Cuando, hace algo más de un año, en marzo de 2023, Màrius Carol, exdirector de La Vanguardia, comenzó sus conversaciones con José Luis Rodríguez Zapatero, no se vislumbraban unas elecciones generales en julio, ni una reedición del Gobierno de Pedro Sánchez por la mínima y con los siete votos decisivos de Junts. Ni la amnistía estaba sobre la mesa. Pero tras las urnas del 23-J, la medida de gracia entró forzosamente en la ecuación como la única vía para que el líder socialista amarrara su segunda investidura. Y el expresidente entendió que el perdón legal era una "oportunidad", como la ocasión para "reemprender el diálogo". Está convencido de su bondad. Y lo defiende.
De ella, de la amnistía, habla Zapatero en Crónica de la España que dialoga. Conversaciones con Màrius Carol (Navona, 2024), un libro que condensa las reflexiones del exjefe del Ejecutivo sobre los grandes conflictos que han atravesado las dos últimas décadas España y el mundo. Y uno de ellos es el encaje de Cataluña.
La fuerza del sufragio es extraordinaria y los españoles dieron un mandato electoral difícil: hagan esto posible, que haya un tiempo en España en que se empiece a superar el conflicto", señala el expresidente
La estación actual se llama amnistía. Y, para Zapatero, "amnistía es paz, es muy buena para España, para la España que quiere la inmensa mayoría de los españoles, en paz, que se reconoce a sí misma, que respeta su diversidad y la aprecia". No tiene "ninguna duda", contaba el propio expresidente este miércoles por la tarde en el Ateneo de Madrid, en la presentación de su libro, con Carol a su izquierda y con la periodista Ana Pastor como moderadora.
Para Zapatero, no hay vuelta de hoja. Los españoles dibujaron, tras el 23-J, "una mayoría parlamentaria posible", porque la derecha no tenía al alcance el Gobierno al quedar atada a Vox. "La fuerza del sufragio es extraordinaria y los españoles dieron un mandato electoral difícil: hagan esto posible, que haya un tiempo en España en que se empiece a superar el conflicto". Y para eso se requiere, "casi siempre es así", trabajar "con paciencia", porque "no hay diálogo sin paciencia". "La paciencia que caracteriza a Félix Bolaños", apostilló con una sonrisa, y allí estaba el ministro de Presidencia y Justicia delante, junto a otros tres miembros del Gabinete de Sánchez: la vicepresidenta María Jesús Montero y las responsables de Educación e Igualdad, Pilar Alegría y Ana Redondo.
Le recordaron que el PSOE no pensaba así, que el propio presidente no pensaba así. Que no defendía la amnistía. Frente a quienes desdeñan que pueda haber cambios de opinión, él cree que son lógicos: "Cambian las circunstancias y cambian la opinión".
El exlíder socialista recuerda que "todas las democracias" disponen de una institución como la amnistía
Pero lo importante es el resultado. "La amnistía es un test para nuestra democracia. Ojalá vivamos unos cuantos años para ver cómo se interpreta", señaló. El expresidente insistió en que "todas las democracias disponen de esta institución", porque es algo consustancial a la propia democracia. "El presidente de EEUU puede indultar sin sentencia. ¿Qué pasaría aquí? A España le va a sentar muy bien la amnistía. No hay hecho que no deje huella que no se tome con valentía, determinación y riesgo. Por eso tengo este respaldo tan claro e incondicional". Pero igual que cree que la medida de gracia es necesaria, también tiene la "intuición" de que no habrá referéndum de autodeterminación.
El "intento de deslegitimación" de Sánchez
La defensa de la amnistía por parte de Zapatero no admite dudas. Es absoluta. Como su reivindicación de Sánchez. Un líder que cree "de acero inoxidable", "más resistente" que él mismo. "Yo recibí muchas críticas, frases lacerantes. Pero la intensidad, la ira, la agresividad, la desfachatez y el intento de deslegitimación lo ha sufrido el presidente Sánchez y resistido con dignidad". Apuntaba que tras su victoria en 2004 no había "una línea en la que se deslegitimase" su llegada al poder, y ahora ve a Alberto Núñez Feijóo "cada poco hacer eso". El PP "no ayudó en nada, ni siquiera en la pandemia".
Sánchez recibió en la Moncloa a Zapatero al día siguiente del 23-J para agradecerle su labor durante la campaña
Lo que le hirió fue la acusación que el líder de los populares lanzó a Sánchez en mayo del año pasado, en la que sería la última sesión de control en el Senado de la pasada legislatura. "Usted es más generoso con los verdugos que con las víctimas", le asaeteó Feijóo, en una sentencia que evocaba el "usted traiciona a los muertos" que echó en cara Mariano Rajoy a Zapatero en el debate del estado de la nación de 2005. Fue entonces cuando el expresidente decidió volcarse activamente en la defensa del presidente, ayudarle en las generales que convocó para el 23-J. Un gesto por el que Sánchez le cumplimentó al día siguiente de aquellas elecciones con un "fuerte abrazo", durante un café al que le invitó en la Moncloa: "Oye, nunca te agradeceré bastante lo que has hecho. Gracias".
