Sin novedades en Exteriores. Pedro Sánchez mantiene al frente de la diplomacia a José Manuel Albares, uno de sus más leales escuderos. El presidente desoye así el malestar que el mandato de Albares ha provocado en la carrera diplomática a propósito de sus modos de dirigir el ministerio e incluso las desavenencias que el diplomático ha mantenido con otros miembros del Consejo de Ministros durante 28 meses marcados por el histórico cambio de posición en el contencioso del Sáhara Occidental, alineándose con las tesis de Marruecos, la agresión rusa en Ucrania y el enésimo brote del conflicto palestino-israelí.
Albares Bueno (Madrid, 1972) accedió al ministerio en 12 de julio de 2021 en sustitución de Arancha González Laya, una reputada funcionaria de la ONU a la que Sánchez había designado ministra en enero de 2020 por recomendación de una amiga común, la vicepresidenta primera Nadia Calviño. La acogida por razones humanitarias del líder del Frente Polisario Brahim Ghali y la posterior crisis desatada por Marruecos, con la llegada a nado a Ceuta de miles de migrantes, acabaron sellando su destino. "En su caída complotó Albares, entonces embajador de España en París", admiten fuentes del ministerio de Exteriores en conversación con El Independiente.
Una aspiración largamente soñada
Albares, que ya había ansiado en 2020 convertirse en ministro de Exteriores, encontró entonces expedito un camino que seguirá transitando ahora. La determinación de Sánchez por mantenerle en el cargo ha resultado más fuerte que los deseos de Sumar, el socio de la coalición, por buscarle un relevo con un perfil más conciliador. Entre las filas de la coalición de Yolanda Díaz, con figuras como Ernest Urtasun o Agustín Santos procedentes de la carrera diplomática, no ocultan la antipatía que produce Albares, asociado a un volantazo en el Sáhara que no comparten y cuya discrepancia han hecho pública. En este asunto, la soledad parlamentaria del PSOE es absoluta.
A la supervivencia política de Albares, que presume de ser un diplomático con carné socialista, ha contribuido un endiablado contexto internacional. El madrileño trató de cerrar rápidamente la crisis diplomática con Rabat -una de sus principales misiones desde que es inquilino de la antigua sede del Instituto Nacional de Industria (INI), cuartel general de Exteriores desde 2021- con una carta de Sánchez dirigida a Mohamed VI en la que reconocía la iniciativa marroquí de autonomía como "la base más seria, creíble y realista para la resolución de este diferendo". La misiva, filtrada por la Casa Real marroquí en marzo de 2022 y cuya pobre redacción causó indignación entre los diplomáticos españoles, tuvo consecuencias inmediatas: la abrupta ruptura de las relaciones de Argelia, el entonces principal socio gasístico de España en una coyuntura marcada por el inicio de la invasión a gran escala de Ucrania por parte de Rusia.
Albares emergió entonces como el principal culpable de haber quebrado 47 años de neutralidad activa de España en el conflicto de su ex colonia, el último territorio en África pendiente de descolonización. Un consenso que habían mantenido inalterable sucesivos gobiernos del PP y PSOE y que Albares sacrificó para contentar a Marruecos en un contexto agravado por el espionaje mediante Pegasus de los móviles de Sánchez y varios de sus ministros, incluido Defensa e Interior, con la sombra de Rabat gravitando sobre un capítulo nunca esclarecido. La falta de transparencia y la vaguedad de la que ha hecho gala Albares al tratar de argumentar la aproximación a Marruecos -el ministro ha repetido hasta la saciedad que era en beneficio de "ceutíes, melillenses, canarios y andaluces"- han alimentado las sospechas y las hipótesis más variopintas sobre el chantaje marroquí a Moncloa.
Salvado por Argelia y su lealtad a Sánchez
Por azares del destino unas de las razones que permiten a Albares revalidar su puesto es el deshielo de las relaciones con Argel. El país árabe ha designado embajador en Madrid tras 19 meses de vacío después de que llamara a consultas a su anterior jefe de legación. No obstante, fuentes conocedoras de los entresijos del poder en Argelia rebajan las expectativas del anuncio. El discreto perfil de Abdelfetá Daghmun, que fue número dos de la embajada, sería un señal de una "mejora gradual" de los lazos pero lejos de cualquier restablecimiento sólido. "Se enmarca en un cambio general de embajadores", aducen las citadas fuentes.
