Abdelmajed Abdelbary fue detenido en España en 2020. Él y otras dos personas llegaron en patera hasta Almería. Buscaban establecer en el sur de Europa una célula terrorista. Por el camino financiaron al Estado Islámico gracias al hackeo de decenas de tarjetas de crédito.
La historia de Abdelbary empieza en Egipto, país deonde nació. Era hijo de Adel Abdelbary, uno de los implicados en los atentados de las torres gemelas de 1993. Un pata negra del yihadismo y hombre muy cercano a Osama Bin Laden durante la última década del siglo XX. La radicalización de su hijo no fue difícil.
Nacionalizado inglés, Abdelbary Jr se trasladó a Siria en los años fuertes del Califato. Una de sus fotos más conocidas se hizo en Raqqa, capital del Daesh. Se le podía ver sujetando la cabeza decapitada de un hombre, el periodista británico James Foley. El caso dio la vuelta al mundo por ser una de las primera ejecuciones retrasmitida del Estado Islámico. Antes de eso se le podía encontrar por internet cantando, por lo que se le conocía con el sobrenombre del yihadista rapero. Fue a Oriente Medio con un conocido, Junaid Hussein, quien terminó por convertirlo en el muyahidín que siempre soñó ser.
Engañó a una española
Hussein era un experto en materia informática. Pertenecía a uno de los grupos de hackers más conocidos del momento, Teampoison. El yihadista rapero lo aprendió todo de él: aplicaciones de mensajería encriptadas, el uso fraudulento de datos personales, cómo funcionaban los criptoactivos, las estafas en la red... Tal fue el punto, que la primera vez que los investigadores españoles se toparon con él fue en el caso de María Cala, una joven española de Huelva a la que consiguió enamorar, radicalizar y preparar para viajar a Siria. La Guardia Civil la detuvo antes de subirse a un avión.
Antes de llegar a España, los tres integrantes de la célula realizaron varios viajes entre Argelia y Turquía, país clave para entender cómo financiaron al Estado Islámico y cómo el terrorismo internacional consigue las divisas necesarias para llevar a cabo sus acciones hoy en día, tal y como explicó el responsable de financiación del terrorismo de la Comisaría General de Información de la Policía Nacional este pasado jueves en una jornada sobre la materia organizada por el Sindicato Unificado de Policía.
Cuando fueron detenidos en un piso alquilado de Almería, la Policía encontró móviles y un portátil recien comprado. "Sólo con eso ya podían operar", explicó el agente, cuya identidad mantenemos en secreto por motivos de seguridad. En el ordenador encontraron decenas de tarjetas de crédito de 30 países. Tenían números de teléfonos, claves cvc, correos electrónicos... Todos esos datos fueron los consiguieron a través de hackeos que luego se vendían a través del mercado negro.
El dinero que iban sustrayendo lo convertían en critomonedas, lo que dificulta el rastreo y la identidad de quien hace transacciones. Después lo mandaban a Turquía, a ciudades próximas a la frontera con Siria, donde otra persona lo sacaba. Los investigadores ligaron todos estos puntos porque las criptodivisas que se enviaban al país otomano llegaban a un punto que se apellidaba poison, el mismo nombre del grupo de hackers al que pertenecía Hussein antes de viajar al califato, el amigo de Abdelbary el yihadista rapero. Turquía no es siempre colaborativo cuando le llegan peticiones de información de según qué países, pero en este caso señaló a los policías españoles que tenía fichados a los tres individuos y que los había expulsado por delitos relacionados con el terrorismo.
El de esta célula es un ejemplo para entender cómo se mueve el dinero para financiar el terrorismo internacional. Las estafas y los ciberataques son el método más usado en la actualidad, unido al uso de dinero digital. Es más seguro hacer estas transacciones que atravesar varios países con cientros de miles de euros en un maletín. Por eso para los investigadores es clave poder acceder a los terminales que requisan en las operaciones anti yihadistas.
Tal y como adelantó El Confidencial, la célula cayó por un pedido de comida a domicilio. El chivatazo de que Abdelbary iba a llegar a España llegó a la Policía a través de servicios de inteligencia. Era uno de los terroristas más buscados a nivel internacional, por lo que los trabajos de vigilancia se intensificaron.
La sentencia
La sentencia de esta célula, que se conoció a principios de octubre de este años, condenó a dos de los miembros a seis y siete años de prisión. Abdelbary habría sido condenado a más años, pero se quitó la vida el pasado julio tras la celebración del juicio.
La Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional considera que la integración de Abdelbary en Daesh ha sido probada, mientras que en el caso de los otros dos acusados no hay elementos probatorios directos, aunque existen numerosos indicios que llevan a concluir que también formaban parte del mismo, y configuraban "una célula que se dedica financiar sus actividades terroristas mediante la comisión de estafas bancarias masivas a través del carding" (fraudes masivos a través de Internet).
La sentencia considera inverosímil la pretensión de los acusados de hacer creer al Tribunal que son unos simples inmigrantes, y que su conocimiento viene determinado por la vivencia común de las circunstancias propias de inmigrantes que coinciden en la misma patera, y que enlazan sus destinos a la llegada a Europa, manteniéndose por ello unidos.
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