Tenía trece años cuando lo descubrió. En el Bilbao de los años 70 aquella disciplina era un misterio. Su primer contacto lo tuvo en un pequeño gimnasio regentado por un maestro coreano. El Hapkido terminaría siendo su vida y su profesión. Hoy, a sus 67 años, Antonio Carnero, gallego criado en el País Vasco, tiene el título de ‘maestro’ de esta disciplina nacida en Corea, del que es quinto dan.
Dirige el único gimnasio en Euskadi especializado en este arte marcial derivado del Taekwondo, del que también es cinturón negro. En su local forma a niños y adultos, unos por ocio, otros por deporte y los hay que por pura necesidad laboral. Es el caso de la decena de conductores de autobús que actualmente acuden a su gimnasio de barrio para aprender estas técnicas de defensa personal con las que poder sentirse más seguros ante las cada vez más numerosas agresiones que sufren estos profesionales del volante.
Hoy, los conductores de las líneas de ‘Bizkaibus’ y ‘Euskotren’ en Bizkaia están llamados a la huelga. Se trata de un colectivo de 1.246 conductores, el 12% de ellas mujeres. En el último año los sindicatos han denunciado una docena de agresiones, a las que se suman seis más que han terminado en los tribunales.
Algunos de ellos han encontrado en el gimnasio de Antonio la solución a sus temores: “Ahora tengo unos diez conductores, pero antes he tenido otros tantos, algunos de ellas mujeres. Vienen para aprender técnicas con las que poder defenderse. Aquí, practicamos simulacros. Practicamos cómo actuar si están sentados en el puesto de conductor y son agredidos”. La formación requiere un periodo mínimo de seis meses y uno recomendable de casi un año. “Les enseño a reducir, conducir e inmovilizar al agresor, de modo que les de tiempo a activar el 'pisón’ –el botón del pánico en demanda de ayuda-".
Ataques verbales y agresiones
Antonio conoce bien el mundo de los autobuses. Su padre trabajo en un taller y él entró a trabajar en él a su muerte. Primero como limpiador y después como carrocero. “Ahora estoy jubilado de ese trabajo y me dedico a mi gimnasio”, asegura. Durante más de tres décadas ha compaginado su trabajo como carrocero con el de formador de policías, agentes de seguridad y escoltas. Lo hizo durante los años duros de la violencia en Euskadi y lo sigue haciendo ahora, aunque por otros motivos: “A alguno de los conductores les ha terminado gustando tanto el Hapkido que han terminado siendo cinturón negro”.
Asegura que incluso él en persona ha tenido que intervenir en alguna ocasión para repeler una agresión a una conductora: "Recuerdo una ocasión en la que tuve que sacar a algunas personas del autobús, se estaban metiendo con ella”. Afirma que las agresiones antes eran “más verbales” pero ahora “los jóvenes son de otro modo y hay más agresiones. Les agreden con un paraguas, puñetazos, escupitajos y cosas así. Ahora las cosas han cambiado. Yo les enseño a reducirles, nunca a agredir”.
En enero del año pasado una conductora quedó inconsciente tras la agresión de una joven, “y ese no es el caso más grave, hace unos años, un conductor murió tras una agresión mientras trabajaba”. Destaca que la clave está en saber desenvolverse en el habitáculo en el que se encuentran los conductores y hacerlo en circunstancias en ocasiones complicadas, en marcha o en parada. Insiste en que el Hapkido es una arte de defensa, nunca de ataque y que se basa en saber aprovechar la fuerza del contrario “provocando el menor daño”.
Una formación que en su caso demandan cada vez más profesionales de la conducción que se enfrentan a un repunte en el número de agresiones. Un fenómeno que no sólo se da en Euskadi sino en otras muchas ciudades, “yo he impartido cursos de seguridad en muchos lugares”, apunta.
Cámaras de vigilancia y 'pisón'
Esta mañana los conductores protestarán en uno de los accesos a Bilbao. Demandan más medidas de seguridad y un protocolo adecuado para revertir la situación de inseguridad en la que ahora se ven inmersos. Las unidades cuentan con cámaras de seguridad y con el ‘pisón’ o ‘botón del pánico, si bien los sindicatos denuncian que en muchos casos al estar en desuso se han ido deteriorando y no han sido útiles en el momento en el que eran necesarios. Permitirán además conocer mejor las circunstancias en las que se produzca cualquier incidente.
Uno de los últimos casos es el de una conductora que agredió a una pasajera a la que pese a prohibirle subir al autobús por su estado de embriaguez, se coló y terminó escupiéndola al llegar a la parada. En el destino, ambas protagonizaron una pelea en la que la chófer resultó inconsciente por los golpes recibidos. La Justicia le condenó al pago de una multa al no apreciar ‘legítima defensa’. Los sindicatos han denunciado lo que consideran que es un caso claro de indefensión en el que se deben enfrentar en muchas situaciones de su trabajo.
La Diputación de Bizkaia, titular de las líneas que gestionan media docena de subcontratas, trabaja ya en la constitución de una central de vigilancia que permita tener información inmediata de cualquier incidencia en cada una de las unidades de autobús. Los pliegos para la renovación de las adjudicaciones de este servicio que comunica todos los municipios de Bizkaia reforzarán las exigencias en materia de seguridad para los conductores.
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