Euskadi enfila la última semana antes de las urnas del 21 de abril en un microclima de tensión baja pero de máxima incertidumbre. La pugna entre PNV y Euskal Herria Bildu es total, voto a voto. Los jeltzales se juegan nada menos que su hegemonía, de la que han disfrutado en más de 40 años de democracia, elección tras elección —solo la perdieron, y en escaños, en 1986, y se debió a su escisión por la izquierda, por Eusko Alkartasuna—, y la coalición de Arnaldo Otegi, firmar el mejor resultado de su historia. Pero, pase lo que pase, la continuidad del Gobierno de coalición PNV-PSE parece garantizada. Salvo sorpresa mayúscula.
Pero estas autonómicas vascas del 21-A contienen, además del duelo en la cumbre PNV-Bildu, otras batallas nada menores. Los socialistas libran su propia guerra para agrandar el espacio de la tercera fuerza. Ellos serán con seguridad la llave de la gobernabilidad de Euskadi, pero aspiran a ganar fortaleza y a ser más influyentes en el próximo Ejecutivo. Por eso en esta última semana de campaña su objetivo es triple: movilizar a los que apostaron por Pedro Sánchez en las generales del pasado 23 de julio, atraer a los descontentos con el PNV y concentrar el voto de la izquierda no nacionalista en torno a ellos, en torno a su candidato a lehendakari, Eneko Andueza.
La primera parte del camino hacia las urnas ha discurrido de manera un tanto anodina. Sosegada, sin exabruptos y al ralentí. Despertando muy poco a poco sobre todo en Bizkaia, más volcada en esta última semana en las celebraciones por la victoria del Athletic en la Copa del Rey frente al Mallorca y la mítica vuelta de la gabarra a la ría del Nervión 40 años después. Pero ahora el tiempo se agota.
El PSE cosechó el 25,27% de los votos en las últimas generales, y empató a cinco escaños con PNV y EH Bildu
El Partido Socialista de Euskadi-Euskadiko Ezkerra (PSE-EE) consiguió 10 escaños en las autonómicas de 2020, y sigue confiando aún, mediada la campaña, en una pequeña subida. Al menos, escalar hasta los 11 diputados y hasta un máximo de 13. Pero son conscientes de que no será fácil, alegan en la dirección, por un contexto de polarización PNV-Bildu en el que "sufren" las siguientes formaciones. La pelea estará, como ocurre casi siempre, en los restos provinciales. Cada territorio histórico reparte 25 parlamentarios, y la batalla está especialmente ajustada en Álava.
Los socialistas usarán hasta que echen el telón a la campaña una carta que consideran fundamental: la apelación a su votante de generales. El 23-J, contra pronóstico, el PSE ganó en las urnas: logró un 25,27% de los votos, y empató a cinco escaños con el PNV y con Bildu, por los dos del PP y el único parlamentario de Sumar.
Este sábado, en el espacio La Tabakalera de San Sebastián, en su segundo mitin en estos 15 días finales (y ante 950 militantes y simpatizantes), el propio Sánchez recordó que el PSE-EE venció en las generales, y pidió a esos electores que "concentren el voto" en torno a Andueza para "hacer de Euskadi una tierra que progresa en convivencia y en estabilidad". El País Vasco, dijo, "no se entendería sin el aporte de los socialistas", porque sin ellos "no habría sido posible la paz", ni habría sido posible la "convivencia", ni la "estabilidad". El candidato, por su parte, pidió que el 21-A nadie se quede en casa y apueste por su formación si no busca "aventuras independentistas". Un nuevo subrayado, por cierto, de que el PSE no pactará con Bildu, el miedo que espolea precisamente el PNV.
El riesgo, que el votante se quede en casa o vote al PNV
En la cúpula del PSE son conscientes de que no podrán repetir los resultados de julio, porque hay una parte de sus electores que se abstienen porque sienten que las autonómicas no son sus elecciones, o que optan por otras fuerzas en las vascas. "Pero hay que decir a esos votantes que es importante que nos vote, para que tengamos fortaleza para negociar esas políticas que interesan a los ciudadanos", señala una dirigente de la federación. "El problema", prosigue, "no es que nuestro votante se vaya a Bildu, sino que o bien se quede en casa o bien que ante el temor de que la izquierda abertzale gane, salga a votar al PNV".
