Una reflexión no central, perdida en una entrevista, servía para expresar mejor que ninguna otra qué le había ocurrido a los socialistas —y también a los populares— en las elecciones europeas del pasado 9 de junio. Los comicios probaron "la fortaleza de los dos grandes partidos políticos. PP y PSOE, PSOE y PP, hemos cumplido nuestros objetivos a medias". Ferraz salía no solo a remontar las encuestas, sino a ganar, una posibilidad a la que, de hecho, apuntaban sus últimos trackings. No venció, se quedó a dos escaños y cuatro puntos de los conservadores. Una brecha significativa que se abrió, sobre todo, en Madrid y Andalucía. En ambos. Fueron esos dos territorios los que Pedro Sánchez señaló explícitamente en la reunión con su ejecutiva del día siguiente. No por casualidad. Quería lanzar el mensaje de que la dirección se pondrá manos a la obra para intentar tapar el abismo que le separa del PP, una diferencia tan abultada en número de votos —Andalucía y Madrid son la primera y la tercera comunidad con más población— que a los socialistas les resulta difícil compensar, ni siquiera con el enorme caudal de apoyos que proporciona Cataluña. El PSOE sangra, y sangra desde el centro y desde el sur.
En cuanto trascendió que Sánchez había verbalizado su preocupación por Andalucía y Madrid, la olla interna se calentó. Los líderes de las dos federaciones, Juan Espadas y Juan Lobato, se situaban automáticamente en el disparadero. Ambos se aprestaron a defender sus respectivos datos del 9-J, reiteraron que no se marcharán, y Ferraz tuvo que insistir en que no se plantea relevos orgánicos. No, al menos, por ahora.
El cónclave federal impulsa en cascada la renovación del partido de arriba abajo: la celebración de los congresos regionales, provinciales, locales y de distrito
Y esa es la clave. La cúpula de Sánchez tiene bien claro que no ha llegado el momento de abrir el proceso congresual y, por tanto, no quiere ni ruido interno ni desestabilización. El freno está echado y no se quitará hasta más adelante. Hasta que queden despejados Cataluña y los Presupuestos Generales del Estado de 2025.
La dirección ha dejado ver que su prioridad es que el foco se traslade al Gobierno y los esfuerzos se vuelquen en lograr que Salvador Illa logre ser president. Porque solo cuando esté resuelta la carpeta catalana los partidos independentistas podrán retomar su relación con el Ejecutivo y desbloquear las cuentas del próximo año, capitales para proporcionar un horizonte de supervivencia a Sánchez y a su coalición. El problema al que se enfrenta el presidente es que existe un riesgo cierto de repetición de las autonómicas en Cataluña, convocatoria que se celebraría en octubre. Si eso ocurriera, un escenario que PSOE y PSC confían en que no se produzca pero que tampoco descartan, el calendario interno sufriría un nuevo retraso y la ralentización legislativa se agudizaría.
Los territorios han captado la señal y son conscientes de que ahora no es el momento de la batalla orgánica. En ningún caso. El 41º Congreso Federal podría llegar, como pronto, a finales de este 2024, aunque en Ferraz manejan desplazarlo a la primavera de 2025. Todo dependerá de Cataluña. El cónclave federal impulsa en cascada la renovación del partido de arriba abajo: la celebración de los congresos regionales, provinciales, locales y de distrito.
"Es obvio que no se hará nada en lo orgánico por ahora. No se calentará a los territorios hasta entonces. Ni habrá ningún movimiento raro", indican desde la cúpula. "Cualquier tema orgánico tendrá su momento y será cuando llegue el congreso federal y los posteriores en los territorios. El PSOE es partido de gobierno y ahora, a gobernar donde toca y a hacer oposición donde nos dijeron los ciudadanos", sostienen desde Ferraz.
