Los cinco días de vértigo y angustia han dejado heridas en el PSOE. Pedro Sánchez decidió parar, amagó con dimitir, con irse, con dejar todo atrás. Pero, tras ver la respuesta de su partido, optó por continuar, "con más fuerza si cabe". Y enseguida se apresuró a intentar zanjar un debate qué él mismo había nutrido durante su periodo de reflexión: su propia sucesión. Pero, como manifiestan varios mandos socialistas, ya era tarde. El presidente abrió "un antes y un después" con su pausa, y nada volverá a exactamente el mismo punto anterior.
Es pronto para medir las consecuencias de lo que ocurrió hace apenas una semana. Sobre todo cuando están en marcha dos procesos electorales, las catalanas del 12 de mayo y las europeas del 9 de junio. Pero la sensación que cunde en muchos cuadros del PSOE es que un debate que antes no estaba presente en el partido, cómo construir el futuro del partido sin Sánchez, ahora sí lo está, y seguirá estando sobre la mesa, aunque de manera muy soterrada. "Ya no es un tema tabú", concluyen cargos de distintas federaciones. Todos los dirigentes coinciden en que no hay ni habrá ninguna operación para tumbar al secretario general, que su liderazgo no está en cuestión, pero algunos de ellos sí entienden que hay que preparar el día después, pensar cómo ordenar la sucesión cuando Sánchez, antes o después, anuncie que quiere renunciar, reflexionar sobre cómo "fortalecer" el partido y sus estructuras intermedias, establecer conexiones con otros territorios. Es decir, que se ha dado pie —que el presidente ha dado pie— a hablar del postsanchismo.
Sánchez pasó de valorar su dimisión a afirmar que está dispuesto a acabar la legislatura y presentarse de nuevo como candidato para un nuevo mandato. En total, siete años más
Pero ese debate no dominará el PSOE por ahora. El presidente se esforzó por cerrarlo el martes y, en los siguientes días, se ha empleado a fondo su equipo. Eso explica que Ferraz y los altos mandos subrayen que la discusión "está cerrada completamente", porque a Sánchez le quedan "muchísimos años de liderazgo". Los socialistas, y en esto también convergen distintos responsables, saben que tienen que centrarse en las dos competiciones electorales que tienen por delante. Después, en función de los resultados, el debate puede reverdecer y expandirse, si los datos son malos, o marchitarse, si superan expectativas. Todo ahora lleva la etiqueta de provisional.
Fue el presidente quien, en su carta a la ciudadanía del pasado 24 de abril, pidió una pausa para valorar si le merecía "la pena" seguir en el cargo. Su falta de señales en los días posteriores sumió a su partido en un brutal estrés emocional que estalló en el comité federal del sábado, celebrado dentro de la sede en un ambiente de funeral y fuera, en la calle, a apenas unos metros, con gritos de júbilo de los militantes y simpatizantes —12.500, según la Delegación del Gobierno—. El partido contempló muy de cerca el abismo. Una renuncia del líder, la opción que su núcleo duro creía más probable, abría un escenario inédito y que muchos percibían como catastrófico porque nada estaba preparado. Nada.
El partido vio el precipicio en estos cinco días de pausa: su núcleo estaba convencido de que podía llegar a renunciar a la Presidencia del Gobierno
Sánchez, para respiro de todo el PSOE, resolvió el lunes quedarse. Se sentían críticas a la gestión de esos cinco días de parón, a las formas cesaristas del presidente, pero primaba el alivio. Apenas unas horas después, en una entrevista el martes en la SER, consciente de que había alimentado un debate peligroso, intentó cortarlo en seco: "Estoy con ánimo para estos tres años y los que quieran los españoles con su voto. Si los españoles y mi partido quieren que continúe siendo el responsable y el líder, en este caso del Partido Socialista, mientras yo tenga ganas, convicción e ideas de transformación para mi país, lo voy a hacer". De valorar la dimisión, Sánchez pasó a asegurar que se veía con fuerzas para continuar en la Moncloa siete años más. Pero el mensaje era más de carácter interno: tenía que intentar contener las fugas de agua que él mismo había propiciado.
