Casi pisando la Semana Santa, el PSOE celebrará dos congresos extraordinarios en dos federaciones muy relevantes. Dos cónclaves para coronar a los sucesores de Ximo Puig en la Comunidad Valenciana y de Guillermo Fernández Vara en Extremadura. El primero ya está decidido: la nueva secretaria general del PSPV será Diana Morant, ministra de Ciencia, Innovación y Universidades y exalcaldesa de Gandia. El segundo, no: saldrá de la competición en primarias entre tres candidatos. Ferraz ha optado por dos estrategias distintas en cada caso: ha intervenido para desactivar el pulso interno en la federación valenciana y forzar un acuerdo en torno a Morant y prefiere dejar hacer en Extremadura. No podía arriesgarse a que una ministra de Pedro Sánchez cayese derrotada, mientras que para tomar el testigo de Vara no se postula ningún miembro del Ejecutivo. Situaciones diferentes, recetas diferentes.
El expresidente extremeño tuvo claro desde la infausta noche del 28-M, cuando las urnas le propinaron un golpe inesperado que concedían a la derecha de PP y Vox la mayoría absoluta en la Asamblea regional, que su tiempo al frente de su federación acababa. Pero lo pospuso por las elecciones generales del 23-J, luego por las negociaciones de investidura. Y cuando el camino se despejó, se le detectó un tumor de estómago y tuvo que parar. Pero nada le desvió de su hoja de ruta trazada. Y este sábado, superada la primera de su tratamiento, citó a su ejecutiva y después al comité regional para abrir definitivamente el proceso congresual. La estación término será la celebración del cónclave extraordinario en Mérida el 22 y 23 de marzo. Pero antes deberán votar los militantes: en primera vuelta, el sábado 2 de marzo, y en segunda ronda, si ninguno de los candidatos ha sobrepasado el 50% de los apoyos, entre los dos más votados, el día 9. La pugna se presenta incierta y será a tres: entre Miguel Ángel Gallardo, presidente de la Diputación de Badajoz; Lara Garlito, actual vicesecretaria general del PSOE extremeño y vicepresidenta primera de la Asamblea autonómica, y José María Vergeles, consejero de Sanidad de 2015 a 2023 y vicepresidente segundo de la Junta en los cuatro últimos años.
Soler y Bielsa habían anunciado, igual que Morant, que daban el paso y que saldrían a competir, pero una reunión en Ferraz el martes con ellos tres sirvió para ungir a la ministra
El PSPV también tiene agendado su congreso extraordinario para el 22, 23 y 24 de marzo en Benicàssim (Castellón). Se había programado la primera vuelta para el 25 de febrero y la segunda, para el 3 de marzo. Pero ya no hará falta. Morant ya es, formalmente, la candidata única desde este pasado martes.
Puig anhelaba una sucesión tranquila, no fracturar ahora el partido para centrarse en arrebatar la Generalitat al popular Carlos Mazón, president desde el pasado julio gracias a su pacto de coalición con Vox. Su candidata era Morant. La suya y la de Ferraz, pese a que la cúpula federal se hartó públicamente de repetir que no apostaba por ningún aspirante y que respetaría la decisión de la militancia. Durante semanas se intentó esa candidatura de unidad, pero todos los intentos fracasaron. Al final, la dirección autorizó a la ejecutiva valenciana que pusiera fecha al congreso y abriera el proceso. Las conversaciones siguieron, pero los rivales de la ministra no cedían. Y anunciaron que sí, que daban el paso. Eran Alejandro Soler, secretario provincial del partido en Alicante, exalcalde de Elche y actual diputado en el Congreso, y Carlos Fernández Bielsa, regidor de Mislata por mayoría absolutísima y líder del partido en la provincia de Valencia. Dos barones provinciales contra una ministra de Sánchez.
Reunión tensa y "difícil" en Ferraz
Morant hizo una demostración de fuerza el pasado lunes en su ciudad, en Gandia. El martes, justo el día en que el pleno del Congreso de los Diputados debatía el dictamen de la proposición de ley de amnistía —que Junts frenó en la última votación—, el secretario de Organización del PSOE, Santos Cerdán, reunió en Ferraz a los tres candidatos. A Morant, a Soler y a Bielsa. Primero, desactivó a Soler. Logró que se retirara. Y él, ya se sabía desde semanas atrás, era una pieza clave en el tablero, por su control en la provincia de Alicante, por sus trienios como fontanero del PSOE y por su relación directa con el presidente Sánchez, por quien siempre apostó en todos los procesos de primarias. Bielsa no tenía mucha escapatoria, pese a que estaba convencido de contar con el apoyo mayoritario en su territorio, y acabó cediendo.
