Fue una carrera contrarreloj. El avión privado alquilado por el partido para viajar cuanto antes desde Euskadi a Madrid permitió a los dos diputados del PNV presentar el documento antes de que se agotara el plazo. Aquel anteproyecto, un texto de 47 artículos, terminaría siendo el primer Estatuto de la ‘España de las autonomías’ con la que nuestro país aspiraba a dejar atrás cuatro décadas de dictadura. Fue el resultado de casi dos semanas de negociaciones intensas entre la delegación vasca y la UCD de Adolfo Suárez, que se jugaba con ello parte de la credibilidad de su Gobierno. Reuniones interminables en el edificio ‘Semilla’ del Palacio de La Moncloa que continuaban después en noches en vela de retoques y preparativos en el Hotel Palace.
El estatuto vasco terminaría siendo reconocido como el ‘Estatuto de Gernika’, aprobado en Cortes y ratificado en referéndum el 25 de octubre de 1979. Este miércoles se cumplirán 44 años de su aprobación. El Estatuto de Cataluña podía haber sido el primero. Según relató después el entonces presidente del PNV, Xabier Arzalluz, el president Josep Tarradellas fue quien frenó su tramitación al no sentirse del todo respaldado ante las elecciones que derivarían de su aprobación.
Por eso la ikurriña es la primera que el protocolo sitúa junto a la bandera española en los actos oficiales y al lehendakari vasco como la primera de las autoridades autonómicas, por mera antigüedad. Sin embargo, pese a los casi nueve lustros de edad que arrastra el Estatuto de Gernika de 1979 sigue incumplido y centrando los procesos de negociación con el Gobierno central. En este septiembre de 2023, en pleno proceso de búsqueda de apoyos para investir al candidato del PSOE, la norma autonómica vasca sigue siendo la exigencia prioritaria del PNV. Reclama no sólo su desarrollo total sino "garantías" para su cumplimiento.
Si con Adolfo Suárez se logró su aprobación, con Pedro Sánchez se aspira a cerrar su desarrollo íntegro. En realidad, la deuda debía estar ya saldada. El Gobierno vasco acordó en 2018 un cronograma para su desarrollo que la pandemia ralentizó. El calendario se actualizó en 2020 pero tres años más tarde, cerca de una veintena de materias continúan sin transferirse al País Vasco.
Una decena de borradores de transferencia
Fue una de las razones fundamentales del distanciamiento con el que terminó la pasada legislatura entre el Ejecutivo y el PNV. “Nos trata como un ‘kleenex’”, aseguró el presidente del PNV, Andoni Ortuzar. El propio Iñigo Urkullu arrancó el actual curso político recordando al Gobierno que aún le debe su promesa más relevante: el desarrollo completo del Estatuto, “nos lo deben”, suele recordar.
Entonces, en 1979 se llegó a fijar un mes como plazo para su desarrollo. Han pasado 44 años. En realidad el Estatuto de Gernika ha sido la moneda de cambio y presión en las relaciones entre los distintos gobiernos centrales y el vasco. Ahora también lo es con el candidato y presidente en funciones y los cinco votos del PNV. Sobre la mesa están exigencias como el régimen económico de la Seguridad Social y otras no menores como los puertos, la gestión del litoral, el Fondo de Garantía Social (FOGASA) o la gestión de la migración.
El Ejecutivo vasco ha remitido hasta ahora una decena de borradores de propuestas de transferencia para ir avanzando en los procesos. Documentos, abiertos a la negociación, en los que se proponen las condiciones en las que se podrían acordar las cesiones. Salvamento Marítimo, el Fondo de Cinematografía, el servicio de Meteorología, los Paradores, el Puerto de Pasaia… son sólo algunas de las propuestas remitidas.
Sin renovar
A la presión que ahora ejerce en la negociación el PNV, el propio lehendakari sumó a comienzos del curso político su anuncio de que la primera exigencia que lanzaría al Gobierno que pudiera conformarse tras el 23-J sería convocar la Comisión Bilateral de Cooperación para acordar plazos y condiciones de los traspasos pendientes.
En 1979 el vasco fue el primer Estatuto, el Catalán el segundo. Entre 1981 y 1995 llegarían los 15 estatutos restantes. El vasco, junto al gallego, es el único que no se ha renovado. Mientras en otras comunidades autónomas sus normas se han reformado hasta en tres y cuatro ocasiones (Aragón, Castilla-La Mancha, Extremadura, Castilla y León, Madrid, Murcia o Valencia), en Euskadi aquel documento que aprobaron en referéndum sigue intacto e incumplido.
Hoy la aceptación del Estatuto de Gernika es muy mayoritaria en Euskadi, no lo fue tanto hace 44 años. La consulta que debía ratificarlo aquel 25-O contó con una participación discreta, el 58,8%. O lo que es lo mismo, una abstención elevada del 41%. Ni determinadas formaciones de derechas de ámbito nacional, ni la izquierda abertzale de la época promocionaron su aprobación. Más aún, Alianza Popular promulgó el 'No' –frente al 'Sí' que defendió la UCD-. En el otro extremo, Herri Batasuna defendió la abstención. Entre quienes abogaron por el 'Sí', el PNV, el PSOE y Euskadiko Ezkerra.
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