"Hoy vamos a festejar pero mañana empezamos a trabajar desde primera hora". Javier Milei, presidente electo de Argentina, aseguraba a sus seguidores el domingo que no había tiempo que perder, tras su contundente victoria sobre el ministro de Economía, el oficialista Sergio Massa, por más de 11 puntos. En el hotel Libertador de Buenos Aires se ha reunido con su núcleo duro, ha anunciado varios nombramientos de su minigabinete de solo ocho ministerios, así como las primeras privatizaciones. Sin embargo, no ha podido verse con el presidente, Alberto Fernández, este lunes, como estaba previsto. Finalmente, se han encontrado este martes en la Quinta presidencial de Olivos.
Como prometió en campaña, el gobierno de Milei se reduce a ocho ministerios de los 11 del gabinete actual. Quedan Economía, Exteriores (Diana Mondino), Infraestructura, Seguridad, Interior, Defensa, Justicia (Mariano Cúneo Libarona) y Capital Humano (unifica Desarrollo Social, Salud, Trabajo y Educación con Sandra Pettovello al frente). Aún no ha confirmado Economía, el Ministerio clave en un país con un 142% de inflación interanual y un 40% de población en la pobreza.
Suena con fuerza el ex presidente del Banco Central Federico Sturzenegger. Ha justificado que no lo haga público aún por las dificultades que está encontrando en el traspaso de poder: "Prefiero todavía no darlo (el nombre del ministro de Economía) porque la estrategia de desgaste por parte del actual gobierno respecto a su sucesor, al cual le echa la culpa por las aberraciones causadas por ellos mismos, es de una canallada nunca vista", ha dicho el presidente electo en Radio Rivadavia.
Antes incluso de entrar en la Casa Rosada, viajará a Estados Unidos y a Israel, en este caso por cuestiones afectivas, según ha confesado. No se descarta que traslade la embajada a Jerusalén. Su primer contacto internacional fue con el presidente de Uruguay, Luis Lacalle Pou. Con Lula da Silva la relación va a ser tensa: Milei llamó "corrupto" y "comunista" al presidente brasileño en campaña y desde el Palacio de Planalto exigen disculpas. Lula, firme aliado del kirchnerismo, no ira a la toma de posesión. Desde el gobierno español de momento no hay mensajes de buenos augurios para el presidente electo.
Javier Milei, que hace apenas tres años se lanzaba a la política, tiene ante sí una tarea titánica: sanear la maltrecha economía argentina. Ha propuesto dolarizar y cerrar el Banco Central pero ha de ir paso a paso. Gran parte de la población argentina, salvo los militantes peronistas, se han despertado el lunes con cierta sensación de alivio. Una vez dado el salto en el vacío han comprobado que aún siguen flotando.
"Hay una leve sensación de alivio y de moderada expectativa. Una sociedad harta apostó por un cambio, sin demasiado sustento. No parece ilusionada, pero sí sedienta de salir de la encerrona a la que la llevó el populismo kirchnerista. ¿Tendrá Milei paciencia para soportar lo que viene?", apunta el periodista y analista político Jorge Sigal, desde Buenos Aires.
La buena reacción del mercado bursátil en Wall Street, donde han subido las acciones de empresas argentinas más del 30%, da esperanza a quienes ven necesario el reset que promete Milei.
Todo lo que pueda ser privatizado será privatizado
javier milei, presidente electo
La empresa petrolera YPF, que será privatizada, lidera las alzas con más del 38%. Pero YPF tiene pendiente el pago de unos 16.000 millones de dólares de la acciones que pertenecían a Repsol y al grupo Eskenazi por la expropiación realizada por el gobierno argentino en 2012. A su vez, va a privatizar Enarsa (petróleo y energía), y los medios de comunicación públicos, televisión, radio y la agencia Télam. "Todo lo que pueda ser privatizado será privatizado", ha confirmado tras su elección, con una expresión que fue el eslogan del menemismo.
"Más allá de privatizar necesita que alguien compre. Ha de conseguir dinero para financiar el país. Ahora puede volver al mercado financiero privado. Habrá fondos de inversión interesados y, según vemos por el mensaje de Wall Street, hay confianza, pero Argentina necesita mucho dinero", apunta Francisco Sánchez, director del Instituto de Iberoamérica.
