"Vamos a dar lo máximo". Lo aseguran en Ferraz, con la intención de dejar bien claro que echarán el resto en esta semana última de campaña de las elecciones europeas del próximo domingo. Que sacarán toda la artillería posible para hacer posible la "remontada". Para, en el mejor de los casos, superar al PP o, al menos, quedarse cerca, muy cerca de él, hasta el punto de que una victoria por la mínima de Alberto Núñez Feijóo le sepa muy amarga. La orden de la cúpula es movilizar toda la estructura. De arriba abajo. Por eso se ha casi duplicado la presencia del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez —de los cinco mítines iniciales se pasará finalmente a nueve en estos 15 días—, y se arropará a la candidata, Teresa Ribera, no solo con José Luis Rodríguez Zapatero, un activo fijo en todas las últimas campañas, sino también con el jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, y el excomisario y exlíder del PSOE Joaquín Almunia.
La dirección federal no prevé giros discursivos para esta semana decisiva de cara al 9-J. Está satisfecha con la marcha de una campaña en la que no ha parado de percutir en la misma idea: las únicas siglas que pueden "frenar a la derecha y la ultraderecha" son las del PSOE. Un calco del marco que logró imponer en las generales del pasado 23 de julio y que funcionó a Sánchez para retener la Moncloa.
Sánchez solo se deja libres domingo 2 y martes 4 de junio en esta semana final. Está hoy lunes en Gijón, el miércoles en Málaga, el jueves en Barcelona y el cierre, el viernes, en Madrid
La tendencia al alza del partido, que señalan las encuestas, y la expectativa de estrechar mucho la distancia con el PP hizo que la cúpula cambiase, eso sí, su planificación para el tramo final de la campaña. Y lo que convino fue intensificar la presencia del líder, convencida de que él sigue siendo su principal activo y el primer movilizador de bases y simpatizantes.
En un primer momento, Ferraz agendó cinco mítines en total de Sánchez —la apertura en Valencia, el jueves 23 de mayo; el sábado 25 en Sevilla, el sábado 1 de junio en Valladolid, el miércoles 5 en Málaga y el viernes 7, en el cierre, en Madrid—, pero al final le ha añadido cuatro más: el pasado jueves 30, justo tras la aprobación de la amnistía, en Barakaldo (Bizkaia); el viernes 31 en Los Alcázares (Murcia); este lunes, 3 de junio, en Gijón, y el jueves 6 en L'Hospitalet (Barcelona). Nueve en total, frente a los cinco iniciales. En la recta final, por tanto, el presidente solo acumulará dos días libres de mítines: ayer domingo y este martes, 2 de junio. Es una implicación muy superior a la que tuvo en las gallegas del 18 de febrero —cuatro actos—, en las vascas del 21 de abril —tres—, e incluso en las catalanas del 12 de mayo —otros cuatro, más su paseo por la Feria de Abril de Barcelona y por Tarragona—, prueba de la importancia que el partido da a la participación de su secretario general.
El expresidente Zapatero ya ha estado presente en la primera parte de la campaña, pero también lo estará en estos últimos días: este lunes en Almendralejo (Badajoz), y el viernes, en el cierre en Fuenlabrada (Madrid), con Sánchez y Ribera.
Almunia, en Bilbao y en Madrid
Pepe Borrell, el candidato socialista en las europeas de 2019 —en las que cosechó un 32,86%—, y actual alto representante de la UE para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, ya manifestó a Ferraz que podía estar disponible en la campaña a partir del 3 de junio. Y así será. Tendrá actos a diario hasta el cierre. Este lunes, en Madrid; el martes, en un diálogo con Ribera, en Ferraz; el miércoles, en un mitin en Asturias; el jueves, en L'Hospitalet, con Sánchez —ahí no estará Ribera, porque tiene el debate a nueve en TVE—, y el viernes en Sevilla.
El partido quiere proyectar una imagen de unidad interna, de cierre de filas con Sánchez y Ribera. De esa foto se escapa, una vez más, el expresidente Felipe González
La novedad de este 9-J es que la dirección cuenta con Joaquín Almunia, secretario general del partido entre 1997 y 2000 —y rival, por cierto, de Borrell, en las primarias de 1998, que perdió—. Él ya participó en un acto en Bilbao el pasado 29 de mayo con la exlíder del PSE y número 10 de la lista europea, Idoia Mendia, y el exministro Ramón Jáuregui, y este lunes protagoniza un diálogo sobre economía en Ferraz, en la sede federal, con la dos de la candidatura y presidenta del Grupo de los Socialistas y Demócratas (S&D) de la Eurocámara, Iratxe García. Además, se prevé que el miércoles 7, en Málaga, junto a Sánchez y Ribera, mitinee el candidato de los socialdemócratas europeos, el luxemburgués Nicolas Schmit. En toda esta semana, se desplegarán igualmente ministros y cargos federales del PSOE.
El partido quiere proyectar una imagen de apoyo exterior y también de unidad interna, de cierre de filas con Ribera y con Sánchez. Marco del que claramente escapa el expresidente Felipe González, muy distanciado del jefe del Ejecutivo (y de Zapatero) y enormemente crítico con la ley de amnistía. Con González se han alineado los dos barones más lejanos a Ferraz, el presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, y Javier Lambán, expresidente de Aragón.
