Lo deciden ellos. Más de 8.500 militantes de Esquerra Republicana de Catalunya decidirán qué deben hacer los 20 diputados del partido en el Parlament. Investir a Salvador Illa como president de la Generalitat, sí o no. Dar paso a un Govern liderado por un socialista o repetir elecciones el 13 de octubre. Avalar un preacuerdo que contempla un "concierto económico solidario" para Cataluña o tumbarlo.

Pero las bases de ERC deciden más que eso. Deciden también el futuro de Pedro Sánchez y de la legislatura.

El presidente ha ligado el horizonte de su Gobierno a la suerte de Illa. Se marcó como prioridad absoluta la investidura del primer secretario del PSC, porque con ella, con Illa en la Generalitat, se podrá pasar página definitivamente del procés y cobrará sentido, defienden en el partido, la hoja de ruta del Ejecutivo desde que Sánchez llegó a la Moncloa en 2018. Su apuesta por la "normalización", por el "diálogo", habría desembocado no solo en la pérdida de la mayoría independentista en el Parlament —que ya se consumó en las autonómicas del 12 de mayo—, sino en la elección de un socialista al frente de Cataluña después de 12 años de gobiernos nacionalistas, al frente de la segunda comunidad más rica de España. El corolario, por tanto, de las medidas de distensión adoptadas en los últimos seis años, con los indultos (2021) y la amnistía (2024) como piezas maestras.

Quien levanta primero la mano es el barón extremeño, Miguel Ángel Gallardo. Es él el que pide la reunión del consejo político federal, petición que respaldan otros cinco territorios

Pero el empeño de Sánchez por aupar a Illa a la Generalitat está teniendo un coste. Alto. No solo por el alcance del preacuerdo con ERC, que va mucho más allá en materia de financiación de lo que podía esperarse —los socialistas asumen la reivindicación de los independentistas de un concierto análogo al de Euskadi y Navarra—, sino por las fisuras que está generando en el propio PSOE. Un malestar que no se ciñe a los territorios más lejanos de la órbita de Ferraz —Castilla-La Mancha y Aragón—, sino que ha prendido en buena parte del partido, de manera muy transversal.

Este jueves, Asturias se sumó al rechazo a la "financiación singular" para Cataluña que queda reflejada en el documento, la postura en la que se sitúan también Extremadura, Castilla y León o Madrid. Y el barón extremeño, Miguel Ángel Gallardo, pidió la convocatoria del consejo político federal del PSOE, el órgano que reúne a Sánchez con todos sus líderes regionales, para discutir "con honestidad y lealtad" de una cuestión tan "trascendente" como la financiación autonómica. Al menos, otras cinco federaciones comparten la reclamación. Ferraz promete que habrá debate interno, pero no ahora.

No ahora porque necesita pasar la barrera, primero, de este viernes. La consulta de ERC. Y después, la investidura de Illa. Necesita despejar obstáculos para intentar poder respirar. Para luego lanzarse a por los Presupuestos de 2025, la verdadera llave que podría desatascar la legislatura nacional y alejar la amenaza de unas nuevas generales.

El paso hacia la "federalización" de la España autonómica

Sánchez, Ferraz y el PSC no han dejado de lanzar mimos hacia los republicanos. El presidente ha mostrado su "respeto" hacia el partido, le ha reconocido su contribución a la gobernabilidad de España y a la estabilización de Cataluña, su apoyo a las políticas sociales. Ha insistido en la necesidad de esperar. Sin presionar. Y sin explicar el preacuerdo. El texto de 25 páginas es público desde el martes, dado a conocer por PSC y ERC, pero Sánchez ha evitado entrar al detalle. Lo ha celebrado —es un pacto "magnífico"—, se ha declarado "satisfecho", "contento", "muy feliz", ha esquivado llamarlo "concierto", ha afirmado que es "un paso incuestionable" hacia la "federalización" de la España autonómica. Poco más.