"No hay nada pensado, y eso es peor"
"El debate sucesorio ya está abierto, y no hay quien lo cierre", recalca con contundencia una de las personas a cargo de un aparato regional. "Desde el respeto, pero en las federaciones han empezado los movimientos. ¿Para quitar a Pedro? No. Para que cuando llegue el momento sea el PSOE quien elija sucesora", prosigue esta misma fuente, que como otros dirigentes de otros territorios incide en que quien releve a Sánchez al frente del partido debe ser una mujer, por primera vez en sus 145 años de vida.
El PSOE no es una monarquía, el debate está abierto de una forma u otra. 'Sotto voce'. Es que ha sido Pedro quien lo ha propiciado, aunque no saldrá a superficie", dice un mando regional
"Lo más importante es que estos días cundió una sensación de vértigo —abunda otro responsable de un aparato territorial—. No tanto por el hecho de que no hubiera nadie, porque al final siempre acaba habiendo, sino de que no hay nada pensado, y eso es peor. La conclusión es que hay que ir pensándolo, que antes o después habrá que abrir ese debate, que quizá en las próximas elecciones puede haber un cambio de cartel. Nos decían que quedaban tres años de gobierno y hemos visto que se podían acabar al cabo de cinco días. La semilla del debate sucesorio está puesta y estos días se ha regado".
Otro cargo de una tercera federación plantea la misma reflexión: "Lo que está claro es que este no es un tema tabú ya. El PSOE no es una monarquía, así que al contemplar una posible dimisión durante cinco días, el debate está abierto de una forma u otra. Sotto voce, sin duda. Es que ha sido Pedro quien lo ha propiciado, aunque no saldrá a superficie. Aflorará, por ejemplo, en cenáculos". Lo que subyace, cuentan varios mandos consultados, es la preocupación por el futuro del PSOE, "la defensa del partido frente a cualquier situación que se pueda presentar", la convicción de que hay que estar "preparados", como observa un exmiembro del Gobierno de Sánchez.
"Yo creo que hay una reflexión sobre la necesidad de fortalecer las estructuras —opina un barón regional—. Y de estar más conectados los territorios. Eso está pasando. Pero no para echar a nadie. Solo para estar más juntos y con confianza entre nosotros. Que cuando toque tengamos todos las relaciones maduras y confianza. Se trata de estar todos más conectados". "No es que se haya roto nada, sino que hay que estar preparado porque hay mucho en juego y en cierto modo este tiempo, aunque no se sepa cuánto puede durar, ya ha llegado a su madurez", tercia un responsable más alejado de la primera línea política. "Es como si alguna gente se hubiera despertado. Hay desconcierto, perplejidad y algún cabreo", sentencia otra veterana. Un dirigente que ha estado al frente de la maquinaria del partido observa que aunque se hayan "aliviado la dirección y las bases" por la decisión de Sánchez de quedarse, "al final todos han visto que él no es eterno".
La pausa de Sánchez, por tanto, ha activado, siquiera de forma soterrada, un debate que antes no estaba sobre la mesa. Y la primera reflexión es que el futuro lo decidirá el partido a través de primarias, y ahí todo puede pasar, incluso lo que no es capaz ni de preverse hoy. Dirigentes consultados recuerdan que no han funcionado las sucesiones dirigidas desde arriba. Fracasó el ungimiento de Joaquín Almunia por Felipe González, el de Alfredo Pérez Rubalcaba por José Luis Rodríguez Zapatero para las elecciones de 2011. Se pensó que ganaría Pepe Bono en 2000 y ganó Zapatero, se esperaba la victoria de Susana Díaz en 2017 y la batió Sánchez.
Hay nombres que han emergido en estos días de crisis: la vicepresidenta primera del Gobierno y vicesecretaria general del PSOE, María Jesús Montero, la candidata natural; la portavoz del Ejecutivo y titular de Educación, Pilar Alegría, que también gusta internamente. Incluso hay responsables que vieron en el discurso del ministro Óscar Puente en el comité federal una postulación de cara al futuro. Como los hay que se sorprendieron del protagonismo en los últimos días de la ex vicesecretaria general Adriana Lastra, cuyo entorno ha sido completamente laminado desde 2022.
