La primavera arrancó con notas amargas en el número 8 de la plaza del Marqués de Salamanca. La tarde del miércoles 24 de abril, cuando Pedro Sánchez anunció en “una carta a la ciudadanía” que se concedía “cinco días de reflexión” por lo que consideraba informaciones infundadas sobre su esposa y su posible tráfico de influencias, un abismo se abrió sobre los pies de José Manuel Albares. De repente, el ministro de Asuntos Exteriores, fiel escudero del presidente, temió por su porvenir. “Los cinco días de Pedro fueron una pesadilla para Albares. No porque sufriera por su jefe sino porque se daba él mismo por amortizado, continuara o no Pedro Sánchez en la Moncloa”, relata un diplomático en conversación con El Independiente.

A aquella tarde de shock le sucedieron días de auténtico pánico. El turbado estado de ánimo de Albares superó las paredes del ministerio. El 26 de abril su gabinete de prensa difundió entre los periodistas una sucesión de mensajes publicados por líderes internacionales en apoyo de Sánchez. "Buenos días: Por su interés, compartimos los siguientes mensajes en X de primeros ministros y líderes políticos internacionales", escribió un miembro del gabinete de prensa. Entre las loas, los presidentes de Brasil y Colombia, Lula da Silva y Gustavo Petro o el comisario europeo, Nicolas Schmit, candidato de los socialdemócratas europeos a las elecciones de junio.

Acto uno: pavor a la marcha de Sánchez

“Durante los cinco días, su crispación desbordó a sus colaboradores y desnortó aún más a un ministerio ya de por sí a la deriva desde que asumió la responsabilidad de ministro”, señala una fuente del ministerio, al tanto del malestar interno. “Es que Albares sin Sánchez, ni siquiera sin el PSOE, no hubiera sido absolutamente nada. Hubiera llegado, como mucho, a embajador en Europa del este, y no más que eso”, explica otro diplomático, que conoce bien al ministro y su rápida metamorfosis desde que relevó en el cargo a Arancha González Laya. “La posibilidad de que Pedro Sánchez se fuera, hubiera supuesto para él el fin de su existencia”, agrega. “A él le debe realmente su vida entera, su ambición y su transformación, porque es una persona distinta a la que todos conocimos antes de ser ministro”.

Durante los cinco días, su crispación desbordó a sus colaboradores y desnortó aún más a un ministerio ya de por sí a la deriva

En aquellas jornadas agónicas, a la espera de que el líder deshojara la margarita, el ministro trazó un plan. “Buscaba alguna cosa que hacer y llegó a la conclusión de que llevar al consejo de ministros la solicitud de plácet de una decena de embajadores podía darle cierto brillo. Y eso hizo el primer martes tras los días de retiro del presidente”, comenta una fuente sabedora de los movimientos.

Albares quiso hacer guiños a unos pocos diplomáticos amigos, y disgustó a los de izquierdas y a los de derechas, no premió a los que tenían méritos sino a una camarilla de amiguetes en los puestos más relevantes, sin reconocimiento por su capacidad ni siquiera por su compromiso político. En el ministerio de Exteriores no hay reconocimiento profesional, pero tampoco razones políticas; sólo hay un club de servilismo”, disparan sin compasión.

Es que Albares sin Sánchez, ni siquiera sin el PSOE, no hubiera sido absolutamente nada

En Exteriores Albares ha purgado a todo aquel que podía hacerle sombra. Del borrado tampoco se han librado los diplomáticos con quienes compartió promoción. “Se salta el cursus honorum [carrera de los honores] evitando el desempeño normal de la carrera. Es una pena para mucha gente, porque los cinco o siete años más activos y fructíferos que podían tener han sido amortizados. Y en cambio hay otros que se hubieran desempeñado muy bien de subdirectores ahora o en segundas jefaturas a los que Albares ha aupado rápidamente”, dice gráficamente una fuente del ministerio. “Albares se está haciendo una carrera a medida, porque cuando él sea cesado, no todos esos embajadores lo serán. Y esa agenda le permitirá dar el salto a una consultoría en señal de gratitud”.

