Ya resulta casi manido decirlo, pero en el fondo es inevitable. Pedro Sánchez volvía a escribir este lunes un nuevo capítulo de su Manual de resistencia. Quizá el que se pensaba como imposible, el que le adentraba en terreno desconocido y en zonas de altísimo riesgo. Pero lo logró. Obtuvo su investidura. Su segunda investidura. Por mayoría absoluta, por 179 votos frente a los 171 de las derechas. Con el respaldo de ocho partidos y seis grupos parlamentarios, que en las urnas cosecharon 12,6 millones de votos. Con ERC y Junts en la misma ecuación. Marcando el paso de la nueva legislatura, pero en el mismo bloque, en su bloque.
Sánchez es, de nuevo, presidente del Gobierno. Con 12 escaños más que en su elección de 2020 y con la autoridad ante los suyos de haber conseguido un millón de votos más para su partido cuando todos le daban por muerto y Alberto Núñez Feijóo se veía ya en la Moncloa, porque ese era el destino que parecía tener escrito cuando salió de Galicia reclamado por el PP.
El presidente podría nombrar su nuevo Gabinete este fin de semana o bien tomarse algo más de tiempo
No sucedió así y es ahora Sánchez quien se dispone otra vez a formar Gobierno. Lo único seguro y con fecha y hora es que, tras recibir ayer la confianza del Congreso por mayoría absoluta y en primera votación, este viernes promete su cargo ante el Rey en la Zarzuela, a las 10 de la mañana. A partir de ahí, un mar de dudas y un vacío de respuestas. En el PSOE la mayoría da por hecho que los nombres de los nuevos ministros se conocerán pronto, a lo largo del fin de semana, para que puedan tomar posesión el lunes y asistir a la primera reunión del Gabinete el martes. Pero en la Moncloa y en Ferraz nadie da nada por hecho. Aseguran que esa sería la secuencia normal, que se tomará "dos o tres días" para conformar su nuevo equipo, y que por eso cabe también pensar que se conozca a comienzos de la próxima semana. Sus colaboradores más cercanos repetían este jueves en el Congreso, antes y después de la votación de investidura, que él no había verbalizado nada aún. Ni de fechas ni de nombres. Nada hay oficial.
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Porque, como repiten muchos cuadros consultados, miembros de su actual Ejecutivo e interlocutores suyos habituales, "nadie sabe nada". Porque Sánchez guarda con máximo celo su cuaderno azul. Formar Gobierno es una prerrogativa exclusiva de los presidentes y él quiere que no se olvide. Ni tan siquiera es cien por cien definitiva la resolución de la primera pregunta: cuál será el reparto de ministerios con Sumar. Yolanda Díaz empuja para mantener la cuota que tenía Unidas Podemos en el Gabinete, cinco ministerios. Desde la dirección socialista señalan que en principio no habría problema porque la relación de Sánchez con Díaz, como ambos llevan evidenciando desde hace meses y como también exhibieron estos dos días de debate en el Congreso, es óptima.
Se da por descontando que Igualdad volverá a manos del PSOE
Es decir, que al presidente no le importaría que Sumar dirigiese cinco departamentos si eso permite a la vicepresidenta ganar autoridad entre los suyos y sobre todo combatir el probable mensaje de Podemos de que se ha rendido ante Sánchez. Máxime cuando se da por descontado que Igualdad, una cartera de enorme peso simbólico hasta ahora en manos de Irene Montero, volverá a ser controlada por el PSOE.
Cita pendiente entre Sánchez y Díaz
El plan de Díaz es que ninguno de esos ministerios esté liderado por los morados. Ella seguiría al frente de Trabajo y quiere situar a una persona de su máxima confianza en Derechos Sociales, la cartera que dirige Ione Belarra, la líder de Podemos. Una opción es que su nuevo titular sea el exdiputado morado Pablo Bustinduy. Otra opción sería Nacho Álvarez, secretario de Estado de Belarra y formalmente miembro de la dirección de Podemos aunque muy distanciado ya de ella. Álvarez fue a quien Díaz encargó las negociaciones con el PSOE para la reedición del Gobierno de coalición.
