El debate fluía bastante rápido. Con los argumentos ya sabidos de unos grupos y de otros, pero sin sobresaltos. Con portavoces deliberadamente de perfil bajo. Pero, de repente, el pleno del Congreso estalló. Un nuevo guirigay. Y esa bronca, provocada por Vox, mantuvo parada la sesión de aprobación definitiva de la ley de amnistía unos minutos, con gritos cruzados de derecha a izquierda, insultos de los ultras y gritos de "fuera, fuera" a la presidenta de la Cámara, Francina Armengol. Por unos momentos, la tensión fue máxima en el hemiciclo, justo después de la intervención del líder de Vox, Santiago Abascal, y antes del portavoz socialista, Artemi Rallo.

El jefe de la ultraderecha había dirigido una durísima intervención desde la tribuna. Advirtió de que la amnistía es "el atentado más grave a los españoles honrados que cumplen la ley desde 1978", una norma que "legitima el golpe y la violencia política" en Cataluña. "Un acto de corrupción política" que es "la mayor que se ha perpetrado en España desde 1978". Para Abascal, Pedro Sánchez y los independentistas catalanes de ERC y Junts cometen "los peores delitos que pueden los representantes públicos".

No aceptamos lecciones de señoritos que son parte de organizaciones islamófobas y antisemitas que han ido a rendirle pleitesía al carnicero de Rafah", sentencia Pisarello

Pero el líder de Vox también se jactó de sus alianzas internacionales, apenas dos días después de que viajara a Jerusalén para entrevistarse con el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, el mismo día en que el Consejo de Ministros aprobaba el reconocimiento del Estado palestino. "Hablan de Noruega, pero no, son Hamás, los talibán, Irán y el Grupo de Puebla, los narcogobiernos de Hispanoamérica. Y aquí son los albaceas de ETA y los delegados del prófugo Carles Puigdemont", comparó. Abascal llegó a echarle en cara a la izquierda las "lágrimas de cocodrilo y de Hamás" por la ofensiva israelí en Gaza, cuando ya son más de 35.000 los palestinos muertos desde el inicio de los ataques, la mayoría mujeres y niños.

El presidente de Vox calentó el pleno. Pidió la palabra Gerardo Pisarello, miembro de Sumar, portavoz de los comunes y secretario primero de la Mesa, que justo había intervenido en la tribuna antes que él. Se sintió aludido porque Abascal se había referido al que le había "precedido" en el estrado, y le acusó de "arrancar una bandera de España de un ayuntamiento" y de "odiar profundamente a España" mientras va al Congreso "a disimular y a intentar romper la convivencia". "Me siento orgulloso de ser catalán y latinoamericano —respondió Pisarello desde su escaño—. Los que trabajamos y vivimos aquí no aceptamos lecciones de señoritos que son parte de organizaciones históricamente islamófobas y antisemitas que han ido a rendirle pleitesía al carnicero de Rafah". Enseguida recibió los aplausos de su grupo.

Armengol llama al orden a tres diputados de Vox. "Ser demócrata implica saber escuchar al que piensa diferente", observa. El portavoz del PSOE tacha de "filonazis" a los diputados de Vox por "validar el genocidio de Gaza"

El diputado de Vox José María Figaredo pidió entonces la palabra a Armengol "por alusiones personales" a miembros de su grupo. El Congreso entonces estalló en gritos. "Señorías, por favor, intentemos no dar este espectáculo, que la gente no se lo merece". "¡Fuera, fuera, fuera!", chillaron los diputados de Vox a Armengol. "Esta mala educación no lleva a ningún sitio", trató de atajar Armengol, dando la palabra a continuación al portavoz socialista, Artemi Rallo.

El hemiciclo no se aquietaba. Continuaban los gritos entre los diputados de Vox y la bancada de la izquierda y los insultos, el lenguaje tabernario. "Corrupto", "traidor", se chillaban. Los más groseros salieron de la bancada ultra, dirigidos a Pisarello: "Sudaca", "tucumano". Insultos también racistas.

Rallo intentaba comenzar. "Los que están insultando, basta", rogó Armengol. La algarada seguía. La presidenta de la Cámara llamó al orden a Figaredo. Más protestas entre los parlamentarios de Vox, que no paraban de increpar, de levantarse de sus asientos fuera de sí, de expresar su rabia. La extrema derecha había acudido con la consigna de "reventar" el pleno, observó el portavoz del PNV, Aitor Esteban para intentar que no se votara la amnistía.

Lo cierto es que Rallo tenía imposible comenzar a hablar. Armengol llamó al orden a otros dos diputados ultras, Manuel Mariscal y José María Sánchez García, que también gritaban desde sus escaños. "Aunque les duela oírlo, Europa, España y Cataluña han dicho a la amnistía. Europa la ha bendecido, Cataluña la ha agradecido y estas Cortes Generales la avalan hoy por mayoría cualificada, cuantitativa y cualitativa, de todos los grupos parlamentarios excepto dos, el PP y el neofascismo que embiste, montaraz y cerril, como acabamos de comprobar".

El hemiciclo seguía muy tenso, los gritos no paraban. "Filonazis", respondió Rallo, recordando la reunión de Abascal con Netanyahu "para validar el horror del genocidio palestino en Gaza". "Señores diputados de Vox, esto no es posible —pidió calma Armengol—. Ser demócrata implica saber escuchar al que piensa diferente. El señor Abascal ha tenido el uso de la palabra y la gente le ha respetado, aunque muchos aquí seguramente no han compartido sus ideas. Ahora está en el uso de la palabra al portavoz del Grupo Parlamentario Socialista, y luego le corresponderá el turno al portavoz del Grupo Parlamentario Popular, y yo pido el mismo respeto para todos. Eso es lo que se merece la ciudadanía, y no estos gritos y estos insultos, por favor". La presidenta fue arropada por los aplausos de su bancada. Sus últimas palabras ya sí pudieron tranquilizar el salón de plenos. El debate de la ley de amnistía, y la votación, por llamamiento, pudo continuar.

El Gobierno y sus socios acusan a la extrema derecha de querer "reventar" el pleno para que no se votara, pero triunfó "la democracia"

Pero la tensión no se disipó del todo. Ya al final, durante la votación, cuando era el turno del Gobierno, los diputados de Vox gritaron a sus miembros "traidores". La sensación que quedó en la izquierda era clara: la ultraderecha quería "reventar" el pleno, convertirlo en un barrizal. "Intentar reventar el pleno es antidemocrático, e insultar y enfangar en vez de utilizar argumentos. Es muy lamentable pero no me ha sorprendido", señaló el ministro de la Presidencia y Justicia, Félix Bolaños. "Probablemente había una intención" por parte de Vox "de reventar el pleno para que no se votara", opinó el titular de Transportes, Óscar Puente.

"Alguno quería reventar este pleno, muy demócratas ellos, y al final ha prosperado la democracia de verdad", completó el portavoz socialista, Patxi López. Para la vicepresidenta segunda y líder de Sumar, Yolanda Díaz, la extrema derecha pretendía "golpear las instituciones". "España se merecía un debate sereno, tranquilo, conocer con rigor qué piensa cada grupo político acerca de una norma política tan importante. Lamentablemente hemos visto un espectáculo más, pero a pesar de todos ellos España hoy es mejor". Para Gabriel Rufián, portavoz de ERC, los parlamentarios de Vox "querían reventar el pleno", pero "por suerte" otros diputados lo han "evitado". La amnistía salió del Congreso, pero con la mochila de un debate bronco y nada edificante.