La gran sorpresa de estas próximas elecciones en Cataluña, según determinan algunas de las encuestas recientemente publicadas, con entre uno o tres escaños, sería Aliança Catalana, la fuerza independentista y de corte de ultraderecha populista cuyo epicentro es la ciudad de Ripoll. Hay otras, cabe destacar, que no le atribuyen representación con todo. Pero las que lo hacen ponen en riesgo, por la mínima, un gobierno puramente soberanista liderado por Junts o por ERC de sumar -y querer- frente al PSC. Especialmente porque ERC y la CUP -también los comunes-, han firmado un acuerdo para imponer un cordón sanitario a Sílvia Orriols, la líder de este partido, por ahora, exclusivamente localista.
De la mano de Orriols (Vic, Barcelona, 1984), esta formación de corto recorrido ha conseguido la alcaldía de Ripoll (Girona) pasando su espacio de ser el último en la localidad al primero en la última legislatura. Nació en octubre de 2020, como escisión del Front Nacional de Catalunya (FNC) tras la salida de Orriols y colaboradores como Jordi Aragonès, y ha abanderado municipalmente el combate contra la inmigración en Cataluña, en términos generales, con especial atención a la de corte magrebí. Esa es su principal baza para estas elecciones. ¿El eslogan? 'Salvemos Cataluña'. ¿Frente a qué? De su islamización y pérdida de identidad. El chovinismo es otra constante en las declaraciones públicas y el programa electoral de esta formación. Elementos que conectan por igual con Vox, la organización de Santiago Abascal y cuyo vicepresidente, Ignacio Garriga, es nuevamente la propuesta de los de Bambú. Éste ensalza una consigna asemejada a la de Orriols: 'En defensa propia'.
El patrón de Aliança es similar al de Vox y al de muchos otros partidos nacionalpopulistas europeos: hiper nacionalistas, identitarios y nativistas, entre otros aspectos. Y plantean el juego electoral en base a la dicotomía 'nosotros-ellos', aunque hay que reconocer que el señalamiento del adversario y el atrincheramiento cada vez forma más parte del hacer político contemporáneo. Pero, en un amplio baúl de características comunes con grupos como el Partido de la Libertad de Geert Wilders, por ejemplo, o Demócratas de Suecia, hay una brecha insalvable que los diferencia de Vox: el independentismo y todas las reclamaciones que le rodean.
Alguien que vota a Orriols, que habla de asuntos como la etnia catalana, no puede votar a Vox
Eso lo sitúa más en la órbita de entidades como la secesionista belga Vlaams Belang -Interés Flamenco, en castellano-. Hay otro elemento disruptivo y que, igualmente, le aleja también de los grupos próximos a Marine Le Pen o Mateo Salvini: no va contra la Unión Europea ni pretende reformarla en profundidad para orientarla a una unión de naciones patrióticas. Se definen como "europeístas desde la primera hora". Es, por tanto, una rara avis dentro de esa dinámica populista, resultado del contexto político catalán.
Junts, principal competidor de Orriols
En una entrevista para El Independiente a las puertas de la campaña, Garriga aseguraba que aunque tienen un "diagnóstico común de la inmigración" -matiza que van contra la ilegal, no la regular-, "no competimos" con ellos. Sí lo hace Garriga con el PP de Alejandro Fernández, que ya juega, aunque con menor intensidad, la carta de la seguridad. En la conversación con este medio, el 'dos' de Vox señala que Aliança "claramente está en disputa electoral con [Carles] Puigdemont". "Por ver quién es más separatista y quién está dispuesto a llegar más rápido a la unilateralidad".
Preguntadas fuentes nacionales del partido, éstas refrendan el planteamiento: "Alguien que vota a Orriols, que habla de asuntos como la etnia catalana, no puede votar a Vox". "Pronto se verá, Puigdemont, en nada, se echará al monte y empezará a hablar de inmigración y seguridad cuando nunca lo ha hecho", porque dos escaños menos pueden ser letales para Junts, dicen convencido de ello en las filas del partido. ¿Es Junts la principal fuente de votos de Aliança?
Hay varios sondeos recientes que permiten atender a las transferencias de voto respecto a las pasadas elecciones de 2021: el CIS de este jueves, el CEO del viernes y estudio de 40dB del martes; y más superficialmente Target Point y SocioMétrica. Todos coinciden en que Junts es el partido que más apoyo pierde hacia Orriols. La horquilla va de los seis puntos hasta un 9,7%. De media: 7,57%, lo que supone alrededor de 43.000 votos neoconvergentes. Aliança pesca sufragio procedente de la abstención, en torno a los cinco puntos, y Vox supone un punto de disyuntiva para las encuestadoras. El CIS advierte fugas del 4,3% de los electores de Vox (9.400 votos) que priorizarían la inmigración al nacionalismo; Target Point las rebaja a la mitad, en contraste con 40db, que las eleva notablemente hasta el 18,3%. Siendo así, casi dos de cada diez electores de Garriga apostarían ahora por Orriols. El CEO, propio de la comunidad catalana, como SocioMétrica no perciben ninguna fuga.