Los dirigentes señalan que hay que estar "preparados" para el futuro, que hay que "fortalecer" el partido, trabajar más "conectados". Hay desconcierto con lo sucedido
Y es que todos los gestos cuentan. Y todos se han escrutado de cerca por la dirigencia socialista. Hay quienes creen que algunos "han asomado la patita" de cara a la sucesión, que se han "precipitado", que en realidad el sábado "estaban enterrando a Pedro ya y repartiéndose la herencia". En realidad, los movimientos internos, apunta un jefe del aparato, ya latían tiempo atrás, hace un año, sobre todo cuando tras el desastre de las autonómicas y municipales de mayo se preveía un derrumbe final en las generales. Batacazo que no ocurrió. Sánchez salvó el Gobierno y ganó un millón de votos respecto a 2019. De cualquier modo, nadie se postulará de manera abierta ahora. La regla no escrita, que esgrimen varios cuadros, es que "quien asome la cabeza se juega ser fusilado al amanecer".
Ahí está otra clave: las elecciones marcarán todo. Todo. "Debemos remar juntos hasta que pasen las europeas. 30 días", verbaliza un exministro de Sánchez. Es la dinámica habitual en el PSOE. El partido siempre cierra filas antes de las urnas y luego, si los números son malos, se ajustan cuentas. "Ahora no es el momento. Hay elecciones. La cosa ya vendrá, según como venga todo", explica una dirigente con mucho conocimiento orgánico. Las catalanas se afrontan con muy buenas perspectivas —no hay duda de que Salvador Illa, según las encuestas, ganará los comicios del 12-M—, pero se presume un peor resultado para las urnas de la Eurocámara. Una respuesta posible es el adelanto del congreso federal ordinario. Este se preveía para el otoño de 2025, pero podría anticiparse unos meses, y ahí ya Sánchez tendría la oportunidad de lanzar señales hacia el futuro. El cónclave empuja asimismo a la celebración en cascada de todos los congresos regionales, provinciales, municipales y de distrito. Será entonces cuando el PSOE se renueve otra vez de arriba abajo.
"Nadie irá más allá"
Para la cúpula, en todo caso, no hay debate que valga. El líder lo zanjó, esgrimen. Y punto. "Ahora toca decir que ha empezado el postsanchismo. Llevan matándole 10 años y siguen sin aprender", posteaba en X este miércoles el ministro Óscar Puente, colgando un vídeo del presidente aclamado por las bases durante su visita por sorpresa a la Feria de Abril de Barcelona. A Sánchez le quedan "muchos años de liderazgo" y "tantos como quieran los españoles" al frente del Gobierno, señaló este jueves desde Sevilla el titular de Presidencia y Justicia, Félix Bolaños. Ambos, miembros del núcleo de confianza del jefe del Ejecutivo.
Las elecciones marcarán el camino. Tanto las catalanas del 12-M como las europeas del 9-J. Unos resultados malos podrían reabrir el melón y avivar el cuestionamiento al líder y su estrategia
"Es cierto que en el tiempo en el que Pedro ha estado reflexionando la gente ha calibrado distintos escenarios —explica un miembro de la dirección federal—. Pero una vez que ha dicho que se queda, este debate sucesorio se cierra completamente. Nadie irá más allá, más allá de cuatro personas. Cuando lleguen las siguientes generales, espero que con Pedro de candidato, entonces podremos valorar. Ahora tenemos catalanas y europeas, y el centro de la conversación pública estará ahí, así que lo ocurrido estos últimos días irá pasando".
"El debate lo plantean los medios porque la situación del lunes abrió la espita de las especulaciones y ahora hay a quien le interesa mantenerla abierta. Pedro ha tomado una decisión y la ha expresado —sentencia un barón de una federación de mucho peso—. Tenemos líder, presidente y secretario general y no tenemos nada que especular. El trabajo ahora es ganar las elecciones en Cataluña y las europeas. Solo eso y nada más y nada menos. Los que entren en otro juego se equivocan y mucho y harán daño al partido. Conmigo que no cuenten. Después de las europeas, ya veremos cuál es el debate, pero mientras Pedro quiera seguir al mando, ese tema no va a estar sobre la mesa porque nosotros no vamos a contribuir a las teorías del pato cojo". "El debate no está abierto", concluye tajante otro alto mando regional. La orden evidente es la de cierre de filas.
Un máximo responsable, en este caso más alejado de Ferraz, cree que no hay debate sucesorio, pero por otra razón, porque hay "una exigua minoría que quiere que se vaya y una apabullante mayoría quiere que siga, haga lo que haga". "En el partido en general nadie se pregunta nada. Somos un ejército de zombis", señala esta misma fuente.
