Cuando, el pasado 30 de enero, Junts hizo que se malograse la amnistía, el Gobierno ya advirtió de que seguiría adelante, con o sin la ley, incluso tuviera o no Presupuestos. Pero aquel pronóstico sonaba más a castillo en el aire, porque el perdón al procés era y es la piedra fundacional de la legislatura. La amnistía era el precio de la investidura de Pedro Sánchez y también la llave de la puerta de las cuentas del Estado de 2024. Sin ella, los posconvergentes podían soltar amarras, el Ejecutivo podría tambalearse. El presidente necesitaba imperiosamente pasar página, cerrar el capítulo de la medida de gracia, vista por los socialistas como el freno de mano de este mandato, como la rémora que les impedía avanzar. Ahora la norma ya está asegurada, aunque quede tramitación por delante, y el Gobierno puede pisar el acelerador. Afianzar la legislatura a partir de los Presupuestos, que llegarán "pronto", confían en la Moncloa, a la mesa del Consejo de Ministros.
El PSOE sentía que podía empezar a respirar. Un poco, al menos. Recibía una bocanada de oxígeno en medio del paisaje de sombras de las últimas tres semanas, desde el testarazo en las elecciones gallegas. El caso Koldo no ha dejado de asomarse a la primera línea informativa, martilleando al partido y al Gobierno día tras día, sin resuello, dejándole sin apenas margen para la iniciativa, hundiendo el ánimo de sus dirigentes. Sánchez sabía que, en ese contexto áspero, tenía que intentar desquitarse. Deshacerse de la pesada losa de la amnistía, cuya tramitación en el Congreso se ha estirado más de lo previsto, envuelta en una rocambolesca negociación con Junts, otra vez al límite.
Los socialistas cedieron en varios puntos claves, como en la cuestión del terrorismo, la malversación, el arco temporal o la traición
El acuerdo con Junts y ERC ya se vislumbraba en los últimos días, pero lo lanzó de manera definitiva el presidente en el arranque de su viaje a Brasil y se cerró unas horas más tarde, el miércoles a las 20. Este jueves, el pacto se hacía realidad: la Comisión de Justicia del Congreso aprobó el nuevo dictamen, que validará el pleno el próximo 14 de marzo, para su remisión al Senado. Pero sacar adelante la ley de amnistía ha tenido coste para Sánchez.
Los socialistas volvieron a cruzar sus líneas rojas y cedieron en varios puntos claves. Para empezar, el terrorismo. Con la nueva redacción, siguen sin poder ser amnistiados los delitos graves de terrorismo, pero la referencia es la directiva europea de 2017 y no el Código Penal español. También se precisa que la malversación asociada al procés, siempre que no haya supuesto un enriquecimiento personal, queda perdonada. Se estira dos meses la cobertura temporal de la medida de gracia —ahora arranca el 1 de noviembre de 2011, y no el 1 de enero de 2012, y finaliza el 13 de noviembre de 2023—. Y, sobre todo, se rebaja el concepto de alta traición. Solo son excluidos de la amnistía cuando se hubiera producido una amenaza real y un uso de la fuerza efectiva a la integridad territorial y la independencia de España. En definitiva, se engrosa el escudo protector de Carles Puigdemont, aunque todo dependerá, especialmente en el caso Tsunami Democràtic, por el que ya está encausado, de la lectura que haga el Tribunal Supremo.
El periplo parlamentario de la ley está aún lejos de concluir. El próximo jueves, será aprobada por el pleno del Congreso —se requiere mayoría absoluta, y esta vez sí la tendrá, salvo sorpresa— y de ahí caminará al Senado, controlado por el PP, que hará que la tramitación se demore al máximo constitucional, dos meses. Cuando concluyan, el texto regresará a la Cámara baja, para su aprobación definitiva, que se calcula para finales de mayo, en plena campaña de las elecciones europeas del 9 de junio. Tras su publicación y entrada en vigor, comenzará otro viaje complicado para el Gobierno: su aplicación por los tribunales, que se prevé tortuosa.
Fin a una "década de fracaso colectivo"
La carpeta de la amnistía no ha concluido para Sánchez, pero el Ejecutivo y sus socios sí creen que ya han podido pasar una página clave. Ahora, en realidad, arranca la legislatura. El titular de Presidencia, Justicia y Relaciones con las Cortes, Félix Bolaños, ya miraba hacia delante este jueves en el Congreso, en sus palabras de celebración del acuerdo. Se abre una "nueva etapa", se deja atrás "una década de fracaso colectivo", se culmina una ley que será un "referente mundial" porque "marca historia", un texto que es un "orgullo" para los socialistas y que posibilitará la "reconciliación". El ministro se felicitó a sí mismo por haber cerrado la proposición de ley, en un gesto elocuente de lo trabajoso que ha sido para el Gobierno obtener el apoyo de Junts. Se afanó en vender el acuerdo no como una nueva cesión ante los independentistas, sino como un éxito político hijo del consenso del Ejecutivo con sus socios. El propio Bolaños ya dio por hecho que, desbloqueada la amnistía, habrá nuevas cuentas: "Va a haber acuerdo de Presupuestos. Hay una voluntad de todos los grupos parlamentarios que apoyan al Gobierno de que haya Presupuestos. No están todavía acordados, no están cerrados, pero esa voluntad es inequívoca". Euforia absoluta.
Bolaños sostiene que hay una "voluntad inequívoca" de los grupos que apoyan al Ejecutivo de que haya nuevos Presupuestos
Más explícito fue todavía el portavoz parlamentario de Sumar, Íñigo Errejón. El acuerdo sobre la amnistía "refuerza y encarrila la legislatura" y posibilitará que haya "Gobierno para rato", porque "cimenta posibles acuerdos posteriores", como el de las cuentas públicas de este año, informa EFE.