Ya se celebraron tres congresos extraordinarios para relevar a tres líderes: en Valencia, donde fue elegida Diana Morant; en Extremadura y en Galicia, donde fueron aupados Miguel Ángel Gallardo y José Ramón Gómez Besteiro
Tres federaciones ya celebraron sus congresos extraordinarios, en los que solo se cambió la dirección: en la Comunitat Valenciana, donde la ministra de Ciencia, Diana Morant, fue aupada al liderazgo del PSPV tras la marcha del expresident Ximo Puig; en Extremadura, para cubrir la salida del histórico Guillermo Fernández Vara —su sustituto es el presidente de la Diputación de Badajoz, Miguel Ángel Gallardo—, y en Galicia, para reubicar al mando del partido a José Ramón Gómez Besteiro, el candidato que dio al PSdeG, el pasado febrero, el peor resultado de su historia. Ferraz no prevé ningún cónclave extraordinario. Ni siquiera en Aragón, donde es seguro el relevo del expresidente Javier Lambán, uno de los dos barones críticos con Sánchez —el otro es el castellanomanchego Emiliano García-Page—. El cálculo, de hecho, es que si se produce una salida o una renuncia de Lambán, todavía convaleciente por cáncer, se nombrará una gestora hasta que se celebre el cónclave ordinario, del que podría salir elegida la ministra Pilar Alegría, portavoz del Gobierno, como su sucesora.
En la vecina La Rioja se vislumbran cambios. La expresidenta Concha Andreu no ha decidido aún si seguirá al frente del partido, y emerge como alternativa el portavoz en el Parlamento regional y alcalde de Arnedo, Javier García. Castilla y León también podría tener nuevo secretario general. Su líder desde 2014 es Luis Tudanca, y él aún no ha comunicado su decisión sobre su futuro, aunque su equipo le anima a continuar y advierte de que tiene los apoyos necesarios. En Baleares y Canarias, que se mantengan al frente Francina Armengol y Ángel Víctor Torres, hoy presidenta del Congreso y ministro de Política Territorial, dependerá de ellos mismos. En Asturias y Navarra, las únicas dos comunidades que gobierna el PSOE junto a Castilla-La Mancha, seguirán sus dos líderes, Adrián Barbón y María Chivite. Sí es duda si Page se encontrará con un rival en su congreso autonómico. Sus críticos y Ferraz remarcan su pésimo resultado en europeas: 9,78 puntos de ventaja del PP, bastante por encima de la media nacional.
En La Rioja no está clara la continuidad de Andreu. En Baleares y Canarias, serán Armengol y Torres quienes decidirán si dan paso a sus sucesores o se quedan en el cargo
Las dos batallas más relevantes, por tanto, se concentrarán en Madrid y Andalucía. Justo los dos territorios que más inquietan a Sánchez y a Ferraz. En la cúpula son conscientes de que sus dos secretarios regionales suscitan rechazo en una parte de sus federaciones. "No es ningún secreto que se cuestione a Espadas, Lobato y Andreu. Pero preocuparía más que en las tres comunidades no se escuchara nada, porque significaría que están muertas", reconocen en el aparato federal. La consigna, no obstante, es apuntalar, "reforzar", "ayudar" a Madrid y Andalucía desde Ferraz, no abrir ahora ningún debate sobre la continuidad de sus barones.
La hegemonía total de Ayuso
Para la dirección, el boquete más preocupante es el primero, Madrid, que es, además, la federación de Sánchez, su eterna obsesión. Él mismo, el miércoles, en la entrevista en TVE, advirtió de que "la máquina del fango tiene una sede social y esa sede social es la Comunidad de Madrid", y eso "es un problema para la política española". Por la irradiación que tiene al resto del país.
De los 701.781 votos que sacó el PP al PSOE en toda España (4,02 puntos), 348.762 procedían de la comunidad que preside Isabel Díaz Ayuso. O sea, casi la mitad. 12,54 puntos de brecha. En Andalucía, los populares aventajaron a los socialistas en 5,71 puntos y 165.857 papeletas. En Cataluña, el PSC se anotó otro resultado excelente, 732.362 apoyos y un 30,63%, 402.903 sufragios (y 16,85 puntos) por encima del PP, insuficientes para compensar la ventaja del PP en Madrid y Andalucía. El 9-J, el PSOE solo ganó en tres autonomías (Cataluña, Navarra y Canarias), pero la única victoria realmente contundente fue la del PSC, porque en la comunidad foral se impuso al PP por 2.005 papeletas y en las islas, por 7.924.
