El nexo de Javier Milei con España sigue in crescendo mientras que con el Gobierno central de Pedro Sánchez sigue estancado. Con él se mantiene un enfrentamiento desde hace semanas que va más allá de lo ideológico. Primero, por las declaraciones del ministro Óscar Puente, insinuando que el argentino es dependiente y consume "sustancias". Después, por la salida de tono de Milei junto a Vox y sus socios en el Palacio de Vistalegre, a la puerta de las elecciones europeas, donde afirmó que Sánchez tenía "a la mujer corrupta y necesita cinco días para pensarlo". Algo que ha abierto una crisis diplomática que, sin tanto protagonismo mediático, sigue abierta y ha supuesto la retirada del embajador español en Buenos Aires.
Milei regresa este viernes a Madrid para ser condecorado por una de sus mayores partidarias de su estilo y figura en el país, Isabel Díaz Ayuso, que navega entre ideales del conservadurismo clásico, democristiano, pero que también juega el rol de las nuevas derechas alternativas que no han hecho más que crecer en Europa en los últimos años. Plurales en su denominación, desde nacionalpopulistas a radicales, pero con exigencias similares: mano dura con la inmigración o batalla cultural a la izquierda, entre muchos otros ejes. La Comunidad de Madrid le otorgará su Medalla Internacional. Algo que genera polémica. Pero, además, el instituto Juan de Marina, que defiende los principios del liberalismo y de la Escuela Austríaca de economía, corriente a la que está suscrito Milei, le concederá su galardón en la 'Cena de la Libertad' poco después. Por su "defensa ejemplar de las ideas de la libertad".
Del loco Milei, apodo de su infancia, han corrido ríos de tinta. En Argentina, España y toda la esfera internacional. La visión española del líder latinoamericano es la del homólogo de Vox, íntimo de Santiago Abascal, al que se abraza y le agradece su respaldo cuando no era nadie. "Cuando nadie me quería, cuando era un ser despreciable, fue el único que me abrazó", dijo del español en su última visita a la capital. Les une el ferviente anticomunismo. De Milei se ha dicho que es un populista por hablar de la casta estatal o al adoptar muletillas como el 'Hacer grande Argentina de nuevo' asimilado a imagen de Donald Trump. Por plantear soluciones fáciles y drásticas, sin matices, a manos de su 'motosierra'. También que es de extrema derecha, por sus posicionamientos ultraconservadores en cuanto al género o la vida.
Outsider de la política, Milei entra en ella de lleno con el Partido Libertario a partir del 2018, y establece el frente La Libertad Avanza con otros tres partidos conservadores con el que llega a la Casa Rosada ganando al kirchnerista Sergio Massa. Su visión ideológica le plantea la primera contradicción por su entrada al sistema de partidos, que en sus numerosos escritos considera necesario. "No somos políticos, pero hay que meterse al sistema para cambiarlo. Es la única forma de barrer el statu quo", ha llegado a pronunciar.
De Milei ha escrito otro argentino afincado en España: Carlos Rodríguez Braun, quien fue premiado por la Juan de Mariana en 2013. En su reciente obra El pensamiento de Milei, él establece un nexo fundamental que responde a algunas de las razones de la concesión del premio, y es que, la institución, como Milei, están suscritos a los principios de los escolásticos salmantinos, de los que procede el jesuita De Mariana. Reivindican esos principios denunciados por el pensador: la denuncia de la propensión de la monarquía al extraer impuestos de sus súbditos sin su consentimiento y a envilecer la moneda". Algo que Milei, como sus partidarios, aplican de una forma actualizada al contexto contemporáneo.
Aspectos políticos y morales en Milei
Declaraciones de intenciones como abogar por la quema del Banco Central (BCRA) para terminar así con la inflación pavimentan el aura populista en torno a Milei. Que ha tenido que contenerse recientemente y atajar la inflación recurriendo a medidas ortodoxas de la mano del FMI. Mantendrá el tipo de interés real en positivo, superior al IPC, para ayudar a reducirla.
Se declara partidario de la democracia. Repudia el autoritarismo, pero también la tiranía del Estado que se extralimita en sus competencias, ha comentado en diversas ocasiones. Él mismo se define como anarcocapitalista en sentido figurado, de quienes apuesta por suprimir al completo la existencia del Estado. Aunque, por su difícil viabilidad, en la vida real dice ser minarquista. Es decir, defensor de reducirlo al mínimo y destinar su existencia únicamente a la gestión de la seguridad, justifica y defensa. Opina que la sociedad puede autorregularse y alcanzar la paz, la libertad y la prosperidad por sí sola. Y a quienes le plantean el carácter utópico del pensamiento, les esgrime que él quiere ser el faro para materializarlo. ¿Entre sus referentes? Adam Smith:, de quien dice: "A él le digo papá".