Aliança Catalana arrebataría entre seis y diez puntos porcentuales de voto a Junts, una media de 43.000. El PP consiguió tres escaños en 2021 con el triple de papeletas
En el CIS, de hecho, en una escala del 1 al 10, el votante de Vox es quien mejor valoración tiene de Orriols, seguido del de Junts. El elector popular es más contenido, y de hecho predomina las apreciaciones negativas. Hay datos de marzo, de GESOP, que permiten estimar el tipo de perfil medio que tiene quien respalda a Aliança. Tiene más simpatía entre el electorado de centroderecha, primero, y de derecha, después. Quien más la conocen es Junts, por encima del 70% de su electorado. Pero también los de la CUP, quienes la sitúan como elemento de confrontación. De hecho, los antisistema no se presentarán a aquellos debates en los que esté Aliança. Sí lo hará con Vox. Algo que deja entre ver la competencia en el marco independentista: es más cómodo enfrentarse a un antagonista completo, en este caso nacionalista español.
Y hay una diferencia sustancial entre Vox y Aliança. Los primeros compiten en los grandes feudos, donde los partidos nacionales tienen más peso. Orriols puede ganar voto en las pequeñas poblaciones, con excepciones en las medianas, de Girona o Lleida. Enclaves que suelen ser más independentistas y donde Junts es fuerte. Junts logró en esas provincias doce de sus 37 diputados; un tercio. Aliança, como ya han pactado los neoconvergentes con el Gobierno nacional, quieren las competencias de inmigración para la Generalitat.
Nativismo como eje de todo lo demás
En base a esa estrategia 'nosotros-ellos', Aliança Catalana despliega su discurso y su programa apuntando que la soberanía del pueblo catalán está en manos de otros. De las élites españolas y cada vez más condicionadas por la llegada de inmigrantes. Por un lado, en un primer capítulo de su propuesta de Gobierno, se expone su modelo de país en lo territorial. Un Principado catalán independiente a España, que no debe esperar a "la autorización de ningún organismo extranjero para liberarnos".
Declararán la independencia unilateralmente si tienen mayoría absoluta. Si no, promocionarán internacionalmente "el país" hasta que llegue el momento. "Somos los dueños de nuestra tierra" y "debemos levantarnos" como "pueblo nacional consciente" que somos, dice el programa.
Ese Estado español, además, se pinta de insolidario: es autor de un "saqueo fiscal de 20.000 millones" anuales que no se destina al bienestar social de los catalanes. Y por otro lado, impone el castellano y arrincona el catalán. La defensa del idioma y la dedicación de recursos a los extranjeros son clave para tejer el discurso proteccionista: se estima que "en pocas décadas sólo habrá un 5% de catalanohablantes" por las llegadas "masiva" y que ello también "depreciará los salarios". Incluso se llega a hablar de la "pérdida de valor de inmuebles" de los catalanes por el fomento de los "pisos patera" en el entorno. Para evitar esto, los de Orriols proponen educación 100% en catalán y dominio del idioma para cargos como policías o médicos. Igualmente, expulsar a los presos extranjeros -son la mitad de todos los de Cataluña, según datos del CGPJ- para ahorrar a la Generalitat hasta 190 millones de euros, dicen.
Ante el fragante rechazo a lo islámico, Aliança propone la prohibición del burka por una cuestión de "seguridad". Asimismo, se proponen consultas ciudadanas para que se decida sobre cuestiones como de la apertura de mezquitas. Se apuesta por el fortalecimiento de la economía, la industria y la educación catalana catalana. Vox, frente a ello, y al contrario, apuesta por la ilegalización de los partidos independentistas, la recentralización de competencias y el cierre de instituciones autonómicas como, por ejemplo, la televisión pública TV3.
Ambos movilizan bajo el marco migratorio, pero a un electorado opuesto entre sí
Vehicula de la misma manera que Aliança el discurso nativista, con una lengua castellana marginada por el separatismo, en este caso, el combate a una élite independentista que se aprovecha de los ciudadanos, así como de una española que lo tolera y pacta con ellos. En este caso, PSOE y PP. Sí coincide en la expulsión de esa población reclusa para el ahorro, o con la consulta ciudadana mediante referéndums nacionales. Pero también el destino de las ayudas sociales solo a catalanes [a los españoles por extensión nacional] frente a los extranjeros para desincentivar la inmigración ilegal. Garriga afirma que están a favor de la regular.
Se hace un alegato mutuo por la protección de fronteras y contra la invasión musulmana de Occidente. Aliança vincula su rechazo al islamismo con la protección de la mujer o el colectivo LGTBI. Vox lo hace ocasionalmente, pero como contrapunto a unos valores cristianos muy marcados que en los de Orriols son más difusos. Los retos de ambas formaciones son opuestos. Aliança busca dar la sorpresa y avanzar en la conformación de un espacio que históricamente ha sido modesto. Vox, por el contrario, con once escaños a defender, uno de sus mejores resultados autonómicos del anterior ciclo electoral previo al de 2023, quiere mantenerse como alternativa conservadora al independentismo por encima del PP. La entrada de los de Orriols, con todo, es más probable frente a que Vox consiga resistir el sorpasso de unos populares renovados y sin un Ciudadanos fuerte. Como en Euskadi, Garriga busca sobreponerse a las encuestas.
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