"La ventaja es que los actores financieros le perciben favorablemente. Los más preocupados son los sectores que vivían del proteccionismo estatal como el sector textil o el automovilístico", señala Francisco Sánchez. "Lo principal es estabilizar la macroeconomía, lo que ayudaría a controlar la hiperinflación. Ha de reducir gastos y buscar ingresos. Si consigue financiación puede conseguirlo", añade.
Milei ha reconocido que controlar la inflación llevará entre 18 y 24 meses. Ha de dejar de emitir dinero para financiar al Tesoro. Es fundamental que avance en un programa fiscal para no financiar el déficit fiscal con la emisión monetaria.
El presidente electo necesita una mayoría legislativa que le apruebe proyectos: apenas cuenta con 39 escaños de un total de 257, ocho senadores de 72 y ningún gobernador. "Tendrá que negociar con el PRO (el partido del ex presidente Mauricio Macri), los partidos provinciales, e incluso con sectores del peronismo a los que pueda interesar abstenerse en ocasiones", indica Sánchez.
El coste político del ajuste
Sergio Massa, titular de Economía, dijo el domingo que a partir de ahora tendría que hacerse cargo Milei y que dejaría el cargo en lugar de esperar al 10 de diciembre, cuando asume el presidente electo y su gabinete. En una entrevista con la emisora La Red, Milei dijo: "No veo al gobierno con voluntad de corregir los desequilibrios sino más con la intención de dejar plantadas todas las bombas". El peronismo ha implosionado y ahora están contando los días para saltar del barco.
La cuestión clave que quiere plantear Milei al presidente saliente se refiere al coste político del ajuste que viene. Busca el apoyo peronista en el Congreso para lograrlo. Milei quiere que el presupuesto de 2024 ya incluya un recorte del 15% y el ministro de Economía saliente no parece dispuesto a asumirlo. Llama la atención que quiera ahora desaparecer de escena cuando ha sido el presidente de facto hasta que perdió la segunda vuelta el 19 de noviembre.
Antes de asumir el poder el 10 de diciembre, Milei ya tiene que resolver al menos seis problemas urgentes, según indica Ignacio Miri, en Clarín. En primer lugar, necesita un presupuesto votado por el Congreso, y de ahí su tensión con el gobierno saliente que no quiere hacerse cargo de su propuesta de recorte. En segundo lugar, tiene en contra "la dispersión opositora", ya que tanto el oficialismo como el bloque conservador están "en estado de disgregación por la derrota". El PRO del ex presidente Macri se salva en parte porque su aval a Milei ha dado resultados.
En tercer lugar, ha de ser consciente de que necesita negociar. En cuarto lugar, carece de peso territorial. En quinto lugar, ha de negociar con el FMI cuanto antes. Poco después de asumir como presidente vence el pago de su deuda, acordado por el gobierno saliente. "Y el más acuciante de todos los problemas es el dilema del dólar y el fogonazo inflacionario que ocurrirá cuando se liberen los precios que tiene pisado el gobierno saliente: combustibles, tarifas de servicios públicos, transporte...".
Aunque Macri lanzó el mensaje de que no se privatizará la sanidad o la educación, si hay recorte de gasto público, mucha gente se verá afectada. En su discurso, Milei dejó claro: "No hay lugar para el gradualismo". Es decir, aboga por medidas drásticas. Como señala el periodista Jorge Lanata, en Radio Mitre, "la calle es la clave a partir de ahora. Va a tener problemas con la calle. Hay que ver cómo se maneja esto. Solo con lo ya anunciado es un quilombo".
En su primer discurso como presidente electo, dejó claro que sería implacable con quien se saltara la ley. "Dentro de la ley todo, fuera de la ley nada", subrayó, en alusión velada a quienes promovieran protestas violentas. El peronismo, aunque ha quedado herido, controla las calles. Aún así, ahora es el momento de Milei, que habrá de probar contrarreloj si su fórmula libérrima tiene éxito en Argentina.
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