Acto dos: el pulso al 'Loco Milei'

Recuperado el resuello tras el desenlace de los cinco días de Sánchez, se enfrentó poco después a la crisis con Argentina, un choque de trenes en el que el ministro apostó por elevar el tono y entrar en la confrontación directa, en el barro. Su gestión del contencioso, con unas declaraciones iniciales de Óscar Puente sugiriendo “la ingesta de sustancias” por Javier Milei y las posteriores salidas de tono del presidente argentino calificando de “corrupta” a Begoña Gómez, ha causado consternación en el servicio diplomático.

“El episodio de Milei en España, con sus injustificables declaraciones, le ha llevado a Albares a pensar que sería una oportunidad de oro para mostrar su lealtad inquebrantable al prócer, a quien le debe todo. A diferencia de Sánchez, Albares ha reaccionado a las provocaciones de Milei sin reflexionar, no se ha tomado ni cinco ni un día para madurar la decisión; en cuestión de minutos, pensó que la mejor manera de mostrar su inquebrantable lealtad a Sánchez era reaccionar en caliente y poner en cuestión las relaciones con Argentina retirando a la Embajadora”.

A diferencia de Sánchez, Albares ha reaccionado a las provocaciones de Milei sin reflexionar, no se ha tomado ni cinco ni un día para madurar la decisión

Un gesto insólito y condenado al fracaso porque suponía echar un pulso a Milei, un maestro de la provocación. “En el caso de Milei, es un hombre que ha conseguido la presidencia porque un día en una tertulia empezó a hacer barbaridades y se hizo famoso. Y fue el propio kirchnerismo el que lo potenció porque le interesaba así dividir el voto de la derecha, pero se le fue de la mano. No se puede entrar al trapo con Milei porque, si lo haces, estás perdido”, apunta un diplomático español curtido en Hispanoamérica.

Achaca el “desliz” a la voluntad de hacer política nacional con la agenda internacional pero también a la falta de conocimiento e interés por la región que comparten Albares y Sánchez y al ímpetu de Albares por agradar al presidente. “El disparate de cómo se ha llevado la crisis de Argentina, no se puede entender sin ese afán de Albares de contentar al jefe. Él da un puñetazo en la mesa y entonces, en vez de hacer lo que había que hacer, que era ignorar a Milei, porque contra un tío que hace de la política el espectáculo y que es capaz de hacer campaña con una motosierra y se pone cantar en un concierto rock, entra al trapo”.

El disparate de cómo se ha llevado la crisis de Argentina, no se puede entender sin ese afán de Albares de contentar al jefe

Otro embajador atribuye el caso argentino que estalló a mediados de mayo a la estrategia de Moncloa: “Una vez que se ideologizó la política interior, sólo queda ideologizar la política exterior, distinguiendo entre gobiernos buenos y malos”. “Es un contraste absoluto entre el Pedro Sánchez que conocí, que era un tipo muy pragmático y que tenía unas relaciones con Orbán porque comprendía que hay una cosa que es la ideología, que está muy bien, pero que luego, en la parte institucional, España está obligada a tener las mejores relaciones posibles con quien gobierna en tal o cual país, salvo que sea una situación imposible. La diplomacia consiste en hablar hasta con el diablo”. Ante la negativa reiterada de Milei a retractarse y pedir disculpas, la táctica adoptada ahora por Moncloa es reducir al mínimo el ruido y dejar morir el asunto. Que el tiempo elabore su pacto con el olvido.

