Un comunicado inédito. Absolutamente inédito. Y brutal. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, dice basta tras la "denuncia falsa" contra su mujer, Begoña Gómez. Cancela su agenda pública para los próximos días y "reflexionar" sobre qué camino tomar, si sigue o no como jefe del Ejecutivo. Si debe dimitir o no. Necesita "parar" tras un "ataque sin precedentes" contra él y contra su esposa, explica, porque "nunca" ha tenido "apego al cargo".
Ya a primera hora del miércoles, en la sesión de control al Gobierno en el Congreso, el presidente había lanzado la señal de que le había irritado profundamente la noticia de que un juez de Madrid había abierto diligencias contra su mujer por presunto tráfico de influencias a raíz de una denuncia presentada por la organización ultraderechista Manos Limpias. "En un día como hoy, y después de las noticias que he conocido, a pesar de todo, sigo creyendo en la Justicia de mi país". Por la tarde, él mismo publicó en su cuenta de X una "carta a la ciudadanía". Un comunicado explosivo de cuatro páginas.
Se declara un hombre "profundamente enamorado" de su mujer, que vive "con impotencia el fango que sobre ella esparcen día sí y día también"
Sánchez relata la estrategia de "acoso y derribo" que lleva "meses perpetrándose" que ha catalizado en la denuncia de Manos Limpias, basada en "supuestas informaciones de esa constelación de cabeceras ultraconservadoras" —entre ellas, El Confidencial o The Objective— que han dado cuenta de las actividades privadas de su mujer. Después se dirige a los jefes de PP y Vox, Alberto Núñez Feijóo y Santiago Abascal, "colaboradores necesarios junto a una galaxia digital ultraderechista y la organización Manos Limpias". Fue el líder popular, recuerda, quien llevó el caso ante la Oficina de Conflicto de Intereses —que acabó archivado—, y para el que pidió para él de cinco a 10 años de inhabilitación. Luego llegó la apertura de la comisión Koldo en el Senado. "Como es lógico, faltaba la judicialización del caso. Es el paso que acaban de dar".
"Se trata de una operación de acoso y derribo por tierra, mar y aire, para intentar hacerme desfallecer en lo político y en lo personal atacando a mi esposa. No soy un ingenuo. Soy consciente de que denuncian a Begoña no porque haya hecho algo ilegal, ellos saben que no hay caso, sino por ser mi esposa. Como soy también plenamente consciente de que los ataques que sufro no son a mi persona sino a lo que represento: una opción política progresista, respaldada elección tras elección por millones de españoles, basada en el avance económico, la justicia social y la regeneración democrática", señala.
El jefe del Ejecutivo denuncia un "operación de acoso y derribo por tierra, mar y aire" para hacerle desfallecer atacando a su esposa
El presidente recalca que su "lucha" comenzó hace años. En las primarias de su partido, que él ganó en 2017, en la moción de censura de 2018, en las dos generales de 2019, en las generales de 2023. "La democracia habló, pero la derecha y la ultraderecha, nuevamente, no aceptaron el resultado electoral. Fueron conscientes de que con el ataque político no sería suficiente y ahora han traspasado la línea del respeto a la vida familiar de un presidente del Gobierno y el ataque a su vida personal", se duele.
Feijóo y Abascal, prosigue, han puesto en marcha lo que el escritor italiano Umberto Eco llamó "máquina del fango", "tratar de deshumanizar y deslegitimar al adversario político a través de denuncias tan escandalosas como falsas". A su juicio, una "coalición de intereses derechistas y ultraderechistas que no toleran la realidad de España, que no aceptan el veredicto de las urnas y que están dispuestos a esparcir fango" intentan "destruirle".
"Llegados a este punto, la pregunta que legítimamente me hago es: ¿merece la pena todo esto? Sinceramente, no lo sé. Este ataque no tiene precedentes, es tan grave y tan burdo que necesito parar y reflexionar con mi esposa", subraya. El presidente recuerda que tras los políticos también "hay personas" y él es un hombre "profundamente enamorado" de su mujer, que vive "con impotencia el fango que sobre ella esparcen día sí y día también".
El presidente no abrirá campaña este jueves en Sabadell y tampoco asistirá al comité federal del sábado que ratificará la lista de las europeas
"Necesito parar y reflexionar. Me urge responderme a la pregunta de si merece la pena, pese al fango en el que la derecha y la ultraderecha pretenden convertir la política. Si debo continuar al frente del Gobierno o renunciar a este alto honor". Ese es el pasaje central de su carta: el anuncio de que decidirá si dimite o no. El propio Sánchez lo sigue explicando: "A pesar de la caricatura que la derecha y la ultraderecha política y mediática han tratado de hacer de mí, nunca he tenido apego al cargo. Sí lo tengo al deber, al compromiso político y al servicio público. Yo no paso por los cargos, hago valer la legitimidad de esas altas responsabilidades para transformar y hacer avanzar al país que quiero".
Sánchez añade que seguirá "trabajando", pero que cancelará su agenda pública "unos días para poder reflexionar y decidir qué camino tomar". Y anticipa que el próximo lunes, 29 de abril, comparecerá ante los medios para comunicar su decisión. Esto supone que el presidente no abrirá campaña en Sabadell (Barcelona) con el candidato del PSC a las elecciones del 12 de mayo, Salvador Illa, ni estará el domingo en Santa Coloma de Gramenet, en otro acto electoral. Y se desprende que tampoco asistirá a la reunión del comité federal del PSOE del sábado que ha de sancionar la lista de los socialistas a las europeas del 9 de junio, encabezada por la vicepresidenta tercera, Teresa Ribera.
En el círculo más íntimo del presidente venían diciéndolo en las últimas semanas, desde la primera noticia publicada por El Confidencial sobre la actividad privada de Gómez: los "ataques" hacia ella, sin pruebas, le dolían. Le encolerizaban. En el partido se asumía, de hecho, que si el PP daba el paso de citarla en la comisión Koldo del Senado, él se lo tomaría como el cruce de una línea roja, una voladura absoluta de puentes. Lo ocurrido este miércoles fue, para Sánchez, la última gota. Pero era impensable, hace tan solo unas horas, que la noticia de la "denuncia falsa" —así la calificaron uno tras otro dirigentes del Ejecutivo y del PSOE— contra Gómez fuera a provocar un comunicado inédito y de insondables consecuencias. Un terremoto inesperado en la agitada política española. Quizá el principio del fin del mandato de Sánchez apenas cinco meses después de ser investido por segunda vez.
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