Los caminos de la derecha nacionalpopulista y soberanista europea son múltiples de cara a esta nueva legislatura, pero se alejan cada vez más de la idea de supergrupo en la Eurocámara capaz condicionar las políticas. La conformación de un nuevo grupo potente en Bruselas, denominado Patriotas por Europa, promocionado por el primer ministro húngaro Viktor Orbán, apunta a que serán tres aparatos los que confluirán en lo más a la derecha del tablero político. Junto a Identidad y Democracia (ID), donde están Marine Le Pen y Matteo Salvini, y el grupo de Giorgia Meloni y Vox, los Conservadores y Reformistas Europeos (ECR). Todo ello a expensas de saber si Alternativa para Alemania (AfD) y otros partidos menores extremistas logran dar salida a un cuarto grupo o deben adherirse a los no adscritos. Desde la organización alemana lo han desmentido.

Por el momento, pese a replantearse las cartas respecto a las repartidas la noche electoral del 9 de junio, las conversaciones europeas siguen vigentes entre socios. Al menos, así lo aseguran desde la formación de Santiago Abascal. Fuentes de Vox, hasta que finalice las jornadas de trabajo que ECR realizará del 1 de julio al 4 en Brucoli de Mangia, en la provincia de Siracusa (Sicilia), descartan dar por sentada su continuidad en la actual alianza conservadora. Allí, entre otras cuestiones como el atlantismo, se abordará el futuro del grupo. "Hay que hablar con todo el mundo", expresan, antes de tomar una decisión. Más, cuando son conscientes de que varios socios integrados dentro de ECR se irán. El tema está debatiéndose, además, en el dirección del partido. En un momento en el que predomina la preocupación por el futuro de los pactos regionales con el PP, con los populares dispuestos al reparto migratorio y Vox alertando de que eso les llevaría a la ruptura por incumplimiento de los acuerdos firmados.

Apuntan como destino de esos socios la nueva entidad de Orbán. Aunque no dan nombres, el actor que menos cómodo ha estado dentro del grupo ha sido la polaca de Ley y Justicia (PiS), por lo que todo parece indicar que ellos serán uno de los partidos salientes. El líder de las siglas polacas y ex primer ministro Mateusz Morawiecki ya apuntó la semana pasada que dudaba entre abandonar ECR, y la reconstrucción de buenas relaciones con la Fidesz húngara le tiende el puente. Ucrania y el vínculo ambiguo de Orbán con Putin ha generado tiranteces.

En ese seno encontrarían a los ya comprometidos Partido de la Libertad Austriaco (FPÖ), de tendencia prorrusa, y a la checa Alianza de Ciudadanos Descontentos (ANO 2011), que sale de la familia liberal de Renew Europe. Aunque la proximidad de los austriacos a Putin no gustaría, sí les uniría otras preocupaciones territoriales como la inmigración. La colaboración histórica del eje de Visegrado lo avala. Ya en 2015 en plena crisis de refugiados, junto a Austria, fomentaron un eje antinmigración, oponiéndose incluso a las cuotas de reparto de migrantes.

Para Vox nada cambiará en la práctica y el consenso seguirá firme contra las políticas que han denunciado

¿Por qué aseguran que habrá salidas? Porque para contar con grupo propio en el Parlamento Europeo se requiere la participación de 23 diputados de al menos siete países miembro. Y Orbán no habría dado el paso sin tener atados los apoyos. Es "seguro que sucederá", indican desde el partido, aludiendo también a otros trasvases procedentes de ID. Es el caso del FPÖ, próximo a AfD y cuya expulsión por Le Pen y Salvini antes de las elecciones no gustó. Comparten nexos históricos e ideológicos. En las últimas horas de este lunes se ha confirmado la suma del portugués Chega. En Vox, a la espera de conocer qué hará el partido de Le Pen después de la segunda vuelta de las legislativas francesas. Si se irá al grupo de Orbán, al de Meloni o seguirá en ID, esperará para tomar una decisión. Y si la propia Meloni ve más útil la nueva herramienta tejida por el húngaro.