Al acercamiento con Argel ha ayudado la posición española en la guerra entre Israel y Gaza
A ese tímido acercamiento ha ayudado la posición del Ejecutivo español en la crisis abierta por los ataques de Hamás que se cobró 1.400 vidas y las represalias de Israel que, en mitad de los indiscriminados bombardeos sobre la Franja de Gaza, han dejado ya cerca de 12.000 víctimas palestinas. De manera más destacada en las últimas semanas Sánchez ha censurado la respuesta de Tel Aviv encabezando una posición en el seno de una Unión Europea que, arrastrada por Alemania, había optado por insistir en el derecho de Israel a defenderse evitando exigir un alto el fuego en Gaza y cosechando las críticas de doble rasero de las cancillerías árabes. "La posición de España en el conflicto palestino-israelí está más en consonancia con la que pueden mantener los argelinos, a los que les conviene tener aliados en Europa", admite una fuente de Exteriores español.
Sánchez ha optado por mantenerlo a pesar de las críticas de la carrera diplomática, que acusa a Albares de haber dirigido la casa con un tono despótico enviando a galeras a cualquiera que pudiera hacerle sombra y despreciando a los expertos; imponiendo el silencio a cualquier disidencia; concentrando las decisiones en su persona hasta la inoperancia y el bloqueo; y eligiendo a un organigrama sin peso ni experiencia. Tampoco le han hecho titubear los rifirrafes con otros ministros con los que Albares ha colisionado y las alternativas existentes en el propio PSOE, desde el hasta ahora ministro de Agricultura Luis Planas, ex embajador de España en Marruecos y apreciado entre los diplomáticos, o Hana Jalloul, secretaria de Política Internacional y Cooperación al Desarrollo en Ferraz.
Un problema de encaje para Sánchez
La salida de Albares planteaba un problema a Sánchez. Su encaje era complicado. El diplomático tiene acta de diputado -fue el número cinco en la lista del PSOE por Madrid-, pero destinarlo a una embajada a las órdenes de un nuevo titular de Exteriores podía ser una fuente de encontronazos, a tenor de la propia personalidad del ministro; y su salida hacia Bruselas también se antojaba complicada, más aún si Calviño no logra presidir el Banco Europeo de Inversiones y busca acomodo como comisaria. Fuentes diplomáticas insisten a este diario que, hasta en el caso de que Calviño consiguiera imponerse a Margrethe Vestager, hay perfiles con mayor solvencia que la de Albares para aspirar a comisario.
Existen perfiles con mayor solvencia que la de Albares en el PSOE para el puesto de comisario
Y es que, abundan, Albares ha ejercido más como asesor del presidente del Gobierno que como ministro. "El ministro de Exteriores y el hacedor de la política internacional ha sido Sánchez", replican. El autor de Manual de Resistencia, el hombre dado por muerto en no pocas ocasiones capaz de sobreponerse a todos los imprevistos, goza de buena prensa internacional. A diferencia de sus predecesores en el palacio de la Moncloa, maneja con soltura el inglés y ha hecho de la política internacional una apuesta personal, con viajes continuos y un foco que ha usado a menudo para escapar -aunque fuera transitoriamente- de los espinosos asuntos domésticos.
En ese guión escrito por el presidente, Albares ha ejercido su cargo bajo la sombra de un Sánchez que, fiel a su buena estrella, consiguió incluso salvar la reciente Cumbre de Granada del órdago migratorio impuesto por Polonia y Hungría. "En la presidencia española del consejo de la UE han brillado Sánchez y otros ministros, como Ribera con la transición ecológica; Calviño con la reforma del Pacto de Estabilidad o Grande-Marlaska con el Pacto de Migración y Asilo", recuerdan en su propio ministerio. En una legislatura de duración incierta protagonizada por los compromisos acordados con los independentistas, Albares deberá convencer a Bruselas de que la ley de amnistía y el 'lawfare' no vulneran las regulaciones comunitarias mientras mantiene intacta su fidelidad a Sánchez, su benefactor y ángel.
El diplomático que alzó el vuelo a la sombra de Sánchez
Albares ha hecho carrera en el PSOE a expensas de Sánchez. Fue asesor en materia de relaciones internacionales durante su primera etapa como líder socialista y, en gratitud por los servicios prestados, fue nombrado en junio de 2018 secretario general de Asuntos Internacionales, Unión Europea, G20 y Seguridad Global, con rango de subsecretario. De aquella época data la fotografía de Albares junto a Sánchez a bordo del Falcón. El ahora ministro había abandonado su modesto puesto como consejero cultural en la embajada española en París para acudir a la llamada de Sánchez, que llegó a Moncloa tras prosperar la moción de censura contra Rajoy. Desde entonces, Albares ha sido miembro de su círculo más estrecho. Una amistad que le ha salvado hasta en los momentos más delicados. En marzo de 2020, Albares fue elegido para redactar el apartado de relaciones internacionales y UE de la ponencia marco del PSOE para el XL Congreso, celebrado en Valencia en octubre de 2021 y en el que, anticipándose a lo que sucedería meses más tardes, el partido se ofreció a defender los intereses de Marruecos en Bruselas. En ese Congreso Albares fue elegido miembro del Comité Federal del PSOE.
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