La incertidumbre e intranquilidad reina en los servicios de información e inteligencia españoles. La crisis diplomática con Israel, que tendrá su culmen el próximo martes con el reconocimiento del Estado palestino, puede provocar un antes y después en el traspaso de información sensible entre las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad de ambos países. También en las herramientas y que utilizan Policía Nacional, Guardia Civil, las policías autonómicas y el Centro Nacional de Inteligencia (CNI).
"Puede ser un gran problema a la larga, que dure 10 o 15 años", señalan las fuentes de inteligencia consultadas por este periódico. La mayor preocupación está en los programas espías, los softwares que utilizan los afentes de información para penetrar en los dispositivos electrónicos de terroristas y grupos criminales. Los más potentes, los más usados aquí y en el mundo, son made in Israel.
Las empresas de material de defensa y seguridad necesitan la aprobación de sus respectivos Gobiernos para poder venderlos en el extranjero. El temor, entre las fuentes consultadas, es que Israel "corte el grifo" con España, o demore más de lo habitual sus requerimientos. "Después de esto, con qué cara vamos a pedir favores a nuestros colegas de allí", se pregunta un agente.
Innovación militar
Además del temor a los programas ya conocidos, las fuentes de inteligencia consultadas temen que España se pueda quedar rezagada en el futuro. En la guerra entre Israel y Hamás, el estado judío está probando nuevas tecnologías, como el uso de la inteligencia artificial. Los agentes temen quedarse fuera del acceso a estos avances en el futuro si las empresas que los comercializan no obtienen los permisos para venderlos al Gobierno.
El caso más conocido es el de Pegasus, el software que vende NSO, compañía israelí, y que España utiliza. En los últimos meses ha estado de actualidad por dos motivos: por el presunto espionaje a líderes políticos catalanes y porque el propio presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, fue espiado con ese mismo malware, junto a varios ministros.
La Audiencia Nacional abrió una causa en torno a este segundo aspecto, pero la falta de colaboración de Israel impidió avanzar en las indagaciones y la cerró de manera provisional. Recientemente, Francia ha enviado una serie de información relativa una investigación abierta en el país vecino. Los servicios galos ven similitudes en el espionaje al Ejecutivo español con el sufrido en su territorio por el mismo tipo de programa espía. El juez ha encargado al CCN-CERT, dependiente del CNI, que haga una serie de comprobaciones y ha reabierto la causa.
Información sensible
El otro peligro que existe, subrayan, está en el intercambio de información. Israel son los ojos y oídos del mundo occidental en Oriente Medio. Es el socio fundamental de los servicios secretos europeos y de Estados Unidos. Las notas de inteligencia sobre los movimientos de los grupos yihadistas y de los gobiernos hostiles de la zona son fundamentales para la seguridad de los países en medio mundo.
"Nos quedaremos sordos y ciegos", apunta un colaborador de los servicios españoles, conocedor de la importancia de las buenas relaciones en inteligencia que siempre ha primado entre los dos países. La situación en Oriente Medio en torno al terrorismo yihadista y su evolución en el resto del mundo es de interés y preocupación para todos los países, pero para España en especial. La posición geográfica española, con una frontera avanzada que llega hasta el Sahel, convierten a nuestro país en un blanco para los radicales.
La primera fricción entre España e Israel surgió a los pocos días del ataque de Hamás el 7 de octubre. Todavía con Podemos en el Gobierno, la entonces ministra Ione Belarra pidió llevar al presidente israelí, Benjamín Netanyahu, ante la Corte Penal Internacional, lo que despertó el enfado en la delegación diplomática israelí.
Aquellos días, fuentes de los servicios secretos españoles declararon a El Independiente que seguían manteniendo "buena relación". Fuentes de inteligencia afirmaron entonces que la interlocución entre el CNI y el Mossad, su homólogo israelí, está "donde deben estar". El seísmo no alcanzó al intercambio de información sensible. "Lo de ahora es otra cosa. No había necesidad de reconocer a Palestina en esta situación, más cuando ya lo hizo el Congreso hace diez años. Veremos en qué desemboca todo esto", se lamenta un agente ahora.
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