Sobre todo, este aspecto es clave para una agrupación que está notablemente ligado a ella, pese a diferencias sostenidas este año como el posicionamiento con Palestina o el Pacto Migratorio europeo. Insisten en que lo abordado en Sicilia estos días será crucial. Aunque si la desbandada de partidos dentro de ECR es amplia, tendría poco sentido continuar. Hay nuevas incorporaciones como la de Reconquista, el partido del francés Éric Zemmour, que no ha logrado representación este domingo en los comicios a la Asamblea General, pese a todo. Hay dos formaciones dentro de ECR que, dado su rechazo por apoyo a Ucrania, no virarán hacia el grupo de Orbán: los eslovacos del SaS, el Partido de los Verdaderos Finlandeses y Demócratas de Suecia.

No se desvirtúa el objetivo de presión

Hay un detalle a resaltar de los que hacen en Vox, y es que, aunque todos los escenarios son posibles, es difícil ver dos líderes de peso conviviendo en un mismo grupo. Le Pen y Orbán, Meloni y el húngaro, o los tres juntos. Ya se apuntaba desde antes del gran cónclave de Vistalegre, celebrado por ECR, al posible paso para el acercamiento de las dos grandes líderes de la ultraderecha europea. El desenlace de este asunto lo aclarará todo el próximo 17 de julio, cuando se inaugura el nuevo mandato.

Ante esta duda, con todo, en Vox hacen un llamamiento a la calma, asegurando que nada cambiará en la práctica. Que la asociación bajo determinados principios políticos está por descontado. No ven un inconveniente que en el mejor momento de la corriente, que ha pasado a ser la tercera más poderosa de la Unión, ahora se pase a reformularlo todo. Es más, creen que puede ser favorecedor. Lo ejemplifican ensalzando la marca, como hicieron tras el acto de Vistalegre, cuando se reivindicaron como llave de unión de todas las familias de la derecha radical. "Hemos sido el pegamento de ECR", destacan en alusión a diferencias de posicionamiento entre italianos y polacos. Que ven lógicas, dadas la zona geográfica de la que proceden cada uno.

El colaboracionismo, dicen en Vox, seguirá evidenciándose en los grandes temas de la legislatura: el Pacto Verde Europeo, la inmigración ilegal, las fronteras, la agricultura o el globalismo. "Estamos acostumbrados en España a que haya grandes grupos como el Partido Popular Europeo (EPP), pero lo importante es que nos llevemos bien", acreditan. Luego, inciden, es lógico que existan sub corrientes con intereses más específicos de acuerdo a sus tradiciones. Señalan una del Este, otra nórdica y otra mediterránea en la que Le Pen, Meloni, el Chega, Solución Griega o Vox pueden coincidir. "Una de nuestras preocupaciones es la frontera sur. En el Este lo es Ucrania", plantean.

Al haber una reestructuración de grupos, con intereses más próximos, sugieren fuentes de Vox, será más fácil coincidir en diversos temas. Más fácil que dialogar uno a uno con dos docenas de partidos. Respecto a esa alusión al "pegamento", se reivindican mencionando que arrancaron un apoyo a todos los niveles de PiS para desarrollar ECR-Eurolat, la vertiente del grupo europeo hacia Latinoamérica. Esta estructura, a la vez, complica la salida de los de Abascal a otros grupos salvo que haya grandes alicientes.

Hay disposición de colaborar, añaden, por parte de corrientes que pueden quedar lejos: si no partidos como Fidesz no habrían elegido Madrid para su primera filial de su think tank, el Centro de Derechos Fundamentales. "Eso acredita que se puede trabajar" sin ser del mismo grupo. "Ya lo hemos hecho", cuando los de Orbán estaban fuera del PP europeo suspendido o cuando figuraban como no inscritos.