La ley de amnistía, eje central de esta legislatura, la raíz y el porqué de la investidura, no destruirá España. No la pondrá en riesgo. Porque ese riesgo, por el que clama la derecha, "no es tal", dice Pedro Sánchez. "España no se va a romper", con la ley, a la que queda un largo recorrido parlamentario, "se verán beneficiados" incluso los que hoy están "en contra", porque vivirán, cree, en "un país más cohesionado, con más convivencia y más unido que nunca". Unirá "más España, a España con Cataluña y a Cataluña más entre sí", esgrime también José Luis Rodríguez Zapatero.
Ambos, presidente y expresidente del Gobierno, dieron herramientas a los suyos para defender una norma complicada de digerir para ellos pero que abrirá, que ha abierto ya, la puerta a una legislatura de más "avances sociales". A "cuatro años más" de "progreso" y "convivencia". Ese era el mensaje este domingo, y también este otro: ánimo y agradecimiento a los miles de militantes socialistas, más de 170.000 en toda España, en un momento de máxima tensión política y social, en el que las sedes del partido, las casas del pueblo, están siendo atacadas y vandalizadas a diario. Sánchez pide a sus bases que mantengan la calma, que no respondan al odio y que tiren hacia delante. O sea, como él mismo decía apoyándose en un lema de los británicos en la II Guerra Mundial: Keep calm and carry on.
200 buses venidos de toda España, banderas de España ondeando por todos los rincones, todos los ministros socialistas, la plana mayor del PSOE... la foto de familia era impactante
Arenga y agradecimiento. Porque lo que el PSOE celebró este domingo en el pabellón 10 del recinto ferial de Ifema, en Madrid, era más que un mitin. Era una absoluta fiesta. Una demostración de poderío y orgullo socialista después de "momentos difíciles" por el túnel de la negociación con los independentistas, como reconocía la primera oradora, la presidenta del PSOE, Cristina Narbona. Más de 9.000 personas sentadas, otras 1.500 de pie —más de 10.500 en total—, más de 200 autobuses venidos de toda España, según la organización. Banderas de España —y no por casualidad— en las manos de muchos simpatizantes y militantes, también de la Unión Europea y LGTBI. Un mitin como los que no hubo en ninguna de las últimas dos campañas electorales, como no se veía en muchos años, con dirigentes de hoy y de ayer —ahí estaban, por ejemplo, los exsecretarios de Organización Pepe Blanco, César Luena y Óscar López, actual director de Gabinete del presidente—, de todas las federaciones —faltó el presidente castellanomanchego, Emiliano García-Page, por un "compromiso familiar"—. Y con todos, absolutamente todos los actuales ministros socialistas (los 17), más la cúpula federal y los barones regionales. El lema, España avanza —con la enseña nacional integrada en él—, servía para envolver un mitin masivo, mayor incluso que aquel con el que se concluyó el último congreso federal, el de Valencia, en octubre de 2021.
La gigantesca foto de familia era, por eso, impactante. Era una prueba de la "fortaleza" del PSOE, como vindicó Zapatero, de cómo se levanta incluso cuando parecía hundido (antes del 23-J). "No conocen de qué fibra está hecho el PSOE", subrayaba un aclamado expresidente, artífice también del resultado de las generales y a quien las bases le retribuyeron con aplausos y Sánchez y Narbona, con sus palabras de agradecimiento. "Cuando las cosas se pusieron difíciles, y se pusieron muy difíciles, José Luis estuvo ahí, echando una mano, y esta victoria también es posible gracias a él", cumplimentó el jefe del Ejecutivo.
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"Raíces muy profundas"
Esas bases necesitaban doctrina. Oír la defensa y los argumentos de sus líderes, de Zapatero y de Sánchez, de la amnistía. El secretario general fue mucho más escueto, pero sus palabras tenían también el valor de que las pronunciaba por primera vez ante la militancia, tras haberlo hecho en el comité federal y en el Congreso, durante su investidura. "No tenemos 144 años por casualidad. Somos eslabones de una larga historia", recordó. Y si Zapatero, con el fallecido Alfredo Pérez Rubalcaba y Patxi López, recordó, logró poner "fin a la violencia" de ETA, a él le corresponde otra tarea. La normalización de Cataluña, vino a decir, gracias a la ley de amnistía. Señaló que, aunque la derecha y la ultraderecha se movilizan para que "España se defienda ante un riesgo que no es tal, España no se va a romper". Con esta "decisión trascendente", con esta ley, citó expresamente, "se verán beneficiados incluso quienes se movilizan en contra", porque van a vivir "en un país más cohesionado, con más convivencia y más unido que nunca".