Sánchez estará en campaña en tres actos y en las tres capitales, y Zapatero, en dos. Andueza compartirá mitin con Illa el próximo jueves en Eibar
Para reactivar esa conexión con el votante de generales, se incrementará la presencia de dirigentes nacionales en esta recta final. Este pasado viernes, Andueza mitineó en Vitoria con la portavoz del Gobierno y ministra de Educación, Pilar Alegría. El sábado, con Sánchez en San Sebastián. Este domingo estaba previsto un acto en Bilbao con los líderes de Juventudes en España, Víctor Camino, y Euskadi, Gabriel Arrúe, con Isabel Rodríguez, titular de Educación, pero esta se ha visto obligada a cancelar su participación por razones familiares. El miércoles, el candidato compartirá escenario con el expresidente José Luis Rodríguez Zapatero —ya estuvo con él en Irún el primer viernes de campaña—, claro talismán para los socialistas. El jueves, estará en su localidad natal, Eibar (Gipuzkoa), con el candidato del PSC a las catalanas del 12 de mayo, Salvador Illa, favorito en las encuestas.
Y el viernes, Sánchez regresará al País Vasco. Al cierre con Andueza en Bilbao. Así, el presidente habrá puesto un pie en cada capital vasca en estos 15 días: en Vitoria el 6 de abril, en San Sebastián el 13 y en Bilbao el 19. El PSE dudaba si encajar un tercer acto con el presidente del Gobierno en campaña, en buena medida por sus dificultades de agenda —este jueves y viernes arrancó su primer gira por Europa para ganar apoyos para el reconocimiento de Palestina, que continuará la próxima semana, hasta enlazar con el Consejo Europeo informal en Bruselas del miércoles 17 y jueves 18—, pero finalmente sí cerró con Ferraz el remate de la campaña.
"Es muy importante que venga. Su Gobierno y él tienen una valoración muy alta en Euskadi", justifican desde el entorno de Andueza. El candidato, además, tiene maratón de entrevistas y debates en la última semana: se enfrentará a sus rivales el lunes en El Diario Vasco, el martes en ETB2 —el canal en castellano de la tele pública autonómica—, el jueves en El Correo —la otra cabecera del grupo Vocento en la comunidad— y el viernes en la SER. La semana pasada, los debates se celebraron en TVE y en ETB1, en euskera.
Esta última semana hay maratón de debates: en ETB2, en la SER y en dos cabeceras de Vocento, 'El Correo' y 'El Diario Vasco'
Los socialistas también se dirigirán a los "desencantados" con el PNV, como dijo este sábado el aspirante a lehendakari. El PSE se ofrece como garantía de "estabilidad" y también presume de su gestión en el Ejecutivo de Vitoria, que ha compartido con Iñigo Urkullu en los últimos ocho años. "Vemos la oportunidad de decir que hemos gestionado bien, que nuestras tareas están perfectamente hechas, que las tres carteras que hemos liderado en el Gobierno [Empleo y Trabajo; Planificación Territorial, Vivienda y Transportes, y Turismo, Comercio y Consumo] no han tenido problemas como sí los han tenido las que ha llevado el PNV". Caso de Osakidetza, la sanidad pública vasca, considerada joya de la corona del autogobierno vasco que ha sufrido un importante deterioro en los últimos años y cuyo futuro se ha colocado en el centro del debate de esta campaña del 21-A.
Frente a Sumar y Elkarrekin Podemos
El tercer eje discursivo es, para los socialistas, la llamada al voto útil, muy presente desde el arranque de este tramo final hacia las elecciones. El PSE se apoya en que los sondeos no dan segura entrada en el Parlamento vasco a Sumar y, menos aún, a Elkarrekin Podemos —de nuevo, como ocurrió en Galicia en febrero, las formaciones de Yolanda Díaz y Ione Belarra concurren por separado—. El voto al PSE, remarcan, es "el voto útil de izquierdas". La "izquierda útil de verdad", dijo Andueza este sábado en la capital guipuzcoana. No obstante, en la cúpula de la federación son conscientes de que el voto en disputa con Sumar y Podemos es ya muy residual, porque estas dos últimas fuerzas pelean más, papeleta a papeleta, con Bildu. El PSE está convencido de que comparte más frontera con el PNV. "Sí es cierto", admite una responsable, "que los menores de 25 años, los nuevos votantes, pueden apostar por la izquierda abertzale, que claramente está en la ola". El candidato está siendo extremadamente duro con Bildu, y en cada intervención repite que no pactará con ellos ni investirá a su cabeza de cartel.