La dirección pide a los suyos que aguanten, que los matices y la explicación vendrán después. Primero deben hablar las bases y garantizarse la elección de Illa. Y es que nada está seguro

Prudencia máxima. Silencio cómplice. Es una estrategia deliberada. PSOE y PSC saben que se juegan mucho en las próximas horas. La dirección de Sánchez ha pedido a los suyos que aguanten el tipo, que esperen a que pase la consulta. Illa ha telefoneado a algunos barones para sosegarles. Necesitan Ferraz y PSC que no se alimenten las suspicacias y predispongan a la contra a las bases de ERC.

Porque el problema es que nada está seguro. La desconfianza hacia el PSC que siente una parte de la militancia republicana, la decepción por cuatro batacazos electorales consecutivos, la división en la cúpula —la ruptura de Oriol Junqueras y Marta Rovira— y el escándalo por los carteles vejatorios contra los hermanos Maragall operan a la contra. A favor, la implicación total de la dirección, empezando por Rovira.

Al 'sí' se han adherido en las últimas horas Aragonès o el portavoz en el Congreso, Gabriel Rufián, un hombre clave para Junqueras

En previsión de un resultado ajustado, en las filas republicanas sigue la batalla a favor y en contra del acuerdo con los socialistas catalanes. Un debate público al que en las últimas horas se han unido el president en funciones, Pere Aragonès, o el portavoz en el Congreso, Gabriel Rufián, para pedir el al pacto. La posición de Rufián confirma el apoyo del entorno de Junqueras al acuerdo, que ya se atisbó este miércoles con la posición de otro de sus fieles, Lluís Salvadó, pese a que el expresidente de los republicanos haya jugado a la ambigüedad hasta ahora.

Pero el no también suma apoyos, como el del exalcalde de Tarragona Pau Ricomà, o el diputado Joan Puig. Aunque el más inquietante para los intereses de la dirección republicana es el de las juventudes republicanas, las JERC, que han anunciado su intención de convocar a su consell nacional si la votación entre la militancia avala el . Las JERC amenazan con romper la disciplina de voto en el grupo de ERC del Parlament para que su diputada, Mar Besses, vote en contra de la investidura de Illa al margen de lo que decida la militancia del partido. Una postura que ha llevado a diversos miembros de la dirección de ERC a reunirse con las juventudes en las últimas horas para convencerlos de las bondades del pacto. Sin el voto de Besses, la elección de Illa no prosperaría, porque no se alcanzaría la mayoría absoluta necesaria (68 escaños).

"El preacuerdo es el preacuerdo", subrayan en el PSC

En el mismo sentido se puede interpretar el anuncio realizado por Rovira este jueves, cuando aseguraba en una entrevista en Catalunya Ràdio que existe "un plan b", pactado con el PSOE, para sacar adelante el "concierto económico solidario" si no consiguen la mayoría suficiente en el Congreso para reformar la Ley Orgánica de Financiación de las Comunidades Autónomas (LOFCA). Una alternativa que no le "satisface" tanto porque sería menos sólida. No tendría, dijo, "tanta permanencia" en el tiempo, pero sería la manera de "comenzar a implementar" el nuevo sistema de financiación y que Cataluña recaude el 100% del IRPF, que es el primer paso programado. "El preacuerdo es el preacuerdo", responden en la cúpula del PSC, dando a entender que lo único pactado es lo que está escrito en el documento de 25 páginas dado a conocer el martes.

ERC adelanta que hay un 'plan b' pactado con los socialistas por si el Congreso no avala el concierto. Rovira avisa de que si el PSOE no cumple, le retirará su apoyo en el Congreso

Pero a la vez ERC ha mandado avisos al PSOE de que no tolerará incumplimientos del pacto. Rovira contó que en la reunión de la dirección del lunes se aseguraron que la ejecutiva federal de Sánchez respaldaría al día siguiente el preacuerdo, cosa que ocurrió. Y añadió que los republicanos retirarán su apoyo al Ejecutivo central si no cumple con lo comprometido en materia de financiación y dificultarán la gobernabilidad a Illa en Cataluña.

Este viernes, los más de 8.500 militantes de ERC tienen en su mano el futuro del Govern y del Gobierno. Sánchez necesita que la consulta prospere para amarrar una comunidad tan capital para su proyecto como lo es Cataluña. Luego vendrán los siguientes capítulos, como volver a atraer Junts, un paso obligatorio para asegurar su propia estabilidad en el Congreso.