Con la ley de amnistía, dice Sánchez, se verán "beneficiados incluso quienes se movilizan en contra" porque vivirán en un país "más cohesionado y más unido que nunca"
Para Sánchez, los "ataques" y "asedios" a las sedes socialistas responden a que "son espacios democráticos de deliberación donde han surgido las principales conquistas sociales" que luego se han trasladado a los congresos del PSOE y de ahí al BOE. "Podrán asediar y atacar las casas del pueblo, pero nunca van a poder derribar los principios y valores del Partido Socialista Obrero Español, porque tenemos raíces muy profundas", arengó, lanzando un mensaje de resistencia a sus bases, y un "abrazo grande" especialmente a los trabajadores de Ferraz, el cuartel general hostigado día a día desde hace más de tres semanas. "Pueden pintarrajear nuestras sedes", pueden seguir llegando "insultos o amenazas", decía minutos antes Narbona, "pero mientras ellos hacen eso, los socialistas seguimos escribiendo el futuro de España y el progreso en el BOE". La acción del Ejecutivo, por tanto, como catarsis tras la dura digestión de la ley de olvido del procés.
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Zapatero fue mucho más enfático que el presidente. Él sí se explayó. La amnistía es una ley que "mira al futuro", a una "España fuerte", una Cataluña en la que quepan, dijo, "los que piensan de una manera y los de otra". Recordó la entrevista en Cope con la que se reveló en la campaña del 23-J, cuando defendió que sí, que había sido bajo su Gobierno cuando ETA se "rindió", cuando recalcó que se sentía "orgulloso de ello". "Pedro", añadió, dirigiéndose al presidente, "llegará un día en que un dirigente socialista diga con la misma fuerza que bajo un Gobierno socialista se aprobó la ley de amnistía que abrió la convivencia y una España mejor, más integrada y más cohesionada. Llegará ese día y lo viviremos".
Además, defendió Zapatero, la ley se aprobará "con luz y taquígrafos", y será un acto de "generosidad" con el independentismo: "A la democracia le sienta bien la generosidad, como a cada uno de nosotros. Creo en la democracia de la generosidad, de la integración".
"También me acusaron de apoyar el terrorismo"
El expresidente rememoró aquellos años en los que la derecha pronosticaba que estaba vendiendo Navarra con el proceso de diálogo con ETA. Cantinela, la implosión de España, que ahora se vuelve a oír, dijo: "No se va a romper nada, se va a unir más España, España con Cataluña y Cataluña más entre sí". Pero lo que para Zapatero no es aceptable es que se diga que los socialistas no son "escrupulosos" con la separación de poderes o con la independencia judicial. El PP no puede decir lo mismo, reprochó, que hace cinco años hizo volar la renovación del Consejo General del Poder Judicial cuando su entonces portavoz en el Senado, Ignacio Cosidó, reconoció que con el reparto de vocales pactado con el PSOE su partido podría controlar por "detrás" la sala del Supremo que enjuiciaría el procés.
Sánchez avanza que sus ministros van a gestionar "extraordinariamente bien, negociar bien y explicar mejor" lo que hecho y lo que el Ejecutivo hará "en los próximos cuatro años"
"Pero hay que tener valentía", remató Zapatero. "Yo también tuve que hacer cosas difíciles, pero hay que tener valentía, porque solo con ella se hacen los grandes cambios que hacen un país mejor. Quiero reconocer la valentía de Pedro Sánchez". "Valentía" también, agregó, por la forma de decir su opinión sobre la guerra entre Israel y Hamás. "También me acusaron de apoyar el terrorismo por retirar tropas de Irak", recordó. Y apostilló: "El derecho a la defensa nunca podrá incluir que haya víctimas inocentes, niños, civiles. Matar es solo matar, no es defender nada".
Luego se refirió a ello el propio Sánchez, para mantener su posición, la misma que ha airado profundamente a Israel: "Condenar los viles atentados de un grupo terrorista como Hamás y al mismo tiempo condenar la matanza indiscriminada de civiles en Gaza no es cuestión de partidos políticos o ideologías, es una cuestión de humanidad". "Es imposible pedirle a esta oposición que se opone a todo, incluso cuando no llevan razón, que siempre están en el no", que apoye al Ejecutivo, "pero sí le voy a exigir que esté con los derechos humanos", sancionó.
El presidente se mostró orgulloso del "gran Gobierno" al que ha dado vida y que el martes pasado tomó posesión. Ellos representan, a su juicio, la "buena política", que significa "gestionar bien". "Y van a gestionar extraordinariamente bien, negociar bien y explicar mejor lo que hemos hecho y lo que vamos a hacer en los próximos cuatro años", señaló, siendo consciente de que al Ejecutivo le ha faltado pedagogía.
Zapatero bautiza al número tres como "Super Santos Cerdán" y lanza un dardo a González, al recordar que el "compromiso" de un socialista debe darse cuando lo dirige y también cuando es "un militante más"
Todos los ministros socialistas estaban en primera fila. Fueron citados uno a uno en el arranque del mitin y todos fueron aplaudidos, especialmente Félix Bolaños (Presidencia y Justicia), María Jesús Montero (vicepresidenta cuarta y titular de Hacienda) y Óscar Puente (Transportes). Pero el auditorio vibró también cuando se anunció la entrada de Santos Cerdán, el secretario de Organización y hacedor del pacto con Carles Puigdemont —"super Santos Cerdán", bromeó Zapatero, retrotrayéndose a su "SuperBolaños", el apelativo cariñoso que le dedicó en el congreso de Valencia—, y sobre todo del expresidente y del hoy jefe del Ejecutivo. Zapatero sintoniza con las bases, que le reconocen su papel fundamental de salvamento del partido el pasado verano.
