No era muy difícil de prever. Una comparecencia del presidente del Gobierno este 31 de julio de 2024 en la Moncloa iba a tener dos ejes de atención seguros y casi únicos para la prensa. Begoña Gómez y el preacuerdo con ERC para la investidura de Salvador Illa. Pedro Sánchez lo sabía de sobra, como sabía ya de antemano que debía actuar de frontón, sin entrar en más honduras respecto a la investigación judicial de su esposa —un "no caso" que alcanzó su punto culminante en el "montaje" orquestado por el juez para su propia declaración como testigo— y sin explicar ni desgranar el pacto construido con los republicanos ni su alcance. Con esos dos focos llevándoselo todo, el jefe del Ejecutivo trató de colocar otros mensajes. Por descontado, su satisfacción por la buena marcha de la economía. Pero también otros, como ciertos avisos a sus socios, para que abandonen la "campaña permanente", y una preparación del terreno por si finalmente no dispusiera de unos nuevos Presupuestos. El líder socialista quiere agotar la legislatura, lo reitera desde el principio desde este complejísimo mandato, lo reiteró ayer —"vienen tres años más de avances, que vamos a cumplir y que cumpliremos"—, aunque con unas bases completamente distintas a la anterior.

Sánchez glosó este miércoles, en la rueda de prensa de balance del curso político, los principales logros de su Ejecutivo en estos ocho meses que han transcurrido desde su segunda investidura. En economía, en "convivencia", en reforzamiento del Estado del bienestar, en transición ecológica, en política internacional. El hilo conductor es el que los ciudadanos decidieron "con su voto" hace justo un año, en las elecciones generales del 23 de julio tras las que consiguió sobrevivió. Los españoles, dijo, "pidieron progresar, avanzar en la buena dirección de estos últimos años, pidieron un Gobierno que peleara por lo que es justo y que sea capaz de lograr acuerdos". "Es lo que pidió la gente y eso es lo que estamos haciendo", señaló.

Sánchez admite que querría que la "dificultad para encontrar acuerdos en las Cortes Generales que ha dominado estos últimos meses electorales termine"

Pero el presidente constató lo obvio: que le está costando mucho más de lo previsto por su fragilidad parlamentaria. Defendió que aunque los resultados de un Ejecutivo no se pueden medir solo en leyes, admitió que querría que la "dificultad para encontrar acuerdos en las Cortes Generales que ha dominado estos últimos meses electorales termine".

Fue en ese punto en el que Sánchez enlazó con un mensaje dirigido a todos los partidos, pero especialmente a sus socios. Para que le den oxígeno y le ayuden a sacar adelante los Presupuestos Generales del Estado de 2025, la herramienta que necesita para estabilizar la legislatura y para darle un horizonte. No los tiene garantizados, menos aún después de que la semana pasada Junts tumbara de manera sorpresiva la senda de déficit, la antesala de las cuentas públicas.

Es "el momento de hablar, de dialogar, de construir acuerdos, de aprobar unos nuevos Presupuestos Generales del Estado y de pactar nuevos avances sociales", sentencia

El presidente reclamó que los partidos "acepten de una vez por todas el mandato" de la ciudadanía del 23-J, que entiendan que "ahora no es el momento de seguir haciendo campaña, una campaña electoral permanente". Es "el momento de hablar, de dialogar, de construir acuerdos, de aprobar unos nuevos Presupuestos Generales del Estado y de pactar nuevos avances sociales", verbalizó. La petición a los aliados parlamentarios era diáfana: que ayuden al Gobierno a seguir "avanzando", a "trabajar por erradicar las injusticias", porque mientras España continúe "creciendo por encima de la media europea", cree empleo, "lidere" la transición ecológica, y mientras siga "defendiendo los intereses de la mayoría frente a la minoría privilegiadas", el Gobierno de coalición progresista "tiene sentido, utilidad y fuerza para continuar".

"Las cosas importantes", del "día a día de los ciudadanos"

En definitiva, Sánchez estaba pidiendo a sus socios combustible. Respaldo parlamentario a la acción del Ejecutivo. Pero ese mensaje se dirigía, sobre todo, al aliado más imprevisible y receloso de todos, Junts. Sobre el que pende la suerte de la legislatura. El que tiene la llave, como volvió a demostrar hace una semana, al dejar caer la senda de estabilidad en el Congreso.

Junts ya lanzó un aviso la semana pasada al Ejecutivo al tumbarle de manera sorpresiva la senda de estabilidad, antesala de los PGE

En el turno de preguntas, el jefe del Ejecutivo fue más explícito. Inquirido si podrá mantener a Junts en el bloque de investidura si Illa es finalmente investido, reiteró que "todos" los partidos han de hacer una relectura "crítica" del procés. En la política nacional, dijo, la tiene pendiente el PP, "sin duda alguna". Pero también apremió a hacerla a los posconvergentes, porque los catalanes, en las elecciones generales del 23-J y en las autonómicas del pasado 12 de mayo, pidieron a sus gobernantes que estén "a las cosas importantes", "sustantivas", "al día a día de los ciudadanos, al fortalecimiento de los servicios públicos, a sacar adelante toda la agenda de transformaciones y de desarrollo socioeconómico que exige y merece Cataluña".

Así, Sánchez espera que Junts haga una "lectura del cuál es el mandato de las urnas en Cataluña" y haga una "oposición útil, también constructiva, en beneficio de Cataluña y, por tanto, también en beneficio de España, con la aprobación de los Presupuestos de 2025". Sin los siete votos de la formación de Carles Puigdemont, no habrá cuentas públicas para el año que viene. Y los posconvergentes ya insistieron la semana pasada en que ellos no forman parte de ningún bloque del Congreso. Sus votos, venían a decir, hay que negociarlos (a un precio caro) y no darlos por hecho.

