En la campaña de las elecciones al Parlamento Europeo de 2014 le preguntaron a la socialista Elena Valenciano, cabeza de lista del PSOE, si su jefe de filas, Alfredo Pérez Rubalcaba, dimitiría en caso de perder las elecciones. La hoy miembro del Consejo de Estado alegó, tras expresar su confianza en un triunfo, que "sería la primera vez en la historia que un líder político dimite por perder unas elecciones europeas, no se ha dado nunca". Pero Rubalcaba, que quedó dos escaños por debajo del PP -14 frente a los 16 cosechados por Miguel Arias Cañete- acabó abandonando, no sin cerrar antes con Mariano Rajoy la abdicación de Juan Carlos I y la proclamación de su heredero, Felipe VI.

No es previsible que tras los comicios europeos de este domingo dimita nadie, salvo un descalabro de alguno de los dos grandes partidos, no previsto al menos demoscópicamente. Pero sí da una idea de la importancia y alcance que pueden tener estas elecciones -con unos altísimos niveles de abstención- sobre todo en el contexto actual, marcado por la inestabilidad política e institucional. Hay dos circunstancias que las hacen únicas, por un lado, la debilidad parlamentaria del Gobierno, obligado a orillar los Presupuestos de este año, retirar leyes o vivir derrotas en el Congreso; del otro, el PP, primera fuerza política del país, pero no gobernante, con el grado de frustración consiguiente y el intento de hacer de esta consulta ante las urnas una cuestión plebiscitaria con el riesgo que ello conlleva.

Una noche electoral de foto finish

PSOE y PP han bajado este 9-J al barro de la política doméstica, a sabiendas que ese es la única forma de movilizar a los suyos. El 'caso Begoña Gómez" se ha comido la mitad de la campaña. Para Génova es la oportunidad de propinar un voto de castigo a Pedro Sánchez, crearle una situación política imposible, y dejar constancia otra vez de que el PP y su líder, Alberto Núñez Feijóo, son la primera fuerza y líder del país, aunque está por ver si eso le abre una ventana de oportunidad a corto o medio plazo. Pedro Sánchez busca un refrendo a sus políticas, con la ley de Amnistía de gran elefante en la habitación, y un gesto de adhesión a su esposa, Begoña Gómez, aunque queda por ver si salir airoso de esta cita ante las urnas le facilita la gobernabilidad del país y abre la puerta a un pacto en Cataluña que haga de Salvador Illa el futuro presidente de la Generalitat o se ve abocado más pronto que tarde a disolver las Cámaras.

Si se cunplen los pronósticos de los sondeos con la única, y habitual, excepción del CIS, Génova podrá defender la noche electoral que vuelve a ser el partido más votado del país y Sánchez debe tomar nota y convocar elecciones generales. Por su parte, el PSOE alegará que el estrecho margen de ventaja de su principal adversario respalda sus políticas y mantiene vivas sus opciones para seguir gobernando el resto de la legislatura. En caso de invertirse los términos y ganar el PSOE en la foto finish a lomos del 'caso Begoña Gómez' y la "máquina del fango", se abre en el partido del charrán un proceso de reflexión.

Los tracking socialistas apuntan a una especie de empate técnico

Lo populares, -que creen poder a llegar a ser el primer grupo del PPE superando a la CDU alemana y, con ello, tener más capacidad de influencia, pro ejemplo, en las decisiones de la Comisión Europea- afirman ahora que "la distancia con el PSOE no nos importa, sino que va a haber 8 puntos más de votante de centro-derecha que hace cinco años" sumando en esa cuenta al PP, a Vox y al ultra Alvise. Según esos tracking de última hora, más importantes que nunca habida cuenta de que un porcentaje estimable del electorado no decide el sentido de su voto hasta la jornada de reflexión, incluso hasta llegar a la misma mesa electoral, "bajan el PSOE y todos sus socios" y en una extrapolación de resultados a unas generales no le saldrían las cuentas al inquilino de la Moncloa para seguir en el Gobierno.

Los socialistas no ocultan su intención de llevarse todo "el voto de la izquierda. De todos lados, pero especialmente de la izquierda. En tres años, que es lo que falta para las siguientes generales, ya veremos", informó Juanma Romero. Luchan por reagrupar todo el voto de ese espectro ideológico aún a costa de dejar diezmados a sus socios de Sumar. Los tracking socialistas apuntan a una especie de empate técnico, con una ligera ventaja del PP. "Estamos muy cerca: ahora mismo, a entre dos escaños a su favor y el empate a diputados".

Yolanda Díaz corre el riesgo de quedar aún más debilitada en la coalición gubernamental

La formación de la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, es consciente de esta estrategia desde hace tiempo y lucha por no verse engullida por la potente maquinaria socialista. Además, para los magentas hay otra batalla tanto o más importante que conseguir un buen resultado, esto es, quedar por delante de Podemos. Temen que, de salir muy mal parados en este envite tras los tropiezos en Galicia, País Vasco y hasta Cataluña -donde al menos aspiran a entrar en un gobierno de coalición presidido por Salvador Illa- queden debilitados en el Gobierno de coalición frente a un PSOE que los necesita pero lleva meses orillandolos.

Vox es la otra variable de la ecuación. El partido de Santiago Abascal quiere subirse a la ola ultraderechista europea que se impone en Francia o Países Bajos pero está muy lejos del PP y eso que puede firmar entre 6 y 7 eurodiputados. El sector agrario, ganadero y pesquero es su fuerte. Según información de Ángel Carreño, las variables socioeconómicas del último sondeo de europeas del CIS arrojan que el 25 por ciento de este sector votará Vox. Génova sabe que Vox "viene para quedarse", aunque necesitan segarle la hierba bajo los pies. Quizá la candidatura del agitador ultra Alvise Pérez tenga ese efecto.

Los resultados del resto de las fuerzas políticas que se presentan a estos comicios, fundamentalmente partidos independentistas en distintas coaliciones, tienen apenas repercusión tanto en clave interna como en el concierto de la política nacional. La de las europeas es una liga entre los grandes, habitualmente sin mucho recorrido posterior, pero Rubalcaba abrió una puerta en 2014. "Sería la primera vez en la historia que un líder político dimite por perder unas elecciones europeas, no se ha dado nunca", dijo Valenciano, pero se dio.