El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha justificado la amnistía defendiendo que hace "de la necesidad virtud". Precisamente, esa necesidad, para recoger apoyos, dio al PP y a Alberto Núñez Feijóo cierto sostenimiento a la investidura fallida de finales de septiembre. Las intervenciones, entonces, de Feijóo y Santiago Abascal, abrían la puerta a un cierto entendimiento entre formaciones en lo que en la actividad parlamentaria respecta. Ello, pese a que fuentes de ambos partidos declaraban en privado que, una vez no fuera necesario mantener una actitud colaborativa, tanto los de Feijóo como los de Abascal volverían a una tensión y competencia por el dominio de la oposición al PSOE. Así ha sido en las últimas semanas a nivel nacional, con varios pulsos públicos.
Feijóo ha rechazado el juego de Vox en la calle o en Ferraz, así como el tono duro que desde Bambú se ha usado para calificar de "golpe de Estado" la reelección de Sánchez gracias al apoyo de partidos como ERC o Junts previo pacto de amnistía al procés. Un tono, no obstante, que confluye en parte con el discurso de Isabel Díaz Ayuso en lo que a la amnistía se refiere. Desde Génova también se niegan a hacerle el juego parlamentario. De momento, en el Senado. Pese a las presiones de Vox para suscribir sus peticiones de reforma del Reglamento, el PP se negó a aceptarlas. Se rechaza cualquier balón de oxígeno innecesario que dé alas a los de Abascal en un momento clave para tomar posición en contra del nuevo mandato. Y tras ese escenario, se vuelve a rechazar suscribirse a las demandas de bloquear la proposición de ley de amnistía en la Cámara Alta una vez llegue aprobada por la Baja.
Pese a la insistencia de Sánchez de llevar el debate a la arena de connivencia de populares y ultraconservadores, quienes comparten múltiples gobiernos en la escala local y cinco regionales -más uno de apoyo externo en Baleares-, Feijóo ha evitado mencionar a los de Abascal, limitándose a un par de ocasiones. El objetivo del PP en el debate era centrar el tiro en la amnistía, y ello ha acarreado el tono más arisco de la jornada, solo superado por Vox. Y es que el propio Abascal, apelando calificativos ya recurrentes como "golpe de Estado" o "tiranía", ha terminado por romper la baraja y asemejar la investidura del socialista con la de figuras como Hitler. Todo porque Sánchez achacó previamente a Feijóo que la única dictadura existente, "es la dictadura del voto" que le permite constituir su mayoría pese a la victoria del PP, que no suma con Vox.
Feijóo solo tuvo un momento destacable, de acercamiento al mismo Abascal durante su contrarréplica a Sánchez -nada en su réplica-, ya entrada la tarde en el Parlamento. Frente al socialista, el popular admitió que a veces se muestra "más razonable" el líder de Vox, de acuerdo al menos a sus principios, que el próximo presidente. Pero de manera global, la actitud del gallego fue el de distanciamiento. Frente a las acusaciones de dar alas a "la extrema derecha reaccionaria" en el contexto de oposición a la amnistía, el del PP preguntó a Sánchez que si Felipe González, Nicolás Redondo Terreros o el exministro socialista Javier Sáenz de Cosculluela le parecen "peligrosos reaccionarios nostálgicos del franquismo" al oponerse igual que ellos al acuerdo.
Feijóo remarcó que su investidura fue en solitario con apoyo externo de partidos como Vox, que no puso condiciones"
Sin entrar a valorar los pactos regionales, que afirma que atañe exclusivamente a sus barones territoriales, Feijóo reivindicó que él no acudió a su investidura con un acuerdo de coalición con Vox, sino con su respaldo a la investidura sin condicionantes nacionales, más allá de desbloquear la investidura y un gobierno de coalición en Murcia, y respetar la marca de Abascal. "Incluso Vox dijo que no se opondría a un gobierno del PP respaldado por el PSOE, que ustedes rechazaron". "Dejen de agitar espantajos de ultraderecha", le pidió el popular.
Sánchez, lejos de desistir, subió la apuesta y acusó al PP de haber rechazado la salida de la Fidesz húngara de Viktor Orbán del PPE. Igualmente, de haber ido blanqueando a la formación, desde una postura que vinculaba a Vox con "un partido de extrema derecha" en 2019, a "una escisión del centroderecha". "Toda combinación electoral que pase por Vox es imposible excepto para el PP. Míreselo, porque se van a quedar solos con la ultraderecha", le advirtió Sánchez. Feijóo, alejando las acusaciones, dedujo que sin Vox Sánchez hubiera pactado igual con sus socios. "No lo use de excusa", le vino a decir. Volviendo a querer centrar el debate entre PSOE, el futuro partido principal del Ejecutivo, y el PP, referente de la oposición.
Abascal amenaza con romper en las regiones
Obviado en el debate por Feijóo, Abascal lanzó un órdago importante de destacar para meterse en el debate: si la mayoría del PP en el Senado no paraliza la amnistía haciendo uso de su mayoría, se entenderá que colaboran con la "mayoría golpista". Y por tanto, deberán romper en las autonomías en las que cogobiernan. La amenaza parte de la falacia de que el PP tiene competencias en el Senado para hacerlo cuando no es así. Solo pueden retrasar la norma dos meses, y por tanto, hasta finales de marzo dado que enero no es mes hábil. Consultadas, fuentes del partido trasladan a este medio que descartan que se vaya a producir una salida en esas comunidades porque son el único escaparate político del partido. Más cuando "han perdido visibilidad en el Congreso". Se limita cualquier competencia, en definitiva, al hemiciclo y a lo nacional.
Abascal afirmó que si el PP no ejerce esa fuerza en el Senado, le pondría "muy difícil" seguir gobernando en cinco comunidades, cinco diputaciones y casi 140 ayuntamientos. "Estarían colaborando con el golpe y eso nos impediría a nosotros colaborar con ustedes en el resto de las instituciones", remarcó. Otro órdago arrojado a sido la nueva disyuntiva para elegir o no ilegalizar a los partidos independentistas, que ya generó controversia antes de las elecciones generales y se cerró con el compromiso de Feijóo y los suyos a lo apuntado por la Ley Orgánica de Partidos y la Constitución: no se puede vulnerar el derecho a la pluralidad política salvo que considere lo contrario el Poder Judicial. Pasó con Batasuna.
El PP, en todo caso, tendrá que hacer equilibrios a lo largo de lo que dure el mandato, para mantener la unidad de los pactos territoriales y evitar fisuras amplias de largo recorrido, y mantener la imagen centrada y de moderación que por el contrario desde el PSOE se lucha por derribar.
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