Pero al presidente se le ha abierto un nuevo frente. El interno. Y no se aquietará pronto. Porque las federaciones que no comparten los planes de la dirección insisten en que no pueden aceptar, ni defender, ni asumir el concierto catalán. "No podemos desencajar España para encajar Cataluña. Hay una estrategia para permitir a ERC que haga el relato, pero es que si se materializara el concierto, sería una locura, porque saltaría por los aires el Estado de las autonomías. Rompería el principio progresista de redistribución de la riqueza, por el que me afilié al PSOE. Si al PP le critico por bajar los impuestos a los ricos, tengo que hacerlo también en el conjunto del país", apunta con pesar uno de los barones que rechazan con rotundidad la "financiación singular para Cataluña" y que constata el "mar de fondo terrible" que hay en el partido.

Detrás de los barones hay muchos cuadros. Alcaldes y alcaldesas que gestionan esa financiación y detrás de ellos militancia. Yo no lo subestimaría", sostiene una dirigente regional

"Detrás de los barones hay muchos cuadros. Alcaldes y alcaldesas que gestionan esa financiación y detrás de ellos militancia. Yo no lo subestimaría y creo que algunos en su entorno tampoco lo hacen", apunta uno de los dirigentes que conducen las riendas de un aparato regional. Lo que no está claro es hasta qué punto los cuadros opuestos al pacto con los republicanos podrán frenar a Sánchez. "Las cosas serias se gestionan a fuego lento", responden desde uno de los territorios críticos. Hay quienes piden ya una consulta entre los militantes del PSOE, con el argumento de que la opción de un cupo catalán no figura en ninguno de los documentos congresuales del partido, por lo que las bases han de pronunciarse sobre el cambio "de uno de los pilares fundamentales de la Constitución, la financiación autonómica.

"Calma"

Frente a las federaciones que piden que se abra el debate interno —al menos, Extremadura, Castilla-La Mancha, Castilla y León, Aragón, Madrid y Cantabria—, el resto entiende que hay que aplicar "calma", que hay que esperar a que se salga del túnel de la consulta de ERC y de la investidura de Illa para que entonces el partido pueda explicar, matizar, precisar. Y subrayan que hay que confiar en las maniobras del presidente. "Este Gobierno no va a hacer nada que sea perjudicial para ningún territorio, nada. De solidaridad entre territorios o personas, nadie nos da lecciones. Esta frase no es una frase hecha, es una realidad", señala una baronesa regional.

Los territorios que sí comparten los planes de Ferraz señalan que el Gobierno "no va a hacer nada que sea perjudicial para ningún territorio"

En el PSOE hay quienes, los más optimistas, sostienen que el impulso de este preacuerdo servirá para abrir definitivamente el debate sobre el modelo de financiación autonómica, y por tanto es una "oportunidad" para todas las CCAA, especialmente las más castigadas por el actual sistema. Pero otros dirigentes están convencidos de que es "inviable", bien porque no recibirá los apoyos suficientes en el Congreso —porque Junts lo considera insuficiente, porque ha despertado el rechazo de Compromís y Chunta, porque dudan miembros de Sumar, porque no lo tiene claro Podemos— o porque no se podrá poner en marcha. La esperanza es que el compromiso de Illa y de Sánchez se vaya diluyendo una vez conquistado el Govern. Pero ERC ya ha advertido de que no olvidará lo firmado y tiene el poder de sus 20 diputados en el Parlament y de sus siete representantes en el Congreso.

Ferraz y los responsables más alineados con la cúpula deslizan que sí habrá convocatoria de los órganos de dirección. A la vuelta del verano. Cuando las brasas hayan perdido fuerza. Cuando ya Illa esté asentado en la Generalitat y despejada la posibilidad de una repetición electoral.

Pero eso solo será posible si las bases de ERC votan . Es lo que se dilucida este viernes. Y se sabrá sobre las 19.30 horas. La militancia republicana tiene un inmenso poder a su alcance. Decidir sobre Cataluña, pero también sobre el conjunto de España.