Los partidos ya han pasado rápidamente la página vasca para centrarse en el temario siguiente, mucho más duro e incierto: las elecciones catalanas del 12 de mayo. Aquí, a diferencia de lo que sucedía en Euskadi, sí emerge un ganador claro, el PSC —eso aseguran absolutamente todas las encuestas—, pero la gobernabilidad se presume bastante más complicada. Pero lo que ocurra en Cataluña impactará de lleno en Madrid. En el Ejecutivo de Pedro Sánchez. Los socialistas insisten en que su escenario idóneo es que su candidato, el exministro de Sanidad Salvador Illa, gane y gobierne la Generalitat, con apoyo externo de ERC. Y están convencidos de que en esa hipótesis, que supondría que ni los republicanos ni los posconvergentes forman parte del Govern, también Sánchez saldría ganando y no se introduciría un elemento extra de inestabilidad.
La campaña del 12-M arranca ya en la madrugada del jueves al viernes. En apenas unas horas. Y el aperitivo han sido dos encuestas publicadas este martes, de 40dB para El País y la SER y de GESOP para El Periódico de Catalunya, con proyecciones similares. Para empezar, con el PSC en cabeza, con entre 38 y 40 escaños —hoy tiene 33—, seguido de Junts (32-34, por los 32 de hace tres años) y ERC (27-30, ahora cuenta a 33). En cuarto lugar se situaría el PP (13-14, cuando en las últimas elecciones solo consiguió tres), y más tarde Vox (8-9), comunes (6-7) y CUP (4-7). Los dos sondeos dan por primera vez entrada a la formación ultraderechista e independentista Aliança Catalana (0-1). El independentismo no repetiría la mayoría absoluta —los ansiados 68 escaños de un Parlament de 135 asientos—, y esa eventualidad, que es capital para el Gobierno que se produzca, abriría una Cataluña posprocés, con Illa en el centro aunque con muchas dificultades para tejer pactos.
En el Ejecutivo perciben "fuerte" a Illa porque la sociedad catalana quiere "pasar página" del 'procés'. La clave, dicen, reside en por cuánto gana, quién queda primero en el campo soberanista y si ERC, Junts y CUP suman 68
En Ferraz y en la Moncloa no tienen duda de que el primer secretario del PSC ganará, y con holgura, los comicios del 12-M. Le perciben "fuerte", creen que la sociedad catalana le dará su confianza porque está deseando "pasar página" del procés. Pero asumen que la gran duda de estas elecciones no descansa en quién vencerá en las urnas, sino por cuánto gana Illa, quién queda primero en el espacio independentista —si Junts o ERC— y si se repite la mayoría separatista en el Parlament.
Tanto en Madrid como en el PSC confían en que en esta ocasión las fuerzas soberanistas no alcancen el umbral de los 68 escaños. Del cómputo habría que sacar a la Aliança Catalana de Sílvia Orriols, alcaldesa de Ripoll, porque ERC sí ha insistido en que no sumará sus votos a los de la extrema derecha.
Ese es el escenario central para los socialistas: que no se reedite la mayoría independentista. Es el que necesita Sánchez para proclamar que su política de distensión ha funcionado y ha logrado desactivar el procés. Porque solo además en ese caso podrían abrirse las puertas de la Generalitat para Illa.
Cuando Carles Puigdemont saltó de nuevo a escena, cuando confirmó su candidatura el 12-M, los sondeos no arrojaban con nitidez quién quedaría primero en el espacio soberanista. Pero el paso de las semanas ha ido despejando, en principio, esa incertidumbre y, según los sondeos, es Junts quien se ha impuesto a ERC. Hipótesis que también manejan en el círculo de Sánchez, aunque aún esperan que "el suflé de Puigdemont vaya bajando" conforme avance la campaña.
"Todo está por analizar"
Pero, aunque Junts superase a ERC, si ambas formaciones no sumaran la absoluta con la CUP, el cálculo que hacen los socialistas es que Illa podría ser president. ¿Cómo? Desde el núcleo duro de Sánchez, y también en el PSC, creen que podrían buscar al menos la abstención de ERC. Pero podría no bastar, porque para ser investido Illa necesitaría no disponer de una mayoría de votos en contra, por lo que quizá tendría que buscar otros apoyos —los más factibles, los de los comunes, que forman parte de Sumar— y abstenciones —como la del PP—. "Todo está por analizar, porque dependerá de los números que saque cada partido, y eso no lo sabemos aún. Aquí lo importante es que Salva logre una gran mayoría", señalan fuentes muy próximas al presidente del Gobierno. Es decir, si la victoria del líder del PSC es contundente, y su ventaja sobre el segundo y el tercero es amplia, tendrá más a mano su elección.
La fórmula que ven más factible en el círculo de Sánchez es un Govern en solitario de Illa, no un nuevo tripartito
La expectativa del PSOE es que Illa gobierne en solitario. No cuenta con reeditar la fórmula del tripartito, la que funcionó en dos etapas —entre 2003 y 2006, con Pasqual Maragall de president, y entre 2006 y 2010, con José Montilla al frente del Govern—, entonces con ERC e Iniciativa per Catalunya Verds (partido hoy integrado en los comunes). Ni la quiere ERC ni la quiere el PSC, advierten en el Gobierno. "No vemos a los republicanos entrando en un Ejecutivo con el PSC, sinceramente. Ellos están en otra cosa", precisan las mismas fuentes, que advierten de que nada está hablado aún con el partido hermano y que queda mucha tela por cortar.
