Ni mucho menos el camino está completamente desbrozado, en la cúpula del PSC insisten en que no hay que correr, que hay que ir "paso a paso", que siempre quedaría al final el trámite de la consulta a las bases republicanas y ese no está descontado, el escenario de una repetición electoral sigue vivo. Todo eso es cierto, es cierto que la incertidumbre planea sobre Cataluña y que no acabará de disiparse hasta dentro de unas semanas, pero también lo es que en el ambiente se ha instalado, por las dos partes, un optimismo contenido. Es decir, que tras unas complejas negociaciones, ERC puede acabar aceptando investir a Salvador Illa como nuevo president. Será la última pantalla de estas conversaciones pero, por el momento, el diálogo "avanza". Trabajosamente, reconocen socialistas e independentistas, pero marcha. Y la pieza central del tablero, sobre la que pivota todo, es ahora mismo la propuesta del PSC de desplegar el consorcio tributario previsto en el Estatut, que sí concedería a la Generalitat la recaudación del 100% de los impuestos, pero no la soberanía fiscal que anhela y exige ERC.
Sorprendentemente, fue la dirección republicana la que este lunes admitió el clima de entendimiento con el PSC. Las negociaciones para investir a Illa, apuntó la portavoz del partido, Raquel Sans, "avanzan a buen ritmo". "Vemos predisposición por parte de las dos partes, sin que esto presuponga que haya nada cerrado" ni que haya que dar por descontado ni cercano un posible acuerdo. Acuerdo, recordó, que de todos modos debe ser respaldado por la militancia. Por eso la cúpula persigue un "buen" pacto, que las bases perciban como irrechazable.
La portavoz de ERC admite la "predisposición" de las dos partes para llegar a un acuerdo, aunque no haya aún "nada cerrado". No da detalles para preservar la negociación
Sans recalcó que "la negociación está viva" y rehusó entrar en detalles porque "negociar a partir de los medios nunca es una buena solución", informa EFE. Aunque el plazo legal para elegir a un nuevo president de la Generalitat concluye el 26 de agosto, ERC ya adelantó, por boca de su todavía secretaria general, Marta Rovira, que quiere cerrar las conversaciones este mes de julio. Si finalmente cuaja un preacuerdo con el PSC, los republicanos necesitan tiempo para hacer pedagogía entre sus bases.
Son cuatro las carpetas abiertas en esta negociación: avanzar hacia un referéndum de autodeterminación, refuerzo de las políticas sociales, impulso a la lengua y cultura catalanas y, sobre todo, un nuevo modelo de financiación que garantice la soberanía fiscal de Cataluña. Este el punto en el que más énfasis ha puesto ERC en los últimos meses y especialmente tras las elecciones catalanas del 12 de mayo, en las que cayó de los 33 a los 20 escaños. Los independentistas buscan que Cataluña salga del régimen común y acceda a un sistema similar al concierto económico que opera en Euskadi y Navarra. Una salida, la del cupo catalán, a la que Gobierno y PSC se han negado repetidamente. El capítulo financiero, dijo Sans este lunes, es precisamente en el que a día de hoy "hay más avances".
Son cuatro las carpetas entre ERC y PSC: nuevo modelo de financiación, impulso al catalán, refuerzo de políticas públicas y avanzar hacia un referéndum de autodeterminación
El PSC tampoco quiere dar detalles que puedan arruinar las conversaciones con ERC. Por eso ha optado, tras las elecciones europeas del 9 de junio, se ha aferrado a un perfil muy bajo, para evitar presiones a los independentistas y también esquivar las preguntas de la prensa.
"Hay agua", "paso a paso, lento"
Sin embargo, diferentes dirigentes del PSC consultados por este diario confirmaban que las negociaciones caminan en la dirección correcta. Sin dar por hecho que habrá acuerdo. "Hay agua", "parece que todo va bien: optimismo prudente", que no haya concreciones es "buena señal", señalan tres dirigentes relevantes del partido. "Paso a paso. Lento. Todo es muy complejo", apuntan fuentes muy próximas a Illa, evidenciando una contención total por lo delicado de las conversaciones.
El Estatut abre la puerta a que el Estado pueda delegar la gestión, recaudación y liquidación de los impuestos del Estado. Se instrumentaría con un consorcio paritario Generalitat-Estado
La oferta central del primer secretario del PSC, y la que figuraba en su programa del 12-M, es el despliegue de una previsión contenida en el artículo 204 del Estatut de 2006: la creación de un consorcio tributario Generalitat-Estado, examinada y validada, y este es un dato de máxima importancia para los socialistas, por el Tribunal Constitucional.
