A finales de noviembre, la Policía Nacional detuvo en Sevilla a un varón como presunto autor de los delitos de agresión sexual, producción, tenencia y distribución de pornografía infantil. El detenido, además de producir sus propios contenidos, compartía material videográfico de índole pedófila con otros usuarios. Esta ha sido una de las 400 detenciones que la Unidad de Protección de Menores ha realizado este año. "Las detenciones están en la media, pero se le ha dado más publicidad a nuestro trabajo", explica un agente destinado a uno de los tres grupos con los que cuenta el Cuerpo.
El trabajo de los policías que persiguen la creación, posesión y distribución de material pedófilo dista del estereotipo que se pueda tener. No pasan horas delante de un ordenador viendo agresiones brutales a niños pequeños. Son agentes longevos en su puesto de trabajo (la media está en una década dedicada a estos delitos), las bajas psicológicas no son mayores que en otras unidades y quienes se han tenido que marchar porque no podían más se pueden contar con los dedos índice y corazón de una mano.
"Es un ambiente bueno. Gran parte de nuestro trabajo se basa en revisar el correo electrónico por si nos llegan nuevas alertas ciudadanas y ver cuáles son explotables, y revisar los informes internacionales que nos llegan del extranjero para que podamos ayudar. También, claro, vemos contenido explícito", explica este agente, con casi 20 años de experiencia en la materia. Esos avisos llegan a 10.000 al año. 10.000 personas que están traficando con imágenes de menores desnudos en España. Aunque son muchos más.
Avisos ciudadanos
Los avisos ciudadanos, por otra parte, pueden ir desde un padre que ha detectado que a su hija le están pidiendo fotos desnuda (lo que se conoce como grooming) hasta alguien a quien han metido en un grupo de WhatsApp donde se distribuye pornografía. "Si nos dan el enlace desde donde se descargan las imágenes, ahí ya tenemos algo con lo que trabajar". En este último caso, el policía puede actuar como "agente encubierto", siempre con autorización judicial, para interactuar con el delincuente. "También nos sirve para ver quién está, si sólo mira, si está en otros grupos…". Además de enviar la información a este equipo, la premisa es clara: denunciarlo en la comisaría más cercana.
El ciberpatrullaje, el seguimiento que se hace en las redes, es limitado. No por las ganas, si no por el volumen de avisos que llegan y porque los medios humanos no son infinitos. En la central, en Madrid, hay tres equipos con seis o siete efectivos. Aún así, España es de los países europeos que más empeño pone en la persecución de uno de los tipos delictivos más atroces que existen. Gran parte de este trabajo se hace en la dark web, el internet profundo. Para ello tienen herramientas que escanean todos los foros de pornografía infantil de los que se tienen constancia en busca de conversaciones para saber qué se está moviendo y quién lo está haciendo. "Muchas veces detectamos de quién se trata por la forma de escribir, porque ya los tenemos pillados de antes". Algunas de estos programas están financiados por estrellas de cine, como Ashton Kutcher y Demi Moore, que son los que más aportan.
El perfil
Dentro de este mundo hay que diferenciar entre el agresor sexual y el consumidor, aunque hay una característica que comparten: su género. "En casi la mayoría de los casos, es un hombre de cualquier edad, en cualquier situación, de cualquier grupo social, económico o cultural", explica este subinspector de Policía. El que da un paso más allá de ver a menores desnudos, el que los agrede, "suele ser una persona más retraída, con un comportamiento más infantil, con algún problema de socialización y que prefiere estar en compañía de niños". Esto explica que la mayoría de las agresiones se produzcan en ámbitos cercanos, como la familia, el colegio o clubes deportivos. "Buscan estar en esos entornos".
El perfil de la persona que posee contenido pornográfico infantil, el que lo ve y el que lo distribuye es más líquido. Puede ser cualquiera. "Lejos del estereotipo del hombre cincuentón, encontramos que los groomers (los extorsionadores que buscan fotos de menores en redes sociales) son mayoritariamente veinteañeros".
