La Policía Nacional está detrás de los organizadores de las manifestaciones violentas que están teniendo lugar en las sedes del PSOE, especialmente en Ferraz, a consecuencia de la amnistía que el partido está negociando con los independentistas. Las concentraciones son ilegales, puesto que no han sido comunicadas previamente, y las fuentes policiales consultadas consideran "muy difícil", en este momento, saber quién y cómo realiza las convocatorias ya que muchas de las comunicaciones se realizan de manera informal a través de grupos de mensajería privados.
Las protestas comenzaron el viernes pasado. Desde entonces la violencia y la intensidad ha ido creciendo. Desde el corte de calles hasta la aparición de bengalas, petardos, palos de hierro y botes de humo.
Desde la Delegación del Gobierno en Madrid se informa de que sólo se ha comunicado la intención de concentrarse el pasado lunes. Por lo que las del viernes, sábado y este pasado martes no tienen autor material de la convocatoria. La ley mordaza considera como muy graves las reuniones o manifestaciones no comunicadas y las sanciona con multas que van desde los 30.001 a 600.000 euros.
Entre quienes se convocaron ayer en Ferraz había una amalgama amplia de partidos y grupos de corte fascista o ultra derecha: Falange, España 2000, Democracia Nacional, Hacer Nación, carlistas y diversos radicales. Sin embargo, otro grupo amplio partió desde el Parque del Oeste hasta el Congreso de los diputados, llegando a cortar durante un largo tiempo la icónica Gran Vía. Al llegar a la Cámara Baja, hicieron una sentada para poner rumbo hacia Ferraz.
Hay dos cabecillas identificados en ese grupo. El primero es el propietario de la empresa Desokupa, Daniel Estevez, y el otro Alvise Pérez, un conocido agitador en redes de posicionamientos radicales. En su canal de Telegram ha ido compartiendo localizaciones en Google Maps para dirigir a la gente, así como indicaciones de como "neutralizar" a los antidisturbios. "Necesitamos vídeos de policías agrediendo a manifestantes", llegó a escribir en lo que parecía un manual del manifestante de baja calidad.
Como en Barcelona
Esta forma de actuar, de coordinación, organización y dar órdenes, son parecidas a las que Tsunami Democràtic daba a través de su aplicación de mensajería en 2019 para protestar por la sentencia del procès. En la Audiencia Nacional, una docena de personas acaban de ser procesadas por terrorismo por aquellos hechos, y el juez Manuel García Castellón intenta averiguar quiénes fueron los promotores y alentadores de las revueltas de hace cuatro años.
Los momentos de tensión vividos este martes en torno a la sede central del PSOE recordaron a los vividos en 2019 en Barcelona. Los radicales clamaron contra la Policía entre insultos, gritos y amenazas, tuvieron tiempo para cantarle al Rey "¡Felipe, masón, defiende tu nación!" y soltaron todos los improperios imaginables contra el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. También hubo insultos homófobos contra el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska. Pero sobre todo hubo lanzamientos de objetos y destrozos de mobiliario.
Latas, litronas de cerveza, botellas de agua, piedras, palos, contenedores e incluso vallas. Los agentes de la Unidad de Intervención Policial (UIP), los antidisturbios, cargaron contra los manifestantes alrededor de las 22 horas, cuando un miembro de España 2000 arrancó una de las vallas del cordón policial en la esquina con Marqués de Urquijo. Un grupo de unos 20 efectivos comenzaron el operativo, pero ante la gran cantidad de gente que les atacaba tuvieron que replegarse para volver detrás de la zona de seguridad.
Empezaron a llegar refuerzos, algunos desde el otro lado de Ferraz, otros de los que acompañaban a los manifestantes desde el Congreso. Las bengalas, los petardos y los botes de humo no cesaban desde el otro lado, por lo que los antidisturbios comenzaron el protocolo policial lanzando salvas. Un grupo de personas intentaron resguardarse en una iglesia, pero los agentes terminaron sacándolos.
En un momento, subiendo Marqués de Urquijo, los agentes se encontraron desprotegidos por el flanco inferior y los manifestantes intentaron rodearlos. Rápidamente respondieron con más cargas hasta que llegaron el resto de contingentes. Una mujer terminó rodando por los suelos intentando esquivar la defensa extensible de un policía. Los agentes tuvieron que volver a recurrir al lanzamiento de un bote de gas lacrimógeno.
Al final, decenas de furgonetas y unos tres grupos de UIP (unos 150 agentes) c0nsiguieron aplacar la revuelta. Un grupo de manifestantes, de los grupos más radicales, siguieron retrocediendo a lo largo de la calle Ferraz, haciendo barricadas quemando contenedores y demás mobiliario urbano. Similar a lo vivido en 2019.
La Delegación del Gobierno informó de que la manifestación congregó a unas 7.000 personas, un número que parece bastante inferior a la realidad, sobre todo teniendo en cuenta el despliegue policial. Si el lunes hubo dos detenidos, a última hora de este martes se comunicó que los policías habían arrestado a seis personas, cinco hombres y una mujer. En un primer momento se especuló con que esta última era Isabel Peralta, la nazi que clamó contra los judíos hace años durante un homenaje a la División Azul, pero ella misma lo ha desmentido a El Independiente. No se descarta que la cifra final fuese más alta, y la investigación acaba de comenzar.
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