El artículo 204 del Estatut subraya que corresponde a la Agencia Tributaria de Cataluña "la gestión, recaudación, liquidación e inspección de todos los tributos propios de la Generalitat de Cataluña, así como, por delegación del Estado, de los tributos estatales cedidos totalmente a la Generalitat".
El 204.2 añade que "la gestión, recaudación, liquidación e inspección de los demás impuestos del Estado que se recauden en Cataluña corresponderá a la Administración Tributaria del Estado". Pero ese mismo precepto abre la puerta a que el Estado pueda delegar esta facultad en la Generalitat e incluso fijar la colaboración con el Govern "cuando así lo exija la naturaleza del tributo". Para desarrollar este punto, la norma autonómica preveía que, en el plazo de dos años —plazo totalmente superado—, "un consorcio o ente equivalente en el que participarán de forma paritaria la Agencia Estatal de Administración Tributaria [la AEAT] y la Agencia Tributaria de Cataluña". Ese consorcio "podrá transformarse en la Administración Tributaria en Cataluña".
El consorcio permitiría la recaudación del 100% de los impuestos. El Govern tendría información de los recursos y se acabaría, en la práctica, con los anticipos a cuenta que hace el Estado
Es decir, que Cataluña podría asumir la recaudación del 100% de los impuestos, pero la gestión sería mixta, canalizada a través de un consorcio paritario Generalitat-Estado. La principal ventaja que tendría este sistema es que el Govern dispondría de información inmediata sobre la recaudación. Y, en la práctica, supondría acabar con los anticipos a cuenta que hace el Estado. Lo que hace Hacienda es, sobre una previsión de ingresos, reparte recursos a las CCAA, y luego llega la liquidación a los dos años. Si se ha recaudado más, se les compensa, pero si se ha captado menos dinero, y esto sucede en época de vacas flacas, las comunidades han de devolver parte de ese anticipo, lo que descuadra sus cuentas.
De entrada, a ERC no le convence este modelo. "No cuela", como dicen algunos dirigentes de la formación, porque es una cuestión puramente instrumental y, sobre todo, porque el consorcio no concede a la Generalitat la gestión exclusiva de los impuestos cedidos. Es decir, que no tendría "la llave de la caja", como quiere ERC. No le aporta soberanía fiscal. Y tampoco bastaría para resolver los problemas de suficiencia financiera que padece Cataluña. El PSC también se reafirmó en las autonómicas en su defensa del principio de ordinalidad. Cataluña es la tercera comunidad que más aporta a la caja común, pero queda relegada al noveno puesto a la hora de recibir fondos.
Apoyo de Montero
El Ministerio de Hacienda, que lidera la vicepresidenta primera del Gobierno y vicesecretaria general del PSOE, María Jesús Montero, apoya al PSC en su apuesta por el despliegue del consorcio tributario, aunque es consciente de su complejidad técnica. Y, como la dirección de Illa, recuerda que es una vía plenamente constitucional, que avaló el TC en su sentencia de 2010, en su fundamento jurídico número 132. De hecho, esta previsión de impulso de un órgano paritario no es tampoco excepcional, porque el artículo 181 del Estatuto de Andalucía de 2007 calca prácticamente palabra por palabra la formulación catalana.
El Gobierno se opone totalmente al concierto pero sí ofrece una "financiación singular" para Cataluña y también "fórmulas imaginativas"
La delegación de competencias a que en principio parece obligar la puesta en marcha de un consorcio potente a la aprobación de una ley orgánica. Y ahí el Ejecutivo tendría que procurarse el apoyo de sus socios parlamentarios. Sería clave si para Junts esa vía resulta suficiente y también si el resto de aliados aceptan un camino que puedan entender como un agravio hacia sus territorios. Compromís, por ejemplo, ya advirtió al Ejecutivo de que le retirará su apoyo si arbitra una financiación singular para Cataluña y no para la Comunitat Valenciana. Los posconvergentes presionan día tras día a ERC para que no invista a Illa y, previsiblemente, boicotearán cualquier pacto que les aleje de su objetivo declarado: la repetición de las catalanas el 13 de octubre.
El Gobierno de Pedro Sánchez se ha opuesto radicalmente a la fórmula del concierto económico, por su más que dudoso encaje en la Carta Magna y porque el sistema no sería sostenible. Tiene claro, además, que no puede reformar el conjunto del sistema de financiación autonómica sin el PP, partido que lidera 11 CCAA y cogobierna en otra más, Canarias. Lo que ha ofrecido hasta ahora es una "financiación singular", entendida como una compensación a Cataluña por las competencias extra que tiene asumidas, como los Mossos o la gestión de las prisiones, y está dispuesto a explorar "fórmulas imaginativas". Pero los republicanos han rechazado esa vía de conceder más partidas al Govern o un modelo que sea puro "maquillaje". Quieren la soberanía fiscal y que la Generalitat gestione sus recursos. El pasado viernes, el presidente de ERC en el Parlament, avisó de que el consorcio tributario es una figura que "chirría" a su formación, pero apreció que hay margen para seguir negociando.
