Es una relación con dos escenarios; uno de cortejo y otros de distanciamiento. El primero apura estos días los últimos contactos y el segundo profundiza la grieta a medida que se acerca el combate electoral. La relación PNV y PSOE convive estas semanas en un pulso bipolar entre Euskadi y Madrid. La dirección del partido de Andoni Ortuzar se reunió ayer en Sabin Etxea para analizar el estado de los contactos que la comisión negociadora que lidera Aitor Esteban y que arropa el propio Ortuzar está llevando a cabo con Ferraz. En la formación nacionalistas se ha impuesto la discreción y el silencio absoluto sobre el desarrollo de las negociaciones.
Un perfil bajo mientras el resto de formaciones escenifican ya la firma de acuerdos o anuncian el apoyo explícito al candidato Sánchez: ERC, BNG, EH Bildu… Esta discreción negociadora está provocando que en la combinación que debe blindar la investidura de Sánchez el respaldó del PNV se dé por descontado. El partido ha pasado en estos tres largos meses desde el 23-J de asegurar que no cabía más opción que apoyar a Sánchez a recordar que sus votos aún no se pueden dar por seguros, que habrá que negociarlos. El propio lehendakari Urkullu elevó ayer la voz para reiterar que no bastará con el respaldo de Junts sino que el voto del PNV también es imprescindible y que aún sigue pendiente de acuerdo.
Mientras el PSOE corteja al PNV en Madrid, los socialistas en el País Vasco han comenzado a marcar distancias con el PNV. En apenas unos meses en Euskadi se celebrarán elecciones autonómicas y la condición de socios de Gobierno ha llevado a ambas formaciones a subrayar de modo evidente sus discrepancias y diferencias en algunas de las cuestiones clave. La más reciente ha sido la referida al euskera y las sentencias judiciales que han cuestionado algunos procesos administrativos y decretos y leyes aprobados por el Gobierno vasco del que ambos forman parte.
PSE y PNV han mostrado evidentes diferencias en torno a esta cuestión. Los nacionalistas se manifestaban el pasado sábado en Bilbao junto a EH Bildu para denunciar lo que consideran que es una campaña de la judicatura en forma de ‘euskerafobia’. Los socialistas vascos, en cambio, han salido en defensa de los jueces asegurando que no existe ninguna campaña impulsada desde la Justicia para arremeter contra el euskera. La exconsejera de Justicia y exsecretaria general del PSE, Idoia Mendia ha negado que exista una suerte de “cruzada” contra el euskera y ha denunciado que se les quiera señalar y presentar “como algo ajeno a la sociedad vasca”.
La 'Nación' y 'el derecho a decidir'
Otro de los elementos que ha vuelto a escenificar la distancia en Euskadi y la necesidad de cortejar en Madrid es el encaje territorial. Estos días el PNV negocia con el PSOE no sólo la necesidad de completar el Estatuto de Gernika de 1979, sino también abrir la puerta a un 'nuevo estatus', una nueva relación confederal de Euskadi con España, ‘de igual a igual’ en la que se contemple el derecho a decidir del pueblo vasco. Un ‘reconocimiento a la nación vasca’ del que el PSE se aleja de modo claro en Euskadi pero rehúye en Madrid.
Se trata de una cuestión en la que las discrepancias siempre han estado recogidas en los sucesivos acuerdos de coalición firmados entre ambos partidos. Mientras el PNV ha resucitado en su negociación para investir a Sánchez, -el nuevo estatus, cuyo borrador articulado permanecía olvidado en el Parlamento vasco-, los socialistas vascos han arremetido con dureza contra este renacer reivindicativo del PNV en clave soberanista. Urkullu, que apela ahora a buscar una “convención constitucional”, un acuerdo suficiente para actualizar el marco territorial en España, se ha topado con el reproche de Andueza. El secretario general del PSE considera que la formación de Ortuzar quiere impulsar un nuevo proyecto equiparable al 'Pacto de Estella' o el ‘Plan Ibarretxe’.
El cumplimiento del nuevo estatuto es una de las promesas que estos días se negocia en el Congreso para recabar el apoyo de los cinco diputados del PNV. Sabin Etxea quiere garantías suficientes de su cumplimiento para que no se repita el incumplimiento de la promesa y documento rubricado que se produjo la pasada legislatura. En el caso del PSE, pese a formar parte del mismo Gobierno, apenas han reclamado al Ejecutivo de Sánchez el cumplimiento del Estatuto pactado. Los socialistas no han hecho bandera alguna de esos incumplimientos.
Mientras tanto, en Madrid el PNV impulsa la necesidad de dar nuevos pasos, como reclama EH Bildu y el independentismo catalán, por el derecho a decidir y por avanzar hacia un nuevo modelo de Estado 'plurinacional' y de 'naciones' reconocidas.
Educación y Vivienda
La Ley de Educación ha sido otro frente reciente que ha dividido a PNV y PSE. El deseo de los jeltzales de erradicar el actual sistema de tres modelos –en euskera, bilingüe y en castellano- se topó con la dura oposición de los socialistas, sus socios de Gobierno.
Rechazaron la apuesta de establecer un único modelo con el euskera como eje central. Finalmente, ambas formaciones acordaron una fórmula que permitirá mantener el sistema de modelos lingüísticos en los centros que lo deseen. Este acuerdo en el proyecto de ley tiene el rechazo de EH Bildu, quien aún no ha concluido si apoyará la tramitación de la norma que se pretende sacar adelante antes de fin de año.
Las grietas en la relación entre ambos socios se vienen agudizando desde el pasado verano. A finales de julio la decisión del Gobierno vasco de recurrir la Ley de Vivienda aprobada por el Gobierno de Sánchez, al considerar que suponía una imposición que invadía competencias propias, no contaba con el respaldo de los tres consejeros del PSE en el Ejecutivo de Urkullu. En aquella ocasión ambas partes aseguraron que se trataba de una discrepancia más “técnica” que política y que no corría peligro la buena salud de la coalición. Desde entonces han sido varios los enfrentamientos PNV-PSE que podrían repetirse a medida que se acerquen las elecciones autonómicas previstas para 2024.
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