Los últimos escaños en cada territorio nos los jugamos por un puñado de votos. Nos podemos quedar en 10 o llegar a 12, y a PNV y Bildu les pasa igual. Pero nosotros estamos muy tranquilos", insisten en la dirección del PSE
Esta última semana de campaña será clave, por tanto, también para el PSE. En la dirección insisten en que no contemplan una bajada de su representación. Es decir, que en el peor escenario calculan que mantendrían las 10 actas de 2020, que un resultado "realista" sería estirarse hasta 11, y no prevén deslizarse por debajo de la barrera psicológica de los 10 sillones. Los sondeos, a falta del último arreón —el lunes es el último día en que podrán publicarse encuestas—, les otorgan entre 10 y 11 diputados, aunque el estudio de Simple Lógica para elDiario.es publicado este sábado pronostica 9-10 asientos para Andueza. La macroencuesta de Focus para EITB asigna 10-12 diputados al PSE, y la de Ikerfel para El Correo y El Diario Vasco, 10-11. "Los últimos escaños en cada territorio nos los jugamos por un puñado de votos. Nos podemos quedar en 10 o llegar a 12, y a PNV y Bildu les pasa igual. Pero nosotros estamos muy tranquilos", subrayan desde el aparato autonómico del partido. Hace cuatro años, recuerdan en la cúpula, el asiento número 11 quedó a "solo 711 votos".
En el equipo del líder del PSE tampoco barajan la hipótesis de que no alcancen la mayoría absoluta (38 escaños) con el PNV. Hace cuatro años, los jeltzales tuvieron 31 asientos, que sumados a los diez de los socialistas les permitía disfrutar de una mayoría holgada. Los nacionalistas vascos, ahora con Imanol Pradales como candidato, previsiblemente bajarán hasta el entorno de los 27-29 parlamentarios, en dura competencia con un Bildu al alza, que presenta como cabeza de cartel a Pello Otxandiano. En cualquier caso, la investidura de Pradales no se vería amenazada, ya que la ley vasca impone que sale elegido lehendakari el candidato que, en la misma sesión, recabe más apoyos, y es casi imposible que Otxandiano, incluso sumando a Sumar y Podemos, tenga más respaldos que Pradales, que sumaría a sus diputados los del PSE. Pero si no alcanza la mayoría absoluta, como ocurrió en la legislatura 2016-2020, la gobernabilidad se complicaría.
La sensación que impera en el PSE es que, pese a las dificultades, están haciendo una "buena campaña", con un "mensaje coherente y un candidato con presencia y con propuestas". El peligro es, precisamente, su condición de tercera fuerza en un contexto de dura pugna entre los dos primeros, PNV y Bildu. "Nuestro votante es complicado, exigente. Somos el segundo partido favorito, el que cae bien, pero al que cuesta votarlo", reconocen en la federación. En su contra, que "no hay pulsión de cambio" y que el escenario de 2009, cuando el PSE de Patxi López canalizó "el voto de hartazgo" contra la estrategia del entonces lehendakari Juan José Ibarretxe —que gobernó con EA y Ezker Batua, y no con el PSE, como hizo su predecesor, el recientemente fallecido José Antonio Ardanza—, ya no es reproducible hoy día.
El partido confía en activar en la última semana a su electorado, siempre más remiso a entrar en campaña
El PSE espera que esta segunda y última semana de campaña sirva para despertar a su electorado, siempre "más difícil de activar" y de combustión más lenta. Cree que tiene margen de crecimiento, a diferencia de la coalición de Otegi, que entiende que ha llegado a su tope y que sus votantes ya están muy movilizados. Las expectativas para el PSE, pues, no son malas, como sí lo eran en Galicia, pero Sánchez necesita salvar con holgura esta primera valla para afrontar la cita electoral capital de esta primavera, las catalanas del 12-M. Y ambas convocatorias, confían en Ferraz, deberían pavimentar el camino para las europeas del 9 de junio, en las que el PP partiría con ventaja. Un revés imprevisto en las urnas del 21-A comprometería al PSE, pero también al presidente.
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