo en cuenta la situación de España muy favorable, muy positiva, en lo económico, en lo social, en la proyección internacional, y eso a nuestro electorado y al PSOE importa, que el país siga en la senda de progreso económico y social y de convivencia", concluyó.

En la cúpula se aferran por ahora a la "discreción" porque todavía no hay acuerdo. Este martes se reúne la comisión negociadora, justo tras el viaje de Sánchez a Albania

Pero Ferraz entiende que no es el momento de esa "deliberación pública". No todavía. "Zapatero tenía apalabrada la entrevista con Alsina hace mucho", explican desde el cuartel general, "nosotros no vamos a empezar a hacer pedagogía", toca "discreción", recalcan. Igual responden en el PSC. Y es que en la dirección de Sánchez entienden que todo se explicará si se alcanza el acuerdo, no antes, y "si todo el paquete se cumple". Es decir, si también los grupos, y en especial Junts, garantizan la estabilidad. "Por eso el presidente no dice que habrá ley de amnistía. No lo puede decir, hay una liturgia de negociación que no se puede romper, y ellos no pueden dar la ley por hecha porque no está", señalaban en el núcleo duro de Sánchez el pasado 12-O, en la recepción oficial en el Palacio Real. "Y si no hay garantías de continuidad, vamos a elecciones" el 14 de enero, zanjaban.

Como apunta un interlocutor de Sánchez, Zapatero está facultado para salir a ayudar al Gobierno y a su partido, pero al tiempo "está fuera de la disciplina" marcada de la dirección, porque no está en la cúpula ni en el Ejecutivo. "Él puede salir a hacer pedagogía de la amnistía, pero no están las cosas maduras para que Sánchez y su equipo salgan", subraya esta fuente, que estima que si aún no hay acuerdo es porque hay un "problema serio" entre las partes o bien porque no se ha consensuado cómo lo explica cada una a sus respectivas parroquias electorales. En cualquier caso, el expresidente ha aportado una densidad argumental que hasta ahora no se había escuchado. Actuaba en Onda Cero como una especie de punta de lanza, de prólogo de lo que vendrá si se teje finalmente el acuerdo.

Igual que defendió la amnistía, también sostuvo Zapatero que el referéndum de independencia "no es compatible" con el programa del PSOE. La amnistía, a su juicio, sí. El expresidente negó que estuviera negociando con Puigdemont su apoyo a la investidura de Sánchez, porque esa tarea la hace, desde la "discreción", la comisión negociadora del PSOE. Pero sí ayudará en lo que "pueda" para lograr que continúe el Ejecutivo de coalición, porque es mucho lo que está en juego. "El llamado Gobierno Frankenstein [el apelativo que usó el fallecido Alfredo Pérez Rubalcaba] ha tenido un gran desempeño", convino.

Este martes, Sánchez preside la primera reunión del equipo negociador del PSOE, justo después de que él mismo finalizara la ronda de contactos con los líderes parlamentarios. La cita iba a haberse celebrado este lunes, pero su viaje a Albania, para participar en la cumbre de líderes del Proceso de Berlín, le obligó a aplazarla. Ferraz quiere moverse sin publicidad —este 17 de octubre no se prevé ni rueda de prensa— acelerar las conversaciones a fin de lograr cuanto antes una investidura que aún no tiene fecha pero que ya se da por descontado que se celebrará en noviembre, sin descartar que se acerque a la fecha límite, el lunes 27. Queda, por tanto, un mes hábil de negociaciones. Un tiempo aún prolongado, creen en Ferraz, para llegar a cuadrar el puzle. Aunque no sea fácil.