Llegados a este punto, con una aplicación de la ley de amnistía que se les está torciendo a los cabecillas del procés tras la decisión del Supremo de no considerar perdonable el delito de malversación de fondos públicos y la incógnita respecto a si Salvador Illa conseguirá ser investido presidente de la Generalitat con los votos de comunes y ERC, "la situación se le está complicando y mucho al presidente del Gobierno", Pedro Sánchez, para asegurarse la continuación de su propia legislatura, destacan fuentes de Génova.

Sin descartar desde hace tiempo una repetición electoral catalana el 13 de octubre próximo, comienza a afianzarse el convencimiento de que al jefe del Ejecutivo le interesaría el triunfo de una hipotética lista conjunta Junts-ERC. ¿La razón? Volver al status quo previo al 12 de mayo, con un gobierno independentista en Cataluña y el PSC de apoyo exterior en caso de no alcanzar éstos la mayoría absoluta. Así "le garantizaría a Sánchez cierta tranquilidad en Madrid con sus socios de Junts y de ERC", los mismos que ahora se miran de reojo ante un Carles Puigdemont que insiste en ser investido president en una pugna que amenaza con desestabilizar al Gobierno.

En el PP no son pocas las veces que han insistido en que Sánchez acabará "dejando tirado a Illa" si con ello se garantiza su propia continuidad en Moncloa. Lo cierto es que Illa, además de estar consolidado internamente, tiene el margen de maniobra que le da su pertenencia al PSC, partido que se conduce con cierta autonomía. Pero de él no depende ser investido, sino de Madrid desde el momento en que ERC ha condicionado su apoyo a un modelo financiero de cupo, similar al vasco, y cuya concesión depende del Ejecutivo central.

La vicepresidenta primera y ministra de Hacienda, María Jesús Montero, propone a cambio la llamada "financiación singular", que firmaron en el pacto de investidura de Sánchez, aunque se desconoce en qué consiste y cuál es su alcance. Todo ello mientras Puigdemont ve como se aleja la posibilidad de ser amnistiado de los delitos que cometió en torno al desafío independentista de 2017, su supuesta implicación 'intelectual' en los actos violentos de 2019 y sin tener apoyos suficientes para ser investido, él, o alguien de su partido, presidente de la Generalitat, no al menos con la actual composición del Parlament. En definitiva, pocos motivos para seguir apuntalando al inquilino de la Moncloa salvo que, en caso de nuevas elecciones, se vuelvan a repartir las cartas y una hipotética coalición electoral secesionista se imponga al socialista Illa.

Los Presupuestos Generales del Estado, para febrero de 2025

En ese escenario, el independentismo "no comprometería el futuro de Sánchez en el Gobierno de la nación", y éste podría, además, sacar los Presupuestos Generales del Estado de 2025 "en el mes de febrero próximo", salvando el impasse que crearía la repetición electoral catalana y la conformación del nuevo ejecutivo autonómico. En ese caso, queda en el aire el futuro de Illa. Fuentes del PP catalán ironizan con que el ex ministro de Sanidad podría acabar "en alguna embajada que le busque Sánchez", dando por hecho que encontraría alguna salida airosa para él. A fin de cuentas, recuerdan, a su antecesor en el liderazgo del PSC, Miquel Iceta, le nombró, tras sacarle del Gobierno, embajador permanente de España en la Unesco.

El primer partido de la oposición ha estudiado todos los escenarios posibles, lo que no deja de ser un análisis especulativo ante la ausencia de certezas respecto a cómo evolucionarán los acontecimientos, pero sí que deben prepararse para cualquier eventualidad, entre ellas la de una repetición electoral el 13 de octubre. Los populares manejan incluso sondeos internos, ya adelantados por El Independiente, en el sentido de que podrían llegar a los 18 diputados en el Parlament, mejorando su marca del 12-M que fue de 15.

El CIS sorprendió ayer con un estudio postelectoral catalán que revelaba cómo el 93,9 por ciento de los votantes del 12-M mantendrían hoy el sentido de su papeleta. En todo caso, resulta poco significativo si Junts y ERC van a una nueva contienda electoral en coalición, si reproducen Junts pel Sí, bien con esta nomenclatura u otra, pero en una lista de unidad con la que los de Oriol Junqueras podrían salvarse de un más que probable hundimiento. En ese caso, sí podrían tener alguna posibilidad de ganar las autonómicas al unir el voto independentista.

Todos los escenarios abiertos

En el cuartel general de los populares incluso han llegado a contemplar la posibilidad de que Sánchez se viera tentado a una coincidencia electoral, esto es, catalanas y generales en el mismo paquete, aunque a pesar de las dificultades manifiestas, nada impide que de aquí al 25 de agosto eclosione un acuerdo del PSC, Comunes y ERC en esa estrategia tan habitual de la política catalana de llevar las cosas al extremo, apurando todos los plazos.

Por otro lado, los populares temen ser víctimas de una maniobra de socialistas e independentistas para tejer un cordón sanitario en torno suyo, como lo hicieron en la pasada legislatura con Vox, e impedir que tengan un senador por designación autonómica. Al ser cuarta fuerza política y con una representación de 15 diputados -solo cinco menos que ERC- le corresponde, por una mera cuestión numérica, engordar su lista de senadores, pero dicen haber detectado movimientos para ser excluidos, batalla para la que se están preparando.