Lobato defiende que sus resultados han mejorado, porque ha aumentado en tres décimas el voto al PSOE. Su diferencia con el PP fue de 348.762 apoyos, la mitad de los 701.781 votos que le sacó Génova en toda España
Lobato ha defendido que sus resultados, aunque siguen muy lejos de lo deseado, han mejorado, porque en las generales de julio el partido obtuvo el 27,84% de los votos y ahora, el 28,15%. O sea, 0,31 puntos más. Y se congratula de que el PSOE-M sacó más sufragios para la bolsa común (782.765) que el PSC (732.362), y de que la diferencia en votos respecto al PP se redujo en 109.822 papeletas desde las generales. Una bajada, no obstante, que se explica por la menor participación de las europeas. "Estas elecciones las lleva Ferraz, y no ha sido en Madrid donde más se ha perdido. En España hemos sacado un 30,18% de los votos, y en Madrid un 28,15%. ¿Qué vamos a sacar aquí si en toda España estamos en un 30%. ¡Si es que en Cataluña también estamos en el 30%!", indican fuentes muy próximas al barón madrileño.
Los críticos con Lobato, sin embargo, le reprochan que no haga autocrítica. "Solo faltaría que no aportáramos muchos votos a la bolsa federal. Pero a lo que no responde es por qué no hemos recogido apoyos de los que ha perdido Sumar, que ha pasado del 15,46% en julio al 5,80% de las europeas. No hemos rebañado votos de Sumar-Más Madrid. Algo pasa", señala uno de los dirigentes de más peso de este sector que entiende que hacen falta cambios. Y urgentes: "Necesitamos equipos que trabajen para el partido y un espacio político claro, porque debemos ser la referencia de la izquierda". Al líder regional se le reprocha que persiga más a los votantes de centro y centroderecha en lugar de ensanchar su base social por la izquierda, ganándole el pulso a Más Madrid, y se le afea que haya mantenido posiciones críticas con medidas impulsadas por el Gobierno, como la ley de amnistía, o que se encare con "tibieza" frente a Ayuso, la dirigente que con más acritud fustiga al presidente Sánchez.
El líder autonómico siempre ha sostenido que la sociología madrileña es distinta a la de otras comunidades, razón por la que su discurso debe ser más moderado. Y respecto a la amnistía, reivindica, explican en su entorno, que sí la ha defendido, pero "con pedagogía". "Tenemos que recuperar a la izquierda que vota a Ayuso. Esa es la clave. Y según las últimas encuestas, estamos ya por delante de Más Madrid", continúan. Con la marcha de Mónica García al Ministerio de Sanidad se abriría, en teoría, una oportunidad de crecimiento para el PSOE-M, pero en la federación advierten de que ella misma podría imitar a Illa. Es decir, aprovechar la plataforma del Gobierno para proyectarse y presentarse con más garantías en 2027 contra Ayuso.
Los críticos acusan a Lobato de mirar demasiado a la derecha, de distanciarse de Sánchez y no ensanchar a su izquierda, robando a Más Madrid
¿Qué alternativas podrían construirse frente a Lobato? Ferraz no ha dado aún indicaciones. Es cierto que el secretario de Organización federal, Santos Cerdán, se reunió hace meses con el alcalde de Fuenlabrada, Javier Ayala —rival de Lobato en las primarias de octubre de 2021, y en las que consiguió el 37,75% de los votos de los militantes, frente al 61,23% del actual líder—, para sondear el estado de la federación. Pero no está claro que sea la apuesta de futuro de Sánchez. La cúpula, significativamente, sí decidió ubicar en Fuenlabrada el mitin de cierre de campaña de las europeas. Es una localidad de probada fidelidad socialista, que no ha conocido alcalde de otro partido en democracia, y en la que el partido ganó por 6,86 puntos al PP hace una semana. Ayala ha mantenido la necesidad de girar el PSOE-M a la izquierda. Sobre si volverá a rivalizar contra Lobato, en su entorno recuerdan que el proceso congresual no está abierto.
