"El independentismo catalán no es terrorismo. Y por tanto, con esta proposición de ley, yo estoy convencido, todos los independentistas catalanes van a ser amnistiados". La frase pronunciada por Pedro Sánchez este jueves en Bruselas actuó como un bálsamo en la maltrecha relación con sus socios de Junts, que dos días antes habían llevado a la derrota al Gobierno y la mayoría parlamentaria que lo sustenta en la votación de la ley de amnistía. Una exigencia de los propios independentistas.
El secretario general de Junts, Jordi Turull se apresuró a recoger el guante del presidente del Gobierno: "No ha habido ningún caso de terrorismo. Todos los independentistas tienen que ser amnistiados. Ahora que estamos de acuerdo tenemos que blindarlo en la ley". Tras la bendición pública de turull, fuentes de la formación independentista confirmaban que "hay ambiente para negociar bien" en los próximos días.
Aunque en el fondo permanece la discrepancia: modificar o no el texto de la ley de amnistía, a riesgo de que esta no pase el filtro del Tribunal Constitucional y el Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE).
Discrepancia interna
Una discrepancia que también se vive en el seno del partido liderado por Carles Puigdemont. El coup de force escenificado por Junts el martes en el Congreso no despertaba el entusiasmo de pulsos anteriores -el más reciente, la votación de los decretos ómnibus del Gobierno- entre una parte del partido, que teme que Junts se haya metido en un callejón sin salida exigiendo al PSOE la inclusión del terrorismo en la amnistía, a pesar de los reparos jurídicos.
"Preferimos el riesgo de que en un momento dado se pueda considerar que la ley no es constitucional, a dejar a gente abandonada a sabiendas" aseguró convencida Laura Borràs en los micrófonos de Ser Catalunya. Pero esa tesis tiene detractores, el más destacado Miquel Sàmper. El ex consejero de Interior, representante del sector pragmático de Junts, abandonó el partido tras el no a la ley de amnistía, tal como reveló La Vanguardia.
Carles Puigdemont es el líder moral y cohesionador del partido
Sàmper también se opuso en su momento a la salida del Govern que preside Pere Aragonès. Tanto en esa ocasión, como en la negociación de la amnistía, la voz de Puigdemont se ha impuesto sobre las dos almas del partido para fijar el rumbo, que desde las elecciones generales del pasado julio se decide en Waterloo. Puigdemont es el líder moral y cohesionador del partido, con dos portavoces clave: Miriam Nogueras en el Congreso Josep Rius en Barcelona.
Desde que las urnas les otorgaron la llave de la investidura toda la estrategia de Junts pivota sobre los siete diputados del Congreso, es el gran resorte de poder del partido. Un contexto en el que la política catalana y el Parlament han pasado a un segundo plano, aseguran sus socios y rivales políticos, tanto desde ERC como dese el PSC. Y en ese segundo plano, el sector pragmático ha iniciado la ofensiva para arrinconar definitivamente a los fieles a Borràs.
Batalla en el Parlament
La expulsión de la diputada Cristina Casol - del círculo más próximo de Borràs- ha hecho aflorar una batalla larvada desde que Turull y Borràs se repartieron el poder en el partido en el Congreso de 2022. Este miércoles Casol ya no se sentará junto a sus ex compañeros de Junts, lo hará como diputada no adscrita. Mientras, empieza la cuenta atrás para que se dirima el caso de Aurora Madaula, secretaria de la Mesa del Parlament y vicepresidenta de Junts.
Madaula denunció acoso machista en el seno del grupo parlamentario en el Pleno de las Mujeres. La misma denuncia que hizo Casol ante la Mesa de la cámara y que obligó a activar Protocolo de Igualdad del Parlamento, que finalmente ha fallado en contra de la denunciante. Madaula también ha presentado denuncia ante el gobierno interno del Parlament, y si el resultado de la evaluación externa coincide con el Casol, podría correr la misma suerte que su compañera, expulsada del grupo parlamentario por decisión de la ejecutiva del partido.
En este contexto, algunas voces apuntan a que el enfrentamiento entre turullistas, liderados por el presidente del grupo parlamentario, Albert Batet y la presidenta del Parlament, Anna Erra, y borrasistas con Madaula y Francesc Dalmases al frente, ha llegado a un punto de no retorno.
Choque en la ejecutiva
El pasado lunes, por primera vez desde que comparten la dirección del partido Turull y Borràs llegaron a la ejecutiva sin haber llegado a un pacto para dar salida al caso Casol. Es decir, para minimizar el choque entre los dos sectores. Cuando se votó la expulsión de la diputada, Turull lo hizo a favor, secundando a la dirección del grupo parlamentario, y Borràs en contra.
Pero solo ocho miembros de la ejecutiva apoyaron a Casol, evidenciando la situación de debilidad del grupo liderado por Borràs. En el congreso de Argelers la presidenta de Junts situó en dos de las vice-presidencias el partido a Dalmases y Madaula. El primero tuvo que renunciar al cargo tras ser acusado de acoso a una periodista de TV3. Si Maudala no puede demostrar el acoso y se ve forzada a abandonar la Mea del Parlament y la vice-presidencia de Junts, los borrasistas habrán perdido gran parte de sus cuotas de poder en el partido.
El cisma que Turull ha intentado evitar desde el congreso parece ahora inevitable, y los pragmáticos, que le votaron como secretario general para arrinconar al sector de Borràs, empiezan a ver los frutos de su paciencia.
borras callada sobre los casos de su entorno expulsadas del partido
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