La dirección de Sánchez había sondeado los apoyos de los líderes provinciales para convencerles de que apoyaran a Morant. La titular de Ciencia no podía asumir riesgos
La reunión, larga, fue tensa, "difícil", según resumían fuentes del partido, pero la cúpula se salió con la suya: cerró el acuerdo por el que los dos secretarios provinciales se unían a la candidatura de Morant y esta se comprometía a integrarlos en su futura ejecutiva, la que los delegados votarán en el congreso del 22 al 24 de marzo. La ministra confirmó este sábado el contenido de ese pacto a tres con Ferraz: Soler ejercerá de presidente del PSPV, y Bielsa, de vicesecretario general único. Ambos podrán conservar el mando del PSOE en sus respectivas provincias, una cláusula nada irrelevante porque eso les garantiza a ambos mantener sus tropas para lo que pueda pasar. Morant se reserva la prerrogativa —la que siempre defendió— de elegir a su secretario de Organización, un cargo clave en el organigrama del PSOE, ya que es la persona responsable de pilotar el aparato y la que, en este caso, conducirá las riendas del PSPV de manera ordinaria ya que la ministra continuará al frente de su departamento en el Gobierno de Sánchez. Ella no ha dado aún pistas de quién será su elegido.
Para que Bielsa y Soler renunciaran a dar la pelea, Ferraz había hecho un trabajo previo: sondear a los apoyos de cada uno para pedirles que apoyaran a Morant, para señalarla a ella como la apuesta del propio Sánchez. La dirección se había mantenido distante en público, pero internamente sí trasladó ese mensaje. También la cúpula de Puig había remado a favor de la ministra. Pero la llamada de Ferraz era determinante: el presidente es la única referencia institucional potente para un PSPV que perdió prácticamente todo su poder tras el 28-M. El PP arrasó. Como esperaban desde el entorno del expresident, en cuanto se moviera la dirección federal, los cargos y militantes alineados con Soler y Bielsa se repensarían su posición. Y así ocurrió. Los dos barones provinciales se encontraron con que, ese martes, parte de sus efectivos, incluso aquellos que les habían "jurado lealtad", habían pasado a las filas de la ministra. La presión de Ferraz había surtido efecto. Los dos dirigentes acabaron claudicando. No había otra salida, haber mantenido su candidatura les habría colocado en una trinchera opuesta a la de Sánchez. Un riesgo que ninguno podía asumir.
Morant celebra el acuerdo alcanzado con Bielsa y Soler, pacto que nace de la "sinceridad, honestidad y convencimiento" de que juntos serán "más fuertes", sumando a "toda la militancia"
Para Morant, una competición a tres no estaba exenta de peligro. Sus apoyos tenían claro que era prioritario que ella venciera en la primera vuelta, lo que habría exigido superar el 50% de los votos. Ir a una segunda ronda, con Bielsa y Soler unidos contra ella, era embarcarse en una travesía insegura. Pero una batalla de ese calibre, en la segunda federación más importante del PSOE (18.000), solo por detrás de Andalucía, podría romper el partido. Morant no podía perder. Su fracaso, reconocían en el cuartel general, se imputaría al presidente. "Todo ha ido bien, estamos hablando del proyecto del partido y de cómo trabajar", apuntaban a este diario desde Ferraz.
La nueva ejecutiva del PSPV será "de integración" y se acabará de cerrar en el congreso de marzo. Otro fleco pendiente será el de la Diputación de Valencia. El PSPV la perdió porque Jorge Rodríguez, alcalde de Ontinyent por Ens Uneix y anteriormente dirigente socialista, decidió dar los votos de su partido al PP. Los conservadores, pues, controlan la institución provincial gracias a su respaldo y al de Vox. Desde los entornos de Morant, Bielsa y Soler confirman que se explorará la opción de recuperar la Diputación, aprovechando la buena relación que siempre han tenido Rodríguez y la ministra desde su etapa como alcaldesa de Gandia. No será fácil: la número dos de Ens Uneix, Natàlia Enguix, vicepresidenta de la entidad provincial, ya dijo esta semana que Morant representa lo mismo que Puig, que apartó a Rodríguez por el caso Alquería, del que fue finalmente absuelto.
Morant celebró este sábado el acuerdo alcanzado con Bielsa y Soler, pacto que nace de la "sinceridad, honestidad y convencimiento" de que juntos serán "más fuertes". "Y cuando decimos juntos no hablamos de nosotros tres sino de sumar a toda la militancia, a todo el proyecto del partido que nos está esperando, que necesita que aglutinemos toda esa fuerza y sobre todo que la ofrezcamos como la herramienta que siempre ha sido el PSPV para la sociedad", defendió, informa EFE. La ministra calificó la entente de Pacto de Torrent, porque este sábado participó en un almuerzo con la militancia en esa localidad del cinturón rojo valenciano, tradicional feudo socialista que ahora gobiernan PP y Vox. Hasta el cónclave de marzo, añadió, queda el trabajo de "ir visitando agrupación por agrupación, militante por militante, escuchar qué necesitan y ofrecérselo en ese congreso".