Los titulares de las carteras de Sumar serían Yolanda Díaz (Trabajo), Ernest Urtasun (Cultura), Mónica García (Sanidad), Sira Rego (Infancia y Juventud) y tal vez Pablo Bustinduy (Derechos Sociales)
La vicepresidenta desea también que el resto de componentes principales de Sumar tengan entrada en el Ejecutivo. Así, por los comunes entraría Ernest Urtasun, y en principio en Cultura, cartera de la que es hoy responsable el socialista Miquel Iceta. Urtasun es de la máxima confianza de Díaz, que lo nombró portavoz de Sumar. Para Sanidad, el otro ministerio que podría ceder el PSOE, la candidata segura es Mónica García, médica de profesión, jefa de la oposición madrileña desde mayo de 2021 y líder de Más Madrid en la Asamblea regional. A IU se le reservaría un departamento de nueva creación, Infancia y Juventud. Al frente, la mano derecha de Alberto Garzón en IU, la eurodiputada Sira Rego. La confirmación de este reparto debe llegar en una reunión final entre Sánchez y Díaz. Cita que, según ratificaban a este diario fuentes próximas a la titular de Trabajo, ayer jueves no se produjo.
Podemos ha digerido mal la posibilidad de salir del Gabinete. Su apuesta era que siguiera Irene Montero en Igualdad, algo que no sucederá con sucederá. Este jueves, Belarra volvía a demandar a Sánchez y Díaz que no cayeran en el "error" de excluir a los morados, porque de lo contrario "la transformación social va a estar seriamente comprometida".
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Cuando se despeje la configuración del ala minoritaria del Gobierno, será el momento de descubrir cómo queda el área socialista. El Ejecutivo saliente tiene 22 ministerios, y el plan inicial de Sánchez era reducir el organigrama. Si Sumar se queda con cinco carteras, a priori el presidente tendría más difícil adelgazar la estructura. Pero ni siquiera eso es seguro, porque en la Moncloa creen posible que el presidente redujera su cuota y a la vez mantuviera la de su socio, también como gesto de buen rollo. Claro que en el entorno de la vicepresidenta no tienen claro que eso vaya a ser así: "El PSOE puede ser generoso, pero no tonto. El PSOE es el PSOE". Y, como advertían algunos diputados a la salida del pleno de investidura, también los socialistas necesitan ver a su partido bien representado en el nuevo Gobierno, el único centro de poder que controlan tras el tsunami de las autonómicas y municipales del 28 de mayo.
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En el partido y en el Gobierno, hay tres nombres que todos dan por seguros en el nuevo Gabinete: los de los responsables de Hacienda y Presidencia, María Jesús Montero y Félix Bolaños, y la vicepresidenta tercera, Teresa Ribera. En el caso de esta última, por su capacidad técnica y su autoridad en una materia capital para el presidente, Transición Ecológica. Montero y Bolaños son sus dos principales colaboradores, los dos dirigentes que, junto con Santos Cerdán, secretario de Organización del PSOE, han pilotado las difíciles negociaciones de investidura. Con éxito. La duda es si Montero o Bolaños pueden asumir una vicepresidencia más política —y en ese caso se volvería al diseño de cuatro vicepresidencias, como ocurrió en 2020—, o si incluso este último puede cambiar de cartera. Muchos ven a Bolaños en Justicia, ahora que la batalla con los jueces se va a recrudecer por la ley de amnistía y cuando el Gobierno probablemente busque fórmulas para renovar a la fuerza el Consejo General del Poder Judicial, tras cinco años en funciones.
"Sánchez no tolera filtraciones"
Otro interrogante clave es Nadia Calviño. La vicepresidenta primera y titular de Asuntos Económicos y Transformación Digital aspira a presidir el Banco Europeo de Inversiones (BEI), pero no se sabrá si consigue el puesto hasta la reunión de los ministros de Finanzas de los 27 (Ecofin) del 8 de diciembre. Sánchez se garantizó el apoyo de Alemania en el Congreso del Partido de los Socialistas Europeos de la semana pasada, pero no es suficiente para decantar la balanza. Falta la decisión de Francia y aún no se ha decantado entre Calviño y su directa rival, la danesa Margrethe Vestager, vicepresidenta de la Comisión. Hay división de opiniones: los que creen que Calviño ha de repetir, porque no puede exponerse a que se quede fuera de todo, en tierra de nadie, si finalmente no se alza con la jefatura del BEI, y los que entienden que no puede permitirse una crisis de gobierno al mes de formarlo, dado que si la vicepresidenta consigue su plaza europea, la pasaría a ocupar el 1 de enero del próximo año.
