En el partido apenas se perciben dudas, vacilaciones. El criterio es claro: José Luis Ábalos, exministro de Transportes, exsecretario de Organización del PSOE, debe marcharse, debe dejar su acta de diputado en el Congreso. "No tiene ninguna salida", observan con rotundidad cargos socialistas de distintos puntos de España. El camino de Ábalos, un dirigente muy apreciado internamente pero cuestionado ahora por su estrecha relación con quien fuera su asesor en el aparato y en el ministerio, Koldo García, se entiende acabado. Porque, para la mayoría, su responsabilidad política por haber confiado y "no haber vigilado" a su hombre de confianza, detenido el pasado miércoles como presunto facilitador de una trama de cobro de mordidas por compra de mascarillas en lo peor de la pandemia, es "obvia". Pero él, por ahora, no quiere renunciar a su acta: hará lo que su partido le pida, no tiene ningún "apego" al cargo, pero defiende que no tiene por qué hacerlo, porque solo es un simple parlamentario, y no un miembro del Ejecutivo.
En los últimos dos días, en las últimas horas, la noria ha girado más rápidamente. La dirección de Pedro Sánchez pasó de defender que no tenía por qué exigir más pasos y gestos al exministro a empujarle para que dimita. Y lo hizo tras levantarse el secreto del sumario, después de que arreciara la presión del PP y de los socios, tras confirmarse que las acusaciones en torno a García estaban bien apuntaladas. No pesa, sin embargo, ninguna acusación contra Ábalos. Pero el presidente y su equipo se vieron obligados a lanzar un mensaje: mano dura, antes y ahora, y "caiga quien caiga". Porque la lucha contra la corrupción es uno de los principios fundacionales del Gobierno de Sánchez, lo que explica su germinación y lo que justifica la moción de censura de Mariano Rajoy. La cúpula busca, con la caída de Ábalos, un cortafuegos en el caso Koldo, que el incendio se contenga y no ascienda.
Sánchez eleva la presión sobre el exministro para levantar un cortafuegos: la lucha contra la corrupción ha de ser "implacable, venga de donde venga y caiga quien caiga"
La conmoción en el PSOE ha sido mayúscula. El partido recibió el durísimo castigo de los ciudadanos en las elecciones gallegas del pasado domingo, cuando firmó el peor resultado de su historia en unas autonómicas. La angustia interna se desató, la preocupación por un eventual efecto contagio que Ferraz niega. Sánchez acusó el golpe y prometió reforzar los liderazgos territoriales. Pero cuando el debate interno estaba bullendo, todo saltó por los aires. El miércoles, la Guardia Civil detenía a García y a otras 19 personas, y practicaba 26 registros, en el marco de la operación Delorme. El desasosiego en el partido se fue haciendo más ostensible según avanzaban las horas. El viernes, la número dos, la dirigente con más poder en el PSOE y en el Gobierno después del propio Sánchez, María Jesús Montero, sentenciaba con apenas una frase a Ábalos. ¿Debe dejar el escaño? "Yo sé lo que yo haría", respondió. La invitación era evidente.
Ábalos no dimitió. Considera injusto que se le persiga cuando no aparece referenciado en la querella de la Fiscalía Anticorrupción, cuando no hay indicios contra él, y no quiere ser una víctima de la cacería de la derecha. Y Ferraz no le pidió en privado que renunciara a su acto, tal y como informó este diario. Este sábado, él mismo se defendía en una entrevista en El País. Pero Sánchez, en la inauguración en Ferraz del Consejo de la Internacional Socialista (IS), elevó la presión sobre él, sin mentarlo: la lucha contra la corrupción "ha de ser implacable, venga de donde venga y caiga quien caiga". El líder del Ejecutivo y presidente de la IS recordó que su Gabinete ha hecho "de la ejemplaridad su bandera". "Frente a quienes amparaban la corrupción, hoy hay colaboración absoluta con la Justicia para llegar hasta el final. Quien la hace la paga, y así va a seguir". Barones como el valenciano Ximo Puig y el andaluz Juan Espadas siguieron la misma estela.
