La planta séptima de la sede nacional del PP ha vivido una semana dulce desde la firma, el pasado martes, del pacto para la renovación del CGPJ, la reforma de la ley Orgánica de Poder Judicial y el encargo, al nuevo Consejo, de estudiar un modelo distinto de elección de sus miembros con la "participación directa" de los jueces, aunque habrá que ver todavía en qué queda este último punto desde el momento en que el ministro de Presidencia y Justicia, Félix Bolaños ha cuestionado su alcance.

No parece en todo caso que el acuerdo vaya a naufragar en su trámite parlamentario de este mes de julio, con el que se pondrá punto y final a un asunto que venía persiguiendo a los populares desde hace un lustro, tras bloquear varias intentonas de renovación, e impide a los socialistas seguir manejando la acusación del incumplimiento de la Constitución por parte del PP. Se trata, sin duda, de un consenso de gran calado tanto por la concatenación de acontecimientos anteriores como por la lectura en clave interna para el líder de la oposición, Alberto Núñez Feijóo.

Se puede ganar a Sánchez desde la coherencia y la moderación, sin hipérboles"

En su equipo dicen estar convencidos de que "se ha fortalecido el perfil del presidente". No hablan tanto de su liderazgo, "fuera de toda duda", afirman, como del pulso ganado a su más directo adversario, esto es, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. Y es que, según la lectura de Génova, con ser importante el acuerdo, lo es más haber demostrado cómo "se puede ganar a Sánchez desde la coherencia y la moderación, sin hipérboles, manteniendo nuestra postura" y todo ello sin haber mantenido ningún hilo de interlocución entre ambos o, al menos eso aseguran, para engrasar el pacto.

Replican así al segundo punto del argumentario socialista, sostenido en la tesis de que los sectores más duros e intransigentes del PP limitaban la capacidad de movimiento de Feijóo, una especie de grillete, sobre el que ejercían presión la baronesa autonómica Isabel Díaz Ayuso y el ex presidente del Gobierno José María Aznar además de eso tan difuso, amplio e inaprensible como la llamada "derecha mediática".

Muy probablemente al PSOE le pilló con el pie cambiado el amplio consenso cosechado por Feijóo, a quien lejos de castigarle un pacto con el Gobierno de esta naturaleza aunó un amplio consenso entre los suyos con Ayuso y Aznar en primera posición de saludo. ¿Hubo una labor pedagógica previa? El Independiente reveló que Feijóo y Ayuso hablaron el día del acuerdo. También lo hizo con un grupo de presidentes autonómicos, no con todos, "para evitar filtraciones", explican en Génova, aunque la principal dificultad la representaba la madrileña. Despejado esa incógnita, el partido se preparó para dar una respuesta unívoca, reforzada por Aznar y por FAES para que no hubiera lugar a dudas.

Abascal se quedó solo en sus críticas al acuerdo

En Moncloa se malician de que más allá de tranquilizar a los suyos también hubo una tarea con los medios de comunicación de la órbita popular para evitar una lectura en clave de derrota y entreguismo al PSOE. Lo cierto es que salvo la previsible reacción de Vox, que ve en este acuerdo una manera de afianzar la fe de los suyos, nadie secundó las tesis de Santiago Abascal.

El mismo día de la firma los populares proclamaron su triunfo. "Hemos ganado". La idea de implicar a la Comisión Europea como supervisora y garante del acuerdo, además de "exitosa", dicen, llevó al Gobierno de Pedro Sánchez a un "territorio hostil" al tener de testigo, primero al comisario de Justicia, Didier Reynders, y, segundo, a la de Valores y Transparencia además de vicepresidenta, Vera Jourová. Y es que la Comisión ha venido recomendando en distintos informes sobre la situación del estado de Derecho en España la perentoriedad de renovar el órgano de gobierno de los jueces, pero, también, la necesidad de buscar un sistema de elección de los miembros por sus 'pares'. Este año no nos tirará de la orejas por esto, pero habrá que ver si la presión del PP para que aluda a la ley de Amnistía surte efecto.

En Génova tiran de épica y dicen sentirse poco menos que unos supervivientes al defender que "hemos sobrevivido a la presión e impuesto nuestro modelo" sobre la independencia de la Justicia. Lo que no se consiguió en octubre de 2022, esto es, la paridad 10/10 de la representación o que el presidente del Supremo lo elijan los miembros del Consejo, "se ha conseguido ahora". Mariano Rajoy, recuerdan, "tuvo la capacidad de escoger al presidente del Supremo" en la figura de Carlos Lesmes. Ahora "el PSOE no tiene mayoría para imponer un nombre ni aunque lo intentara" pues necesita, al menos, el apoyo de 12 miembros del Consejo, esto es, tres quintas partes. En definitiva, "les hemos arrebatado el control del Supremo".

José María Macías como muestra de "debilidad" del Gobierno

También han conseguido los populares incorporar al Constitucional a un duro, José María Macías, que fuera vocal del CGPJ y punta de lanza en la batalla de los conservadores contra la ley de Amnistía. A juicio de las fuentes consultadas, la aceptación de Macías por parte de Bolaños responde a que Gobierno y PSOE "partían de una posición de debilidad". El interlocutor de Génova, Esteban González Pons, mantuvo el pulso. "No vamos de farol", "chantajes, los justos", le vino a decir al ministro según Génova. "Si el acuerdo no hubiera sido bueno, no lo habríamos firmado", aseveran aún "renunciando al aplauso de los medios", agregan en una pulla a la prensa.

En definitiva, "hubo que tomar decisiones y eso nos costó críticas en su momento". Pero ahora el PP vive un cierre de filas sin fisuras salvo las objeciones soterradas de un sector del partido en Cataluña, temeroso de ir a una repetición electoral el 13 de octubre si no hay investidura del socialista Salvador Illa como nuevo presidente de la Generalitat, y en mitad de una campaña salvaje de Vox, acusando a los populares de representar lo mismo que los socialistas.