Pero Junts se encargó de echar el freno. "Con los Presupuestos, marcador a cero", dijo gráficamente a RAC1 el secretario general del partido, Jordi Turull. Y también lo advirtió el expresident Puigdemont en su cuenta de X. Tras recordar que la amnistía era "una de las condiciones" para poder relacionarse con PSOE y Sumar y para poder avanzar en el marco de los acuerdos de investidura, remarcó que lo que toca ahora es "negociar pieza a pieza, no dar nada por aprobado y abordar todas las cuestiones, desde los Presupuestos hasta el reconocimiento nacional y el ejercicio del derecho a la autodeterminación". "Tenemos todo el derecho a continuar el proceso de independencia, a hacer política y a ejercer nuestros derechos sin ser violentados por las estructuras del Estado", avisó.
Sin embargo, en el PSOE y en el Gobierno mantienen el optimismo y la confianza en su hoja de ruta. El proyecto de ley de Presupuestos Generales del Estado (PGE) de 2024 llegará "pronto" a la mesa del Consejo de Ministros. Confían en Hacienda en que pueda ser antes de Semana Santa. Lo que sigue teniendo claro la vicepresidenta primera, María Jesús Montero, es que solo los llevará al Congreso si cuenta con un preacuerdo con los grupos, si tiene "garantías" de que superan el trámite clave, el debate de totalidad.
En el equipo de la ministra de Hacienda subrayan que las conversaciones con los partidos, también con los posconvergentes, no se han detenido en este mes en el que el Gobierno se ha visto obligado a renegociar la amnistía. La sensación que prima, por tanto, es la de "optimismo". "Presupuestos va a haber sí o sí, no tenemos ninguna duda", reiteran en la Moncloa. El Gobierno presentará los PGE "lo antes posible", "cuando llegue a los acuerdos correspondientes con los grupos políticos", sostuvo Montero ayer jueves durante su comparecencia ante la Comisión de Hacienda del Senado.
Más conciliador Cleries
En el Ejecutivo entienden que las palabras de Puigdemont o Turull no son más que parte de la liturgia, que son un gesto "cara a la galería", para hacerse valer. Pero la relación está más engrasada. Recuerdan, en ese sentido, las palabras del miércoles del portavoz de Junts en la Cámara alta, Josep Lluís Cleries. "Si ustedes quieren legislatura... Nosotros la queremos", le dijo a Montero. "Creemos que estamos en un momento clave: hay una amnistía por delante muy importante, una amnistía de reconciliación. Y al que no le guste, que se aguante, porque la democracia es esto. Vamos por la amnistía, por la libertad, y para que haya unos Presupuestos sociales al servicio de las personas". Cleries era suficientemente explícito, y es un dirigente muy cercano al expresident.
Disponer de unas nuevas cuentas daría oxígeno al Ejecutivo para al menos dos años. Le otorgaría cierta estabilidad. Son una herramienta clave para su supervivencia
Otras fuentes de primer nivel en Ferraz piden más cautela y destacan que, pasada la página de la amnistía, "hay que trabajar" ahora el capítulo de las cuentas del Estado, y ven "difícil" que puedan estar listos antes de la pausa de Semana Santa. En cualquier caso, los PGE se confeccionarán con la senda de déficit que el Ejecutivo remitió a Bruselas el año pasado y que aprobó la UE, a la vista de que el Senado ha tumbado por dos veces —la última, este pasado miércoles— los objetivos de estabilidad. Una senda más restrictiva para comunidades y ayuntamientos. Una vez que el Gobierno los lleve al Congreso, la tramitación se demorará unos dos meses, de forma que su aprobación puede discurrir en paralelo a la de la amnistía.
Sánchez necesita los primeros Presupuestos de esta legislatura para poder dar un horizonte a su Gobierno. Desde su investidura, la pregunta ha sido recurrente: ¿podrá resistir? El presidente ha insistido en que tiene "todo el tiempo del mundo" hasta 2027, hasta el final de estos cuatro años, para revertir el desgaste de la amnistía o del caso Koldo. Pero para poder aguantar, necesitaba tanto tener la medida de gracia desbloqueada como esas primeras cuentas. Disponer de unos PGE le da oxígeno al menos para dos años. Una cierta estabilidad. La que no ha tenido en este convulso arranque de mandato. Los PGE son la herramienta capital para la supervivencia del propio Gabinete.
El presidente reconoce que el caso Koldo es grave, pero defiende, y así se lo manifestó el martes a los periodistas que cubren su viaje a Brasil y Chile, que una crisis, una verdadera crisis, es otra cosa, como la pandemia del covid-19 —con la que tuvo que bregar a los cien días de su primera elección, en 2020— o la existencia de una corrupción sistémica. Sánchez insiste en que lo diferencia un partido de otro es la respuesta que se da a la corrupción, y su Gobierno ha actuado, cree, de manera "ejemplar", atajándola.
El Gobierno lee los avisos de Junts más como un gesto "de cara a la galería", porque sí ha habido conversaciones sobre los nuevos PGE
La amnistía era y es condición necesaria de la legislatura. La que despejará, por tanto, el camino de los primeros Presupuestos, y estos a su vez, si se aprueban, conferirán cierta tranquilidad al Gobierno de coalición y ayudará a desdibujar la sensación de provisionalidad que persigue a Sánchez desde su última investidura. En el Ejecutivo ironizan con que Alberto Núñez Feijóo puede creer estar viviendo un momento dulce tras las elecciones gallegas del 18-F en las que su partido encadenó su quinta mayoría absoluta, pero a fin de cuentas, "él sigue en la oposición y Sánchez, en el Gobierno".
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