Es una ‘pinza soberanista’ inesperada que se ha presentado casi por sorpresa. En la campaña electoral la reivindicación territorial, menos aún la independentista, no figuraba en sus programas electorales más que de un modo somero y apenas afloró en sus actos políticos. Poco en el PNV, algo más en EH Bildu. La oportunidad sobrevenida que brindaron los resultados del 23-J, les han permitido resucitar esta aspiración y hacerlo con una fuerza renovada. Nunca las dos ‘pinzas’ que ahora se están conformando tuvieron tanta fuerza. Una de derechas, PNV-Junts, y otra de izquierdas, Bildu-ERC. Las dos convivirán y coordinarán sus acciones con un mismo fin: el reconocimiento nacional de Euskadi y Cataluña.
El nuevo ‘ordago’ plurinacional que se prepara de modo casi sincronizado en Sabin Etxea y en la dirección de Bildu augura un nuevo frente para los próximos años y ha precipitado un terremoto prelectoral en Euskadi. Es una de las razones sólidas que han precipitado el relevó de Urkullu en el PNV y la continuidad de Otegi en la dirección de sala de mandos de Bildu -y no en la Lehendakaritza- para los próximos años.
La debilidad del PSOE ha hecho que no sólo los nacionalistas vascos sino también los catalanes lleven cuatro meses exprimiendo y preparando el terreno. El objetivo es plantear un pulso territorial al Estado como nunca antes se había hecho, de modo coordinado entre Euskadi y Cataluña. La oportunidad la brinda el poder de sus votos, determinante para investir presidente a Pedro Sánchez pero también para que el Ejecutivo pueda sacar adelante sus medidas cada semana.
En el caso de Euskadi, una de sus primeras consecuencias ha sido el movimiento de fichas en el tablero político vasco, en particular en el nacionalista. El PNV ha optado por reorientar el rumbo desde la estabilidad tranquila impuesta por Urkullu hacia este nuevo escenario en clave soberanista que se abre y que tenía poco transitado en la pasada legislatura. Ahora el perfil moderado, más centrado, de Urkullu y que llegó a simbolizar el distanciamiento del PNV hacia Junts, incomoda. No parece el adecuado para librar batalla los próximos cuatro años, han pensado en Sabin Etxea. A su desgaste por los problemas de gestión interna se suma las profundas diferencias que el aún lehendakari siempre ha mostrado con un liderazgo que representa Puigdemont y su partido.
El mismo día que saltaba la noticia de que Sabin Etxea apartaba a Urkullu, el PNV hacía públicas las imágenes y contenido de la reunión que había mantenido con la plana mayor de Junts un día antes. En torno a una mesa, con la bandera catalana y la ikurriña presidiendo el encuentro, Ortuzar y Turull, -junto a Esteban y Nogueras-, sonreían para inmortalizar la que ha sido la primera reunión oficial de ambas formaciones en la sede jeltzale. Dos horas de encuentro para pulir el ‘modus operandi’ de ‘la pinza’, la coordinación que ambos partidos mantendrán los próximos años para forzar a Sánchez a cumplir lo que les ha prometido a cambio de su apoyo.
Acciones coordinadas
Sin duda, en la lista de compromisos, los de carácter territorial son los más delicados, difíciles y con mayor desgaste para el nuevo Gobierno. PNV y Junts se ayudarán a forzar el cumplimiento. Por ahora, los catalanes ya han visto cómo se retrasa la primera reunión con un verificador externo para velar por el desarrollo de los compromisos. Los nacionalistas continúan reclamando el reconocimiento nacional de Cataluña y no han renunciado a la celebración de una consulta. Además, tendrán en el PNV a un aliado para hacer volver “el conflicto catalán a la esfera de lo político” y ahí el apoyo a la ley de amnistía está asegurada.
La ruptura de relaciones con Junts tras la crisis del 1-O se había prolongado desde entonces. La imagen y visita de Ortuzar a Waterloo el 15 de septiembre para convencer a Puigdemont del valor de la oportunidad que se abría para el soberanismo fue el inicio. El acuerdo del pasado jueves, la confirmación del rumbo que el PNV quiere marca en este nuevo ciclo.
En la tradicional ‘bicefalia’ que convive en el partido se ha vuelto a imponer la directriz de Sabin Etxea. La incógnita será conocer públicamente la posición que en cuestiones identitarias y de encaje territorial defiende el nueva candidato, Imanol Pradales. Hasta ahora, su perfil más técnico y su labor en el seno de la Diputación no han permitido conocer cuál es su discurso en esta cuestión. Será a él, si logra retener el Gobierno vasco, junto al equipo que encabeza Esteban en la Cámara Baja, a quienes corresponderá presionar esta legislatura para que Euskadi tenga un nuevo marco territorial en España.
El PNV sabe que cuenta con Junts y con la 'pinza' ERC-Bildu para retomar la aprobación de un nuevo estatuto vasco. Otra cuestión será consensuar el contenido. El borrador presentado por el PNV plantea una relación confederal con España, ‘de igual a igual’ y con el reconocimiento del derecho a decidir recogido en su articulado.
En el caso del otro frente soberanista, la ‘pinza’ de izquierda que representan EH Bildu y ERC, la presión también está asegurada. En este caso ambas formaciones activaron su coordinación incluso antes del 23-J, si bien con un perfil más moderado al presentarse de manera conjunta sólo al Congreso. Atrás queda la acción conjunta que desde octubre de 2019 ejercieron en el acuerdo de la ‘Llotja de Mar’ -donde también estuvo Junts- y la colaboración que han mantenido engrasada en los últimos años.
Otegi, al frente de Bildu hasta 2028
Otegi no será candidato a lehendakari pero se ha asegurado seguir marcando el rumbo de EH Bildu. En septiembre del próximo año volverá a optar para ser coordinador general de la coalición hasta 2028. Será tiempo más que suficiente para pilotar la nave durante toda esta legislatura en la que ya ha advertido que será el reconocimiento nacional de “Euskal Herria” estará sobre la mesa y será una cuestión "clave".
Por el momento, la candidatura a lehendakari no está decidida. Entre los nombres que sobrevuelan los primeros puestos de las quinielas destacan los de dos mujeres: Nerea Kortajarena y Oihana Etxebarrieta, ambas parlamentarias en Vitoria. Forman parte de la nueva generación de cargos de Bildu que han ido renovando las filas de la formación. Otegi ha dejado claro que es él quien manda, “a mí me votan” y a la coalición a la que ha dado forma, también. Sabe que ese es su mayor aval. Afirma que entre la mucha gente “valiosa” a la que ha instado a incorporarse a Bildu habrá una aspirante solvente.
Oficialmente Bildu no tiene pacto alguno con Sánchez. ERC sí lo tiene. En el primer caso el mensaje de Otegi ha sido suficiente, “el debate nacional ya está aquí”, ha dicho. En el segundo, la carrera abierta con Junts no hará sino acelerar las exigencias de ERC y el nivel de las mismas por lograr avances en el reconocimiento plurinacional del Estado y con él, desbrozar el camino para volver a poner las bases para una futura consulta. Por ahora, la promesa de mesas de negociación a las dos marcas del soberanismo catalán es un paso.
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