Cuenta atrás agotada. Es lunes, es 29 de abril de 2024, y Pedro Sánchez comunica su decisión. Si continúa en la Moncloa o si se marcha. El hermetismo absoluto le ha acompañado en estos días de reflexión. Todo puede pasar, todas las opciones están abiertas en un líder que ha hecho de la resistencia, y también el efecto sorpresa, su marca personal. Pero en su partido el presentimiento mayoritario es uno: que ha optado por dejar la Presidencia del Gobierno, herido, quebrado emocionalmente y harto del acoso de la derecha padecidos por él mismo y por su mujer, Begoña Gómez.
A última hora de este domingo, nada había trascendido sobre los planes del jefe del Ejecutivo. Nada. Él se concedió de plazo hasta este lunes para dar a conocer su decisión después de que el miércoles dirigiera una carta a la ciudadanía en la que confesaba su abatimiento y se preguntaba si le merecía la pena continuar al frente del Gobierno. Sin embargo, ni siquiera se dio a conocer anoche la hora de esa comparecencia ante los medios. Solo se supo a las 8.41 de este lunes, por un mensaje de la Secretaría de Estado de Comunicación: declaración institucional, sin preguntas, a las 12 horas, pero luego se adelantó a las 11. La Moncloa había remitido a los medios, a las 21.09 de ayer, la agenda del Gobierno para este lunes y no figuraba ni la previsión de la comparecencia de Sánchez ni tampoco compromisos públicos de los integrantes de su núcleo duro: la vicepresidenta primera, María Jesús Montero, y los ministros Félix Bolaños, Óscar Puente y Pilar Alegría.
Desde Ferraz aseguraban, pasadas las 23 horas del domingo, que el presidente no había informado aún "de nada a nadie". El presidente ha desatado una gigantesca ola de expectación
El presidente se encerró el miércoles en su palacio-residencia de la Moncloa, después de la sesión de control en el Congreso en la que se le vio desencajado, golpeado por la noticia de que un juez de Madrid había abierto diligencias contra su mujer tras una denuncia del pseudosindicato ultra Manos Limpias, basándose en recortes de prensa, al menos uno de ellos probado falso. Tras escribir la carta, un comunicado bomba que nadie esperaba, en su círculo afirmaban que no lo habían visto, ni hablado con él más allá de mensajes de ánimo y fortaleza a los que él contestaba lacónicamente. Cinco días aislado, recluido con su familia. Con su mujer. Begoña Gómez es la esperanza del PSOE, la única que, creen, realmente le puede hacer cambiar de opinión, porque la decisión que adopte es de carácter personal. No política. Y responde a la situación de un hombre con una enorme capacidad de aguante —de "acero inoxidable", le definía el expresidente José Luis Rodríguez Zapatero— pero que, como describen los suyos, ha llegado a su límite y se ha roto.
Uno de los miembros del círculo de confianza del presidente señalaba este domingo, pasadas las 19 horas, que aún no tenía noticias. Pero en cualquier momento este dirigente, igual que el resto de su núcleo duro, esperaba una llamada. Sus colaboradores daban por hecho en las últimas horas que Sánchez les trasladaría su decisión antes de publicitarla ante los medios. Sin embargo, fuentes de Ferraz agregaron que, al menos hasta las 23 horas, el jefe del Gobierno no había informado "de nada a nadie". El secretismo se está manteniendo hasta el final. El líder socialista ha conseguido levantar una ola gigante de expectación, a costa de una cierta tortura psicológica hacia los suyos. Su partido, su Ejecutivo, el país entero pendiente de su decisión.
Y nada está claro, aunque en su partido no ha dejado de crecer la mancha de pesimismo desde el viernes. El hecho de que el presidente no emitiera señales —sí responde mensajes, pero es "imposible deducir" qué va a hacer a través de ellos, indica un responsable de su Gobierno— y que fuera tan lejos en su carta hace presumir a buena parte del PSOE que tiene decidido irse. "La sensación mayoritaria es que se marcha, pero en realidad nadie sabe nada. Cero", resume una veterana dirigente.