Entretanto, el resto de carpetas —políticas públicas, lengua catalana y la cada vez más desvaída petición de un referéndum— serían de más fácil resolución. Y los comunes, los otros socios necesarios para Illa, avanzaban este lunes que las conversaciones con el PSC están yendo "muy bien". El portavoz de la formación no concretó tampoco nada para resguardar el diálogo.
La consulta a las bases de ERC es otra fuente de preocupación para el PSC, por el dudoso control de la dirección y porque el partido está muy "enfrentado" internamente... "y cabreado"
Los mensajes que llegan de los independentistas, por tanto, son por ahora positivos. Sin que nada pueda darse por hecho. "Avanzar es moverse. Queda un mundo", avisa una dirigente republicana a este diario. "La clave es que ERC colapsa si hay repetición electoral el 13 de octubre, mientras que si gobierna Illa se cargan de paso a [Carles] Puigdemont porque Junts se vería obligada a hacer el cambio. No habrá concierto ni salida del régimen común, porque obviamente no se puede. Se dirá que se trabajará por lo que sale en el Estatut, que ha pasado el filtro del Constitucional. Lo que se reconoce en el Estatut es la pista de aterrizaje", sostiene un cargo relevante del PSC.
Distintos cuadros del PSC señalan que ERC necesita salir de su enjambre interno. Una fortísima crisis agudizada por el descubrimiento de que los carteles contra el candidato del partido por Barcelona en las municipales de 2023, Ernest Maragall, habían procedido de la propia ERC. El terremoto, que ya se ha cobrado la pieza del hasta ahora viceconseller Sergi Sabrià, no se ha detenido. "Es la punta del iceberg y a ellos les pone ante el espejo. Y plantearte ir a unas elecciones con el partido dividido... yo no lo veo", asegura un jefe de una de las federaciones de mayor peso del PSC.
La consulta a las bases es otra fuente de preocupación para la dirección de Illa. La militancia de ERC tendrá la última palabra, y en el PSC no tienen claro si la dirección actual del partido, encabezada por Marta Rovira —Oriol Junqueras dejó la presidencia pero quiere volver aclamado por los suyos en el congreso de noviembre—, tiene un control férreo de los suyos. "Ellos tienen muchos frentes y están muy enfrentados. En la consulta... todo puede pasar, no tienen un buen ambiente, pero poco a poco", observa con inquietud uno de los alcaldes más veteranos.
"Nos hemos mojado mucho por ERC"
"Es difícil el acuerdo, pero hay posibilidades. El gran tema es la consulta —conviene un dirigente del núcleo de confianza del primer secretario—. Los suyos están muy cabreados por la situación del partido, y todo puede pasar. Son complicados y el control de la dirección es más bien bajo". Otro cargo de peso admite que sería extraño que las bases votaran en contra de un acuerdo con el PSC que la cúpula respaldase. "Todo dependería de cómo lo explicase la dirección. Nosotros hemos votado en el Congreso y aquí con ERC, aunque seamos su competidor directo. Tenemos el culo pelado de negociar con ellos y saben que cumplimos siempre. El PSOE y el PSC se han mojado mucho por ellos", señala esta última fuente.
La siguiente pantalla, si llega el acuerdo, será apaciguar las filas del PSOE, que ya lanzaron su aviso contra la concesión de privilegios
Por ahora, es difícil presumir el final de las conversaciones. También porque se desconoce la letra pequeña y la información fluye entre muy pocas personas. La negociación está blindada. "Hemos decidido que sea muy poca la gente que negocie, y que sobreviva a todo este lío en una burbuja. Ni preguntamos, ni intervenimos", ilustra un miembro de la ejecutiva de Illa.
El otro escollo que tendrán que despejar los socialistas, si firman el acuerdo con ERC, será una probable incomodidad interna en el PSOE. La cuestión de la financiación autonómica es siempre espinosa y, de hecho cuando se abrió este melón los barones del PSOE ya advirtieron de que no admitirían un trato privilegiado para Cataluña que perjudicase a sus territorios. La queja más sonora partió del presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, muy distante de Ferraz y de la Moncloa, pero en otras federaciones también se escuchó el malestar y el aviso. Pero el patio interno, en todo caso, sería la segunda derivada. Y solo tocará resolverla si el PSC cierra un acuerdo con ERC. Para alcanzar ese punto, sin embargo, resta mucho camino de negociación, y nada impide que las tornas puedan cambiar en cualquier punto.
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