“Albares ha creado un problema más que solventarlo. Ahí están las declaraciones de Macron a otras provocaciones similares de Bolsonaro, también sobre su pareja como en el caso de Sánchez –que sabemos son una táctica de desgaste copiada de la derecha trumpista–, pero con un desenlace totalmente diferente a la torpe respuesta dada por Albares”, alega un diplomático. “En aquel caso entre Macron y Bolsonaro, la reacción del presidente francés fue decir que 'como tengo mucha amistad y respeto por el pueblo brasileño, espero que tengan pronto un presidente que esté a la altura'. Macron ponía por encima de todo la amistad y respeto por el pueblo brasileño, y aquí la pregunta es, ¿por qué no ha puesto por encima de todo la amistad y respeto por el pueblo argentino? ¿Es consciente el todavía ministro de Exteriores de la densidad de nuestras relaciones con Argentina, desde el punto de vista social, económico, cultural, histórico, o desde cualquier otro?”, se interroga.

El órdago de Albares fue lanzado sobre un escenario más novelesco que real. “Sabía que poner la condición de unas excusas públicas por parte de Milei era algo irrealizable, y aun así las vinculó al regreso de nuestra Embajadora. ¿Y ahora? En realidad, no hay un ahora, porque el ministro Albares no pensó en el día después, solo tuvo en cuenta su fragilidad personal (una persona con un temperamento tan irascible hacia todos los que dependen de él es la muestra infalible de una enorme fragilidad o inseguridad), y la imagen de escudero protector hacia el presidente Sánchez”, indican fuentes internas del ministerio.

Cuando un Estado ve que hay una división muy grande en el seno de España, ya sea Argentina o Israel, te ataca fuerte porque sabe que estás muy débil

Acto tres: el reconocimiento de Palestina

Y cuando la marea con Argentina –inédita en la historia de las intensas relaciones diplomáticas bilaterales– comenzaba a remitir, enfiló el camino hacia el reconocimiento del Estado palestino, coordinado con Irlanda y Noruega. Pero el subidón por el hito se quedó en un “minuto de oro”. Sánchez, el verdadero hacedor de la política exterior, le contraprogramó compareciendo el martes a las 8.30 de la mañana desde el Palacio de la Moncloa para ofrecer una declaración institucional con la que anunció solemnemente el reconocimiento. Desde entonces los ataques del primer ministro israelí, Israel Katz, no han cesado. En la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros, Albares llamó a “no sobreactuar” ni responder “a golpe de tuit” después de que un periodista le preguntara por la ausencia de respuesta a las provocaciones de Tel Aviv, especialmente, tras el antecedente argentino.

“Es difícil ser más cínico”, replica un embajador español a propósito de esa declaración de Albares censurando “la sobreactuación”, la misma que él firmó una semana antes con Buenos Aires. “En el reconocimiento de Palestina hay una lógica de política interior. Lo que pasa es que supeditar la política exterior a la política interior al final es un suicidio. La de Sánchez es una política exterior muy personalista”, agrega.

Un detalle que no ha pasado inadvertido para los israelíes, que tratan de explotar el flanco derecho, con la reunión de Santiago Abascal con Benjamin Netanyahu y las constantes menciones del ministro de Exteriores israelí en sus publicaciones sobre España a Alberto Nuñez Feijóo. “Se está utilizando la política exterior de una manera absolutamente divisiva. Y cuando un Estado ve que hay una división muy grande en el seno de España, ya sea Argentina o Israel, te ataca fuerte porque sabe que estás muy débil, que es una posición que mantienes a duras penas porque hay críticas internas”, resume un diplomático.

Albares ha concluido un mes de montaña rusa en la cresta de la ola. Está convencido de que le queda carrete para rato. Que en esta primavera tan procelosa ha vuelto a batirse por el líder y a vencer la partida. Se ha ganado, una vez más, su lugar junto a Sánchez. El tiempo le ha agriado aún más el carácter. Lo controla todo, hasta el más nimio de los detalles. No delega en nadie. No escucha y responde con ira a cualquier consejo o declaración que pueda hacerle sombra, en los pasillos de Exteriores pero también entre sus colegas ministros. “Es muy picajoso y tiene unos ataques de cuernos terribles. No le gusta que nadie de su ministro hable o viaje con el presidente salvo él”, esboza uno de los testimonios. Albares, apodado “el emperador” entre sus subordinados, está seguro de que su reinado será largo.