Después de Galicia y Asturias, Cantabria ha sido la última región española en confirmar la llegada de pellets a sus playas. Y mientras el País Vasco se prepara para ser la siguiente, las tres comunidades afectadas hasta el momento han optado por elevar al nivel 2 el Plan Territorial de Emergencias de Protección Civil (PLATERCANT), para poder así solicitar la ayuda del Gobierno central en la difícil tarea de evitar la llegada masiva de estos microplásticos a las costas.
Aunque el tema ha explotado ahora, cuando las consecuencias han empezado a ser visibles, en realidad esta historia comenzó el pasado 8 de diciembre. Ese día el carguero 'Toconao', con bandera de Liberia, vertió por accidente al mar seis contenedores que transportaban distintos materiales mientras navegaba cerca de Viana do Castelo, un municipio portugués ubicado a unos 20 kilómetros de la frontera con Galicia. Uno de esos contenedores albergaba 26 toneladas de pellets, unas diminutas bolas de plástico que se utilizan como materia prima para fabricar otros productos, y que estaban repartidas en bolsas de 25 kilos.
El paso de los días y la marea han arrastrado los pellets hasta las costas españolas, que han quedado cubiertas de un manto blanco similar al granizo. Una catástrofe ambiental en toda regla que, no obstante, todos los expertos apuntan que no se acercará a la que protagonizó el Prestige en el año 2002. Aunque sí ha trazado paralelismos con aquella, empezando por el cruce de acusaciones y la batalla política por depurar responsabilidades.
La ruta de los pellets
Este mismo martes la delegada del Gobierno en Cantabria, Eugenia Gómez de Diego, se mostraba optimista con el hecho de que los pellets no llegarían a la región "al menos en el corto plazo". Pero sólo unas horas más tarde el consejero de Medio Ambiente de Cantabria, Roberto Media, confirmó la aparición de estos microplásticos en varias playas de la zona.
Lo cierto es que su expansión es lenta, pero parece imparable. "Limpiarlos por completo es poco menos que imposible. Pero el momento de hacer algo es ahora. Dentro de unos días, semanas o meses los pellets empezarán a mezclarse con otros componentes. Y entonces olvídate", relata Fernando Valladares, doctor en Ciencias Biológicas e investigador del CSIC. "Lo que hay que hacer es evitar que ocurran estas cosas, y que estos plásticos se salgan de los contenedores. Hay que poner muchas más medidas, porque es un material que a la larga puede ser más peligroso de lo que se piensa y muy difícil de limpiar", añade.
De momento, cuando se acaba de cumplir un mes del vertido, se puede observar el recorrido que están teniendo los microplásticos, que han bordeado la costa gallega y están afectando al resto de regiones cantábricas. Estos últimos días se han amontonado las alertas y los avistamientos, que se actualizan prácticamente cada hora. Por todo ello, parece casi imposible que no acaben llegando al País Vasco, algo que las propias autoridades regionales han reconocido. Allí ya se ha activado el plan especial de Emergencia por contaminación.
"En el corto plazo no parece que vayan a llegar mucho más lejos. Pero no llegan a biodegradarse nunca, sólo se van haciendo cada vez más finitos y de menor diámetro, y por tanto a largo plazo pueden acabar llegando muy lejos, continúa Valladares. No obstante, el experto considera que, al ser plásticos "bastante inertes", quizás lo más inteligente sería, por extraño que suene, no limpiarlos. "Hay que ser cuidadosos, porque a veces se hace más daño removiendo la arena, filtrándola y rastrillándola que dejándolos estar. Va a depender un poco de cada playa, de cada circunstancia", asegura.
La Fiscalía de Medio Ambiente y Urbanismo, que está investigando el suceso, asegura en un documento al que ha tenido acceso Europa Press que estos materiales han llegado también a las costas de Portugal y Francia. Sin embargo, el capitán del puerto de Viana do Castelo, Serrano da Paz, ha asegurado que ellos no han encontrado nada todavía. Algo que han confirmado a EFE fuentes de la Marina Portuguesa. Respecto a Francia, en el momento de escribir estas líneas no ha confirmación oficial de que hayan llegado hasta allí, aunque en las últimas horas algunas informaciones ya lo dan por hecho.
Dudas sobre la peligrosidad
Cuando el litoral español comenzó a cubrirse de blanco la Xunta de Galicia salió al paso para negar que estos materiales fueran peligrosos, aludiendo a un informe que ellos mismos encargaron. Sin embargo, algunas voces han puesto en duda este análisis, que según ha informado elDiario.es fue realizado por un técnico que únicamente se limitó a estudiar las fichas técnicas y de seguridad de los pellets, elaboradas por los propios fabricantes.
El mismo medio asegura que el Gobierno gallego está a la espera de un segundo informe de peligrosidad, que todavía no ha sido redactado en su totalidad, pero que apuntaría en la misma dirección que el primero: los pellets no son peligrosos, aunque, como materiales plásticos, deben ser retirados. Estos días numerosas voces, como la del Delegado del Gobierno en Galicia, Pedro Blanco, han reclamado a la Xunta que haga públicos estos informes. Pero hasta ahora sólo conocemos su contenido por filtraciones a los medios.
Precisamente última hora del martes El País tuvo acceso a ese segundo documento, que aún está siendo elaborado por un centro privado de investigación tecnológica que, de nuevo, se ha basado únicamente en el etiquetado del producto (aunque se explica que se está realizando un análisis de muestra recogidas en playas gallegas). En él se detalla que "no es una sustancia o mezcla peligrosa", pero se recomienda no inhalar el polvo, evitar el contacto con la piel, los ojos y la ropa y utilizar gafas de protección y guantes para manipularlo. Unas medidas que muchos de los voluntarios que han colaborado limpiando las playas no están cumpliendo por puro desconocimiento.
Por lo pronto, la Fiscalía de Medio Ambiente y Urbanismo ha abierto diligencias preprocesales para investigar el vertido al apreciar, "indicios de toxicidad" en los pellets, que confirman que "no son biodegradables y no pueden eliminarse". Aunque desde el Gobierno central han asegurado que los microplásticos no está generando problemas para el consumo de pescado y marisco, y han reiterado que el sector pesquero tampoco se ha visto afectado. Pero, de acuerdo con Valladares, los problemas pueden llegar con el paso del tiempo, cuando impacten en la cadena trófica.
"Los pellets que han caído al mar son poco tóxicos per se, puesto que se trata de un tipo de plástico que no tiene aditivos y que es químicamente bastante neutro. Pero cuando se van haciendo más pequeños puede que algunos animales, como los moluscos o los crustáceos, los ingieran. Y ahí empiezan los problemas graves. Los riesgos para el ser humano llegan cuando nos comemos estos animales. De momento los niveles no parecen peligrosos para el consumo de pescado, de marisco y demás, pero se van acumulando", ilustra el experto.
Pero esta no es la única manera de que los pellets acaben en nuestro organismo. "Con el tiempo se vuelven una bomba de relojería a medida que se van degradando, porque se pueden convertir incluso en un polvo, que puede acabar dispersándose muy lejos. Así que podemos acabar respirándolo, igual que respiramos partículas de contaminación. Son una molécula extraña en nuestro organismo, y se sabe que los plásticos pueden provocar respuestas de estrés oxidativo, respuestas inmunológicas y respuestas en cualquier caso patológicas, que incluso pueden llegar a ser el asiento de eventuales tumores. Por eso la salud humana se puede ver amenazada a largo plazo", concluye Valladares.
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