Por la noche, Ábalos respondió al presidente en La Sexta Xplica (La Sexta), en una entrevista con el periodista José Yélamo que muchos dirigentes socialistas siguieron atentamente. El exministro se reafirmó en sus palabras. No tiene por qué irse. "Yo soy diputado ahora. No soy ministro. Si esto se hubiera producido yo siendo ministro, es evidente que tendría que haber dimitido. Y en el momento. En el ámbito de mis funciones [actuales], no tengo ninguna responsabilidad", señaló. Reconoció que las únicas responsabilidades que se le pueden exigir son políticas, por haber fichado a García y por no haberle vigilado, porque no está acusado de nada. "Quienes presionan para que dimita, llevan a sus espaldas hechos más graves", señaló, apuntando al PP.
Yo soy diputado ahora. No soy ministro. Si esto se hubiera producido yo siendo ministro, tendría que haber dimitido", defiende Ábalos
Pero es su propio partido el que le pide que se vaya, le insistió el conductor del programa. "No estoy implicado, y lo que ha dicho el presidente es una máxima del PSOE desde hace mucho tiempo. Pero la lucha contra la corrupción [..] no solo exige contundencia, que eso por supuesto, exige también ecuanimidad, exige objetividad, exige proporcionalidad. Porque todo eso se produce en el marco del Derecho y la ley castiga, pero también protege". Para el exministro, no puede haber una "ética segmentada", en la que unos exigen a los demás comportamientos que luego no se aplican.
Sufre el peor momento de su vida
Ábalos contó que no ha recibido ningún mensaje de Sánchez, y que tampoco le ha pedido la dirección que deje el escaño. Pero está "abierto" a hablarlo con la cúpula con el propósito de "ejemplarizar la vida pública", no para darle "un tributo a la estrategia de la derecha". Insistió en que él es una "pieza insignificante" en el tablero, pues ahora mismo es "un mero diputado". Él no es, dijo, el "objetivo de la derecha", sino que lo es el Gobierno y su presidente, víctimas de una "operación mediática y política" que no va a cesar por el hecho de que él se vaya. Recalcó que no tiene "ningún apego" al cargo. Pero no se le está pidiendo que dimita, sino que "abandone la vida política y prácticamente también la vida personal", que salga de la "vida pública". "Si esto me inhabilita políticamente, posiblemente me inhabilita de por vida para todo ya, quedaría estigmatizado de por vida". Ábalos ve "hipócrita" que la respuesta a la corrupción se dé en ámbito personal, que sea "un elemento aislado, testimonial", para "librarse de alguien, sin que eso suponga ninguna acción por parte de los demás".
El exministro insiste en que no tiene "ningún apego" al cargo, pero que se le está pidiendo que "abandone la vida política y prácticamente la vida personal"
El exministro refrendó que tiene muy claros su "compromiso" y sus "convicciones", y a ellas no va renunciar. "No voy a hacer una retirada como si fuera un cuestionamiento de la dignidad, porque estoy limpio". Pero lo reflexionará, también pensando en sus hijos, cuya vida es parte de la suya. Tomará la decisión "con lealtad" al proyecto socialista, con "compromiso, pero con convicción". Confesó que "nunca" había pasado "tan mal momento" en su vida, jamás había pasado "otro mal trago", y cree no haber tenido responsabilidad ni haber sido él el "culpable".
Ábalos reiteró que él no se ha lucrado con sus cargos públicos —tiene el mismo piso en propiedad en Valencia desde 1987 y ahora vive de alquiler en Madrid—, y que no se dio cuenta del incremento patrimonial de García, porque cuando le preguntó por el piso de Benidorm —una de las propiedades que pudo comprar gracias a las comisiones ilegales—, le dijo que habían decidido adquirirlo entre todos los hermanos para sus padres, y no hizo más indagaciones. Repitió que tanto la Fiscalía como el Tribunal de Cuentas certifican que los procedimientos de contratación empleados por el ministerio fueron "correctos" en plena pandemia, que recriminó comportamientos toscos a García, que se siente "engañado" y "decepcionado" por él.