En el PSOE-M, una federación siempre convulsa, circula el nombre de Ayala. Pero no solo el suyo. Hay quienes entienden que, si se quiere abrir una nueva etapa, "lo lógico" es que surja otro nombre distinto, y que sea ungido sin discusión interna. Por ejemplo, Fran Martín, el delegado del Gobierno —y miembro de la ejecutiva regional—, un hombre de la absoluta confianza del titular de la Presidencia y Justicia, Félix Bolaños. El propio ministro es otro fijo en las quinielas. En caso de saltar al ruedo, sería la apuesta inequívoca de Sánchez, la señal de que sitúa al frente de su federación a una de las figuras imprescindibles de su Ejecutivo, a un hombre de su total confianza. Otras opciones serían Cande Testa, alcaldesa de Alcorcón, o Enma López, portavoz adjunta de los socialistas en el Ayuntamiento de Madrid.
"Sería una locura que se alentara una candidatura contra Juan, con la posición que tenemos y con la historia que tiene el federal de meter la mano cada dos años en Madrid", advierten fuentes muy próximas a Lobato, que insisten en que no se marchará y defenderá su continuidad al frente del PSOE-M. "Y los militantes decidirán. No pasa nada, son procesos naturales", señalan. En 2021, cuando fue elegido Lobato (frente a Ayala), entendía que ya había acabado la etapa de quemar liderazgos cada dos por tres y de hacer desembarcar candidatos estrella que luego firmaban un mal resultado y se marchaban. Por eso, sostuvo que el proyecto de Lobato era a ocho años vista —dada la fortaleza de Ayuso—, igual que el de la exministra Reyes Maroto, portavoz en el Ayuntamiento de la capital y rival del reelegido alcalde, José Luis Martínez-Almeida.
El granero socialista que no vuelve
Madrid, no obstante, lleva tres décadas fuera del control del PSOE. El partido perdió el Gobierno regional en 1995 y la capital, en 1989. Pero Andalucía fue su feudo más seguro durante casi 40 años. Hasta que Susana Díaz perdió la Junta tras las autonómicas de 2018. Desde entonces, el PSOE-A no ha hecho sino profundizar en su declive. El pasado 9-J, con un 32,16% de los votos, firmó otra derrota, tras perder las autonómicas de 2022 (24,10%), las municipales del 28-M de 2023 (33,38%) y las generales del 23-J (33,48%).
Espadas reivindica su 32,16%, dos puntos más que la media nacional y su casi millón de votos, la federación que más contribuyó al resultado nacional. Y recuerda que la distancia de 19,01 puntos de 2022 está ahora en 5,71
Espadas no compareció la noche electoral, pero sí lo hizo al día siguiente. Y este pasado viernes se reunió en Sevilla con los ocho secretarios provinciales para reafirmarse en su lectura de los comicios. Los resultados, plasmaron por escrito, no son los deseados, pero sí constatan una "base electoral sólida en las tres últimas elecciones celebradas". La "recuperación del voto socialista" desde las autonómicas de 2022, "junto con la caída del voto del PP", hace que la distancia pase del 43,11% de los populares y del 24,10% del PSOE de aquellas regionales a una pugna de 37,87%-32,16%.
"Es decir, la diferencia se reduce de 19 a cinco puntos en dos años", concluyeron, para afirmar que el presidente de la Junta, Juanma Moreno, empieza a acusar cierto "desgaste", ya que no llegó al 40% de los sufragios el 9-J, pese a gobernar con mayoría absoluta en la comunidad. Pero el párrafo clave del comunicado conjunto estaba al final: "Las cuestiones orgánicas que puedan plantearse por algunos compañeros se dirimirán en los órganos del partido y cuando correspondan en los respectivos congresos". Es decir, ahora no se abrirá la batalla orgánica.
