"Bildu está haciendo su perestroika, su viaje a la institucionalidad, quieren dejar de estar en el rincón, y una parte de los ciudadanos quiere olvidar lo que pasó y otros no saben qué ocurrió. Aquí en Euskadi hay un overbooking en la izquierda. Nadie se declara claramente de derechas, salvo el PP. Tampoco el PNV. La derecha está estigmatizada, así que el achique de espacio es muy potente. El PNV está en los acuerdos y la moderación, y Bildu quiere demostrar que es pactista. Y en Madrid pasa como la fuerza pragmática. Pero nosotros tenemos que defender nuestro espacio, porque si no nos quedamos sin él. Nos queda recordar qué son y de dónde vienen. Su sociología es muy independentista, aunque ahora lo oculten en su programa porque el deseo separatista está bajo mínimos. Pero si no sacamos a relucir eso, y más en campaña, echamos entonces la persiana".
Lo cuenta un alto cargo socialista e integrante de las listas autonómicas del 21 de abril. Pero el análisis no es aislado. Ni mucho menos. En el Partido Socialista de Euskadi-Euskadiko Ezkerra (PSE-EE), una formación que siempre se ha preciado de su cohesión interna y que recuerda las décadas de sufrimiento bajo la mirada asesina de ETA, la opinión de la cúpula es coincidente. Con Euskal Herria Bildu caben los pactos, en Madrid y en el País Vasco —y en Navarra— sobre "cuestiones concretas", sobre "las cosas del comer", sobre políticas determinadas, en materia social o fiscal o sobre unos presupuestos, pero no gobernar juntos. "No es lo mismo entenderse en temas contados a proyectar un Ejecutivo entre dos fuerzas y llevar adelante un proyecto de país. Va más allá. Hoy no lo vemos ni desde un punto de vista político, ni estratégico, ni ético", sentencian en la dirección.
Andueza subraya que el PSE será garantía de "estabilidad" y actuará de será "dique de contención para que Bildu no gobierne" en Euskadi. El partido "no va a participar en ninguna aventura"
En menos de 15 días las urnas se abrirán en Euskadi. La pugna por la hegemonía es total entre un PNV a la baja y un Bildu que puede alcanzar, según las encuestas, el mejor resultado de su historia. Entre ambas formaciones nacionalistas habría un empate técnico, en el entorno de los 29 escaños, según el último Sociómetro del Gobierno vasco —el CIS sí pinta una ligera ventaja de los jeltzales—, pero el escenario poselectoral pinta continuidad, por la esperable reedición del Ejecutivo de coalición de PNV y PSE. Esa es la fórmula que lleva funcionando en la comunidad desde 2016, la que está presente en ayuntamientos y diputaciones forales desde un año antes, desde 2015, la que de hecho hunde sus raíces en el pasado, porque PNV y PSE gobernaron juntos en Euskadi entre 1987 y 1998, hasta que el pacto de Lizarra propició la ruptura entre ambos y el acercamiento entre los dos partidos abertzales.
Los socialistas, en Madrid y en el País Vasco, no contemplan otra alternativa que la repetición de la alianza con los peneuvistas, ahora con Imanol Pradales como posible lehendakari. Lo reiteró Pedro Sánchez a los periodistas durante su viaje a Oriente Próximo de la pasada semana, pero también el secretario general del PSE y candidato el 21-A, Eneko Andueza, lo recalca en cada mitin, en cada entrevista. El PSE, aseguró en el mitin de Vitoria del pasado sábado, el primero al que el presidente del Gobierno acudió en campaña, será "el dique de contención para que Bildu no gobierne" en Euskadi. Andueza recalcó que su partido "en ningún momento va a poner en riesgo la estabilidad de este país y no va a participar en ninguna aventura". "Vamos a seguir siendo garantía de estabilidad", sostuvo.
El jefe de los socialistas vascos ha insistido en los últimos meses en que ni gobernará con la izquierda abertzale ni hará lehendakari a su cabeza de cartel, Pello Otxandiano. Un subrayado que se ha intensificado por las advertencias del PNV en campaña y también desde que los socialistas decidieron desalojar de Pamplona a la alcaldesa de UPN para aupar al aspirante de Bildu, Joseba Asiron, aunque sin formar parte del Ejecutivo municipal. Para el PSE, la situación en absoluto es análoga a la de Euskadi y en todo caso tampoco hay un Gobierno compartido con la izquierda abertzale.
Los socialistas no ven opciones de pacto con Bildu por razones "éticas, políticas y estratégicas"
Y es que la doctrina del partido, sostienen en la cúpula de la federación, no es incoherente en Madrid o en el País Vasco. "En el Congreso o aquí nos entendemos con Bildu en cuestiones sectoriales, en materias concretas en las que tenemos cierta afinidad de visión más que con el PNV", apunta una dirigente de primer nivel del PSE. "Allí y aquí nos ponemos de acuerdo en cuestiones sociales, en las cuestiones del comer, pero nuestro proyecto de país es radicalmente distinto. Estamos en las antípodas", converge otro alto mando socialista vasco.
