Una veintena de organizaciones implicadas en la organización de la 'Korrika', la carrera en apoyo al uso del euskera, han reivindicado su participación en un acto de "desobediencia civil" para ayudar a 36 inmigrantes a cruzar la frontera camino a Francia. Lo han hecho aprovechando el paso de la carrera y ocultando a los inmigrantes entre la multitud. Muchos de ellos lo hicieron incluso ataviados con el peto de la 'Korrika' y tras haber sido aleccionados y organizados para llevar a cabo la iniciativa.
Los hechos ocurrieron el pasado día 14 de marzo, cuando la carrera, que arrancó de la localidad fronteriza de Irún, pasó a Hendaya y desde allí hasta otros municipios del País vasco francés. El paso por el Puente de Santiago, que se encontraba abarrotado de público, hace las veces de paso fronterizo sobre el río Bidasoa. En este punto nueve inmigrantes han fallecido en los últimos años al intentar cruzarlos a nado. Fue aquí, en el punto crítico de paso a Francia, donde la cobertura de la 'Korrika' permitió pasar inadvertidos entre la multitud a los 36 inmigrantes. Los propios organizadores de la operación han reivindicado la acción en una comparecencia pública.
Los promotores reclaman la igualdad de derechos para todas las personas. Demandan la apertura definitiva de las fronteras y en particular la que divide el río Bidasoa. Reclaman que se garantice la "libre circulación" de las personas y un "cambio radical de las políticas migratorias": "Nadie es ilegal y todos deberíamos tener los mismos derechos", aseguran en un manifiesto. Añaden que cualquier persona que se encuentre en territorio europeo debería tener derecho a "poder elegir su país de destino, poder estabelcerse, integrarse ahí y aprender su idioma". Es aquí donde justifican el valor de las lenguas y su defensa, como ocurre en iniciativas como la 'Korrika', como "un medio importante de integración".
La 23 edición de la 'Korrika' recorre a los largo de 2.792 kilómetros numerosos municipios vascos, navarros y del País Vasco francés, los lugares donde se habla euskera. Esta iniciativa, que se celebra cada dos años, cuenta con el apoyo de instituciones públicas y la financiación de organizaciones y entidades que colaboran con la compra de kilómetros en los que portan el testigo que abre la marcha.
Una de las polémicas que se viene repitiendo está relacionada con el uso de la 'Korrika' para reivindicar el "regreso a casa" de los presos de ETA. A lo largo de los once días que ha durado esta edición, que culminó el domingo en Baiona, el Colectivo de Víctimas del Terrorismo, Covite, ha podido documentar hasta 60 imágenes o siluetas de exmiembros de ETA, así como numerosas pancartas y muestras de apoyo al colectivo de presos de la banda.
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