Perfiles y apoyos diferentes y cruzados
En Extremadura, este sábado se puso en marcha el camino hacia el congreso extraordinario. Por ahora, mucho más incierto. Vara tenía "siempre" claro que no interferiría en su sucesión, señalan distintos dirigentes cercanos, y por eso no prestará apoyo a ninguno de los tres candidatos que se han lanzado a la carrera. Cada uno, con perfiles y apoyos diferentes. Los tres tendrán hasta el 14 de febrero para presentar sus avales: un mínimo del 6% y un máximo del 10% del cuerpo electoral, cercano a 9.000 militantes.
Gallardo es el presidente de la Diputación de Badajoz; Garlito, la vicesecretaria general, y Vergeles, consejero de Sanidad con Vara
Miguel Ángel Gallardo, presidente de la Diputación de Badajoz, tiene con él a importantes alcaldes y cuadros de la provincia —que aporta en torno al 60% de la militancia del conjunto de la federación—. A Gallardo, sin embargo, no le respalda el líder pacense del partido, el senador Rafa Lemus, que respalda a Lara Garlito, la número dos del PSOE extremeño, aupada por Vara como un gesto a la segunda provincia, a Cáceres, pero sin control del aparato. El tercer contendiente es el exconsejero y exvicepresidente de la Junta José María Vergeles, el más débil orgánicamente porque no cuenta con ejércitos detrás, pero con un perfil más semejante al de Vara: médico como él y colaborador estrechísimo del expresidente en el Gobierno autonómico. El jefe de los socialistas en Cáceres y presidente de la Diputación provincial, Miguel Ángel Morales, no ha desvelado aún a quién prefiere.
Como aseguran desde el corazón de la federación, hay una "mayoría silenciosa" que todavía no se ha pronunciado y que puede decantar la balanza. Si influye en las primarias el control de las tropas, lo previsible es que pasaran a segunda vuelta Gallardo —el que desde hace años ya sonaba como sucesor de Vara— y Garlito, pero en unas votaciones tan abiertas, "la lógica no existe", recuerdan fuentes próximas al exjefe de la Junta. "Hay partido", recuerda otra experta conocedora de la federación, básicamente porque ninguno de los candidatos cuenta a priori con apoyos homogéneos en cada provincia.
Esta es la primera vez que el PSOE extremeño vive una competición interna incierta y ajustada. En 2017, Vara ganó con contundencia a sus dos rivales, débiles
Ferraz, mientras, no ha señalado a ninguno de los aspirantes. Al menos por ahora. "Que gane el mejor, los tres son buenos", indican desde el aparato federal. La sensación, que se comparte tanto en el equipo de Sánchez como en la cúpula regional, es que no habrá intervención, al contrario de lo ocurrido con el PSPV.
Los tres candidatos "surgen de Extremadura", y no hay ninguno que proceda del Gobierno o que se intuya que sale ungido desde Madrid. No hay ningún ministro. Y prima, sobre todo, que Sánchez "respeta a Guillermo, y Guillermo ya ha dicho que no quiere interferir". Así que Ferraz se mantendrá al margen de la contienda autonómica, con mucha menor traslación nacional, y eso que Extremadura (9.000 afiliados) es un territorio con enorme carga simbólica en el conjunto del PSOE, dado que la comunidad es un feudo clásico del partido, que ha gobernado ininterrumpidamente salvo en el mandato 2011-2015 —cuando dirigió la Junta el popular José Antonio Monago con el apoyo de IU— y en la actual legislatura, con María Guardiola como presidenta de un Gobierno de coalición con Vox. Esta es la primera vez, además, que el PSOE extremeño vive una competición interna ajustada e incierta: sus dos grandes líderes han sido Juan Carlos Rodríguez Ibarra, presidente de la Junta desde 1983 hasta 2007, y Guillermo Fernández Vara, barón autonómico desde 2007 hasta hoy y jefe del Gobierno regional entre 2007 y 2011 y entre 2015 y 2023. Vara ganó con contundencia (65,21%) en las primarias de 2017 frente a dos rivales mucho más débiles.
No están previstos más congresos extraordinarios autonómicos. La renovación del resto de territorios vendrá después del cónclave federal, aún sin fecha. La incógnita valenciana ya está resuelta. No así la sucesión extremeña, pero se espera que al menos no discurra acompañada de tensión.
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