Planea la duda de si Sánchez confirmará a Calviño, para que tenga una red si no es elegida para el BEI, que parece lo más probable o bien nombrará ya a un sustituto
En el PSOE no paran de circular quinielas. Pero son eso, nada más que quinielas. Lo resume un responsable muy próximo al presidente: "No tengo ni idea. Y te digo más. Solo Pedro y Bolaños saben lo que va a pasar. De lo que vaya a pasar con Sumar lo sabrá Yolanda. Sánchez no tolera filtraciones con esos temas. No perdáis el tiempo: nadie va a contar nada". "Sucederá lo que él quiera, sin contemplaciones", apunta otra dirigente que ha trabajado muy cerca de él. Nadie chistará al presidente. En el Congreso, a cualquier diputado o dirigente socialista que se preguntara por posibles nombres, se encogía de hombros.
Sí parecen más claros los ingredientes del nuevo Gobierno. Para empezar, un Ejecutivo con más peso político, capaz de explicar su gestión en una legislatura con menos leyes y en la que tendrá que bregarse con una oposición durísima y una mayoría muy transversal de apoyo, con los independentistas apretando en el pie. "O Gobierno pasarela o Gobierno sénior", dibuja un responsable del PSC.
Para seguir, mantenimiento de sus columnas vertebrales (Montero, Bolaños y Ribera, con la duda de Calviño). También habrá, esperan todos, "sorpresas". O sea, muchas caras nuevas. Renovación para una nueva etapa. Y cuarto ingrediente, la clave territorial, el reacondicionamiento del partido, que fue imposible ejecutar tras el 28-M puesto que tras el trauma de esas urnas hubo que correr hacia las siguientes, las generales del 23-J.
Alegría, Rodríguez, Morant, Escrivá o Albares
Con estos ejes, en el círculo del presidente se apunta a que junto a los intocables Bolaños, Montero y Ribera, continuarían en el Gabinete Pilar Alegría, Isabel Rodríguez, Diana Morant, José Luis Escrivá o José Manuel Albares. Las dos primeras, estiman algunos dirigentes, podrían cambiar de cartera. En particular, Rodríguez podría despedirse de la portavocía del Gobierno, precisamente para visualizar el cambio de etapa. Muchos sitúan entre los seguros a Margarita Robles, titular de Defensa.
Entre los nuevos posibles, circulan los nombres de Hana Jalloul, Antonio Hernando, Núria Marín o Eva Granados. Será clave el peso del PSC
Entre las entradas, suenan varios nombres. Desde el expresidente valenciano Ximo Puig, desalojado en mayo, hasta Antonio Hernando, uno de los hombres más cercanos a Sánchez y hasta las elecciones de julio director adjunto de Gabinete. Al primero le sitúan sus compañeros en Política Territorial. Al segundo, en Interior. En las quinielas también figura la secretaria de Internacional de la cúpula socialista, Hana Jalloul, muy bien valorada por el líder, y podría recalar en Igualdad. O incluso Óscar Puente, su apuesta sorpresa para la investidura de Feijóo. También será importante comprobar el peso del PSC, que viene de ganar con contundencia las autonómicas, las municipales y las generales. Raquel Sánchez (Transportes) podría no repetir, y hay más dudas con Miquel Iceta (Cultura).
Como recambio, suenan Núria Marín, senadora y alcaldesa de L'Hospitalet, que gobernó la Diputación de Barcelona con Junts los últimos cuatro años y puede ser una pieza que engrase la relación entre los dos partidos, o Eva Granados, portavoz de los socialistas en la Cámara alta. El PSC, además, perdió la presidencia del Congreso en favor de la balear Francina Armengol, así que podría compensar ese vacío con otro puesto en el Gabinete. Lo que es seguro es que la cuota catalana quedará cerrada por el jefe del Ejecutivo con el primer secretario del PSC, Salvador Illa, que este jueves acudió al pleno en la Cámara baja.
En definitiva, nada se sabe todavía a ciencia cierta. Algunos de los miembros actuales del Gabinete saliente o los que circulan como ministrables reconocen que no tienen "ni idea". Que no saben nada de las intenciones del presidente ni del diseño que pueda tener en la cabeza. Pero, como señalaba este jueves una de sus dirigentes de confianza, todos esperan la llamada del jefe: "Por lo que pueda pasar, yo este fin de semana no me voy a mover de aquí", de Madrid. "Hay 5G en toda España. El presidente proveerá", indicaba otro. De Sánchez depende todo. Absolutamente todo.
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