Él lo sabe. Y se siente reconfortado. Feliz. Se acordó de lo que le dijo hace poco su padre, de 97 años, con la "cabeza perfecta": "Estoy más contento que cuando ganas tú las elecciones. Este era un momento más importante. Me ha dado mucho orgullo que hayas apoyado tanto a Pedro como al partido".
Esa reflexión de su progenitor, Juan Rodríguez García-Lozano, le sirvió para pellizcar a Felipe González, que no echó ninguna mano en la campaña y que en los últimos meses ha reiterado sus críticas a la amnistía: "El compromiso con el partido de un socialista debe ser cuando lo dirige o cuando es un militante más. El compromiso y el afecto al partido debe ser el mismo cuando estés esperando que te aplaudan a cuando tú tienes que aplaudir". La gigantesca platea del pabellón le aplaudió en pie, agradeciéndole esa dedicación al partido en su peor momento. "Compañero Pedro Sánchez, no te vamos a fallar", remachó, volviendo a apoyar al presidente, del que elogió su "fortaleza, decencia y dignidad".
El PP "dobla la apuesta"
El partido se revuelve con las críticas a su líder. Y se cohesiona en torno a él. "El día en que nació Pedro, ya estaban criticándole —ironizó Zapatero—. El PP va a acabar hablando bien de mí. Bueno, me he venido arriba, eso va a ser casi imposible".
Ferraz había previsto este acto para agradecer a las bases su esfuerzo en las campañas, pero se vio desbordado. También las altas de afiliados han duplicado las bajas
El hilo lo retomó el propio Sánchez después. Si Santiago Abascal, líder de Vox, dice que él es "golpista", el PP, en lugar de "recriminárselo y desmarcarse, dice que España va camino de una dictadura". Y si asegura el jefe de la ultraderecha que es un "psicópata", entonces Alberto Núñez Feijóo apunta que sufre un "tic patológico", una "enfermedad mental". Total, que "Vox insulta y el PP, lejos de condenar, dobla la apuesta".
Pero eso sirvió a Sánchez para reclamar a los suyos que no eleven la tensión. A la "bronca, el ruido, a esta polarización del PP y la ultraderecha", a su no "asunción" del resultado electoral, los socialistas deben responder con "mucha calma y serenidad, y a los insultos con sentido del humor". Que se agarren, en suma, al británico Keep calm and carry on. "Ante todo mucha calma y seguir hacia adelante porque vamos a seguir adelante le pese a quien le pese". Adelante en "avances sociales" y "en favor de la convivencia".
Sánchez se fijó en la multitud de enseñas nacionales que ondeaban entre el público. "Me encanta ver las banderas de España aquí porque nosotros también somos España", reivindicó, en un claro mensaje de respuesta al PP. Lo que ocurre, siguió, es que los socialistas reivindican una España "tolerante", "abierta", porque "es un país abierto y tolerante, feminista y ecologista, amante de la paz y la justicia social". "Por eso, ni [Donald] Trump, ni [Jair] Bolsonaro, ni [Javier] Milei, ni [Geert] Wilders, ni [Santiago] Abascal. ¡Cuatro años más de avances sociales de un Gobierno progresista!", clamó. El jefe del Ejecutivo pasó también a desgranar los principales retos de esta legislatura: la aprobación de una ley de paridad, la apuesta por las políticas de vivienda pública, la abolición de la prostitución, el pleno empleo, la transición ecológica, la modernización del tejido productivo, un pacto de Estado LGTBI... Cuatro años más, se mostró confiado, y con "estabilidad" para el país.
El mitin fiesta en Ifema tenía la función de levantar el ánimo a las huestes socialistas. Y, por la reacción de las bases, lo consiguió. Ferraz había previsto organizar un acto de retribución a la militancia por su esfuerzo en las dos últimas campañas con un gran acto en Madrid para cuando se consiguiera la investidura. Y la respuesta, indicaban desde el aparato, fue mayor a la prevista. No se acercaron a la capital las en torno a 5.000 personas con las que se contaba, sino más del doble. Una prueba, para la dirección, de que los afiliados tenían ganas de desquitarse y de lucir orgullo de partido. La cúpula cree que la demostración de que las críticas de la derecha no han hecho sino activar a su gente es que entre el 1 de octubre y el 15 de noviembre, en el periodo más duro por la negociación con los independentistas, el número de altas (1.440) duplicó al de bajas voluntarias (770). Las bases, concluían en Ferraz, necesitaban cariño y este mitin venía a retribuírselo. Y a mostrar la fortaleza del aparato justo cuando arranca un mandato también difícil y tal vez preñado de obstáculos.
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