¿Y las mujeres? "Hay agresoras y consumidoras, aunque es excepcional", explica este policía. En sus años de experiencia, la tendencia que ha encontrado es que las mujeres se prestan a agredir a menores a cambio de dinero, más que por deseo. "Es el caso del streaming, que es un abuso por encargo. Alguien les paga y les va pidiendo que hagan una cosa u otra al menor". La primera detención de una mujer en España por pedofilia es el conocido como el caso de la estanquera de Segovia. "Nos dijo que sí, que a ella le gustaban los niños y que lo volvería a hacer".
En los últimos años ha cobrado relevancia Discord, un servidor online ideado en un primer momento para poder hablar mientras se jugaba a videojuegos. En la actualidad, se ha convertido en un contenedor de foros de todo tipo donde los usuarios comparten impresiones. Al igual que en materia antiterrorista, en la Unidad de Protección de Menores han identificado que es un soporte donde los pedófilos captan a chavales, sobre todo para grooming. El problema está en el temprano acceso a la tecnología, sobre todo móviles, que los jóvenes están experimentando hoy en día. "No sabemos quién está al otro lado del teléfono. No podemos confiarnos en que nuestro hijo está simplemente jugando a un videojuego. Creo que, a ciertas edades y respetando la intimidad, los padres deberían estar siempre presentes cuando los usen. Que estén encerrados en el baño o en su cuarto con un móvil es un peligro".
El contenido
No se sabe cuánto contenido se genera al año, lo que sí está claro es que la pornografía infantil es más fácil de encontrar que a un vendedor de armas en la dark web. Está por todas partes. "Los consumidores necesitan nuevas imágenes". La Policía recibe miles de avisos y peticiones de ayuda a lo largo del año. Los investigadores de todo el mundo se ponen en contacto con los agentes españoles cuando detectan contenido de habla hispana, para que les orienten. Un segundo de vídeo o de audio puede ser crucial para localizar dónde se ha producido el material. "En México es donde más hay, de largo".
Un trozo de tierra, un acento determinado o una canción que se escucha de fondo puede dar muchas pistas para pillar a los delincuentes. O un billete de cercanías, que fue una pista clave para empezar a acotar el paradero de Nanysex, uno de los mayores pederastas de la historia de España. Llegó a confesar haber abusado de 100 menores.
La persecución del contenido no es fácil. Cada documento electrónico que se crea lleva aparejado un hash, una huella digital inmutable y que lo acompaña para toda la vida. Las policías de todo el mundo tienen una base de datos en la que están registrados esos códigos para poder rastrearlo en internet cuando aparece. El problema en un vídeo o una imagen es que cuando se cambia un simple pixel, ese DNI se modifica, y ya no es rastreable. En la actualidad, la inteligencia artificial está ayudando mucho en este sentido. "Tenemos programas que son capaces de identificar archivos aunque se haya cambiado algo, los localizan en blanco y negro o si se les ha dado la vuelta, por ejemplo".
La situación en España
"A nivel de producción pura, la de un adulto agrediendo a un menor, la incidencia en España es muy baja", explica otro agente. "No tenemos una gran problemática en ese sentido, aunque son hechos muy graves". España está a la cabeza en la persecución de estos delitos, y los pederastas saben que si cometen un delito aquí se les acaba pillando y le caen muchos años de prisión. "Nuestra prioridad, siempre, es el menor. Lo primero es salvar al niño, y luego detener al malo", subraya el primero de los policías que participa en este reportaje.
El nivel de reincidencia en España (un detenido que vuelve a caer en manos de la Policía o la Guardia Civil) es muy bajo. Los países anglosajones están a la cabeza en este apartado. Una de las razones, explica este subinspector, es que la familia en nuestro país hace de "moderador" de las conductas. "No suele haber divorcios después de detectar una conducta así. En muchos juicios, los acusados van con sus parejas. Son influencias que evitan la reincidencia".
Otro caso es el de los detenidos en España que son extranjeros y sí son reincidentes. Aquí encuentran más libertad que en sus países, donde están registrados en una base de datos y les tienen que dar permisos para una serie de aspectos vitales, como empezar a trabajar en una nueva empresa o mudarse a un barrio, dependiendo si hay un colegio o un centro infantil cerca, por ejemplo. La comunidad no lo sabe, pero las autoridades sí están encima. "A los ingleses es algo que les ha ido muy bien, por ejemplo". En España existe una base de datos de delincuentes sexuales que les impide trabajar con niños.
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