La Policía Nacional, la Guardia Civil y los Mossos d’Esquadra andan incansables detrás de un hombre fornido y de tez morena. Lo sitúan fuera de España, en Francia, a donde habría llegado atravesando Andorra. Lo hizo en el coche de su tercera víctima. Las unidades de élite buscan al asesino en serie de agricultores.
Son casi tres semanas intentando montar un puzzle con pocas certezas. Los investigadores tienen tres cuerpos, de tres agricultores que fueron asesinados mientras trabajaban. Hay un cuarto al que esta persona podría haber intentado atacar, pero que se salvó. También hay dos coches que se han ido encontrado en distintos puntos del país y más allá de los Pirineos. Una suerte de camino de migas de pan que siguen los agentes.
Los especialistas están analizando todos los elementos para, primero, encontrar al asesino o asesinos de estas tres personas y después averiguar si las muertes están relacionadas. Además de los dos vehículos y los restos de ADN en su interior, también se revisan cámaras de seguridad de tráfico y de establecimientos cercanos a los lugares donde se han encontrado los coches. Esta es la cronología de los hechos.
El último crimen, clave
Los policías empezaron a atar cabos con el último de los tres crímenes. El hallazgo del cuerpo de Ramón Rossell, en Vilanova de la Barca (Lleida) les hizo pensar que quizá había conexión con otros dos asesinatos sin resolver. Había similitudes, sobre todo en el perfil de la víctima: un agricultor, mayor y que se encontraba faenando solo cuando acabaron con su vida.
El 5 de enero este hombre de 84 salió a podar los árboles junto a su mujer en una finca que tenía cerca de su casa. Ella volvió antes y lo dejó solo. Ramón se empezó a retrasar. Tampoco contestaba a las llamadas. Su mujer, preocupada, volvió al punto donde lo dejó. Se lo encontró muerto, con signos de violencia. No le habían robado. Sólo echaba en falta su coche, un Opel Astra con el que huyó el asesino.
El sospechoso huyó al norte. A unos 50 kilómetros se saltó un control policial de los Mossos. Se le perdió la pista entrando en Andorra y continuó hasta Francia. Las pocas imágenes del vehículo señalaron a un hombre de tez morena y corpulento.
En otro punto de Lleida, otra patrulla de la policía catalana encontró un Opel Astra rojo. Había una denuncia de robo y como propietario salía José Luis Aguado. Otro agricultor mayor, de 80 años, que había muerto en extrañas circunstancias en Ribaforada, en Navarra. La Guardia Civil manejaba la hipótesis de un accidente con una herramienta. Pero su coche había aparecido a 230 kilómetros, en Lleida. Algo no cuadraba.
El primer asesinato
En ese momento Policía, Guardia Civil y Mossos se pusieron a trabajar conjuntamente. En mente tenían otro asesinato, ocurrido el 22 de noviembre. Era el de Pedro Oyón, asesinado en Tudela, también en Navarra, cuando salió a trabajar a un campo de olivos. Otro agricultor. El segundo y el tercer asesinato tienen el nexo de unión del coche robado. Los investigadores son cautelosos al unirlos con el de Oyón, pero tampoco pueden descartarlos.
El modus operandi es similar en los tres casos: hombre mayor, agricultor y que se encontraba trabajando en ese momento. Las víctimas fueron golpeadas, especialmente en la cabeza, con especial violencia. En algún caso se encontraron heridas de armas blancas. No había testigos, los asesinados estaban solos y los tres se cometieron a la luz del día. Se trabaja en encontrar al autor, pero también en el móvil de los crímenes ya que los agentes no pueden descarta que, si se trata de un asesino en serie, haya más casos en España.
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