Los PGE no están garantizados, ni mucho menos. El presidente lo deslizó: las cuentas de 2024 no se pudieron llevar al Congreso por el adelanto electoral en Cataluña. "Pero aspiramos a presentarlos [los Presupuestos] en septiembre u octubre y, por lo tanto, aprobarlos en este segundo semestre del año". No dio por sentado que el proyecto de ley aterrice en la Cámara baja. Para empezar, se tiene que despejar definitivamente la incógnita de si habrá o no investidura de Illa en Cataluña, y eso se sabrá este viernes, cuando voten los 8.700 militantes de ERC en consulta. Si las bases republicanas optaran por el no, habría urnas de nuevo el 13 de octubre e imposibilitaría, de facto, presentar los PGE en el otoño. Sánchez necesita a Illa en el Govern para estabilizar su Ejecutivo.

El presidente apunta que aspira a presentar las cuentas de 2025 en septiembre u octubre, y aprobarlas en el segundo semestre del año

Junts también sería necesario para sacar adelante el modelo de concierto para Cataluña pactado entre PSC y ERC. Los posconvergentes ya advirtieron el martes de que no lo consideran suficiente, que no alcanza la "soberanía fiscal". El presidente no quiso ponerse en ese escenario todavía. Dio una larga cambiada: pese a la "complejidad del Parlamento", los "únicos capaces de articular grandes acuerdos para sacar adelante leyes importantes para la mayoría social de este país" son los socialistas y las fuerzas que lo sustentan. Es decir, que no hay alternativa a la derecha.

Las leyes no son el único medidor de "resultados"

Pero Sánchez, durante su comparecencia, también readaptó (una vez más) su discurso. En la pasada legislatura, hizo hincapié una y mil veces en la producción legislativa. 216 iniciativas en menos de cuatro años. En estos ocho meses, se han convalidado seis reales decretos leyes y aprobado por completo otras cinco leyes. 11 en total, "muy relevantes para avanzar en justicia social", señaló, caso de, por ejemplo, la ley de paridad, la de amnistía o la de enseñanzas artísticas. Y recordó que hay 27 proyectos de ley en tramitación parlamentaria. Pero sacarlos adelante, en muchos casos, no será fácil.

En el pasado mandato se aprobaron 216 iniciativas legislativas. Ahora, en ocho meses, el total es de 11. "Son los resultados lo que importa, lo que cambia la vida de la gente", indica

El presidente se reversionó a sí mismo: aprobar tantas leyes no es tan importante, apuntó. "En España siempre ha habido una concepción excesivamente legislativa de la acción del Gobierno". A menudo, aseguró, se usa el número de leyes para "medir la fortaleza o el rendimiento de un Ejecutivo" —él mismo lo hizo—, cuando es "un indicador que nos habla más bien de la situación del Poder Legislativo, del Parlamento". "Las leyes, evidentemente, son muy importantes [...], pero lo sustantivo, en el fondo, es que las leyes son un instrumento para conseguir resultados, uno de los muchos con los que cuenta el Poder Ejecutivo. Las leyes son un medio, no son un fin, son los resultados lo que importa, lo que cambia la vida de la gente. Y nuestros resultados son buenos, son muy buenos", remachó.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, a su salida de la comparecencia ante los medios para hacer balance del curso político, este 31 de julio de 2024 en la Moncloa. | EUROPA PRESS / EDUARDO PARRA

Es decir, que Sánchez pedía evaluar a su Gobierno no por el número de leyes, sino por los "resultados". Un mensaje que podía entenderse como una preparación del terreno para el caso de que no consiga atar los PGE de 2025, sobre todo porque hizo esa reflexión motu proprio, sin que le preguntaran por ello. El jefe del Ejecutivo intentará sobrevivir aun sin cuentas públicas actualizadas. Ya lo venían diciendo miembros de su equipo en los últimos meses: los Presupuestos son el combustible deseable, el que el presidente quiere tener disponible cuanto antes, pero no son la gasolina imprescindible. En el Gobierno se ha señalado como ejemplo a Isabel Díaz Ayuso, que llegó a la presidencia de Madrid en 2019 pero que tuvo sus primeras cuentas no prorrogadas en el ejercicio de 2022 (y gracias al apoyo de Vox).

Lo que intenta el presidente es hacer de la necesidad virtud, a la vista de la debilidad que sufre en el Congreso, y poner el foco no tanto en las leyes, sino en la acción de su Gabinete

En la pasada campaña de generales, Sánchez sí que advirtió de que esta legislatura no sería de una producción legislativa tan acelerada, sino de desarrollo de la aprobada. Y lo que intenta es hacer de la necesidad virtud, a la vista de la debilidad que sufre en el Congreso. De ahí que el presidente intentara poner el foco en la acción de su Gabinete, más allá de las leyes.

Pero las grandes transformaciones necesitan pasar por las Cámaras. Se vio la semana pasada no solo con la senda de estabilidad, sino también con la reforma de la Ley de Extranjería para obligar al reparto de menores migrantes entre las comunidades autónomas. La proposición decayó por el no de PP, Vox y Junts. Y se puede ver con los siguientes Presupuestos, si es que son presentados. Porque lo que tiene claro Hacienda es que solo llevará el proyecto al Congreso si tiene los votos garantizados. Aquí las tradiciones cuentan: si unos PGE, una vez presentados, no superan el debate de totalidad, el Gobierno se ve tocado de muerte y el presidente tendría que convocar elecciones. Fue lo que ocurrió en febrero de 2019. Sánchez, por tanto, debe medir todos sus pasos. Y sabe que Junts puede abandonarle en el último momento, y cuando menos espere.