"España está preparada para el reconocimiento del Estado palestino", declaró el miércoles Pedro Sánchez desde el Congreso de los Diputados, en pleno rifirrafe con Alberto Núñez Feijóo. El reconocimiento, lanzado en 2009 por José Luis Rodríguez Zapatero, podría materializarse antes de verano, tras quince años de promesas incumplidas que alimentan ahora el escepticismo con la medida por parte de los palestinos. "Ya tiene fecha", avanzó esta misma semana el ministro de Exteriores José Manuel Albares.

Si Irlanda no se adelanta –su Gobierno ha prometido adoptar la medida en "semanas"–, España será el décimo estado miembro de la Unión Europea en tratar de tú a tú a Palestina, un Estado dividido "de facto" en dos territorios –Gaza y Cisjordania– con unos asentamientos israelíes, siempre en expansión, en el segundo que –unido a que Israel es un Estado sin fronteras definidas– dificultan su porvenir y eficacia como ente y complican la solución de los dos Estados que la diplomacia occidental trata de revivir. Han reconocido a Palestina Polonia, Hungría, República Checa, Suecia, Rumanía, Bulgaria, Eslovaquia, Malta y Chipre. En total, 138 de los 193 estados miembro de la ONU han dado ya el paso.

El embajador de Palestina en España, Husni Abdel Wahed, con una réplica de la mezquita de Al Aqsa de Jerusalén. | ISRAEL CÁNOVAS

Consecuencias diplomáticas directas

¿Cuáles serían las consecuencias inmediatas de ese reconocimiento? En el ámbito estrictamente diplomático, son claras y están medidas. "El representante palestino en Madrid pasaría a tener rango de embajador. Más complicada sería la situación del cónsul general en Jerusalén. Para los palestinos pasaría a tener categoría de embajador, que no reconocería Israel. En todo lo demás, sería como el soneto de Cervantes: 'fuese y no hubo nada'", replica un diplomático español consultado por El Independiente.

El presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, durante su reunión con la embajadora de Israel en España y Andorra, Rodica Radian-Gordon. | EFE

Reacción de Israel

El otro frente sería el impacto en la relación con Israel, ya tensa desde el viaje de Sánchez a Israel el pasado noviembre en el que el socialista tildó ante Benjamin Netanyahu de "insoportable" el número de muertos palestinos en los ataques aéreos indiscriminados que Tel Aviv ha lanzado desde el 7 de octubre. Su posterior declaración desde el paso fronterizo egipcio de Rafah, donde acusó a Israel de no respetar el derecho internacional humanitario, provocó la retirada temporal de la embajadora israelí en Madrid Rodica Radian-Gordon

España se convertiría en un jugador no relevante ante los ojos de Israel, dice la embajadora israelí

"La más clara sería la reacción de Israel, que posiblemente llamará a su embajador a consultas", reconocen fuentes diplomáticas españolas. La embajada israelí en Madrid evita responder directamente a la cuestión de las represalias que tomaría si se consuma una promesa que lleva tres lustros sobre la mesa y que el Congreso de los Diputados apoyó de manera casi unánime en 2014, en tiempos de Mariano Rajoy en La Moncloa. Pero Radian-Gordon, en declaraciones a este diario, avisa: "El reconocimiento no cambiará nada en el terreno porque temas como fronteras o seguridad se pueden decidir solo en negociaciones directas entre Israel y los palestinos. Eso sí, España se convertiría en un jugador no relevante ante los ojos de Israel".

Una advertencia última que, pese a la reticencia de la legación diplomática israelí a concretar las medidas, anticipa una reacción airada de Tel Aviv y del Gobierno que lidera Netanyahu en coalición con partidos de extrema derecha y centro. Los expertos y conocedores del conflicto palestino-israelí, con raíces que se remontan a casi un siglo, consideran que las consecuencias son limitadas, porque el propio reconocimiento es más simbólico que práctico.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, a su llegada al canal de televisión Al Yazira, a 3 de abril de 2024, en Doha (Catar). | EP

Gesto simbólico

"Se trata principalmente de un gesto simbólico. Israel encontraría la manera de vivir con ello, sabiendo que el camino hacia una solución de dos Estados está muy lejos", apunta a este diario Joost Hiltermann, director del programa de Oriente Próximo y Norte de África del International Crisis Group. Sus declaraciones inciden, además, en la valoración escéptica que firman los palestinos sobre el posible reconocimiento. La consideran, a todas luces y a tenor del conflicto actual y catastrófica en Gaza, "insuficiente". Su listado de demandas es más ambicioso: exigen que España decrete un embargo total de armas a Israel; rompa lazos comerciales; o se sume a los esfuerzos internacionales, especialmente de los países del Sur Global, para perseguir a Israel por genocidio y limpieza étnica.

La mayoría de los países del mundo han reconocido a Palestina

La radiografía global de los apoyos al Estado palestino rebajan la euforia con la que el Gobierno de coalición español vende la medida y su supuesta contribución a forzar a las partes en liza a retomar las negociaciones de paz congeladas durante años, en mitad de una escalada regional y una radicalización de los actores en juego. "Serbia, República Checa, Eslovaquia, Bielorrusia, Rusia, Ucrania, Hungría, Rumanía, Bulgaria, Polonia y Chipre reconocieron el Estado de Palestina en 1988. Algunos dicen que se trata de reconocimientos parciales", esboza a este diario Muhannad Ayyash, profesor de Sociología de la universidad canadiense de Mount Royal y reputado experto en el conflicto palestino-israelí.

Un grupo de países, en su mayoría de la órbita soviética, a la que se adhirieron Islandia en 2011 y Suecia en 2014. "La mayoría de los países del mundo han reconocido a Palestina. Europa Occidental y América del Norte son las únicas regiones que todavía se interponen en el camino", concluye Ayyash. Un reconocimiento tardío que los palestinos consideran ya superado por las circunstancias de un bloqueo sobre Gaza que suma más de tres lustros, la expansión sin límite de los asentamientos israelíes en Cisjordania y las políticas que tildan de "apartheid" del Ejecutivo judío.