Los sondeos dibujan una competición muy ajustada entre PP y PSOE, mucho más de lo previsto inicialmente Génova. Ribera se mueve entre los 19-21 escaños, por los 22-23 del PP
Las encuestas de este tirón final dibujan una competición muy ajustada entre populares y socialistas, con los primeros ligeramente en cabeza, con entre uno y tres escaños de ventaja. Una diferencia mucho más ajustada que lo que se preveía inicialmente y de lo que imaginaba Génova. En Ferraz recalcan siempre que su electorado se activa en los últimos días, de ahí que ahora pongan toda la carne en el asador. También la cúpula del PP ha moderado sus expectativas. El PSOE obtuvo en 2019 un total de 20 escaños, que fueron después 21 tras la salida del Reino Unido de la UE. El PP, 12 (tras el Brexit, 13). España pasa ahora de 59 a 61 escaños, y los sondeos, de media, otorgan entre 19 y 21 diputados al PSOE y entre 22 y 23 al PP. Es decir, entre uno y tres asientos más para los conservadores. En porcentaje de voto, ambas formaciones quedarían separadas por en torno a dos o tres puntos.
"Todos movilizados" y en toda España
Aunque en la dirección socialista admiten que los populares siguen yendo por delante —desde luego, no se creen el pronóstico del CIS, que antes de comenzada la campaña pintaba al PSOE primero, y con hasta cinco puntos por encima de la candidata conservadora, Dolors Montserrat—, creen que hay posibilidades de vencer en los comicios si las tendencias siguen como hasta ahora. "Vamos a dar lo máximo esta semana para ganar. Hay posibilidad de remontada, y todo el mundo tiene que ir a votar. Esto significa que vamos a estar todos movilizados. Tenemos a Sánchez, a Zapatero, a Borrell, a Almunia, pero además una cantidad enorme de actos en todos los territorios y todos con gente de peso del partido. De antes y de ahora", explican desde el cuartel general socialista.
En el entorno de la candidata aprecian "muchos nervios" en Sumar por su escasa ventaja sobre Podemos, de ahí los "ataques inopinados" hacia la vicepresidenta tercera y al PSOE
En Ferraz insisten en que entran en la última semana "muy bien", porque están ya "muy cerca del PP". Y ponen el acento en la tendencia: al alza del PSOE, a la baja de los populares. Algo que creen capital. Su crecimiento, eso sí, también es a cuenta de Sumar. Eso explica, señalan fuentes próximas a Ribera, que haya "muchos nervios" en la formación de Yolanda Díaz, aunque sigan 1,5-2 puntos por delante de Podemos. "Tienen fuga por ambos lados. De ahí los inopinados ataques contra Teresa, por ser, dicen, condescendiente con las eléctricas, y las patéticas apropiaciones de sus logros, como la excepción ibérica, o la minoración de ingresos de las eléctricas", indican.
En la cúpula federal prefieren no detenerse en Sumar y en su pugna a muerte con Podemos. "Nosotros a lo nuestro. Remontada, a seguir remando, que es posible". Pero lo que sí que ha hecho ya el PSOE, y es un clásico de sus campañas, es llamar al voto útil. En esta ocasión, lo ha hecho resignificando el insulto utilizado por el presidente argentino, Javier Milei, hacia la izquierda, a los que llama "los zurdos". "Vota con la zurda", "somos los zurdos", llamada a todos los "zurdos" a levantar "un dique de contención" contra la derecha y la ultraderecha, han repetido en estos días Pedro Sánchez, Salvador Illa —anfitrión del mitin de este domingo en Lleida— y la propia Teresa Ribera, que pedía "aglutinar" el voto progresista en torno al PSOE. El partido pretende, por tanto, movilizar a su electorado dando la vuelta a un término negativo utilizado por la derecha —ahora, por el libertario mandatario argentino—, igual que en generales convirtió en positivo la descalificación dirigida contra el presidente, Perro Sanxe.
La agenda internacional como revulsivo
Los socialistas entienden que el PP no ha logrado entrar en la campaña, que ha tirado de temas amortizados, como la amnistía o los negocios de la mujer del presidente, Begoña Gómez. Y endosan a Feijóo los "errores" de su alineamiento con la primera ministra italiana, la ultraderechista Giorgia Meloni, su desprecio a los fondos europeos o su actitud de perfil con el reconocimiento del Estado palestino. El PSOE, en cambio, se ha servido del choque con Milei, la agitación del miedo a la ultraderecha —muy presente en el resto de países europeos, porque los dos grupos extremistas pueden convertirse en la segunda familia política de la nueva Eurocámara— y el giro diplomático hacia Palestina, unido a la ayuda militar a Ucrania. Y ha usado a su favor también (y contra el jefe del PP) la foto de Santiago Abascal, líder de Vox, con el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, el pasado martes en Jerusalén. Justo el mismo día en que España reconocía al Estado palestino.
Ribera acusa a los populares de "callar y consentir" ante la extrema derecha que está "deseando romper Europa desde dentro"
"Si no queréis la Europa que proponen [José María] Aznar, Feijóo, [Isabel Díaz] Ayuso, Netanyahu y Meloni pues entonces votad todos socialista. Tengo ganas de que llegue el 9 de junio para darme el gustazo de votar al PSOE", decía Sánchez este sábado en Valladolid. Ribera, desde Lleida este domingo, acusaba a los populares de "callar y consentir" ante la extrema derecha que "está deseando romper Europa desde dentro". Y recordó, como ha venido haciendo, que "no hay una ultraderecha buena [Meloni] y una ultraderecha mala, como algunos quieren hacer creer".
Los socialistas, en realidad, no se mueven de la baldosa en la que se instalaron desde el arranque de la campaña. Al menos, por ahora. Queda una semana por delante. Y es la decisiva antes del 9-J.
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