La ley vasca de vivienda de 2015, con Bildu y UPyD
En la federación recuerdan no solo los acuerdos trenzados con Bildu en la Cámara baja y que han aportado estabilidad a Sánchez desde la pasada legislatura, sino también otros tejidos en Euskadi. Por ejemplo, la ley vasca de vivienda, aprobada en 2015 tras el impulso del PSE y con el apoyo de Bildu y UPyD y el rechazo total de PNV y PP. Entonces los socialistas se sentaban en la oposición, pero después de reingresar en el Ejecutivo de Vitoria también han salido adelante iniciativas con el plácet de la formación de Arnaldo Otegi, como los presupuestos autonómicos de 2022, en los que se abstuvieron. También las cuentas de Vitoria de este 2024 fueron aprobadas por PSE y PNV —que comparten el Gobierno municipal— y la abstención de Bildu. En cambio, los presupuestos de Gipuzkoa para este año se han tenido que prorrogar por la negativa de los independentistas a apoyarlos. Tampoco respaldaron en el Congreso en 2022 la reforma laboral del Gobierno de Sánchez, salvada de milagro por el error de un diputado del PP.
El PSE no quiere que se olvide el pasado de la izquierda 'abertzale', su no condena del terrorismo y su apoyo político a la banda cuando mataba
"Pero lo diferente es participar en un Gobierno. Y ni Pedro gobierna con Bildu en Madrid, ni tampoco está el PSN en el Ejecutivo de Asiron en Pamplona, ni aquí en Euskadi compartimos ningún Gobierno. Para nosotros no entra esa hipótesis por ahora", señala la misma dirigente citada.
¿Y por qué? ¿Por qué no es posible dar el salto? Los responsables consultados señalan que ese momento de un cogobierno con Bildu no ha llegado, en primer lugar, por razones éticas, porque los de Otegi "no han culminado su recorrido" y no han condenado su pasado, su herencia como brazo político de ETA. "Toleraban que se matase a una parte del país. Y aunque algunos de sus dirigentes no hayan empuñado un arma, apoyaban políticamente a la banda, que socializaba el sufrimiento y extendía el exterminio selectivo", apunta este mando. Andueza pedía en enero a sus compañeros de partido "rebelarse" contra quienes les llamen "filoterroristas" porque ellos, los socialistas, han sufrido en sus carnes el terrorismo. La angustia de mirar cada día los bajos del coche, la presión de vivir años protegido por un escolta. La terrible pérdida de militantes y dirigentes. Como cuando ETA mató a su "amigo personal" Isaías Carrasco en aquella campaña de las generales de 2008. "Somos una federación de candidatos jóvenes pero que hemos llevado todos varios años de escolta. Es que nos hurtaron la juventud", ilustran en el círculo del secretario general. Aunque Bildu se presente como "la gran novedad de estas elecciones", decía este domingo el exlehendakari Patxi López, actual portavoz parlamentario socialista, en realidad constituye "lo más antiguo que hay bajo la faz de la tierra". "Sabemos de dónde vienen, y no es para estar orgullosos", les lanzó durante un acto en Santurtzi que compartió con sus dos sucesores al frente del PSE, Idoia Mendia y Eneko Andueza.
Pero ese pasado que duele no es esa la única razón. "Ellos son más impositivos, más estalinistas, no tienen ninguna cintura", resume uno de los principales colaboradores de Andueza. "Están todavía en los sóviets y no tienen soluciones mágicas", añade otra voz muy reconocida del PSE. Recuerdan su polémica gestión de los residuos en Gipuzkoa entre 2011 y 2015, o su propuesta, para esta campaña del 21-A, de "desmilitarizar" la Ertzaintza, o de euskaldunizar Osakidetza, el servicio público de sanidad, el gran caballo de batalla de estas elecciones por la erosión sufrida en los últimos años. Es decir, que lo que separa kilómetros a PSE y Bildu es su "proyecto de país", por mucho que en cuestiones sociales puedan estar más próximos. "Bildu es de doctrina, de carnés, es muy purista. Por eso nosotros nos reivindicamos como la izquierda útil, no de pancarta", completa un relevante cargo del PSE.