El hiper liberalismo de Milei choca con su visión religiosa y el rechazo al aborto o la eutanasia
Uno de los elementos que más chocan en Milei es la exacerbada religiosidad que le caracteriza a él y a sus discursos, y que, según sus oponentes políticos desvirtúa y ponen en riesgo los avances seculares de la administración. De padres católicos [chófer de autobús y ama de casa] con los que no se habla por su violencia física y verbal [para él están muertos], Milei está abrazando el judaísmo. Es más, uno de sus asesores más próximos es un rabino. Los lazos con el credo le vienen de su abuelo, y aunque se ha formado en colegios católicos, en los últimos años se ha aproximado a La Torá y está en proceso de conversión. Ha habido varios gestos públicos. Rara vez Milei no incorpora alusiones a Dios en sus comparecencias. "Que Dios los bendiga y que las fuerzas del cielo nos guíen", expresó en su primer discurso presidencial.
Este aspecto abona, como en otras derechas europeas, el rechazo al aborto o a la eutanasia. Le liga a Vox, pero también a Giorgia Meloni, la premier italiana y líder de Fratelli d'Italia. Para Milei, en su planteamiento de libertad absoluta en todos los roles sociales, no caben esos dos aspectos: respalda la absoluta protección del nacimiento y la vida hasta la muerte natural. Lo contrario es "un asesinato". Aunque en términos morales y de reproducción, no ya en el plano económico o del bienestar social, si de ello depende el Estado. No queda indiferente tampoco respecto al ámbito del género o el matrimonio. Una de las primeras acciones de la nueva administración argentina fue la supresión del lenguaje inclusivo dentro de ella. Se une el rechazo a la educación sexual en las aulas. Milei, con su doctrina en la mano, cree que el liberalismo ya asegura la igualdad entre sexos. Y aproxima el feminismo al planteamiento de las relaciones entre hombres y mujeres como conflictivas y no cooperativas.
Mientras que socios internacionales como Meloni limitan el matrimonio directamente a la unión de un hombre y una mujer, bajo los preceptos católicos, Milei juega otra carta. Sin meter el rol religioso apunta que el Estado no puede inmiscuirse en eso. En lo que es un contrato entre dos seres humanos. Lo que deja solo la posibilidad a los distintos credos, incompatibles con los objetivos últimos del colectivo LGTBI. Es partidario de la prostitución y de no prohibir desde el Estado a quienes quieran ejercerla. También el mercado de órganos humanos o de la gestación subrogada y comercialización con bebés. Algo que le une a uno de sus ideólogos de cabecera: Murray Rothbard. De él solo le dista su concepción sobre el aborto. Con Trump, Salvini o Abascal está el nexo de la reivindicación de portar armas de fuego en defensa propia.
Su doctrina económica frente al estatismo
La doctrina de la motosierra aupó a Milei. Recetas de austeridad estatal que fomenten el ámbito privado y el crecimiento del tejido económico. En las primeras horas como presidente, abogó por las privatizaciones masivas y un contundente adelgazamiento de los departamentos del Ejecutivo. Eliminó la mitad, caso de Educación, dejando las competencias en nueve. Y los medios de comunicación públicos, no pasan desapercibidos a su radar.
Hay que partir de su visión del Estado. Entre las páginas escritas por Rodríguez Braun, en alusión a las de Milei, se expone que lo determina como un grupo social, en el que entran partidos políticos y una red de trabajadores dependientes, que explota a otro grupo social, la sociedad. Ello, dice, con "un canal legal, ordenado, sistemático y de permanente depredación de la propiedad privada". Independientemente de si ello ocurre en democracia o dictadura.
Uno de los reproches más sonados de Milei fue el cierre argentino durante la pandemia. Algo que le aproxima a Ayuso. Para él, sirvió al Estado para implementar el quebrantamiento de derechos y libertades del pueblo. La subida de la imposición a la renta, ha asegurado, es la consagración de la envidia como forma de hacer política. Defiende la tesis de esfuerzo es igual a prosperidad.
Ayuso ahonda en su rol de oposición a Moncloa con la visita y la condecoración a Milei
A menor tejido estatal, mejor para Milei. Porque se reduce el gasto público en educación, en sanidad o en servicios sociales, y se limitan las imposiciones tributarias que lo sostienen. Y él plantea que ello fomentará mayor competitividad económica con mayores tasas de crecimiento. Esa es la máxima prioridad de su mandato. Considera que la sobredimensión dada al Estado argentino durante décadas ha llevado a la elevada inflación. Al contrario, promociona a los empresarios como "benefactores sociales" y les jura compromiso y lealtad. Otra de sus metas, aunque dice que supone pasar de un estatismo a otro, es dolarizar el sistema. De momento, sus políticas están orientándose en dirección contraria: está dando poder al instituto emisor y pesificando el país.
La puesta de escena de Ayuso este viernes, intencionadamente o no, supone tres elementos a tener en cuenta. Primero, acerca posturas con Milei y reafirma su dominio de todo el arco de derecha, sin dejar fugas hacia Vox. Segundo, marca perfil dentro del PP, ajeno a Milei y sus socios, de cara al futuro, ante un declive de los partidos tradicionales, en competencia con Abascal, y ante un posible relevo de liderazgo interno en Génova en un tiempo. Y, tercero, sigue ahondando en su eje estrella: la oposición permanente al Gobierno de Sánchez.
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