Quien verbaliza más el pesimismo de la cúpula es el ministro Puente: "La cosa no está fácil porque le han tocado en su punto débil"
Quien verbalizó este domingo más claramente ese pesimismo fue el titular de Transportes, Óscar Puente. Lo hizo en la apertura del congreso extraordinario del PSdeG-PSOE, en Santiago de Compostela: insistió en que "hay que apoyar mucho" al presidente, pero reconoció que "la cosa no está fácil porque es verdad que le han tocado su punto débil", su mujer. El ministro deseó que la reflexión se resuelva como todos en el partido anhelan, que es "seguir adelante". Sánchez necesita el apoyo y la fuerza que está recibiendo, alegó, para combatir a los que están "dispuestos a todo" frente a fórmulas poco democráticas, "porque el relato de la realidad es tan demoledor que saben que políticamente no tienen nada que hacer".
Puente glosó la influencia que España tiene con el presidente "en Europa y en el mundo", "mayor incluso" que la que tuvo en los tiempos de Felipe González. Porque aunque este tuvo "mucho predicamento en el exterior", Sánchez "no es que tenga predicamento, es que es el puto líder. Esa es la realidad, es el puto amo". En una entrevista en El País, la vicepresidenta tercera y candidata socialista a las europeas, Teresa Ribera, admitía que había visto "abatido" al jefe: "Estos años han sido muy duros. Él es fuerte, pero cualquiera puede acabar quebrándose. Sobre todo cuando los ataques afectan a la familia, a su mujer, a su hermano". "Hay abatimiento en las filas socialistas, pero el partido también se siente fuerte: la rabia también es un elemento de fortaleza", añadió.
"Yo estoy tranquilo"
La congoja de la cúpula socialista se percibió con nitidez en la reunión del sábado del comité federal, que sonó más como funeral de despedida de Sánchez, mezclado con la euforia de las bases en el exterior de la sede de Ferraz. Este domingo, no obstante, había ministros y mandos que albergaban esperanzas de que finalmente el presidente continúe en la Moncloa, porque es lo que les dicta el sentido común, más aún después de las imágenes del apoyo sin fisuras de la víspera, de la comunión entre militantes y cuadros. "Estoy al 50%, aunque sinceramente no sé qué pasará. Pero es verdad que la gente está baja de moral, sí", manifestaba un miembro del Ejecutivo. "Yo estoy tranquilo", expresaba otro.
Respetemos sus tiempos. Deseo que se quede y mi intuición me lleva a pensar que hará eso", dicen en el PSC, muy concernido por la decisión del líder, dado su impacto el 12-M
"Veremos. Respetemos sus tiempos. Yo deseo que se quede y mi intuición me lleva a pensar que hará eso", apuntaban desde la cúpula del PSC, especialmente concernida por la decisión de Sánchez, ya que tenía previsto volcarse en una campaña crucial que está quedando deslucida en estos primeros días precisamente por la incertidumbre sobre el futuro del Gobierno y del país. "Yo apuesto por que sigue", comentaba por su parte un jefe de un aparato regional. "No tiene otra opción que seguir. No contemplo otra alternativa que la de que siga después del apoyo unánime que ha recibido", abundaba un interlocutor habitual del líder socialista.
Mientras, continuaron las muestras de apoyo a Sánchez y el grito de "¡Pedro, quédate!" que se escuchó en Ferraz la víspera. En Madrid, unas 5.000 personas, según la Delegación del Gobierno, se manifestaron ante el Congreso en una marcha sin siglas políticas para apoyar al presidente y protestar contra el intento de la derecha de "echar" al Ejecutivo de coalición. La marcha fue convocada por la asociación juvenil La Plaza bajo el lema Por amor a la democracia.