En el partido reconocen que Bildu ha sabido "oler los cambios" de la sociedad vasca y por eso ha 'escondido' el independentismo y ha optado por "institucionalizarse"
Lo que los socialistas sí reconocen a la formación independentista es su capacidad para "oler los cambios" de la sociedad vasca en los últimos años, mucho más que el PNV, para darse cuenta de que lo identitario "ha perdido mucho peso", de que la agenda global "ha desactivado el localismo, de que el Estado se ha relegitimado". "Han visto que los chavales en Euskadi se parecen a los de Murcia, que tienen preocupaciones similares. Ellos han escondido el independentismo porque saben que la sociedad no lo apoya [el respaldo a la separación del País Vasco está en mínimos, en un 22%], han visto la oportunidad de apoyar a Pedro...", incide la responsable de primer nivel. "Es que hay que pensar por qué Bildu respalda a Sánchez en Madrid. Porque sabe que enfrente tiene la caverna, a PP y Vox. Hay cuestiones de carácter social en las que están ellos, sí, pero también el PNV o ERC. Y ellos han optado por conseguir cosas y venderlas, por institucionalizarse. Hay una evolución en positivo. Pero gobernar juntos es otra cosa", señala un cargo del PSE con un pie en el País Vasco y otro en Madrid.
La ruptura de Lizarra
Pero si también se concibe hoy como imposible una alianza con los separatistas es por la "larga tradición de entendimiento con el PNV". En la cúpula de la federación reiteran que no se trata solo de que Sánchez necesite los cinco votos de los de Andoni Ortuzar en Madrid, es que el PSE lo tiene muy claro desde hace muchos años. Tras la ruptura provocada por el pacto de Lizarra de 1998, siguió un periodo de complicidad entre el PNV y la antigua Batasuna, y el lehendakari Juan José Ibarretxe integró en su Ejecutivo a Ezker Batua, la marca vasca de IU. En 2009, el PSE de Patxi López sacó por primera vez a los nacionalistas de Ajuria Enea, gracias a los votos del PP. Su Gobierno sobrevivió hasta 2012. A partir de entonces, se fueron reconstruyendo poco a poco los antiguos puentes. En 2015 emergieron los primeros acuerdos municipales y forales, en 2016 el PSE regresó al Ejecutivo de Vitoria y en 2020 se reeditó la coalición, ya con la entonces líder socialista del partido, Idoia Mendia, como vicelehendakari. Ahora la formación aspira a una repetición de esa alianza, con más fuerza, ya que una previsible bajada del PNV iría acompañada, confían, de una ligera subida de Andueza. De ahí el lema de campaña, Vota al que decide. El PSE se vindica como partido central, como llave de la gobernabilidad.
En la cúpula remarcan que "no condiciona" el hecho de que Sánchez necesite al PNV en Madrid, porque el PSE tiene una larga tradición de pactos con los 'jeltzales'. Desde 2015 se han repetido los pactos en ayuntamientos, diputaciones y en el Ejecutivo de Vitoria
"No nos condiciona Madrid para nada —advierten en la cúpula de la federación—. Pero vamos a volver a pactar con el PNV. Porque no hay otra alternativa. Los peores momentos de Euskadi fueron los años 1998-2009, cuando se juntaron los nacionalistas. Retrocedimos en convivencia, se paralizaron infraestructuras tan importantes como el tren de alta velocidad. No tenemos posibilidad de armar un Gobierno con Bildu coherente en términos de convivencia, en términos de país. ETA y Batasuna tenían un proyecto totalitario, tenían una visión única del país, y su pretensión era acabar con la pluralidad, y nosotros defendimos esa pluralidad. Hemos dotado a una sociedad plural como la vasca de un Gobierno plural. El Ejecutivo de PNV y PSE ocupa el carril central sociológico: la suma de nacionalistas y no nacionalistas, de la derecha y la izquierda. Es verdad que nos cuesta mucho cerrar el acuerdo con el PNV, pero cuando nos ponemos de acuerdo merece la pena".
En el PSE defienden que gobiernan cómodos con los jeltzales, y no esperan un gran viraje ahora con Pradales, un candidato de un corte semejante al del todavía lehendakari, Iñigo Urkullu, y sacan pecho de los últimos nueve años de pactos con ellos, que han aportado "estabilidad" a Euskadi en la década posterior al fin de ETA. Por eso insisten en que no pasará factura al partido lo ocurrido en Pamplona, porque si algo es el PSE es "previsible". "Aquí la derecha es testimonial, cosa que no ocurre en Navarra, no lo olvidemos", advierte un colaborador de Andueza. "La gente sabe dónde estamos. Tenemos el país cosido con el PNV. La valoración del pacto es extraordinaria. Cuando Idoia impulsó el acuerdo con ellos, sí que había resistencias internas, pero ella sabía que necesitábamos sosiego y que teníamos que reconstruirnos como partido siendo influyentes. Nuestro electorado y el del PNV está cómodo con la coalición y entre los nuestros son minoría quienes quieren pactar con Bildu", señala un relevante cargo de la federación.