"El problema es que quien está implicado es una persona de su estricta confianza en un puesto cuyo acceso es extraordinariamente discutible", respondía tras el programa un barón autonómico socialista. Un sentimiento que es compartido por otros dirigentes de primera línea. En el partido, aunque ya acostumbran a no poner la mano en el fuego por nadie, creen que la responsabilidad de Ábalos es, al menos por ahora, estrictamente política. Una responsabilidad in vigilando, por no haber controlado qué hacía García a sus espaldas y por haberlo fichado, cuando su currículum no lo merecía: escolta privado, portero de discoteca, concejal socialista de un pequeño pueblo de Navarra, Huarte, condenado por delitos de lesiones (y luego indultado), aizkolari.
El problema es que quien está implicado es una persona de su estricta confianza en un puesto cuyo acceso es discutible", responde un barón, un sentimiento compartido en el PSOE
García ejerció primero de chófer de Ábalos cuando este accedió a la Secretaría de Organización del PSOE, en 2017, y después, por su "dedicación", se lo llevó a Transportes, como asesor, o "acompañante", y luego le nombró consejero de Renfe Mercancías y de Puertos del Estado —algo normal, adujo el exministro, porque "todos los asesores" de su departamento ocupan puestos en los consejos de administración de las empresas públicas que dependen de él—. Su mujer, Patricia Uriz, detenida el miércoles y puesta en libertad, y una de las siete personas contra las que se querella la Fiscalía, ocupó un puesto de secretaria en el ministerio.
"¿Hay que pedirle que se vaya?"
"Solo tiene una salida: irse. El partido se lo pedirá y se tendrá que ir: no queda otra", aprecia otro líder territorial autonómico. "No tiene ninguna salida", sanciona otro. "Mis palabras son las de Montero", asegura una máxima responsable regional del partido. "Estamos cabreados porque estas cosas son inaceptables. Veremos la evolución a lo largo del fin de semana, pero creo que esto no va a aguantar mucho", opina otro barón. "No creo que haya que decírselo más claro. La responsabilidad política obvia. Es evidente que este no es un tema cómodo para nosotros", converge otro primer espada socialista. "Los tiempos van en contra de Ábalos. Koldo no era un asesor más: era su persona de confianza", puntualiza otro alto cargo regional. Y otro más: "Lo siento sinceramente por él, pero Koldo es una losa que no se puede levantar y no se entiende bien cómo no lo advirtió en tiempo real. Parece que existe consenso en torno a la idea de que este es un caso bastante claro de responsabilidad política. Lo cierto es que este asunto hace daño al partido". "¿Es que hay que pedirle que se vaya?", se pregunta un ministro, indicando que las señales de la cúpula son más que elocuentes.
El estallido del 'caso Koldo' ha resucitado las preguntas de por qué cesó Sánchez a Ábalos en julio de 2021
Los comentarios que bullen en el PSOE son infinitos, y en el mismo sentido. El clamor es total. La dirigencia aprecia a su exsecretario de Organización, pero cree que su posición no es sostenible. Para un dirigente que lo conoce desde hace muchos años, el mensaje que está lanzando Ábalos es que quiere negociar una salida, "que no se va a ir a cualquier precio, sin hablar". La pregunta es cuál. Antes de que estallara el caso Koldo, sí corría en el partido que el exministro de Transportes podría formar parte de la lista del partido a las elecciones europeas del 9 de junio. Una opción que ahora se ha evaporado por completo.
Ábalos no dispondría de las mejores cartas para presionar a la cúpula. "Es verdad que como secretario de Organización dispone de mucha información que ha callado, pero también el presidente puede tener información contra él que explique por qué lo destituyó aquel 10 de julio de 2021", asevera un exjefe regional del aparato. Y es que el caso Koldo ha resucitado las conjeturas que hace casi tres años se lanzaron dentro del partido para intentar construir el porqué Sánchez lo fulminó. Jamás se dijo qué pasó. Su doble cese —al frente de Transportes y de Organización del PSOE— fue inesperado, traumático.
