En las anteriores vidas políticas del presidente del Gobierno hay un apartado especial para ese prófugo de la Justicia, dos veces fugado, llamado Carles Puigdemont, hoy socio parlamentario de Pedro Sánchez y paseante y mitinero por Barcelona a pesar de tener una orden de búsqueda y captura emitida por el Tribunal Supremo.
El bochornoso espectáculo de este jueves no ha desencadenado ninguna asunción de responsabilidades políticas ni en el gobierno en funciones de la Generalitat ni en el central, ni las va a provocar. A fin de cuentas, tal y como justificó este viernes el ministro de la Presidencia y, mucho más significativo, de Justicia, Félix Bolaños, la huida de este fugitivo reincidente no deja de ser un "episodio que no aportó nada a la sociedad catalana".
Pero hubo un tiempo en que al actual inquilino de la Moncloa parecía molestarle la fuga del ex president que se saltó la ley para encabezar el desafío independentista de 2017, hasta el punto de afearle a Pablo Casado, candidato del PP a la presidencia del Gobierno en las elecciones generales del 10-N de 2019, que Puigdemont se había sustraído a la acción de la Justicia gobernando Mariano Rajoy y que él, casi con sus propias manos, lo traería de vuelta a España para que compareciera ante la Justicia.
El único superviviente político del debate de 2019
Lo dijo durante un debate televisivo electoral el 5 de noviembre de 2019 del que él es el único superviviente polìtico, puesto que estaba acompañado, además de por Casado, por el que acabó siendo vicepresidente segundo de su Gobierno, el entonces líder de Podemos, Pablo Iglesias, y por el presidente de un partido hoy desaparecido, Albert Rivera, de Ciudadanos.
El presidente del Gobierno, que ya lo era por aquel entonces, hablaba ya no en condición de Pedro sino de Sánchez, hallazgo inestimable de la ex vicepresidenta Carmen Calvo. Y a tan solo cinco días de esas elecciones, le espetó a Casado que «a usted se le fugó Puigdemont y yo me comprometo hoy y aquí a traerlo de vuelta a España y que rinda cuentas ante la justicia española». Con todas sus letras.
"¿La Fiscalía de quién depende?... pues eso"
Para la posteridad ha quedado aquello que dijo sólo un día después, el 6 de noviembre, en una entrevista con Íñigo Alfonso en RNE. El conductor del programa le inquirió respecto a cómo pensaba traer al fugitivo a España cuando esa era una tarea que correspondía a la Justicia, a lo que Sánchez replicó que la Fiscalía General del Estado, entonces en manos de María José Segarra, había pedido al juez Pablo Llarena la activación de la euroorden de búsqueda y captura contra el ex presidente de la Generalitat. “Lo estamos haciendo, ¿la Fiscalía de quién depende?... Pues eso".
Y el día 7, en plena recta final de esa campaña electoral, escribió un tuit en la red social X para contarnos que "nadie está por encima de la ley. Puigdemont es un prófugo de la Justicia. Trabajaremos para que el sistema judicial español, con todas sus garantías, pueda juzgarlo con imparcialidad. La Fiscalía cuenta con el respaldo del Gobierno en la defensa de la Ley y del interés general".
Serían más las veces en las que reprocharía al anterior Gobierno popular su falta de diligencia por no haber previsto que todo un presidente de la Generalitat iba a poner los pies en polvorosa mientras dejaba tirado, por ejemplo, a su vicepresidente, esto es, Oriol Junqueras, de ERC, quien, él sí, se sometió a la acción de la Justicia y pasó por prisión para ser finalmente indultado del delito de sedición, no del de malversación.
"Otro Gobierno" que no era el suyo
Ocurrió de nuevo con motivo de la detención de Puigdemont en Cerdeña en septiembre de 2021, a donde acudió para asistir a unos bailes populares invitado por los independentistas sardos. Sánchez, que ese día hizo declaraciones desde Palma de Mallorca, se cuidó muy mucho de dejar claro que cuando el catalán se fugó de España y "huyó de la acción de la Justicia" había "otro gobierno" que no era el suyo, e insistió en que lo que tenía que hacer el fugado es "comparecer y someterse ante la Justicia", claro que, por aquel entonces no necesitaba los siete diputados de Junts para gobernar, situación que cambió a partir del 23-J del año pasado.
Pero sorpresivamente, o no, la segunda fuga del fugado no mereció ninguna consideración del presidente del Gobierno este jueves, manteniendo un férreo silencio, aún no roto, mientras Puigdemont vuelve a su palacete de Waterloo. A fin de cuentas, Bolaños, 24 horas más tarde, no le dio demasiada importancia a la nueva huida de España, destacando que lo significativo era la investidura de Salvador Illa como nuevo presidente de la Generalitat. Además, adujo como argumento de peso, tampoco se les había escapado a ellos sino a los Mossos. Que cada palo aguante su vela, vino a decir.
"Pues eso".
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