A lo mejor la mejor forma de medir el ánimo de España es la de asumir que hay una mayoría silenciosa a la que no le interesa lo más mínimo la política ni las maniobras de Pedro Sánchez para reivindicarse en el poder. Lo cierto es que existe una minoría ruidosa que está movilizada y que convoca actos como los que han confluido este lunes a última hora de la tarde en la calle madrileña del Marqués de la Ensenada.
Frente a la sede del Consejo General del Poder Judicial se había organizado una movilización de alrededor de 50 personas -no más fuerza, no más gente- que exigían la reforma de la Justicia y extremar el control sobre la prensa que emponzoña con bulos el debate público, dicen. A pocos metros, el polemista Alvise Pérez habían convocado un acto de recogida de firmas como parte de su plan para poder presentarse a las Elecciones Europeas.
Cientos de calles hay en Madrid, miles de edificios y unas cuantas instituciones y auditorios… y da la casualidad de que confluyeron esta tarde en pocos metros el señalador y el señalado. El poder y aquel al que se ha acusado desde el Gobierno y sus medios de difundir bulos en tantas ocasiones.
La tarde era perfecta, con nubes amenazantes, pero primaveral, de suave mayo madrileño, pero la afluencia en todos los frentes era escasa. Al menos, en los que no estaban constituidos como tienda, como terraza o como transporte público.
"¿Por qué os dedicáis a difundir bulos?"
Los manifestantes pro gubernamentales estaban enfadados. “¿Por qué os dedicáis a difundir bulos?”, criticaba una mujer, en un cara a cara, mientras despotricaba contra los medios de comunicación de derechas. A la pregunta sobre si las fuentes oficiales mienten, afirmaba: “Mienten y vosotros os coméis las mentiras porque os interesa”. Era autónoma, dedicada a la artesanía. Mientras conversaba, sus compañeros de protesta abucheaban a unos periodistas y clamaban: “Hay que tomar el poder judicial”.
Con una bandera republicana a la espalda, un joven clamaba por la renovación del CGPJ y por “democratizar la Justicia” mediante la implantación de un sistema de becas para los opositores. También pedía “paso firme” a Pedro Sánchez a la hora de aplicar el programa de Gobierno de progreso. Frente a ellos, una fila de policías que no era mucho menos numerosa que la movilización. Era una minoría ruidosa.
Y unos metros más allá… una parte especialmente señalada de “la galaxia de ultraderecha”, la difunde mentiras contra el Gobierno, a quien el Centro de Investigaciones Sociológicas otorgó la semana pasada una intención de voto del 0,9% de cara a los comicios continentales, por encima de Junts, de ERC, de Bildu y del BNG. De Telegram al Europarlamento tan sólo podrían separarle unas firmas y unos millares de votos.
El discurso de Sánchez
Están los ánimos caldeados en el país y eso podría empezar a medirse por la figura del presidente, que aseguraba este lunes que se va a poner en cabeza del proceso de regeneración de la vida democrática española. No más infundios, no más mentiras y no más campañas injustas de descrédito por parte de los pseudo periodistas y de la oposición.
Sánchez no ha explicado cuáles serán las medidas que propondrá, pero su público (escaso en la calle) pedía sangre este lunes. “PP, golpistas, compráis periodistas”, gritaban, mientras llamaban corruptos a los jueces y a la prensa.
Bastaban 15 minutos de trayecto desde allí para llegar a la calle de Ferraz, donde desde el pasado noviembre se convocan movilizaciones que surgen “desde la otra España”. No quedan muchos -unos 70-, pero han sido constantes en sus protestas, pues ya agota el año los últimos días de abril.
Pertrechados de banderas -en alguna volaba un águila-, vociferaban lo de “Sánchez, cabrón, irás al paredón” y lamentaban: “Por culpa de esta izquierda, España se va a la mierda”. Una señora portaba un cartel de Carles Puigdemont entre rejas y, otra, uno del rostro del presidente sobre el rosco de la Agenda 2030.
Sus banderas se apreciaban desde el inicio de Marqués de Urquijo, pero, al acercarse se podía apreciar que no eran muchos, pese a lo relevante de esta jornada. Era otra minoría ruidosa, como las que este fin de semana lanzó el PSOE a la calle para ayudar a que el presidente se cerciore de que le quieren, expresaron.
Ya esa indiferencia podía llevar a sospechar que la carta de Pedro Sánchez no movió masas, como tampoco la petición de reacción de su partido. El CIS expone lo contrario, pero, claro… lo expone el CIS. La realidad es que la resaca de la decisión más polémica de la carrera de Pedro Sánchez ha sido escasa en la calle. Casi imperceptible para el viandante.
Quizás detrás de esas dos o tres Españas movilizadas haya otro país, mucho más grande, que ha dejado de escuchar y esté apático, tanto a la verdad como ante la mentira que la izquierda pide controlar. Los bulos de la derecha, vaya.
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