Sobrevuela las fiestas de Euskadi desde hace décadas. Ni siquiera el final de ETA lo ha hecho desaparecer. El enaltecimiento de los presos de la banda terrorista, los ‘brindis’ populares o incluso las manifestaciones en su apoyo forman parte de los actos festivos de numerosos municipios vascos cada verano. En la mayoría de los casos se incluyen en programaciones alternativas de determinadas comparsas o peñas o de organizaciones sociales, pero en no pocos casos, figuran incluso en los programas festivos oficiales impulsados por los consistorios.
Han transcurrido casi tres lustros desde que ETA anunció que cesaba en sus acciones terroristas y seis desde que formalizó su disolución. Pero en Euskadi parte del entorno que le respaldó cuando estuvo activa lo sigue haciendo hoy. Lo hace para condicionar el relato de su final y para arropar a los más de un centenar de presos que aún cumplen condena en las prisiones vascas. Son numerosas las localidades que durante el ciclo estival festivo aprovechan para homenajearles, recordarles o reclamar su excarcelación con más intensidad que el resto del año. Lo hacen aprovechando el tono festivo y la afluencia de decenas de miles de personas, en gran parte jóvenes y numerosos visitantes. Adoptan forma de comidas populares, ‘aurreskus’ de reconocimiento, ‘brindis’ de recuerdo y, sobre todo, pancartas y carteles que invaden numerosos rincones de las fiestas vascas.
Aún hoy, las fiestas de capitales como Vitoria o Bilbao incluyen en sus ordenanzas festivas cláusulas que en condiciones normales deberían haber estado superadas. Pero no lo están. En ellas se advierte a las comparsas que en las ‘txosnas’ o casetas que se les ha autorizado instalar o en los actos que celebren durante las fiestas no debe haber carteles o símbolos que “apoyen el terrorismo” o que puedan hacer peligrar “la convivencia o la normalidad de los actos festivos”. El último convenio de colaboración firmado entre el Ayuntamiento de Vitoria, cuyas fiestas concluyen hoy, lo recogía de modo expreso en su artículo cuarto, en el que se detallan las obligaciones de la asociación de ‘txosnas’.
"Hacer peligrar la convivencia"
En Bilbao su ordenanza municipal establece en su artículo 27 que todas las autorizaciones y licencias se deberán entender concedidas sólo “en precario” y que podrán ser revocadas si sobrevienen circunstancias de riesgo, desórdenes, alteraciones”. Entre ellas señala de modo expreso la “utilización de carteles y/o símbolos que atenten contras la dignidad de las personas, apoyen el terrorismo y puedan hacer peligrar la convivencia”. Pese a estar recogido en las ordenanzas municipales, son muy excepcionales las sanciones que los ayuntamientos han impuesto a las comparsas por incumplir este apartado, incluso pese a incumplimientos flagrantes corroborados por resoluciones judiciales.
El entorno de la izquierda abertzale y las distintas asociaciones que lo componen controlan desde hace muchos años un importante número de comisiones de fiestas en Euskadi. En las capitales vascas, donde sus ‘Semanas Grandes’ atraen a cientos de miles de personas, el control es casi absoluto. En Vitoria el reciente convenio de colaboración entre el Consistorio y la asociación ‘Gure Txosnak’ detalla que colectivos como Jardun, Askapena o Ikasle Abertzaleak, vinculadas a los sectores más críticos de la izquierda abertzale y en algunos casos defensores de la amnistía para los presos de ETA, forman parte de la decena de organizaciones que lo integran. Algo similar sucede en Bilbao, donde la simpatía de la mayoría de las comparsas con los postulados de la izquierda abertzale viene de lejos.
La instalación de este tipo de casetas o 'txosnas' es una fuente de financiación para las organizaciones que las gestionan, previa autorización municipal. La falta de transparencia en su gestión y facturación ha sido una constante desde hace décadas. Precisamente los intentos de las haciendas vascas por implantar la obligación de registrar y entregar ticket por cada una de sus ventas ha provocado un gran rechazo y revuelo en estos colectivos-.
El apoyo al entorno de ETA se hace en muchos casos lo hacen bordeando la ley o situándose en el límite entre la libertad de expresión reconocida por la justicia por un posible delito de apología del terrorismo y humillación a las víctimas. Así, el uso de dibujos o siluetas en lugar de imágenes de los etarras es uno de los aspectos que permite bordear el delito, según se ha venido instalando en las últimas resoluciones judiciales al respecto.
Numerosos precedentes
Las distintas asociaciones de víctimas del terrorismo han vuelto a denunciar este verano la aparición de pintadas, carteles y actos orientados a ensalzar al colectivo de presos de ETA. Alertan del riesgo que supone trasladar una imagen errónea en un entorno festivo a generaciones que no vivieron directamente los años más duros de la violencia etarra.
Desde que ETA dejó de matar han sido varios los episodios en los que distintas asociaciones han llevado a los tribunales este tipo de exhibiciones de apoyo a los presos de ETA. En 2022 la asociación Dignidad y Justicia denunció ante la Audiencia Nacional la aparición de fotografías de presos, -con los ojos cubiertos por una franja negra-, en la ‘txosna’ de la comparsa ‘Txori Barrote’ (Pájaro entre rejas). Tres años antes, la misma asociación denunció a la misma comparsa por un hecho similar. La Audiencia Nacional ordenó retirar las imágenes que la Ertzaintza tuvo que arrancar de la caseta de esta organización. En 2017, en este caso en las fiestas de Vitoria, también se procedió a la retirada de imágenes de los presos.
En los últimos días asociaciones como Covite o la Fundación Fernando Buesa han denunciado la aparición de carteles de apoyo a los presos de la banda terrorista en numerosas fiestas celebradas en Euskadi y Navarra. Covite ha denunciado escenas como las ‘txosnas’ que en numerosos casos aparecen “decoradas” con carteles con la imagen de presos de ETA o la aparición de pintadas de apoyo expreso a la banda terrorista, como ocurrió recientemente en Vitoria, con un ‘Gora ETA’: "¿Cuántos niños y niñas pasarán por delante de esta frase y asumirán inconscientemente su mensaje legitimador y exaltador del terrorismo?".
Restaurar la ética pública
Por su parte, la Fundación Fernando Buesa denuncia que en “una sociedad sana” no se permitiría que el espacio público y festivo estuviera plagado de pancartas de apoyo “a quienes durante décadas mataron, secuestraron, hirieron, extorsionaron y persiguieron en nombre de ETA", denuncia la fundación que lleva el nombre del quien fuera consejero de Educación del Gobierno vasco, Fernando Buesa, asesinado por ETA en 2000.
Otro de los casos que se ha denunciado es el ocurrido durante las fiestas de la localidad vizcaína de Plentzia, en la que se mostraron imágenes de los presos de la banda y se instalaron por todo el pueblo carteles demandando su “vuelta a casa”. Covite denunció que se exhibieron “las imágenes de los etarras de la comarca: Arkaitz Goikoetxea, Aitor Cotano, María Lizarraga, Javier Gallaga, los hermanos Gallastegui, Asier Borrero, Sergio Polo y Saioa Sánchez, entre otros”.
Para la organización de víctimas que lidera Consuelo Ordóñez “Restaurar la ética pública después de 50 años de terror será imposible mientras se siga legitimando públicamente a ETA”. Covite denuncia que las ‘txosnas’ han pasado “financiar el terrorismo de ETA” a financiar “todo lo relacionado con los servicios que da la izquierda abertzale a los presos de ETA (las pagas, los abogados, etc.)”.
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