En Galicia, hace apenas dos meses, los socialistas padecieron la catástrofe. En Euskadi, saborearon el éxito. Superaron la media de las encuestas de la campaña, mejoraron sensiblemente su resultado de hace cuatro años al avanzar dos escaños y sobre todo, con su clara subida, salvan el Gobierno de coalición del PNV. Con mayoría absoluta. Si Imanol Pradales, el hombre en el que confiaron los nacionalistas para relevar a Iñigo Urkullu, alcanza la Lehendakaritza, será gracias a su pacto con un PSE que gana peso y posición negociadora. Pero también gana Pedro Sánchez, al quedar fortalecido su partido en el País Vasco y en Madrid, atar sus relaciones con PNV y Bildu y recibir un espaldarazo su Ejecutivo frente a un PP de nuevo irrelevante en una comunidad histórica. No hay dudas de que se reeditará el pacto PSE-PNV, y lo dejaron claro los socialistas tanto en Bilbao como en Ferraz: harán aquello que dijeron en campaña y decidirán "con responsabilidad", para "responder a esos miles y miles de vascos que quieren una política alejada del ruido, que se olvide de mitos y aventuras y que piense en la gente, en sus derechos y en sus libertades como una prioridad".
Desde las generales, los socialistas no vivían una noche electoral feliz. Sabían que las vascas eran una prueba sencilla y antesala de las elecciones verdaderamente importantes, las catalanas. Pero este 21 de abril se dio mejor de lo previsto para el Partido Socialista de Euskadi-Euskadiko Ezkerra (PSE-EE) y para su candidato a lehendakari y secretario general, Eneko Andueza. Con casi el 100% escrutado, la formación obtuvo 12 escaños, dos más que en las autonómicas de julio de 2020, y cosechó más de 149.000 votos, unos 27.000 más. Salta del 13,65% al 14,22%, algo más de medio punto. Pero, significativamente, dio la sorpresa: la cúpula sí creía que firmaría un resultado mejor de lo que decían los sondeos, que indicaban que se movería entre los 10 y 11 diputados, y las urnas lo ratificaron.
El PSE gana en torno a 27.000 votos y algo más de medio punto, y araña un diputado en Bizkaia y Gipuzkoa. En cada territorio histórico sienta a cuatro de los suyos. Es su mejor resultado desde los comicios de 2012
Los socialistas se situaron, por tanto, en el mejor de los escenarios dibujados. Porque sus 12 escaños son fundamentales para un PNV a la baja. Los jeltzales cayeron de 31 a 27 diputados, cuatro menos. Los mismos 27 escaños que EH Bildu —ganó seis—, pero finalmente se mantuvieron como la formación más votada, como lleva sucediendo ininterrumpidamente desde 1980. Solo en 1986 fueron vencidos en parlamentarios —no en papeletas— por el PSE, en las elecciones de la traumática escisión de Eusko Alkartasuna. Las 27 actas del PNV y las 12 del PSE suman 39 sillones en el Parlamento de Vitoria, uno por encima de la mayoría absoluta y dos menos que hace cuatro años. Si Andueza hubiera repetido el dato de las últimas vascas (10 asientos), no se habría podido reeditar la mayoría absoluta con los jeltzales. La investidura es más sencilla en Euskadi, porque en segunda vuelta es elegido el candidato que consiga más apoyos, y no es posible votar en contra, pero sin los 38 diputados la gobernabilidad se complica.
El PSE avanzó dos escaños, que arañó en Bizkaia y Gipuzkoa —uno más en cada una—, de tal forma que consigue la misma representación en cada territorio histórico: cuatro parlamentarios. Andueza logró su mejor porcentaje de voto en Álava (16,34%), y el peor, en Gipuzkoa (13,53%). Las 12 actas totales es el mejor tanto del PSE desde 2012: entonces obtuvieron 16 diputados —desde los 25 de 2009, los que permitieron a Patxi López arrebatar el Gobierno al PNV—, luego bajaron a nueve en 2016 y subieron a diez en 2020. En número de papeletas, los socialistas también mejoran las marcas de 2020 y 2016, y se quedan por detrás del dato de 2012: 212.809. La participación este 21-A ascendió al 62,52%, por el 50,78% de hace cuatro años, en plena pandemia.
Pero lo relevante de este 21-A es que el PSE se consolida como la llave de la gobernabilidad. Ese era su lema de campaña, Vota al que decide. A eso aspiraba Andueza, a situarse en el centro. Y lo logró. Con su resultado, imprescindible para el PNV, hace irrelevante al PP, que aunque gana un diputado no le sirve absolutamente de nada. Los populares de Alberto Núñez Feijóo no pueden condicionar al futuro Ejecutivo. Tampoco lo puede hacer, desde la banda izquierda, Sumar, que a duras penas entra en el Parlamento de Vitoria. Lo hace con un solo escaño y un 3,34% de los votos. Sentará en la Cámara, además, no a su candidata, Alba García, sino al uno por Álava, Jon Hernández, representante de Ezker Anitza-IU. Un mal dato para la socia de coalición de Sánchez y líder de Sumar, Yolanda Díaz, aunque al menos, para su satisfacción, logra imponerse sobre Elkarrekin Podemos, que sale del Parlamento y pierde sus seis diputados.
"La política que quiere la inmensa mayoría"
Andueza compareció pasadas las 22.30 de esta noche electoral corta, muy corta. "Que nadie tenga ninguna duda de que todas aquellas personas que hoy han confiado en el PSE su voto va a servir para lo que hemos dicho durante toda la campaña: va a servir para mejorar la vida de los vascos, para proteger y reforzar nuestros servicios públicos, para garantizar las políticas progresistas en Euskadi, para garantizar la pluralidad y para hacer la política que quiere una inmensa mayoría en este país", sostuvo, evidenciando que su deseo es reeditar el Gobierno con el PNV. Pradales, en su valoración de los resultados, también dio a entender que buscará esa nueva coalición con los socialistas. Si algo ha reiterado Andueza en todo este tiempo es que no gobernará con la izquierda abertzale ni investirá a su candidato.
