Desde mucho antes de que arrancara la campaña de las elecciones gallegas de este domingo, los populares decidieron trabajar como si la mayoría absoluta no estuviera garantizada ni mucho menos. Es cierto que viendo los resultados de 2020, -cuando sacaron la segunda mejor marca de su historia con 42 parlamentarios autonómicos en las que fueron las cuartas autonómicas de Alberto Núñez Feijóo-alegaban que para perder esa mayoría tenían que dejarse por el camino nada menos que cinco escaños y la aritmética electoral apuntaba entonces a la imposibilidad, no sólo de dejarse uno por provincia, sino, en una de las cuatro circunscripciones, dos.
Durante mucho tiempo los sondeos les colocaron entre los 39 y 40 escaños, aunque ya metidos en campaña la tendencia empezó a apuntar más a 39 que a 40 y ahora están más cerca de la línea de peligro, 38. En definitiva, bola de "match point" para Feijóo. Queda por evaluar si la polémica de esta última semana en torno a un hipotético indulto a Carles Puigdemont afecta al electorado popular gallego, de naturaleza anticíclica. Porque incluso cuando el PP ha vivido sus momentos más bajos, en Galicia no dejaban de consolidar unos buenos resultados. Esa es la idea a la que se aferran en Génova para intentar exorcizar el riesgo de sacar menos de 38 asientos en el Parlamento gallego. Porque bajar de esa marca no sólo supone perder un territorio donde ha sido muy superior la hegemonía del partido de la gaviota sino que interpela directamente a su presidente nacional.
Queda por evaluar si la polémica en torno a un hipotético indulto a Puigdemont afecta al electorado
"Estos son los comicios más importantes" del año, alega un destacado diputado popular, quien considera que el resto de las elecciones a celebrar este año, incluidas las catalanas si se adelantan unos meses, "van a ir un poco solas. En el País Vasco y en Cataluña subiremos y en las europeas se castiga al que gobierna". Por su parte, un dirigente nacional alega que quizá no les vaya mal el mensaje de que pueden perder la Xunta "porque eso puede movilizar más a los nuestros". El problema de los "nuestros", dice en este caso un ex altísimo cargo de Génova, "es que son gente muy mayor que va falleciendo, mientras que los jóvenes se están moviendo a favor del BNG" de Ana Pontón.
Con este incierto escenario cabe preguntarse si una hipotética pérdida de la Xunta sería un tsunami en Génova o no pasaría de marejadilla, porque a nadie se le oculta que dejar de gobernar en Galicia es un mal augurio para el liderazgo de Feijóo. Fuentes cercanas al presidente nacional del PP aseguran, en un juego de palabras, que "pase lo que pase" en este territorio "no pasará nada". Significa que la idea "es seguir adelante", tomar nota de lo ocurrido y enfrentar las siguientes elecciones, esto es, las vascas. Pero ¿hasta qué punto le culpabilizarán de ese fracaso? "Después de cuatro mayorías absolutas sería muy injusto y esa lectura se la podríamos aplicar a Pedro Sánchez, que lleva mucho tiempo perdiendo elecciones y ya se conforma con ser tercera fuerza política en muchas comunidades", apuntan en conversación con El Independiente.
El debate en torno al indulto de Puigdemont ha enturbiado, sin duda, la recta final de campaña y PSOE y Vox han hecho girar sus discursos en torno a este asunto, un "invitado" inopinado en una cuestión de la que los populares habían hecho bandera y se han visto obligados a dar muchas explicaciones.
Lo cierto es que el PP nunca había sido un partido de asonadas hasta que lo fue, hace dos años, cuando los "coroneles", esto es, los barones autonómicos, se conjuraron contra Pablo Casado para echarle del liderazgo del partido. Uno de los altos dirigentes de entonces, al que también se llevó la crisis, opina, sin embargo, que "ahora no hay ruido de sables". Pone el acento en que Casado "fue a un congreso de confrontación" en pugna con la candidatura de Soraya Sáenz de Santamaría y eso dejó la partido dividido. En cambio, Feijóo "lo hizo en uno de unidad", sin adversarios, aupado por las baronías. Por lo tanto cree también que "no pasará nada" aunque las cosas vayan mal para Génova este domingo.
Hay coincidencia en que Díaz Ayuso "ahora no está jugando a nada"
Otro es algo más tibio. Cree que de producirse ese escenario de pérdida de la Xunta tampoco pasará nada, "al menos, a corto plazo", puntualiza. Explica que cualquier debate interno sobre si el liderazgo de Feijóo ha acusado el golpe se aplazará a después de las elecciones europeas del 9 de junio próximo "porque no podemos enredarnos ahora en cuestiones internas, sino tirar para adelante". Ya llegará el momento, si llega, de lamerse las heridas.
Los nombres de Isabel Díaz Ayuso y de Juan Manuel Moreno son recurrentes a la hora de contemplar un escenario postFeijóo. Y si bien siempre se ha visto a la madrileña como un agente desestabilizador de la planta séptima de Génova, esta vez hay unanimidad entre las fuentes consultadas por El Independiente en el sentido de que "no está jugando a nada".
Lo dicen incluso aquellos compañeros de filas menos complacientes con la todopoderosa baronesa popular. "Está muy tranquila, muy centrada en sus temas". "Apoya a Feijóo sin dobleces", dice otro presidente territorial. Y otro más apostilla: "Incluso aunque aspirara a algo, este no es el momento para ella casi recién elegida presidenta de la Comunidad de Madrid con mayoría absoluta". "No está en esto", asevera una quinta fuente popular consultada.
Sobre Moreno hay menos especulaciones. Si bien siempre se extiende una sombra de sospecha sobre lo que dice o deja de decir la inquilina de la Puerta del Sol, el presidente de la Junta de Andalucía está en la recámara, pero no porque se le atribuya nunca ninguna intención más allá de ser el barón con el que más departe el gallego.
Este lunes 19, con los datos del escrutinio todavía humeantes, Ayuso interviene en un desayuno informativo de Foro Nueva Economía. Será la primera de todas las baronías en valorar el resultado de las urnas. Si los populares gallegos de Alfonso Rueda obtienen una mayoría incontestable, que no dependa tampoco del voto emigrante, -casi medio millón del censo electoral- y, por lo tanto, no haya que esperar aún varios días para conocer el resultado definitivo, sus palabras no serán escrutadas. En caso contrario, todo lo que diga será analizado hasta la extenuación.
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