A la manifestación se sumaron dirigentes de Más Madrid y Sumar. De hecho, la ministra de Sanidad, Mónica García, trasladó su "cariño y ánimo" al presidente, y pidió que pare el "bullying político" de la derecha, que solo persigue "deshumanizar" al contrario. "Ni nos doblegarán ni, por supuesto, nos domesticarán. Aquí estamos para defender la política y, por supuesto, para alzar la voz frente a ese acoso de la derecha que lleva años persiguiendo a las gentes progresistas", advirtió. "Esta no es una movilización por un partido", sino "para que la izquierda pueda gobernar en España", apostilló por su parte el portavoz parlamentario del partido de Yolanda Díaz, Íñigo Errejón, informa EFE.
Con Miguel Ríos, Marisa Paredes y el respaldo de Almodóvar
Horas antes, el mundo de la cultura también se movilizó a favor del presidente en Madrid. Fue en un acto organizado por CCOO y UGT, en el que reivindicaron "la legitimidad democrática, el respeto y la convivencia", frente al "odio, el impudor y la mentira" que ponen en peligro la convivencia. Los líderes de las dos centrales, Unai Sordo y Pepe Álvarez, arrancaron una jornada en la que también intervinieron el director del Instituto Cervantes, Luis García Montero, el cantante Miguel Ríos y la actriz Marisa Paredes. Esta leyó una carta del cineasta Pedro Almodóvar, que no pudo estar en el acto por encontrarse en Nueva York rodando su última película.
Este domingo se visualizaron los últimos esfuerzos para que Sánchez se quede: marchas de apoyo en Madrid y en Valencia, y un acto organizado por los sindicatos y la cultura
También en Valencia se concentraron unas 1.500 personas en la sede del PSPV-PSOE en la ciudad de Valencia para pedir a Sánchez que no flaquee y continúe en la Moncloa. La manifestación discurrió en un ambiente festivo, como había ocurrido la víspera en Ferraz.
Eran los últimos intentos. La presión social para convencer a Sánchez. Pero la decisión es enteramente suya. Él ha demostrado que es un dirigente capaz de sorprender, de mover el tablero político y de encontrar salidas difícilmente imaginables. En este caso, los escenarios más claros son cuatro: mantenerse en el cargo, dimitir y dejar paso a un sucesor, someterse a una cuestión de confianza o convocar elecciones a partir del 29 de mayo, cuando constitucionalmente le es posible —al cabo de un año de la disolución anterior de las Cortes—. Pero las combinaciones son múltiples. Porque puede dimitir pero continuar en funciones hasta una nueva investidura, o dar el portazo ya, por ejemplo. O puede seguir en la Moncloa, pero con un paquete de reformas legislativas bajo el brazo. O dejar también el liderazgo del partido, en cuyo caso habría de conformarse una gestora, o bien dirigirlo hasta el congreso extraordinario.
Lo que está claro es que ya nada será igual en él y en el partido. En el PSOE, en estos días de zozobra, se han conjurado para taponar el debate sucesorio, porque estaban concentrados en intentar persuadir a su jefe, conscientes de que él es su principal activo, el líder indiscutible. Adorado por las bases. Con un control total de todos los resortes del poder.
Los escenarios son varios: sigue en el cargo, dimite, se somete a una cuestión de confianza, convoca elecciones. Pero las combinaciones son muchas. Ya nada será igual
Pero, si él está determinado a marcharse, ya no habrá forma de contener el ruido. Lo previsible es que le suceda Montero en el Gobierno, aunque nada está escrito ni preparado. Lo que sí está claro es que el relevo es más fácil de ordenar desde el escaparate que proporciona la Moncloa. Para los socialistas, arriesgar el Ejecutivo central, después de haber perdido prácticamente todo su poder territorial hace un año, en las autonómicas y municipales de mayo, sería un absoluto desastre.
Ahora mismo, no obstante, todo son hipótesis. En el partido y el Gobierno se cruzan especulaciones. Pero no hay certezas. No todavía. Este lunes, a una hora aún por fijar, Sánchez dará a conocer su decisión y el futuro de su partido y el país. El secreto durará, previsiblemente, hasta que él tome la palabra para dirigirse a los ciudadanos y contarles la segunda parte de su carta del miércoles. La definitiva.
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