Los socialistas apuntan a datos como los de la encuesta de EITB Focus del pasado enero: el 42,7% de los votantes del PNV y el 50,5% de los electores socialistas apoyaban la reedición de la coalición. El 23,2% de los que simpatizan con los jeltzales preferirían un pacto PNV-Bildu, mientras que solo un 6,5% de los votantes socialistas apoyarían una alianza con la izquierda abertzale. La opción de una entente PNV-Bildu es la favorita para el 32,5% de los electores de la coalición independentista.
El pacto PNV-PSE es el preferido por los votantes de las dos formaciones
"Claro que con el PNV no todo es estupendo", reconocen en la dirección. Distintos mandos reprochan a los de Ortuzar un estilo a veces "soberbio", una impronta un tanto "autoritaria", pero consideran que pese a todo les compensa el entendimiento con ellos. También porque una ruptura con el PNV dejaría en el aire los numerosos acuerdos municipales y forales, entente suscrita de nuevo en 2023. Los dos partidos gobiernan juntos, de hecho, además de en el Ejecutivo autonómico, en las tres capitales vascas —con alcalde jeltzale en Bilbao y San Sebastián, y socialista en Vitoria, Maider Etxebarria— y en las tres diputaciones, con amplísimas competencias, como en fiscalidad, obras públicas o servicios sociales.
Una comunidad con un fuerte voto dual
La alianza, pues, parece blindada. En el PSE ni siquiera prevén que el PNV quiera gobernar solo, sin ellos. Como tampoco contemplan el escenario de que no sumen mayoría absoluta (38 escaños), como ocurre ahora. Si no la alcanzasen, tampoco sería un obstáculo para la investidura de Pradales, porque siempre obtendría más votos —los de su formación y los de los socialistas— que los que pudiera reunir Otxandiano, aunque lograra pactar con Elkarrekin Podemos, que se juega su permanencia en el Parlamento de Vitoria, o Sumar, que también podría entrar en la Cámara o quedarse fuera.
Habrá que ver en el futuro. Si las circunstancias son las mismas que las de ahora, no habrá cambios", indican en la dirección sobre una hipotética coalición con Bildu dentro de unos años
¿Y en el futuro? ¿Cabría un Gobierno PSE-Bildu? Los dirigentes de la federación se muestran cautos. Reconocen que sus bases están evolucionando, que tanto el PSOE como el PSE están "renovando su electorado", pero aún gana con diferencia la alianza con el PNV y no creen que su proyecto esté en crisis porque "nunca ha flirteado con el independentismo", a diferencia de lo que ocurrió con el PSC entre 2012 y 2014. Ni siquiera se disputa, afirman distintos cuadros, votantes con Bildu, sí con el PNV. Lo que sí sucede es que hay electores que en generales se vuelcan con el PSOE —Sánchez ganó las generales en Euskadi el pasado julio—, que luego pueden apostar por la izquierda abertzale en municipales o en autonómicas. Es decir, hay claramente un voto dual. Pero en las vascas, dicen en la cúpula, el PSE pugna por votantes fronterizos con el PNV, con Podemos y Sumar, no con los que están en el espacio de los de Otegi. Muy diferente el campo de juego, por tanto, de las pasadas gallegas, donde sí hubo transferencias del PSdeG al BNG y un deseo de ambos de liderar juntos un Ejecutivo alternativo al del PP.
"Ellos [Bildu] saben que ahora mismo es imposible un pacto con ellos. En el futuro, no me atrevo a vaticinar", asegura un alto mando de la federación. "Habrá que ver. Si las circunstancias son las mismas que las de ahora, desde luego no habrá cambios", abundan en el entorno de Andueza. "Cuando decimos que les queda hacer un trayecto [condenar el terrorismo, desligarse del pasado de ETA], lo decimos porque lo pensamos de verdad. Y si no se va Otegi... Nosotros tenemos que hacer pedagogía de que el nacionalismo y el independentismo no resuelven nada. Y que si ellos, Bildu, tienen mucha fuerza pueden montar un procés", concluye un tercer cargo.
El PSE no prevé que el PNV quiera gobernar solo o que juntos no sumen mayoría absoluta
No se vislumbran turbulencias tras el 21-A. Salvo un terremoto que no dibuja ninguna encuesta. Es verdad que jamás PNV y la izquierda abertzale han corrido tan cerca, que está en juego una victoria que nunca se había escapado a los jeltzales desde la reinstauración de la autonomía en 1980 —solo en 1986 el PSE les venció en escaños—, pero en principio no soplan vientos de cambio en Ajuria Enea. Todo apunta a una nueva coalición PSE-PNV. Justo la que firmarían sin vacilar los socialistas. En Ferraz y en Euskadi.
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