El presidente del Gobierno no contestó ayer en la sesión de control a las dos preguntas que le hizo Núñez Feijóo sobre la investigación a su esposa por presuntos delitos de tráfico de influencias y corrupción. Se salió por la tangente hablando del "fango". La presidenta del Congreso hace como que no se entera y permitió, una vez más, a Pedro Sánchez eludir las cuestiones que le plantea el líder de la oposición. Si esa va a ser la dinámica, ¿para qué sirven las sesiones de control? Tal vez, para pillar in fraganti a toda una vicepresidenta del Gobierno (Yolanda Díaz) mandar "a la mierda" a Feijóo y a toda la bancada popular.
El caso Begoña Gómez dormía en el secreto de sumario hasta que el juez decidió levantarlo el pasado martes. Nos enteramos de que la esposa del presidente tiene la consideración de "investigada" desde el 16 de abril, y que ella, y su marido, se enteraron de ello el 24 del mismo mes, dos días antes de la carta en la que el presidente amenazaba con dimitir y que marcó el comienzo de sus cinco días de reflexión. Sabemos, por tanto, que el presidente mintió en sus diversas comparecencias, después de romper su silencio, cuando afirmó que confiaba en que Begoña Gómez no sería llamada a declarar "ni como testigo".
El presidente ha quedado muy mal, por mucho que recurra al cansino argumento de la máquina del fango. El caso Begoña Gómez ha vuelto a estallar a diez días de las elecciones europeas y amenaza con arruinar la remontada que venía protagonizando el PSOE en los últimos días. Pronto volveremos a escuchar aquello del lawfare.
Pero además, ayer, El Confidencial publicó que Begoña Gómez logró que Telefónica, Indra y Google le diseñaran gratis un software –valorado en 150.000 euros– para su máster. La noticia no sé si tendrá recorrido penal, pero lo que sí refleja mejor que cualquier otra de sus tareas de mediación, estas sí investigadas judicialmente con el visto bueno de la Audiencia de Madrid, es el modus operandi de la esposa del presidente.
Begoña Gómez, personalmente, se entrevistó con el consejero delegado de Telefónica (Sergio Oslé), con el consejero delegado de la filial de Indra, Minsait (Luis Abril), y con el responsable de Relaciones Institucionales de Google (Miguel Escassi) para pedirles "gratis" un desarrollo tecnológico para medir en pequeñas y medianas empresas su nivel de cumplimiento en sostenibilidad.
Imagínense ustedes a estos tres altos ejecutivos recibiendo a la esposa del presidente del Gobierno... ¿Quién podría decirle que no a su petición?
La esposa del presidente no puede ir por ahí pidiendo a empresas importantes que le hagan cosas gratis. Hasta el más inocente ciudadano sabe que eso no se debe hacer
Más aún cuando tanto Indra como Telefónica, además de estar participadas por la Sepi (que depende del Ministerio de Hacienda), tienen al Gobierno como uno de sus principales clientes. Las puertas de Google, por otro lado, estaban abiertas de par en par, porque, como publicamos hoy en El Independiente, su responsable de Relaciones Institucionales es un destacado miembro del PSOE.
En expresión castiza, a esto se le llama dar un sablazo. Y la esposa del presidente no se puede dar el lujo de ir dando sablazos.
En España no hay regulación, es cierto, para las actividades profesionales del cónyuge del presidente o presidenta del Gobierno. Pero hasta al más inocente de los ciudadanos se le ocurre que eso de ir por ahí pidiendo cosas gratis a empresas que no se pueden negar no se debe hacer.
Hasta tal punto la cosa pintaba mal que tanto Telefónica como Indra pensaron que se podían meter en un lío y decidieron paralizar el proyecto, en el que ya habían invertido 110.00 euros.
No sabemos hasta qué punto Google España podrá justificar ante sus máximos jefazos que el interlocutor institucional de la compañía tenga carnet del PSOE. Pero eso es otro asunto.
La cuestión es que el caso Begoña Gómez, lejos de amainar, promete tenernos entretenidos durante una larga temporada. Veremos el 9 de junio qué efecto tiene en las europeas. Veremos cómo afecta a las relaciones con sus socios que, hasta el momento, no han dicho esta boca es mía sobre un presunto caso de corrupción que, de haberse producido en los aledaños del PP, hubiera provocado titulares, declaraciones y peticiones de dimisión. No olvidemos que la Fiscalía Europea está ya investigando si hay fondos europeos afectados en el caso de la mujer del presidente.
En lo últimos quince días, España ha tenido un duro encontronazo con Argentina, y con Israel las cosas están incluso peor. El Gobierno no ha logrado sacar adelante dos proyectos en el Congreso porque sus socios se han negado a apoyarle. Probablemente, la ley de amnistía, que se aprueba hoy, sea la única que concite respaldo suficiente como para no ser derrotada en la Cámara Baja. Y además tenemos el caso Koldo, cada vez apuntando más arriba, y el caso Begoña Gómez... Llevamos menos de un año de legislatura y ya estamos agotados. ¿Podremos aguantar tres años más? Sánchez amenaza con seguir, al menos, otro siete años.
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