Que nadie tenga duda de que el voto al PSE servirá para lo que hemos dicho durante toda la campaña", garantiza Andueza, que insiste en que partido actuará "con responsabilidad"
El líder del PSE sostuvo que su partido decidirá "con responsabilidad" para desplegar una política "que se olvide de mitos y de aventuras". "Como siempre lo ha hecho a lo largo de su historia", insistió, el PSE "volverá a estar a la altura de lo que se merece la ciudadanía vasca". En Bilbao, la celebración era total. El éxito era sentido como propio pero también del presidente del Gobierno y de la dirección federal: el resultado, subrayó, también es de Sánchez.
En Ferraz, la portavoz de la ejecutiva, Esther Peña, felicitó a su compañero Andueza por la "magnífica campaña", por haber sabido encontrar un espacio entre PNV y Bildu, y por los resultados, que prueban que el PSE se mantiene como "partido central de la política vasca" y "decisivo para que siga habiendo políticas progresistas en Euskadi". También la cúpula federal da por hecho la continuidad del Gobierno PNV-PSE. "Decidiremos las políticas, condicionaremos el próximo Gobierno que ponga a los vascos en el centro —recalcó—. Eneko decidirá incluso con más fuerza. El voto al PSE es el voto útil, se ha demostrado que es el voto imprescindible".
Peña enseguida miró hacia el PP, porque al contrario que los socialistas, "no tendrá mucho que decir ni que decidir". Los populares ambicionaban llegar hasta los 10 diputados y poder ser llave. Pero ni una cosa ni la otra. "Feijóo ha vuelto a equivocarse. Anunció un cambio de ciclo político tras las generales que nunca llegó a producirse, lo repitió tras las elecciones gallegas pero la gaviota popular ha vuelto a volar demasiado bajo", dijo.
Los socialistas presumen de que ellos están por encima de los dos dígitos en porcentaje de voto en todos los territorios, cosa que no les ocurre a los conservadores. "El PP dice que viene a vertebrar España, pero es residual en muchos de sus territorios. La ciudadanía vasca les ha vuelto a dar la espalda, ha vuelto a demostrar que el motor de Feijóo está gripado", agregó. La aportación del jefe de los populares "ha sido la nada", y "tampoco parece haber ayudado la fugaz y de tapadillo visita" de Isabel Díaz Ayuso a Euskadi en esta campaña.
La importancia de la segunda semana de campaña
Desde Ferraz, la dirección resaltaba las claves de sus datos, mirándose en el espejo de los conservadores: el PSE sube dos escaños, frente a solo uno del PP, le supera en los tres territorios históricos, mantiene la tendencia ascendente en Euskadi tras las generales —elecciones que ganó—, incrementa un 25,2% su voto en las capitales (12.000 más), aumenta un 24,2% en las localidades de más de 100.000 habitantes. Mientras, el PP vuelve a las mismas cifras que tenía en 1990. Y destacaban otro número: las formaciones de la investidura (PNV, Bildu, PSE y Sumar) representan el 85,26% de los votos.
El PSOE se reivindica como el partido "central" en Euskadi frente a la "nada" que encarna el PP
Los socialistas habían llegado confiados al final de la campaña. Tenían la sensación de que habían logrado "romper" la idea de que la pugna en Euskadi era únicamente cosa de dos, de PNV y Bildu. Se felicitaban de que Andueza hubiera conseguido "meter la cabeza", hacerse un hueco entre los dos partidos nacionalistas y proyectar sus propuestas. Y estaban convencidos de que la segunda semana se había dado mejor que la primera, porque su electorado se había activado y porque creían que el patinazo de Pello Otxandiano, negando que ETA fuera una banda terrorista, podía ayudarles a ellos y también al PNV. Y así ocurrió.
Las vascas eran, desde el principio, una meta volante fácil para los socialistas, casi un trámite antes de las elecciones sistémicas de este ciclo, las catalanas, las que en cierta medida determinarán la gobernabilidad del país y la estabilidad del Ejecutivo de Pedro Sánchez, y en las que el PSC parte como favorito. Aunque la incertidumbre acerca de quién se imputaría la victoria el 21-A se mantuvo hasta el escrutinio, no había ni hay dudas respecto a cuál será el Gobierno más probable: la coalición PNV-PSE. Por eso no se esperan cambios en Madrid después de la cita de este domingo. Casi todo lo contrario: Sánchez podrá seguir contando con peneuvistas y soberanistas, con la diferencia de que su ascenso le refuerza frente a los primeros. Andueza, por tanto, ayuda a su líder en Madrid y da estabilidad al Ejecutivo.
El presidente del Gobierno siguió la noche electoral, como ocurre en todas las convocatorias autonómicas, desde la Moncloa, así que en la sede federal el escrutinio lo siguieron varios miembros de la ejecutiva, capitaneados por María Jesús Montero, Santos Cerdán, Félix Bolaños y Juanfran Serrano. Este lunes se reúne la dirección para valorar el "extraordinario resultado" del PSE —como se felicitó Sánchez en X— y para dar paso a las siguientes dos pantallas de forma oficial: las catalanas del 12-M, cuya campaña arranca el próximo viernes, y las europeas del 9-J, cuya cabeza de cartel se decide también este lunes. Que el ritmo (electoral) no pare. Pero para el PSOE el 21-A se ha convertido en una importante y sorpresiva bomba de oxígeno en un momento clave.
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