Tenemos líder, presidente y secretario general y no tenemos nada que especular. El trabajo ahora es ganar las elecciones. Los que entren en otro juego se equivocan", afirma un barón regional
Hay también cuadros con posiciones más matizadas, a medio camino. Una dirigente de mucho relieve en una federación importante reconoce que "el susto de pensar en eso", en la sucesión de Sánchez, "ha quedado de manifiesto" en los últimos días, pero "ahora no es el momento de abordarlo". "Si se diera una situación precipitada —indica esta responsable territorial—, al final el PSOE es un partido con un gran talento y saldría una gran solución, sin duda. Es verdad que tú no piensas cada día que te vas a morir mañana si no te ves en un trance. Pero yo creo que esto que hemos pasado ha generado una mayor conexión emocional con Pedro".
El hiperliderazgo de Sánchez
En el partido, en estos días todavía de resaca, cunde cierto desconcierto. También por el hiperliderazgo de Sánchez. El presidente mantuvo en vilo a su núcleo duro hasta prácticamente el final, y solo una hora antes de su comparecencia, informó de su decisión a María Jesús Montero, Félix Bolaños, Santos Cerdán, secretario de Organización del PSOE, y Óscar López, su director de Gabinete. Una muestra, para algunos, de que ni siquiera confía en su círculo más próximo. Una actitud que, como recuerdan los veteranos, contrasta con la de sus antecesores, González o Zapatero, que consultaban más a sus respectivos entornos. "Es que este es el signo de los tiempos —disculpa una ministra—, líderes muy personalistas. Es que no hay como tal núcleo duro. Quien decide es él". Y se ha visto de nuevo con la confección de la lista europea, que ha agraviado a Andalucía, por su baja representación, o al barón aragonés, Javier Lambán.
El presidente también ha mostrado que quien decide es él únicamente, no con su núcleo de confianza. En su entorno cuentan que no ha habido "maniobra", que estaba "muy mal"
Sánchez tiene un poder orgánico que no tuvieron en su tiempo ni González ni Zapatero. En los años del primero, los comités federales se prolongaban dos días y el debate interno era rico —ahí está la batalla entre renovadores y guerristas que carcomió parte de su mandato—, aunque la autoridad del expresidente era total. Con Zapatero, la crítica interna se hizo menos visible. Pero el liderazgo de Sánchez se construyó gracias a unas primarias, las de 2017, que ganó con contundencia frente a todos los aparatos y la aristocracia del PSOE, y fue devuelto en volandas por las bases al trono de Ferraz. Su posición se fortaleció al llegar al Gobierno un año más tarde vía moción de censura y ganar las dos generales de 2019 y mantenerse en el Ejecutivo en 2023. En este tiempo, Sánchez ha demostrado ser un líder con olfato político, con suerte, audaz —o temerario, dicen sus detractores—, pero muy solitario, profundamente desconfiado y frío. Por eso sorprendió su carta de hace una semana, en la que se mostraba abatido, emocionalmente quebrado por el "ataque" hacia él y su mujer, porque siempre había sido muy "pudoroso" con sus sentimientos.
El presidente se incorporó este jueves oficialmente a la campaña catalana, junto a Illa. Quiso aprovechar el impulso de su marcha para llamar al voto contra la "máquina del fango" de la derecha. Un llamamiento que también hizo a los suyos en una carta a la militancia remitida por el 145º aniversario del PSOE. En su equipo subrayan que no hubo imposturas, que no hubo "maniobra" de Sánchez, que realmente estaba "muy mal". Lo cierto es que su paréntesis ha avivado el debate en sus filas. Y le ha servido también, advierten algunos dirigentes, para comprobar quiénes se han movido mientras era un espectador privilegiado de su propio funeral anticipado. Las derivadas de un parón de cinco días tardarán en sedimentar, pero por lo pronto las piezas no están exactamente en el mismo lugar que hace una semana.
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hace 7 meses
Claro que el PSOE debe empezar a reflexionar sobre el postsanchismo. Será una buena oportunidad para re-nuclear el partido con su pasado histórico, al que no debe renunciar. Me parece de particular importancia recuperar la memoria histórica del gran PSOE, no del PSOE degenerado por Sánchez et al. Hace falta una «comisión de sabios» que incluya a la regeneración del partido dentro de la filosofía de la Gran Transicion postfranquista, en la que España era la protagonista. Por supuesto, allí deben estar González, Guerra, y no Zapatero, junto con alguna gente inteligente -alguno/a habrá en algún escondrijo secreto del partido. ASí sea.