"Pedro Sánchez es valiente. La determinación y la fortaleza del actual presidente del Gobierno no la he conocido en ningún líder político", describió Zapatero en el Ateneo. Una reflexión que también recoge en el libro y que completa: "Cuando ha decidido algo, va hasta el final sin que le tiemble el pulso".
La relación entre los dos dirigentes es hoy continua y fecunda. El expresidente no oculta que echa una mano a su sucesor, también en la interlocución con Junts, aunque no concreta qué por "discreción". "He ayudado, ayudo y ayudaré, sin pretender protagonismo alguno, que no me corresponde, a buscar una salida al conflicto catalán, de ahí que defienda la oportunidad de la amnistía. Y he colaborado, cuando me lo han pedido, para que PSOE y Junts se entiendan", escribe. Narra, además, que cuando en su partido le preguntaron por el Centro Henri Dunant como "verificador de los acuerdos", les dijo que tenía "la mejor opinión de ellos". Su Gobierno recurrió al organismo para el fin de ETA.
Señala que ha ayudado, ayuda y ayudará a su partido en la interlocución con Junts, aunque no detalla qué por "discreción"
Precisamente el proceso de paz es otro de los capítulos importantes del libro. Zapatero hace una revelación: una noche, de madrugada, recibió una llamada de su ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba. La negociación con ETA se había estancado. Francisco Javier López Peña, Thierry, entonces jefe de la banda, advirtió al Gobierno de que había colocado siete u ocho bombas en distintos lugares estratégicos de España para que estallaran al día siguiente. Y la única forma de parar esos atentados, le trasladó Rubalcaba, era que hablase con Thierry. El ministro le aconsejó aguantar, no acceder al chantaje, y el presidente estaba de acuerdo. No ocurrió nada, pero eso no les ahorró horas de altísima tensión. "Me fiaba mucho de Alfredo. Era una persona inteligente. Aquello era era más un órdago que otra cosa, pero teníamos un espacio de incertidumbre. Si hubieran explotado las bombas, habría sido muy duro", rememoraba este miércoles.
La llamada a Chacón, Pajín y Madina
El libro también cuenta la mediación que ejerció el rey Juan Carlos con Rajoy y con él. Les convocó a los tres para hablar del final de la violencia. "El rey emérito tuvo siempre una confianza grande de que aquel era el momento para el fin de ETA". El diálogo fue bien, según la narración del expresidente. Zapatero reconoce a Rajoy que, pese a los "excesos verbales" en público, se fio de él y, cuando la banda anunció que dejaba las armas, el 20 de octubre de 2011, el entonces jefe del PP, que estaba avisado de que se produciría ese comunicado, subrayó que ese era el final de ETA y que no se había pagado precio político. Juan Carlos I fue de los primeros en darle la enhorabuena por el éxito político de acabar con el terrorismo, según puntualiza en las Conversaciones.
Zapatero reconoce que su biografía está marcada por el compromiso político de su abuelo, fusilado en agosto de 1936, que pidió a su familia "perdonar" y subrayó que su credo era la "paz"
No era Rajoy, con todo, el único que había sido advertido con antelación. Zapatero también informó previamente del comunicado a sus ministras Carme Chacón —fallecida en 2017— y Leire Pajín, a quienes "quería muchísimo", y también a Edu Madina, entonces secretario general del Grupo Socialista, y víctima de ETA en 2002.
Zapatero ha hecho del "talante" su marca personal. Pero él siempre subraya, y lo dijo este miércoles y lo expone en su libro, que la biografía de cada persona es determinante. Y su vida está marcada por el compromiso político de su abuelo, Juan Rodríguez Lozano, fusilado el 18 de agosto de 1936 tras un consejo de guerra sumarísimo. La noche antes de morir, escribió un pequeño testamento político que años más tarde marcaron a su nieto. "Muero inocente y perdono. Y pido a mi familia que también perdone. Nunca fui un traidor a la patria y mi único credo fue el amor al bien republicano, un ansia infinita de paz y el mejoramiento de los humiles".
"Soy un firme defensor del diálogo y la paz —reflexionaba Zapatero en el Ateneo—. Es un imperativo para todos los demócratas hacer una defensa de la paz. Diálogo no es más que caminar, ir hacia la palabra, la razón, y la paz es siempre un pacto. Soy un firme defensor de la solución pacífica de los conflictos. Lo que mejor me salió como presidente del Gobierno fue nunca declinar el afán de pacto y de paz". Por eso asegura que le rebela que se atice a Sánchez por ceder la amnistía a cambio de los siete votos de Junts. Es que la democracia es eso, reivindicó, es "pactar". Zapatero en estado puro.
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