No obstante, ese sería, pues, el escenario preferido para Sánchez. Un Govern en solitario de Illa, investido con al menos la abstención de ERC y el sí de los comunes, y que funcionase durante la legislatura con apoyos externos. ¿Pero podría disponer el presidente de unos Presupuestos Generales del Estado, con republicanos y posconvergentes fuera del Govern? ¿O podrían tener la tentación de tumbar a Sánchez?
En el círculo del presidente, la respuesta es taxativa: la legislatura quedaría estabilizada. "No hay que estar en el Govern para pedir cosas en el territorio. Bildu no está en el Ejecutivo, ni Compromís, ni el BNG, ni siquiera ahora Junts ahora mismo, y son socios del Gobierno. Ellos piden cosas para sus respectivos territorios, más allá de que tengan o no capacidad de ejecutarlas ellos mismos".
Creen que ERC y Junts seguirían teniendo incentivos para apoyar a Sánchez, para reivindicar que arrancan medidas para Cataluña
En definitiva, siguen, es como su gancho electoral. "Es decir esto se ha hecho por nosotros, no esto se ha hecho porque lo hemos ejecutado nosotros. Lo que nos viene bien para nuestros Presupuestos es que Salva gane y gobierne", sancionan.
No solo porque también desde fuera del Govern pueden presionar al Ejecutivo central, explican, sino porque estando ERC y Junts, los dos, fuera de la Generalitat, se neutralizan en su competición. Sin un nuevo escenario electoral a la vista, "ya se tranquiliza el debate". Dicho de otro modo, si Illa lidera la Generalitat y los independentistas están en la oposición, seguirían teniendo incentivos para apoyar a Sánchez en Madrid y conferir estabilidad a la legislatura, siempre según la previsión del Ejecutivo central.
ERC ya ha repetido su 'no'
Como señala un veterano dirigente del PSC, si no hay mayoría independentista el 12-M, será fundamental escuchar a todos los actores la noche electoral, porque será entonces cuando se definan las estrategias y las posibilidades (o no) de pacto. Si se abren o no puertas. Pero también podría ocurrir que fuera imposible el acuerdo y Cataluña se encaminase hacia una repetición electoral, hipótesis que no acaban de ver en la Moncloa, donde creen que ERC acabaría propiciando la investidura de Illa antes que forzar unos segundos comicios.
En el PSOE estiman que ERC sí se vería abocada a investir a Puigdemont porque la presión que recibiría sería muy grande
Lo cierto es que los socialistas están bastante seguros de que los republicanos al final acabarán prestando sus votos al exministro de Sanidad, aunque en todo este tiempo ellos no han dejado de asegurar que no harán president a Illa. No obstante, la colaboración entre ambas formaciones ya se ha experimentado en los últimos años: el PSC apoyó los últimos presupuestos de ERC, y prestó su respaldo a los de 2024, pero el no de los comunes los hicieron caer y provocaron, a la postre, la convocatoria del 12-M. Y ERC es socia de Sánchez en Madrid desde 2020.
"Tenemos una gran esperanza en que Salvador Illa y el PSC saquen un magnífico resultado que nos permita gobernar y abrir una nueva etapa, un nuevo ciclo en Cataluña que yo creo que es el interés y lo que desean la gran mayoría de los catalanes", aseguraba este martes en el Senado la vicesecretaria general del PSOE y vicepresidenta primera del Gobierno, María Jesús Montero.
Pero cabría otra posibilidad. Que sí se reprodujera la mayoría separatista en el Parlament. Algo que "ninguna encuesta" apunta, recuerdan en el Gobierno. En ese caso, cabrían dos opciones. Si Junts quedara por delante de ERC, los socialistas creen que los de Junqueras tendrán muy difícil no investir a Puigdemont. "La presión hacia ellos sería muy grande. Esquerra tendría una papeleta muy complicada", estiman. En cambio, si es Pere Aragonès el que gana la batalla en el campo independentista —hipótesis que ahora no apuntan los sondeos—, los socialistas dudan de que Junts le hagan president. Por la enorme rivalidad que mantienen. Y porque los posconvergentes ya se marcharon del Govern de Aragonès en octubre de 2022, dejándole en minoría y en una extrema debilidad parlamentaria.
La alternativa de una mayoría soberanista sería muy problemática para Sánchez: cuestionaría su estrategia y la amnistía. "Cataluña implosiona y España implosiona", avisa un veterano
Pero el problema, de repetirse una mayoría independentista con Junts a la cabeza, sería mucho más profundo para Sánchez. Porque significaría que su política de distensión, que su arriesgada apuesta por la ley de amnistía, no habría funcionado. Que Puigdemont pudiera volver a ocupar la presidencia de la Generalitat, gracias a la medida de gracia, sería una imagen que difícil podría resistir el Gobierno. "Es que si eso sucede, Cataluña implosiona y España implosiona. Sería como regresar a 2017", advierte un veterano parlamentario del PSC. No solo no se cerraría el procés, sino que casi se resucitaría. Ese escenario refutaría toda la estrategia de Sánchez y le dejaría muy expuesto de cara a la siguiente competición electoral, las europeas del 9 de junio.
Las elecciones catalanas del 12-M son absolutamente sistémicas. Centrales en esta legislatura. Y dependiendo de cómo se resuelvan —o si acaban desembocando en unos nuevos comicios—, el Gobierno puede encontrar oxígeno y un largo alivio o bien sumergirse en un infierno insondable. Las dos semanas de campaña que arrancan este viernes son cruciales para una Cataluña que decide si realmente quiere abandonar las páginas del procés o volver la mirada hacia ellas con nuevas energías.
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