Esto nos hace mucho daño. O se soluciona este tema o nos arrastra. O si no el PP va a buscarle las vueltas a Pedro", aprecia un exresponsable de Organización
El presidente insistía el pasado jueves a los periodistas, en el vuelo de vuelta de Marruecos a Madrid, que todo obedecía a su deseo de refrescar por completo el Gabinete por el desgaste sufrido por la pandemia. Pero en el partido siempre se ha especulado con que pasó algo más, porque la figura de un secretario de Organización es sagrada en el partido. El PP ataca ahora por ese flanco, y ya anticipa que el caso Ábalos acabará siendo el caso Sánchez. De ahí que el jefe del Ejecutivo necesite un cortafuegos. Y pronto. "Hay un problema del que hay que librarse inmediatamente. Esto nos hace mucho daño. O se soluciona este tema o nos arrastra. O si no el PP va a buscarle las vueltas a Pedro", resume el mismo ex alto cargo territorial citado.
¿Antes del miércoles?
La impresión que cunde en el partido es que el final político de Ábalos no puede demorarse mucho. Que es insostenible que Sánchez acuda a la sesión de control del miércoles en el Congreso —para la que el PP ha preparado una ofensiva total por el caso Koldo— con el exministro de Transportes aún en su escaño. El miércoles 28, pues, sería el deadline. No hay margen.
Fuentes cercanas al presidente admiten que el trance es "difícil", y "comprensible" que Ábalos se resista, pero Sánchez tiene "fuerza y cuajo" y puede salir "reforzado"
Fuentes cercanas a Sánchez reconocen que el trance "es difícil", que es "comprensible" que a Ábalos le cueste asumir su responsabilidad política sin estar acusado de nada, que hay que dejar que las cosas vayan madurando en las próximas horas, pero que el presidente tiene "fuerza y cuajo" y "puede salir reforzado de esta situación, aunque esto parezca una broma", si se muestra contundente e inflexible. La dirección federal ha mantenido en los últimos dos días silencio, más allá de las declaraciones públicas de Montero y del jefe del Ejecutivo, aunque en el cuartel general recuerdan que la "seña de identidad" del PSOE es su listón frente a la corrupción, mucho más alto, que se trata de "marcar la diferencia con el PP, de ganar por goleada". "¿Cómo se marca la diferencia cuando no hay reproche penal? En la responsabilidad política", resuelven. "La amnistía puede ser discutible, pero en la lucha contra la corrupción no cabe aceptación ni grises", agrega un veterano cuadro del partido.
La lectura interna es que Ábalos no puede resistirse mucho más, porque correría el riesgo de "fragilizar al Gobierno" en una coyuntura extremadamente complicada. Porque la demanda de dimisión no solo procede del PP, o de las filas socialistas, sino de los mismos socios de Sánchez, empezando por Sumar. Y el presidente sufre una clara precariedad parlamentaria, y navega en la incertidumbre ahora que no se sabe siquiera si se llegará a culminar la aprobación de la ley de amnistía por la negativa de Junts. El momento, aseguran varios de los dirigentes consultados, no puede ser peor: las elecciones vascas están a escasamente dos meses, el 21 de abril, y las europeas un poco más allá, el 9 de junio, y en estas últimas las perspectivas son a la baja, según las encuestas preliminares.
La prolongación de la crisis podría "fragilizar el Gobierno", que sufre de precariedad parlamentaria, cuando los socios piden medidas
Las alarmas, pues, están encendidas en el partido. Ya el presidente apuntaba a una reorganización interna tras los comicios del verano —"tendremos que abordar esos deberes por hacer, como es la renovación de los liderazgos territoriales"—, pero ahora tiene que afrontar la probable salida del Congreso de un peso pesado como Ábalos. Las europeas se plantean como la siguiente meta volante, tras la que el líder puede anunciar nuevas medidas para detener la sangría interna, aunque antes habrá de intentar apagar el fuego sorpresivo del caso Koldo.
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