La esposa del presidente del Gobierno, Begoña Gómez, se ha convertido en el eje de la campaña electoral de las europeas, muy especialmente desde que el pasado martes el juez Juan Carlos Peinado decidió poner fecha al día de su comparecencia en el Jugado, el próximo 5 de julio. Los acontecimientos se han precipitado desde entonces y Moncloa y PSOE han puesto en marcha una maquinaria de reivindicación de Gómez, imputada, que no condenada, por tráfico de influencias y corrupción en los negocios.

Los populares, por su parte, llevan tiempo testando en sus cualitativos el efecto que este caso tiene ante la opinión pública, del que ellos también han hecho un mensaje central de campaña y principal contenido de sus argumentarios, que no todos los candidatos y barones territoriales siguen. De estos estudios aseguran haber detectado que "un tercio de los votantes del PSOE no compran la lawfare contra Begoña Gómez", esto es, la tesis sobre la existencia de una conspiración de jueces, medios de comunicación, PP y Vox que quiere "quebrar" -según terminología de Pedro Sánchez- a los inquilinos de la Moncloa. Y si bien esos electores "están dispuestos a defender a Sánchez de sus equivocaciones, no han votado a su mujer", matizan.

Se trata de un perfil de elector moderado, templado, nada que ver con el militante hiperventilado

Se trata de un perfil de elector moderado, templado, nada que ver con el militante hiperventilado, que "está debilitando al PSOE por el centro, de ahí que Sánchez abrace el estilo de Sumar y de Podemos" para crecer por su izquierda asumiendo, además de la lawfare, términos con el de las "violencias políticas" o los "señores del puro". Y es a ese ciudadano al que aspira llegar el PP, otra cosa es el éxito de la empresa. Su idea, aducen, no es tanto ampliar su base electoral por la derecha, a costa del partido de Santiago Abascal, sino "por donde siempre se crece electoralmente", esto es, por el centro político incluso entre aquel que pueda sentirse más inclinado hacia posiciones de izquierda.

La práctica de sondeos cualitativos y de focus group es habitual en el PP durante las campañas. De cara a las catalanas testaron los mensajes en torno a la inmigración y la okupación que tan polémicos resultaron en los últimos días y mucho más al ser el propio Alberto Núñez Feijóo que el asumiera ese discurso en primera persona. Las mismas fuentes niegan tajantemente que el 'caso Begoña Gómez' esté beneficiando al PSOE o, al menos, "eso no nos dicen nuestros tracking. ¿Desde cuándo una imputación por posible corrupción beneficia a nadie?", se preguntan.

En este sentido explican que "si les fuera tan bien como dicen no estarían hablando constantemente de la remontada", tampoco hubiera habido una segunda misiva presidencial, "baza que puedes jugar una sola vez". Y apuntan a un dato más, esto es, el anuncio que hizo ayer el ministro de Exteriores, José Manuel Albares, de sumarse a la demanda de Sudáfrica contra Israel ante el Tribunal Internacional de Justicia por genocidio contra Gaza.

Israel como baza electoral

Albares lo anunció con la solemnidad que suele impregnar a todas sus declaraciones en una comparecencia de urgencia a las 10 de la mañana. "Se trata de un paso que llevamos analizando muchas semanas", enfatizó, pero justo lo hizo público un día antes del cierre de la campaña electoral. Porque incluso hasta los partidarios de esta medida, todos ellos socios de Sánchez, la critican por quedarse corto o por electoralismo.

La vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, que lucha para no verse engullida por la estrategia monclovita, se felicitó por la decisión, pero animó a ir "a por más: retirada de nuestra embajada en Israel y embargo total de armas". La líder de Podemos, Ione Belarra, fue más dura al calificar el anuncio de "fake" y acusar al gobierno de que "con medias tintas y anuncios electoralistas es imposible que le paremos los pies a Netanyahu". Hasta el cabeza de lista de Junts, el prófugo Toni Comín, cree que el inquilino de la Moncloa utiliza "el drama humanitario de Gaza para ganar unas elecciones europeas".

'Robar' votos a su izquierda, abandonando las posiciones más centradas

A juicio de Génova esta es, precisamente una táctica socialista dirigida a 'robar' votos a su izquierda, abandonando las posiciones más centradas. Y lo que va a conseguir Sánchez, afirman los mismos medios populares consultados, es vampirizar a sus socios. Aún así, según los tracking populares, ni PSOE ni ninguno de sus socios mejorará resultados, y el bloque conservador y de ultraderecha, formado por ellos mismos, Vox y hasta ese experimento populista de la candidatura de Alvise, "subirá en porcentaje" muy por delante de la izquierda. Incluso se atreven a aventurar una subida con respecto a 2019 de 8 puntos porcentuales. Concluyen que con unos datos similares en unas elecciones generales -a pesar de que resulta arriesgado extrapolar unas y otras- el inquilino de la Moncloa no sumaría ninguna nueva mayoría.

No quieren, en cambio, revelar cuál es la distancia que, según sus estudios, le sacarán supuestamente al PSOE dentro de dos días. La diferencia entre ambos partidos en las europeas de hace cinco años fue de casi 13 puntos a favor de los socialistas, que se redujo a 1,39 en las generales del 23-J a favor de Feijóo. Si el PP consigue ganar este 9-J, aunque sea por la mínima al PSOE, se tratará de una gran remontada, pero los resultados se leerán en clave de posicionamiento entre ambos partidos. La lista encabezada de nuevo por Dolors Montserrat va a recuperar mucho terreno, entre otras cosas, a costa de Ciudadanos, pero si bien aspiran a ser la segunda delegación más importante del Partido Popular Europeo (PPE) tras los alemanes de la CDU, convencidos de ganar, está en juego cómo de cerca le andará el PSOE y el acierto o fracaso de ambos en su estrategia en torno a Begoña Gómez.