En el PNV no se ha acordado de Carles Puigdemont. La recién concluida campaña electoral en Cataluña se ha celebrado apenas unos días después de que tuvieran lugar las elecciones en Euskadi y en pleno proceso de negociación del próximo acuerdo de gobierno entre el PNV y el PSE. En las dos semanas de mítines electorales en Cataluña, los nacionalistas vascos no han manifestado en público apoyo expreso al candidato de Junts, con quien oficialmente habían reanudado relaciones el pasado 15 de septiembre tras años de ruptura. Fuentes del PNV aseguran que no han participado por considerar que "no era necesario" y que esa posición era compartida por la formación de Puigdemont.

Cierto es que la singular campaña electoral del candidato de Junts no lo facilitaba. En estas dos semanas Puigdemont ha realizado sus mítines de campaña en el pabellón Jean Carriero de la localidad de Argelers, al sur de Francia, a apenas dos horas de Barcelona y fletando autobuses desde distintas localidades catalanas. Mañana se conocerá el resultado de una campaña en la que el respaldo a Junts ha ido ganando peso en los últimos días. Su presencia en el Parlamento catalán determinará si el expresident tendrá en su mano no sólo el futuro de la gobernabilidad en Cataluña sino también la estabilidad del Ejecutivo de Pedro Sánchez.

La otra formación abertzale, EH Bildu, no ha dudado en mostrar su apoyo a ERC. Lo ha hecho incluso trasladando a quien fue candidato a lehendakari, Pello Otxandiano, a Cataluña para apoyar a Aragonès en el tramo final de campaña. Un respaldo que incluso va más allá del domingo en las autonómicas catalanas y que se extenderá hasta el 9-J en las elecciones europeas en las que la izquierda abertzale y ERC, además de BNG y Ara Mes, concurrirán en coalición.

CIU, un socio europeo

Los jeltzales, en cambio, han preferido reeditar su alianza, de cara a los comicios europeos, con Coalición Canaria, como ya hicieron en 2019. Pese a que se exploró muy inicialmente una posibilidad de entendimiento con Junts para las europeas, tras la recuperación de relaciones, estuvo muy lejos de cerrarse. El PNV si se entendió con la formación que le precedió, Convergencia i Unió (CIU), con quien sí concurrió en coalición en las elecciones a la Cámara europea de 2004, 2009 y 2014.       

De cara al 12-J que se sustancia mañana, ni en su página oficial ni en redes sociales del PNV se puede ver respaldo explícito alguno a Puigdemont. Ni siquiera en las entrevistas de sus principales dirigentes se ha trasladado apoyo a quien lidera la formación con la que el partido de Ortuzar restableció relaciones y se comprometió en noviembre a alinear sus dinámicas parlamentarias en la Cámara Baja.

El perfil de Puigdemont sigue sin generar muchas simpatías en Sabin Etxea. El acercamiento producido con su partido, más que con su candidato, responde a la necesidad de reforzar la alianza de apoyo a Sánchez, en la que Junts también es determinante. La visita de Ortuzar a Waterloo en noviembre pasado se produjo en pleno proceso de negociación de investidura de Pedro Sánchez y ante la que Puigdemont amenazó con no facilitar.

En estos días de campaña electoral las referencias hechas por el presidente del PNV se han dirigido a las posibles consecuencias que los resultados de este domingo puedan tener en la estabilidad futura de la legislatura a nivel nacional. El temor a una repetición electoral sí recorre desde hace unos días los despachos del PNV. En ese caso, Puigdemont podría enfrentarse a un segundo proceso electoral con la amnistía aprobada y con ella la libertad para hacer campaña en Cataluña y la posibilidad de salir reforzado.

La estabilidad de Sánchez

El PNV cree que una vez culminada la tramitación de la ley de amnistía la implicación de Junts en el sostenimiento de Sánchez podría decaer. A todo ello suma que las relaciones entre las dos formaciones nacionalistas catalanas son difíciles y pueden impedir no sólo los acuerdos en Cataluña sino también sus compromisos a nivel nacional.

Romper la estabilidad y sostenimiento del Gobierno supondría para el PNV un duro revés. Si la prioridad de Junts es, según Ortuzar, la ley de amnistía, la de los nacionalistas vascos pasa por el cumplimiento del acuerdo de investidura suscrito con el PSOE. En él, además del desarrollo íntegro del Estatuto de Gernika, se establece un plazo de dos años para la aprobación de un nuevo estatus vasco que permita una actualización del encaje y relación de Euskadi con el Estado.

Hace ahora ocho meses Ortuzar sorprendió con una inesperada visita a Waterloo. En ella reconocía la autoridad del “president de Cataluña en el exilio” y restablecía una relación rota con el espacio convergente desde el convulso 1-O de 2017. Sólo dos meses después, una delegación encabeza por Jordi Turull y Miriam Nogueras mantuvo una larga reunión con la dirección del PNV en la que no falto una escenificación de ‘senyeras’ e ikurriñas en un clima de cordialidad. Ahora, el silencio del PNV expresa más incertidumbre y temor que apoyo a un candidato en ocasiones imprevisible y con el que los nacionalistas vascos de Ortuzar no terminan de conectar.