En el partido reprochan a Espadas que no "tire", que le falte 'punch', pese a que es "un buen gestor", pero no se abrirá la guerra interna ahora: sería, dice un líder provincial, "una barbaridad"
Sin embargo, Espadas es un líder crecientemente cuestionado. No solo por los afines a la expresidenta Susana Díaz y por lo que él llama "opinadores", que no dirigentes, sino por parte del poder orgánico. El apoyo al secretario general se empieza a agrietar y a visibilizar en agrupaciones provinciales importantes. Pero no acaba de aflorar, explica uno de esos líderes provinciales de mayor peso, porque sería "una barbaridad" abrir una guerra interna cuando el proceso congresual no está descorchado. La reflexión que se oye en el PSOE-A es que Espadas "no acaba de tirar", que "le falta punch", pese a que es "un buen gestor", como demostró como consejero de la Junta y como alcalde de Sevilla. Sus detractores encuentran que su ocupación en Madrid —es portavoz socialista en el Senado, Cámara que controla con mayoría absoluta el PP, que decidió pasar de dos a tres plenos al mes— le resta tiempo de oposición a Moreno en Andalucía y presencia en el territorio.
El barón autonómico ha repetido que él será el candidato en 2026, y que, pese a todo, el porcentaje de voto en estas europeas, del 32,16%, es dos puntos superior a la media nacional, y que el PSOE-A sigue siendo la federación que aporta más votos al conjunto del partido (935.603). Es la formación más votada en el 54% de los municipios de la comunidad, aunque ha sufrido un retroceso en el mundo rural y en las localidades grandes de las áreas metropolitanas. Porque las capitales continúan siendo su gran agujero.
Señalar una alternativa a Espadas tampoco es sencillo. A quien todos miran es a María Jesús Montero, todopoderosa número dos de Sánchez en el partido y en el Gobierno y ministra de Hacienda. Ella, hasta ahora, ha rechazado regresar a Andalucía, porque considera que su etapa en la política regional concluyó cuando el presidente la reclamó para formar parte de su Ejecutivo en 2018, y desde entonces se ha convertido en un báculo imprescindible del jefe, como lo es Bolaños. Pero es, sin duda, el activo más valioso que tendría Sánchez a su lado para intentar recuperar Andalucía. Desprenderse de ella remedaría la operación Illa que le reportó un evidente éxito en 2021 y más ahora en 2024.
A quien todos miran en el PSOE-A es a la vicepresidenta Montero, pero ella dio por concluida su etapa regional. Hay quienes ven que pueda hacer tándem con el diputado Juanfran Serrano, número dos de Cerdán en Ferraz
En el partido también se indica que Montero podría hacer tándem —quizá como apuesta de futuro, más a medio y largo plazo— con Juanfran Serrano, secretario adjunto de Organización y diputado por Jaén. Es, por tanto, el dos de Cerdán en el aparato federal, su hombre de absoluta confianza y un dirigente criado bajo el manto de Paco Reyes, líder del partido en Jaén y presidente de la Diputación provincial. Reyes es, de hecho, uno de los responsables que decidirá el futuro del PSOE-A. Él y Javier Fernández de los Ríos, jefe de los socialistas en Sevilla y también presidente de la Diputación. Ambos son los dos dirigentes más fuertes de toda la federación, que ya ni siquiera tiene ningún alcalde capitalino.
Los otros seis secretarios no gobiernan sus provincias y padecen la misma debilidad interna que Espadas, en mayor o menor medida, al pasar a la oposición. La mayor fragilidad la padece el líder socialista de Málaga, Dani Pérez. Ya acumula varias dimisiones en su ejecutiva y el pasado viernes, más de 60 alcaldes, exconcejales, exsenadores, excargos de la Junta o expresidentes de la Diputación hicieron público un manifiesto para exigir la caída de la dirección malagueña ante la "debilidad" del partido en la provincia. En las europeas, la ventaja del PP fue de 9,21 puntos, la segunda mayor tras Almería (16,12).
La situación interna más delicada se encuentra en Málaga, donde está en el disparadero su secretario provincial, Dani Pérez
La batalla orgánica en el PSOE queda en suspenso. Por ahora. No es la prioridad hasta que Sánchez logre estabilizar la legislatura y alejar el escenario de unas nuevas generales. Pero el proceso congresual que abrirá el cónclave federal no será tan pacífico como el anterior. Y el foco ya está claro: Madrid y Andalucía.
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